La primera vez que toqué unas tetas.

Lo malo de haber vivido muchas cosas es que todo siempre fue por partes, las primeras tetas que toqué no fueron de la chica con quien tuve mi primera ves, lastimosamente. Pero eso no quita de que la dueña de esas tetas fuera quien me halla avivado en estos temas de lo erótico. Por lo que contaré su historia completa, como corresponde.

Corría el año 2013 y yo ingresaba al instituto secundario, no fue nada fácil ingresar en el turno mañana porque se debía hacer con examen de ingreso, por lo que no dependía de la suerte que yo ingresara justamente en ese turno. Aquí comencé mi vida secundaria y me la pasaba solo ya que nunca había sido de tener amigos, más bien habían compañeros de mi instituto primario que me conocían y advertían a otros de no molestarme, por eso gané cierta popularidad.

Lo que ocurre es que siempre me vi solo y apartado del resto por no encajar, incluso los otakus tenían su propio grupo y los emos también, pero yo era una cosa extraña que nadie quería cerca. Así que se hizo normal el verme solo, por lo que nadie podría pensar que yo tuviera una vida mucho mejor que la del resto.

Al poco tiempo, ya ni recuerdo cómo, llegué a tener cercanía con un compañero llamado Gabriel. Él era muy torpe, pero siempre trataba de mostrarse rudo y destacar su pasión por el fútbol. Y en las clases de educación física solíamos estar juntos, a veces.

Entonces llegó el invierno del 2013 y como hacía frío, la mayoría de alumnos del turno mañana solíamos pararnos en medio del patio del colegio para recibir los rayos del sol y calentarnos, ya que el colegio, como típico colegio argentino, no tenía calefacción ni nada que se supone que debería tener.

Fue en estos días fríos que mientras platicábamos se aceró una chica a él. Ella era de piel clara, pálida, tirando al amarillo. Su cabello negro y ondulado que llegaba más allá de sus hombros, pero no tan largo como para ser exagerado. Y sus labios con esa forma tan atractiva de jovencita risueña.

Se acercó y nos habló. Vágamente me presenté y ella comenzó a reírse con nosotros, no sé de qué, pero nos hablábamos un poco.

Así continuamos aquél invierno. Todo normal con pláticas de ratos y luego cada uno a sus vidas.

Al año siguiente, en 2014. Asistía a las clases de educación física (deporte) y, como iba corriendo al colegio, el profesor me permitía descansar mientras el resto de alumnos corría para calentar. Aquí comencé a destacar más para ella por ser el único que se la pasaba sentado. El asunto es que nos miramos más y este año coincidían nuestros horarios de educación física, por lo que nos mirábamos de rato en rato.

Y bueno, la vida siguió siendo la misma, hasta que llegó el invierno y, antes de las vacaciones nos compartimos nuestros números de celulares. Por aquél tiempo no eran muy populares las aplicaciones de chat, estaba una llamada "Line", pero nunca llegué a ocuparla. Nosotros nos comunicábamos con mensajes de texto normales.

Así es como hablábamos en las noches o en los días, por lo que debíamos aprovechar los días que la compañía triplicaba el saldo o si habían chances de tener mensajes gratis.

Al tema. Nos fuimos juntando poco a poco y poco a poco nos fuimos diciendo más cosas que nos hicieron sentir pares. O sea, nos sentimos bien.

Comenzamos, podría decirse que a salir. Recuerdo bien que ella me hacía ir hacia su barrio que quedaba como a unos 25 minutos a pie, pero yo iba corriendo y llegaba en 5 minutos.

Solíamos vernos en un lugar oscuro de la ciudad donde aún no habían casas y la mayoría de cosas era monte. Así nos encontrábamos para platicar hasta que un día nos besamos. Y esto se siguió repitiendo por esas beses que nos juntamos.

Nuestro primer beso es algo que no puedo olvidar por la gran presión que sentí al no saber cómo hacerlo. Y, si lo pienso bien, ella fue mi primer beso.

Porque no fue sólo de lanzarnos a besarnos. En mi cabeza esa idea me reventaba todas las noches, y yo no sabía cómo hacerlo porque nunca había besado. Entonces se me ocurrió practicar y lo hice con la punta de una botella de Gatorade. Puede sonar loco, pero es lo que de verdad me ayudó a no cagarla.

Entonces nos juntamos un día. Fue a unas cuadras de su casa en una calle oscura. Nos sentamos en la vereda y nos quedamos esperando. Hablamos y dijimos cosas, pero casi llegaba el tiempo de marcharme, supongo que fue la prisa de ambos, pero ella me agarró la cara y me besó.

Ahora que lo escribo y comienzo a recordar, puedo sentir hasta el dulzor de sus labios por el labial saborizado que utilizó, su perfume y la textura de esos labios medio gruesos.

Sí, después de ese primer beso todo fue diferente. Éramos algo extraño. Nos juntábamos para vernos y nadie sabía de nosotros. Nos besábamos a escondidas y lo disfrutábamos.

Llegó un punto de entre tantos besos que una ves volvimos a esa calle de baldío donde nos solíamos ver para besarnos. Pero esta vez fue diferente, porque ella llevó mi mano hacia su pecho y me dejó tocar sus tetas por encima de la ropa.

No puedo explicar bien cómo se sintió el poner mi mano sobre su pecho, que no era tan grande, sino que era ideal. Podía caber sin problemas en la palma de mi mano.

Pero las acaricié con cuidado. Me había enamorado de esa sensación y ese placer que sentí al tocarla.

Aún recuerdo que esa noche no quise volver a casa por más que tuviera seis llamadas perdida de mi madre. Porque cuando regresé no dije nada y sólo me recosté en la cama a pensar en ella, en Antonela.

Después de todo eso ya nos encontrábamos en primavera y todo era normal. Salir del colegio y, por caminos distintos, juntarnos en cuadras cercanas a su casa para darnos amor. O era siempre de escuchar cómo todos la adulaban por ser la chica más linda del quinto año, mientras que yo era un nada de segundo.

Todos querían con ella. Y yo no me podía creer cómo es que yo, ¡yo! O sea, yo... ¿cómo es que yo sí podía tocarla y besarla y nadie más que yo?

Hasta que comenzaron a llegar rumores de que ella estaba con otros chicos. No lo sé. El asunto se fue arruinando poco a poco con ella, pues siempre era de que algún otro chico salía con ella, etc., etc.

A la par de esta historia con ella ocurrían otras cosas. Como que con su primo, mi compañero Gabriel, tenía un amigo llamado Carlitos, que era el compañero de Antonela y él quería enamorarla. Entonces Gabriel siempre le daba consejos de qué le gustaba a ella y me preguntaba mi opinión, entonces yo le decía que sí o que sa, y bueno, aprovechaba para saber lo que le gustaba a esta chica tan especial en ese momento.

Lo que más recuerdo de esta relación son todos esos problemas y una historia final que no es compatible con esta página, por lo que la publicaré en mi biografía personal.

Espero que les haya gustado este relato de cómo fue mi primer beso y la primera vez que toqué unas tetas, aunque no sé si sea válido ya que sólo las toqué por encima de la ropa. Cualquier cosa me gustaría leer sus comentarios.

Que tengan un lindo día y nada, ¡Chao!

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