Después de esa tremenda cogida

Después de esa tremenda cogida que me había dado Hércules, el fiel perro ovejero de Marcos, el nuevo novio de mi amiga Luisa; decidí quedarme el resto del día descansando; en especial para recuperarme del dolor que me había quedado en mi castigada y hambrienta vagina.

Luego de disfrutar una ducha tibia en brazos de mi amiga, me recosté desnuda en la cama. Intenté ponerme una tanga, pero mi cuerpo no soportaba ni siquiera el roce de la tela.

Después de una larga siesta me sentía un poco menos dolorida; así que me levanté para cenar con Luisa y Marcos.
Después del café, ella me informó que saldría con su novio.
No sabía dónde iría con ese hombre; pero me aseguró que, tal vez, era muy posible que no regresara en toda la noche.
Envidié su suerte; mi amiga iba a coger con un amante y yo me quedaría a cuidar la casa y a reponerme de esa brutal garchada matutina que me había pegado el fiel Hércules…
Después de todo, aunque dolorida; no lo había pasado tan mal: Había gozado como una verdadera perra, sintiendo esa bola hinchada dentro de mi cuerpo y litros de semen llenándome…

Cuando se fueron, descorché una botella de vino y me senté en el salón para ver una película erótica; aunque sabía que no podría ni siquiera tocarme…
Un rato más tarde, apareció Hércules y se sentó a mi lado en el suelo. Enseguida comenzó a lavarse el pito colorado con su lengua.

Mi calentura pudo más que mi dolor y agotamiento. Pronto estaba desnuda otra vez en la cama que esa noche no usarían Luisa y Marcos.

Encontré el gel lubricante en la mesa de luz y comencé a untar mi estrecha entrada trasera, con la esperanza de que Hércules entendiera por dónde debía atacar…

Asumí la posición en silencio y esperé en silencio, sin llamarlo.
Hércules me estaba mirando desde la puerta.
Decidí dejar la comodidad de la mullida cama y ponerme en cuatro sobre el piso. El perro entonces se acercó muy despacio.

Avanzó entre mis muslos expuestos, hasta llegar con su nariz a olfatear mis labios vaginales.
Pero de pronto el bicho levantó su cabeza y comenzó a lamer mi estrecha entrada; donde podía oler el sabor de ese lubricante.

Esa rugosa lengua explorando mi ano comenzó a darme oleadas de placer y pronto pude oírme a mi misma gimiendo y jadeando.
Sin previo aviso; el perro montó sobre mis caderas y esta vez sentí que la punta de ese pito colorado; grueso y duro, trataba de entrar por mi apretada entrada trasera…

Después de varios intentos fallidos; me estiré y tomé suavemente su cosa erecta entre mis dedos. La dirigí a mi estrecho esfínter y entonces Hércules, apenas sintió el calor de mi ano, empujó con mucha brutalidad.

Se hundió en mi cuerpo en una sola embestida larga y allí se quedó quieto unos instantes. Luego comenzó a balancearse sobre mi espalda, penetrándome cada vez más profundo.
Finalmente comencé a sentir que esa bola colorada crecía y me asusté al pensar que también iba a entrar en mi estrecho ano; abriendo mi canal rectal al máximo. Lo sentía infernalmente caliente…

Podía sentir el golpeteo de su verga en lo más profundo de mi recto y el dolor era indescriptible pero aun así todavía podía soportarlo.

Mi culo cada vez estaba más en llamas y Hércules se movía a toda velocidad; taladrándome sin ninguna piedad...
De repente comenzó a eyacular; llenándome por completo.

Me sentí muy satisfecha. Había sido dominada por ese enorme macho canino; que había hecho todo a su antojo con mi cuerpo.

Todavía faltaba. Hércules dejó de eyacular y fue girándose; hasta quedar su culo contra el mío; los dos perfectamente abotonados…
Con su tremenda verga atrapada dentro de mi ano; Hércules sintió dolor; porque aulló de manera lastimera… Y yo también…

En un rato todo terminó y ese hermoso animal pudo desprenderse de mi cuerpo. Como la vez anterior, una cantidad impresionante de líquido blancuzco manchó la alfombra… Eso me ayudó bastante a aliviar el dolor en mi destrozado orificio…

Me quedé tirada en el piso, respirando con algo de dificultad.

Limpié toda la desprolijidad que habíamos dejado con Hércules.
Después de darme una ducha caliente; me recosté en el living a mirar televisión y a esperar por mi amiga y su amante.
Llegaron casi con la salida del sol. Al cruzar el umbral pude ver que ella caminaba tambaleante, con algo de dificultad. Sus largas piernas parecían no poder sostenerla. Algo de semen se deslizaba entre sus muslos tan deseables…
Se dejó caer a mi lado con expresión cansada, pero me sonrió.
Le devolví la sonrisa y le comenté por lo bajo:
“Me dejé romper el culo por ese tremendo ejemplar de macho”.
Luisa soltó una sonora carcajada; “Yo también…”
Alcanzó a susurrar, antes de quedarse dormida sobre mi hombro.

Comentarios Destacados

Arianacross +5
Excelente relato es hermosa la zoofilia. Yo me dejo lamer por mi perro. Es placer puro.
Arianacross +1
@Sapoepe tremendo placer. Y verlo exitarse mass
Sapoepe +1
@Arianacross MMM siii muy rico
Juandario23 +1
Que lindo sería ver eso

6 comentarios - Después de esa tremenda cogida

crack59
Zorrita, muy bueno
carontedormido +4
Que rico ver cómo las putas se dejan cojer por perros y hasta filmar...tuve la suerte...no una sino varias q les gusta....q locura.