Departamento de soltero. Tercer año. Capítulo 10

Departamento de soltero. Tercer año. Capítulo 10

No leíste la primera parte o la segunda de "Departamento de soltero"? En total son 20 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1
SEGUNDO AÑO. CAPITULO 1

La historia de Lautaro sigue avanzando y enredándose, entre encuentros con amigas, vecinas y amantes que se ponen cada vez más calientes a medida que él descubre nuevos horizontes de placer. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 10: Pasado y presente
   Los dos nos acostamos en la cama, completamente rendidos y tratando de recuperar la respiración. Sofía me miraba a los ojos con una sonrisa en el rostro y yo aún seguía sin poder creer que ella estuviese de nuevo en mi cama. Me puse de costado, miré su cuerpo completamente desnudo y llevé mi mano hasta tocar su piel y acariciarla delicadamente. Ella me miró en silencio, sin perder esa sonrisa divina que tenía y disfrutando de ese momento.
   La chica policía, mi ex vecina y con quien yo había tenido una historia en su momento había regresado a la ciudad luego de un año y medio de haberse mudado por cuestiones de trabajo. Estaba allí aprovechando unas cuantas semanas que había cumulado de vacaciones y tenía pensado visitar a su familia, a sus amigos y obviamente a mí. Había decidido sorprenderme apareciendo de golpe y tocándome el timbre, pero al ver que yo no estaba se quedó unos minutos esperando abajo y de golpe aparecí. Yo regresaba de mi encuentro con Flavia, la abogada que me había aconsejado sobre la situación en la que estaba y con quien me había acostado en una noche muy caliente. Sin embargo, me olvidé de todo cuando vi a mi ex amante saludarme en la calle y tan solo una hora después estábamos completamente desnudos y extasiados de placer.
   - ¿Por qué no me avisaste que venías?- Le pregunté.
   - Quería sorprenderte.- Me contestó Sofía que claramente lo había logrado.
   - ¿Hasta cuándo te quedás?- Le pregunté yo que no quería desaprovechar el tiempo que teníamos para pasar juntos.
   - Me voy después de año nuevo.- Me respondió ella y yo me emocioné al saber que teníamos un mes entero para aprovechar.
   Era como si de golpe me hubiese dado cuenta que Sofía en realidad había sido mucho más importante para mí y que había marcado algo en mi vida. En su momento, cuando estuvimos juntos, yo solo la veía como una especie de amiga con la que teníamos sexo. Pero ni bien se fue, me di cuenta que había marcado algo en mi vida y que había significado mucho más. De golpe me encontraba confundido. Estaba en una situación que nunca había estado desde que me mudé allí, sintiéndome en parte solo y con ella allí al lado mío, sonriéndome y mirándome con esos ojos hermosos. En ese momento llegué a proponerle que se quedara a pasar ese mes ahí conmigo, así podíamos estar todas las noches juntos, pero rápidamente me aclaró que ya había acordado en quedarse en lo de sus padres.
   - Igual, me dejan salir de noche.- Aclaró bromeando y ese chiste me atrapó mucho más.

   Diciembre cambió por completo y las desgracias y cosas malas que había vivido los meses anteriores en relación a mis vecinos desaparecieron. Ya no me importaba que Victoria o Florencia no me hablaran, o que María Paula me rebajara con la mirada cada vez que nos cruzábamos. Mucho menos me afectaba cruzarme a Tamara y que esta me dijera algo o se burlara de mí. Yo estaba feliz y contento de poder volver a estar con Sofía. Nos veíamos casi a diario y habíamos vuelto a compartir nuestros números de teléfono para poder escribirnos. Casi todas las noches ella venía a mi departamento y teníamos sexo bien salvaje y violento como a nosotros nos gustaba. Ya no importaba que ella estaba de visitante y yo de local, ahora las cosas habían cambiado y dependía de lo que teníamos ganas en ese entonces.
   Tan solo una semana después de que volviéramos a encontrarnos, lo habíamos hecho en cinco de los siete días. Ese sábado la invité a una cena más romántica, la cual ella aceptó contenta y tras una charla larga en la que nos pusimos al día y hablamos de todo, fuimos a la cama para calentarnos y dejarnos llevar. En esa oportunidad Sofía estaba algo dominante, por lo que dejé que me desvistiera, me besara e hiciera de mí lo que quería. Me besó por todos lados, me pasó la lengua por todo el cuerpo y me dijo de todo mientras me iba calentando con su cuerpo. Me había olvidado lo mucho que me gustaba coger con ella, como se ponía agresiva cuando me dominaba, la forma en la que me miraba y me insultaba mientras me chupaba la pija y sus manos recorriendo todo mi cuerpo haciéndome saber que era suyo.
   Se sentó sobre mi verga bien dura luego de coger por un buen rato y empezó a cabalgarme de una manera increíble, moviendo todo mi cuerpo y haciendo temblar la cama. “¡Ay sí! ¡Dale hijo de puta! ¡Dame toda tu pija!” me gritaba desesperada apretando fuerte me pecho y arañándome los brazos. Yo gozaba como nunca, viendo sus tetas grandes bambolearse en todas direcciones y sintiendo el placer de su conchita mojada tragándose mi verga. Estábamos los dos prendidos fuego, nuestros cuerpos transpirados eran señal de la noche tremenda que estábamos pasando y la cara de placer de ambos lo decía todo. Sofía no se paraba de mover a lo bestia y sentía su cola caer una y otra vez sobre mis piernas cada vez con más violencia.
   - ¡Dale hijo de puta! ¡Dame la leche! ¡Dámela toda! ¡Quiero tu leche!- Me gritó y me encajó una bofetada que me dio vuelta la cara, pero que me llevó a explotar adentro de su cuerpo.

   Desaparecí casi por completo ese mes. Al jueves siguiente los chicos de la secundaria organizaron un encuentro como despedida de año y yo les dije que no podía ir. No tenía ganas de cruzarme a Macarena besándose con su novio Gastón en frente mío o de ver a Lucía disimulando que nos habíamos acostado hacía ya varios meses. Tampoco me interesaba escuchar la vida perfecta que llevaban Luciano y Estefanía ahora que estaban casado o saber de las intimidades de Juan Pablo y Dante. Facundo intentó convencerme de que fuera, pero yo decidí quedarme en mi departamento con Sofía teniendo una doble dosis de sexo que terminó en una duchita caliente con muchos besos y toqueteo.
   A donde no pude faltar fue a la reunión de fin de año de trabajo, que se hizo al viernes siguiente luego del horario laboral. Aprovechando que la chica policía había acordado en verse con unas amigas, asistí a la reunión en la cual solo hablé con Juliana, con Ignacio y como mucho con otros compañeros. Mi amiga me notaba raro, de hecho llegó a preguntarme por qué revisaba el celular cada dos por tres. Pero yo no le dije que estaba esperando el mensaje de Sofía que me iba a mandar para que la pasara a buscar y así podíamos volver a estar juntos.
   Hasta no fui a la juntada que organizaron Franco, Lucas, Javier y Facundo con sus respectivas parejas. Este último me insistió otra vez que fuera ya que él ahora estaba soltero, pero yo alegué que me sentía mal y que quería quedarme en mi casa descansando. Al final se juntaron los tres primeros con Julia, Anastasia y Magalí, sus respectivas novias, ya que Facu decidió no ir para no sentirse tan colgado. Lo cierto es que Sofía me había propuesto una salida más social con ella a un bar donde aproveché para contarle el conflicto que se había generado con mis vecinas. “Siempre supe que entre Victoria y vos había algo” me dijo ella y rápidamente volví a aclararle que lo que pasó entre ella y yo ocurrió después de que Sofía se marchara del edificio. “Tranquilo que no me pongo celosa” me dijo sonriendo y me quedé como un idiota mirándola a los labios.
   Cuando volvimos al departamento no pudimos aguantarnos las ganas y nos tiramos en el sillón para coger como bestias. En esa oportunidad yo estaba mucho más dominante y agresivo y ella se dejó llevar por ese juego. “¿Te gusta mi pija, putita?” le pregunté al oído mientras me la cogía en cuatro después de una larga sesión de sexo bien caliente. “¡Sí! ¡Me encanta! ¡Metémela por el culo!” me pidió ella y yo me puse como loco, empezando a cogérmela a lo bestia al punto que pensé que iba a acabar. Sin embargo me aguanté las ganas y aminoré la marcha para empezar a jugar con mi dedo sobre su culito e ir abriéndoselo de a poco.
  - ¡Cómo te gusta, pedazo de puta!- Le dije pegándole una cachetada en las nalgas con la otra mano.- ¡Sos tremenda!
   - ¡Sí! ¡Soy tu putita! ¡Toda tuya!- Me respondió ella gimiendo cómo loca y provocándome aún más.
   Y es que a medida que pasaban los días la cosa se iba poniendo cada vez más caliente y eso me encantaba. Cuando arrancaba la tercera semana del mes, Sofía me confesó que había incorporado un dildo a sus juegos sexuales y me puse un poco celoso de saber que cogía con otros y que se había animado a más cosas. Más allá de eso, me voló la cabeza ver como se colaba el vibrador mientras me chupaba la pija en cuatro. También trajo unas esposas que se notaba que tenían bastante uso pues estas abrían y cerraban de forma forzosa. El juego de la policía y el ladrón se hizo presente rememorando un viejo encuentro que nosotros habíamos tenido ya, pero en esa oportunidad fue mucho más sarpado agresivo. Sin lugar a dudas, el sexo se hacía mucho más emocionante y a la vez más pasional, pues los besos las caricias y el romance también estaban presentes en todo momento.
   Para Navidad volvimos a encontrarnos y obviamente dejamos que el espíritu de las fiestas se colara en nuestra cama. Sofía se puso un conjuntito sexy de color rojo y yo hice lo mismo con un bóxer que compré específicamente para esa ocasión. Esa noche lo hicimos una, dos, tres y hasta cuatro veces, viendo como el sol se colaba por la ventana mientras cogíamos como bestias. Era como si no queríamos despegarnos a pesar de que sabíamos que el tiempo que nos quedaba juntos era cada vez menor. Al día siguiente nos levantamos tarde, pero nos hicimos del tiempo suficiente para darnos una duchita juntos y dejarnos llevar por los besos y la calentura.
   Sin embargo, la noche que mejor la pasamos de ese último mes del año fue la del 28 de Diciembre. Era miércoles, por lo que yo salí del trabajo algo agotado y llegué a mi casa pensando que esa noche me iba a ir a dormir muy temprano. Pero entonces me llegó un mensaje de mi amante preguntándome si tenía ganas de vernos. Lo habíamos hecho el lunes cuando nos encontramos en mi casa para una sesión algo rápida de sexo que terminó con los dos llegando al orgasmo al mismo tiempo. Sin pensarlo le dije que sí y tan solo un rato más tarde, los dos estábamos sentados en el sillón a los besos.
   Claramente no queríamos perder el tiempo, y la ropa fue desapareciendo a toda velocidad y Sofía se arrodilló en frente mío para complacerme con su boca. Había tenido varias amantes en esos últimos años, pero ahora que la tenía en frente mío y que se comía mi pija como loca, ninguna me había complacido como ella. Me la chupaba como loca, se la metía y sacaba de la boca constantemente y le pasaba la lengua por todos lados. Lo mejor de todo era que dejaba que yo le agarrar del pelo y la guiara en mis movimientos mientras la miraba fijo a los ojos y le hablaba. “¡Así mi amor! ¡Chupámela toda! ¡Me encanta!” le decía yo gozando de sus labios preciosos que me la ponían cada vez más dura.
   Luego de eso le ordené que se pusiera en cuatro sobre el sillón y yo me coloqué detrás de ella. Le abrí los cachetes de la cosa y pasé mi lengua desde su conchita hasta su culito, lamiéndola por completo y mojándola entera. Sofía me regaló un gemidito hermoso que me volvió loco y acto seguido repetí el movimiento. Comencé a lamerle la conchita como loco, moviendo mi lengua de un lado al otro y sintiendo el sabor de su cuerpo en mi boca. Sofía gemía con ganas, sabía que me encantaba cuando lo hacía y movía su cintura en forma de círculos obligándome a lamerle por todos lados. Mis manos no se despegaban de sus nalgas, las cuales abría cada vez con más fuerza.
   Mis dedos no tardaron en entrar en acción y metí primero uno en su conchita. Pero esta estaba tan mojada que un segundo dedo entró solo, luego de que ella me pidiera más entre gemidos. “¡Así! ¡Me encanta! ¡Seguí!” me decía ella casi a los gritos mientras yo la complacía con ganas y la cogía con mis dedos una y otra vez. Mi lengua ahora había pasado a su culito, el cual le lamía como loco y saboreaba deseoso de poder hacerlo de nuevo esa noche. Le saqué los dedos de la concha, estiré mi brazo y le dije “¡Chupalos!” para que ella abriera bien grande la boca y los lamiera con ganas. Acto seguido volví a llevarlos a su conchita y continué cogiéndola con ganas.
   - ¡Ay Lautaro! ¡Cogeme ya!- Me gritó y no me pude aguantar.
   Sí la primera ronda fue caliente, la segunda iba a ser mucho más. Luego de coger en el sillón y hacerlo a lo bestia, nos sentamos a comer un rato y a conversar. En un momento los dos nos quedamos callados y mirándonos a los ojos, disfrutando de un silencio que en vez de incómodo, era atrapante. Tras la cena, decidimos irnos a la habitación y volvieron los besos y las caricias. Suaves al principio, con un dejo más romántico y un toque sensual de su parte, poco a poco nos fuimos calentando el uno al otro. La ropa volvió a molestar y nos quedamos desnudos para seguir con los besos, el manoseo y las miradas de deseo. El sexo oral se hizo presente de nuevo, haciéndose más intenso en esa oportunidad, dejándola yo a ella completamente empapada y ella a mí totalmente duro.
   Me coloqué encima suyo luego de comerle la conchita y tras besarla volví a penetrarla. Sofía me atrapó con sus brazos y piernas al tiempo que yo empezaba a moverme hacia adelante y hacia atrás con ganas, cogiéndomela cada vez más rápido. “¡Ay sí! ¡Cogeme mi amor! ¡Cogeme bien duro!” me pedía ella mirándome a los ojos y besándome apasionadamente y yo obedecía sus palabras. Mi cintura se aceleró y comencé a moverla hacia adelante y hacia atrás cada vez más rápido. Mi pija entraba y salía de su cuerpo y sentía un placer inmenso al gozar de su humedad sobre todo mi cuerpo. Sus pezones duros rozaban mi pecho y el calor me cubría por todos lados.
   - ¡Como me calentás mi amor! ¡Me volvés loco!- Le dije dándole bien duro.
   Cada golpe que daba se escuchaba con más fuerza en la habitación y provocaba un grito más sarpado de parte de Sofía. Me volvía loco verla gozar de esa manera, disfrutando de mi pija como nunca antes lo había hecho. Su cara era orgásmica y sus gritos inundaban toda la habitación y penetraban mi cerebro haciéndome ver las estrellas. “¡Sí, mi amor! ¡Me encantás!” le decía yo y por primera vez no sentía la necesidad de insultarla o de maltratarla. Era raro, pues estar allí con ella ya me calentaba como nunca y claramente la estaba pasando muy bien. Sofía me tocaba todo el cuerpo, me acariciaba el pecho y recorría mis brazos con sus dedos mientras que yo la besaba y admiraba sus tetas bambolearse en todas direcciones.
   El calor nos comía por dentro y la necesidad de hacer gozar al otro nos apoderó. Sofía se sentó sobre mí luego de que me acostara boca arriba en la cama y empezó a cabalgar mi verga de una forma increíble, haciéndome sentir un placer único. Ya no me insultaba, no me miraba con esa expresión amenazante, ahora me cogía de una forma magistral, tocándome todo el cuerpo y lanzándome expresiones que me hacían estallar la cabeza. “¡Ay Lautaro! ¡Cómo me calentás! ¡Me encanta cogerte!” me decía y yo le respondía al mismo tiempo que le masajeaba las tetas y jugaba con sus pezones. Ya no me importaba que ella gritara lo suficiente para que mis vecinas la escucharan o poder dejarle mis marcas sobre la piel, ahora quería gozar y verla gozar.
   Volvimos a acostarnos sobre la cama, esta vez colocándonos de costado y yo detrás de ella. Metí mi pija adentro de su conchita la cual estaba totalmente empapada y tras abrazarla volvimos a coger con ganas. Sofía estiró una mano hacia atrás y me acariciaba el pelo mientras que yo movía mi cintura hacia atrás y hacia adelante cogiéndola bien rápido. “¡Gemí, mi amor! ¡Quiero escucharte disfrutar! ¡Gemí para mí!” le dije acercándome a su oído y los suspiros de la chica policía se hicieron más intensos que nunca. Mis manos sobre sus tetas, nuestros cuerpos rozándose con cada movimiento, mis palabras resonando en sus oídos y los gemidos de ella escuchándose por toda la habitación.
   Sofía llegó al punto máximo de placer y noté como su conchita empapaba toda mi verga. Una de sus manos se aferró a mi pelo y la otra a mis brazos, los cuales la envolvían con firmeza. Mi cintura no se frenó en ningún momento y continué cogiéndomela hasta que sentí que mis piernas temblaban y mi cintura se rendía. Dando un golpe seco contra su cola, me clavé en ella y acabé gimiendo en su oído, haciéndole saber que había llegado al orgasmo y de una forma magistral. Entonces aflojé mis brazos y el abrazo se hizo más romántico y los besos sobre su cuello aparecieron. Levanté la mirada y observando a través del espejo que estaba colgado en la pared del placad pude ver la cara de felicidad de mi amante.
   - Tengo que irme.- Me dijo ella suspirando y quejándose como si quisiera quedarse allí.
   Sofía se levantó, fue al baño y luego volvió para ver que yo seguí acostado en la cama completamente desnudo. Se tiró encima de mí y me besó para luego decirme que no se podía resistir a esa escena. Acto seguido volví a abrazarla y nos hundimos nuevamente en un beso bien apasionado que parecía preceder un nuevo round bien caliente. Pero no, fue eso, solo besos y abrazos y caricias que siguieron por varios minutos mientras los dos permanecíamos acostados en la cama mirándonos y sintiendo el calor del otro. Entonces levanté una mano, le corrí el pelo de la cara a la chica policía y mirándola a los ojos le dije lo que nunca me había animado a decirle a nadie: “Te amo Sofi”. Pero no me pareció suficiente, no expresaba lo que de verdad sentía en ese momento y quería decirle.
   - No quiero que te vayas. Quedate a vivir conmigo.- Le dije y ella se quedó mirándome perpleja.


CONTINUARÁ…



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1 comentario - Departamento de soltero. Tercer año. Capítulo 10

garcheskikpo +1
momento de sentar cabeza ya?
HistoriasDe +1
Quien sabe? Ya lo veremos cuando salga la 4ta y última parte... De momento a esperar un poquito