Música y disciplina III

Después de esa noche de borrachera no me atreví a volver a clases  de violoncelo por un mes, no estaba lista para volver a ver a Priot, aún sentía vergüenza y los sueños con el bosque nevado, el lobo y Priot continuaban y se hacían recurrentes. Lo más curioso era que quién más me insistía en que retome las clases era Gastón, lo que me hacía pensar que él seguía viéndose con Priot, pero… ¿para qué?
Mis padres preguntaban que sucedía con mis clases, que por qué las había abandonado presionándome a retomarlas, cosa que finalmente hice.
El encuentro con Priot fue realmente incómodo para los dos, los dos fingimos olvidar lo que había sucedido, al menos por esa clase, que transcurrió con normalidad y recibí por parte de mi profesor un trato menos duro del que estaba acostumbrada, lo que me hizo pensar que se había arrepentido de lo sucedido y quería hacer las paces. Pero, como casi siempre, la paz dura poco, a las pocas clases ya había vuelto a ser el profesor duro y exigente de siempre:
-No mires tus dedos en la tastiera, la mirada siempre al frente. Debes corregirlo.
-Es por la afinación, me siento más segura si puedo verlos – me excusé-
-Una mierda de excusa, la mirada al frente! No necesitas mirar para afinar – exclamó levantando la voz, luego salió de la habitación y regresó con un gran pañuelo negro, al cual enrolló y me vendó los ojos. –Toca!, dijo casi ordenándomelo.
-Pero Priot así no puedo, no veo nada! –Intente convencerlo, más por lo extraña que me sentía sin poder ver que porque realmente me molestara tocar desafinado.
Él me tomó el rostro con su mano y susurró con firmeza – ¡Sol, toca ahora!-  cosa que comencé a hacer más para salir de esa situación que por convencimiento. Sorprendentemente para mí pude tocar y sin desafinar. Al terminar el ejercicio me quité la venda de los ojos y miré a Priot con la satisfacción de una batalla ganada, él estaba de pie frente a mí, con sus ojos grises clavados en los míos…
-mujer cabeza dura, sin tan sólo me hicieras caso sin protestar- dijo y se arrodilló frente a mí tomando nuevamente mi rostro entre sus manos y me besó, beso al que correspondí, aún con actitud desafiante, comiéndole la boca, aun con el violonchelo entre nosotros, separándonos, o pensándolo mejor uniéndonos.. Después de unos segundos interminables de beso apasionado, quitó el instrumento del medio y nuestros cuerpos volvieron a reencontrarse, su boca bajo a mi cuello, al que besaba, lamía y mordía y sus manos a mis pechos a los que apretaba por sobre la remera negra de nirvana que había pertenecido a mi padre y me la había regalado. Nos recostamos sobre la alfombra y por primera vez pude sentir el peso de cuerpo sobre el mío, yo sentía que perdía el control de la situación, mi mirada de pendeja malcriada se había convertido en una de deseo, excitación, mi rostro enrojecido y mi respiración agitada me delataban. Comenzó desnudarme y yo a él, me llamó la atención que no usara ropa interior, ya que al desabrochar su pantalón apareció ante mí su sexo erecto y, a diferencia del mío,  perfectamente depilado. No lo decidí, creo que ni siquiera lo pensé pero cuando me di cuenta ya tenía su sexo en mi boca, saboreándolo, recorriéndolo con mis labios y mi lengua. Su glande ya estaba húmedo y lo deslicé hacia atrás fácilmente con mi boca, él gimió  y con una mano me tomó del pelo y con la otra jugaba con mi pecho, amasándolo y tomando mi pezón entre sus dedos. Luego me volvió tirar sobre la alfombra y se colocó un preservativo mientras me miraba sonriendo… -abre tus piernas para mí- dijo al terminar de colocárselo, yo le obedecí y separé mis piernas un poco, ofreciéndole una vista de lo que estaba por poseer. Se tendió sobre mí mientras esta vez recorría con su pene mis otros labios, los de mi vagina.
- Quiero que me aprietes con tus piernas como sostienes con ellas al violonchelo cuando tocas-  me dijo al oído y me penetró apenas le obedecí. Entró en mí con facilidad, mi excitación ya había lubricado bien las paredes de mi vagina.-Mmmm mojada y caliente, como a mí me gusta- dijo y comenzó lentamente, como haciéndose rogar, yo traté de explicarle que no tenía demasiada experiencia en el sexo, sólo con mi ex novio, pero me hizo callar con un beso y empezó a embestirme con más ritmo y fuerza haciéndome gemir en su boca. Se apoyó sobre sus brazos y comenzó a cogerme como lo hacía en mis sueños del bosque, sin piedad, haciéndome gritar entre los ruidos como aplausos ahogados de nuestros vientres al chocar ante cada embestida, que hacía que mi cuerpo se deslizara sobre la alfombra, me chupaba las tetas de una manera…hasta el límite del dolor y luego jugaba con su lengua en mis pezones, endurecidos, hinchados. Luego me puso en cuatro, se colocó atrás mío, me agarró fuerte de la cintura  y volvió a penetrarme sin delicadeza alguna bombeándome fuerte, me tuve que apoyar fuerte sobre mis manos para que no me hiciera caer, mis tetas iban y venían rebotando ante cada estocada justo allí parecí convulsionar, mi cuerpo entero y en especial mis piernas comenzaron a temblar cuando sentí unas contracciones en mi sexo que me hicieron acabar por primera vez cogiendo (Sí, con mi ex no acababa cuando me cogía). Fue como si toda la energía de mi cuerpo se hubiera ido y caí rendida sobre la alfombra. Allí estaba la pendeja malcriada tirada sobre la alfombra boca abajo, jadeando, despeinada, con las piernas abiertas aun con esos temblores post orgasmo, los cachetes del culo rojos y la concha y muslos mojados.
Priot me giró y pude ver un resplandor en sus ojos grises, sonriendo satisfecho de verme en ese estado, Se quitó el preservativo y comenzó a pajearse, gimiendo cada vez más fuerte para derramar su abundante y espesa leche tibia en mis tetas y vientre.
En ese momento sonó el portero eléctrico, nuestra calentura nos había hecho olvidar que él debía seguir con sus clases, yo agarré mi s ropas y fui al baño a asearme y vestirme, él se arregló como pudo. Al salir del baño ya estaba su otro alumno en la sala  que olía a un fuerte fragancia a jazmín de desodorante de ambiente, sonreí haciéndome la boluda y me despedí hasta la próxima clase, Priot me acompañó hasta la puerta me agarró del culo y me apretó contra él diciendo: “No vuelvas a desaparecer“.  Yo sonreí, lo besé  Y respondí cuando me estaba alejando “No lo haré”.
Al llegar a mi casa, saludo a mi familia y me quedo con ellos comentando como me fue en mi clase, claro que omití lo del sexo, al ir a tomar una necesaria ducha me encuentro conque la remera negra de nirvana, la que me regaló mi padre, tenía una mancha del semen de Priot en la espalda. Nunca supe si mis padres la notaron en la conversación. ¡Que vergüenza!



Continuará
 

1 comentario - Música y disciplina III

EscritorOculto +1
Otro gran texto. Me gusto mucho como describis el sexo, los momentos, el antes y el despues. las sensaciones mas alla de lo obvio.
gran trabajo
solesei +1
Me alegra saber que te gustó. Muchas gracias EscritorOculto!