Mi madrina y yo - Parte 2

A partir de ese día, el humor, la energía y la convivencia en general había cambiado, no se si para bien o para mal, pero era diferente. Ya había pasado más de una semana y por supuesto no habíamos mencionado nada del tema. Comíamos, jugábamos, charlábamos pero sabiendo que anteriormente algo había pasado, mas allá del recuerdo nubloso a causa del alcohol, los dos sabíamos que esa noche además del placer, habíamos traspasado una norma y que era grave, pero el tema no se había tocado.

Los días siguieron pasando, la cuarentena se extendió y ahí entendíamos que esto iba para largo. Al pasar unas semanas yo pude volver a mi casa a buscar mas ropa para renovar lo que tenía y pude quedarme unos días ahí pero por decisión de mi mamá y de mi madrina decidieron que vuelva a su casa para no quedarme solo.

El día de mi vuelta a la casa de mi madrina hacia un calor agobiante, fuera de lo normal de marzo. Si bien la casa de mi madrina tiene un patio grande, no tiene pileta por lo que los días calurosos eran un sufrimiento constante. El aire era nuestro mejor amigo para apagar ese fuego y para alivianar por lo menos un rato el clima que se vivía afuera.

Esa misma noche, mi madrina decidió preparar uno de mis platos favoritos y nos sentamos a cenar como hacia algunas semanas no lo habíamos hecho. La relación y la convivencia se había tornado algo distante e irregular.

M: - Te sirvo más?
G: - Si madrina por favor, está muy rico
M: -Me alegro que te guste. Me pareció una buena forma para que volvamos a hablar un poco...
G: -De que queres hablar madrina?
M: -Soy vieja pero no tonta. Sabes de lo que te hablo... De todas formas no quiero que me digas nada.
Sabés que estoy para cuidarte y protegerte...
G: - No entiendo que me estás queriendo decir...

Mientras levantaba los platos para lavarlos y me hablaba desde la cocina, algo pareció cambiar, el aire se torno más denso, más húmedo y espeso. Mi madrina se acercó rápidamente hacia mí, parándose al frente mío con una cara desafiante...

M: - Ah te hacés el boludo.... De esto te hablo.

Al mismo tiempo que terminaba su frase, se sacó su camison que le cubria su pecho dejándome ver sus grandes tetas. Parecían esculpidas, caían a la perfección, eran grandes, gomosas, y para mi, el paraiso en persona.

M: - Vení para acá pendejo cochino, desde el primer día te veo que las observas todo el tiempo, ahora hacete cargo....

Como si fuese un cuento erótico, agarró mi pelo violentamente y enterró mi cabeza entre sus tetas, moviendolas y agarrandoselas con las dos manos para frotarlas en mi nariz y en mi boca. En ese momento todo lo que yo sentía estalló, mi verga explotó, y adentro mio me sentí prendido fuego. No pude hacer otra cosa que sacarme el pantalon y quedarme desnudo, mi experiencia de novato era grande por lo que dejé que ella se apodere de mi. Me llevo a su cuarto, y me destrozó. Me puso en 4 y me comió el ojete como nunca nadie antes habia hecho. Mientras me miraba me chupaba las bolas de una forma suave y placentera, me acosté boca arriba para que ella se suba y me cabalgue infinitamente. Se movía como un juego y bailaba en mi poronga.... Gemía como una asquerosa, al sonido de: -Pendejo cochino, culiame rico!!!.

La noche fue eterna y golosa

0 comentarios - Mi madrina y yo - Parte 2