Exploraciones

No me queda claro si tenía 12 o 13 años, tampoco importa mucho eso a los efectos de esta historia.

Tenía un amigo con el que compartía tardes eternas sin clases, a veces en mi casa, a veces en la suya.
En una de esas tardes en su casa, acompañados de la absoluta ausencia de adultos, me mostró su más reciente descubrimiento, una revista Playboy (quizás Hustler u otra “marca” de aquellos años) de sus viejos, en cuya tapa reinaba el bellísimo cuerpo de Catherine Deneuve, cubierto de sombras, invitando a seguir hacia las páginas interiores.
Difícil explicar lo que se empezó a desencadenar en mi cuerpo a medida que íbamos pasando las páginas.
Difícil explicar la sensación de tener una erección a partir de estímulos visuales.
Hasta ahí llegamos ese día, creo que interrumpidos por la súbita llegada de su madre.
Días después, frente a la misma ausencia, sin tanto preámbulo fuimos a las páginas llamativas de la revista, y volví a sentir esa sensación.

No recuerdo que nos hayamos hablado, pero los dos aflojamos botón y cierre del pantalón y sacamos de la prisión del calzoncillo nuestras pijas hiper erectas (busco adjetivos, sobre todo por lo que sigue en la historia)

Obviamente no me concentré en lo que conocía, sino que miré hacia el lado y me quise morir.

Su pija era algo que prácticamente duplicaba a la mia.

Es difícil de explicar sin dar medidas, pero su pija no solo era cabezona, con un glande brilloso de tan inflamado, y el tronco grueso y venoso.
No hay medidas que describan la desazón que se apoderó de mi.

Me invadió la vergüenza y me sentí extremadamente “infradotado”.

Esa tarde hicimos lo que por mucho tiempo haríamos estando juntos.

Nos masturbamos mutuamente, sin tanta ceremonia, sin tanto deseo mutuo … acabando explosivamente sobre una mesa ratona de vidrio.

La ceremonia existía, junto con un deseo no explicito que de alguna forma niego.

Esa paja mutua, esa candidez.
El silencio, la ausencia de miradas, eran parte de un código.

Conocí mujeres, no se burlaron, tuve relaciones estables, no volví a pajearme con hombres.

Sigo sabiendo que la tengo chica.

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