Marixa con x

Los pongo en contexto, tengo 53 años, estoy separado, trabajo como electricista por mi cuenta, y después del divorcio y de que mi ex se llevará todo, me alquile una casita en Santos Lugares.
En la esquina hay una panadería. Hace unos meses empezó a trabajar una chica de nombre Marixa, con "X" como le gusta aclarar. Tiene 23 años y desde el primer día hubo buena onda entre nosotros.
-Parece que trajeron bombones nuevos...- recuerdo que le dije la primera vez que la vi atendiendo.
Desde entonces hubo un ida y vuelta que quedaba ahí. Cuándo no había nadie le decía cuándo se iba a dar una vuelta por casa, que mis puertas estaban abiertas, pero ella no me decía nada, solo me sonreía.
Hace unos días voy a comprar como siempre las facturas para el mate. Me gustan especialmente unas que tienen membrillo, pero en ese momento no había, aunque me advierte que están por salir.
-Te las dejo pagas y que me las alcance el pibe- le digo, refiriéndome al chico que se encarga de las entregas a domicilio. Me dice que no hay problema.
Voy a mi casa, me pego una ducha, ya que había estado trabajando todo el día en la instalación eléctrica de un local por Recoleta, pongo el agua para el mate y prendo la tele, ya que esa noche jugaba Boca por la Libertadores.
Cuándo tocan el timbre voy a atender, ya que seguro eran las facturas, pero ni se imaginan cuán grande fue mi sorpresa cuándo en vez de encontrarme al chico que hace las entregas, quién está ante mi puerta es Marixa, con X.
-Había otros pedidos para entregar, y como era cerca, te las traje yo...- me dice mostrándome el paquetito de las facturas.
-¿Solo por eso?- le pregunto con obvia intención.
-Claro, ¿porqué más va a ser?- se defiende rápidamente.
-Entonces ya que viniste hasta acá aceptame unos mates- le digo.
-En otra oportunidad, tengo que volver a la panadería- se excusa, pero una cosa es lo que me dice y otra lo que hace, ya que se queda ahí parada, mirándome, sin amagar siquiera darse la vuelta.
-Solo uno, como agradecimiento- le insisto, antes de perder la oportunidad.
-Bueno dale, solo uno, para que ya no insistas- acepta finalmente.
Cuándo entra a casa, ya tengo media batalla ganada, solo me falta la otra mitad, la más importante, la que va a decidir que termine esa noche echándome un polvo con la pendeja o haciéndome una paja.
-¿Vas a ver el partido?- comenta al ver la previa en ESPN -Tienen que ganar, ¿no?-
-Sí, con un empate vamos a los penales- le digo mientras voy a la cocina y llevo a la sala todo lo del mate.
Pongo las facturas en un plato, nos sentamos en el sofá, frente a la tele, y le cebo uno.
Lo toma mientras ve en la pantalla como Latorre y Closs analizan cómo debería jugarle Boca al Corinthians. Yo había vuelto temprano para no perderme ni un minuto del partido, pero la verdad, en ese momento, con ella ahí, me importaba menos que la deuda externa de Zambia.
Me devuelve el mate, y viendo que todavía no probé ni una sola de las facturas, me pregunta:
-¿No vas a comerlas?-
-Ahora tengo ganas de comerte a vos- le digo, mandándome de una, corriendo el riesgo de que se ofenda y se mande a mudar, quedando ante ella como un viejo verde.
Pero no, se sonríe, con esa sonrisa que me desarma, se muerde como indecisa el labio inferior, y apoyando la espalda contra el respaldo del sofá, dice lo que tanto quería escuchar.
-¿Y que estás esperando, entonces?-
Antes de que llegue a pronunciar siquiera el último signo de pregunta, me lanzo sobre ella, la capturo con mis brazos y la beso en la boca. Un beso profundo, caliente, jugoso. Es ella la que me mete la lengua, y cuándo me abraza, juro que puedo sentir como se estremece de la calentura.
Le toco las tetas a través de la ropa y las siento duras, llenas, macizas. Al notar mi entusiasmo, ella misma se saca la blusa, y se desabrocha el corpiño, ofreciéndomelas en todo su esplendor. 
¡Que tetas, por Dios! Con el delantal que usa en la panadería nunca lo había notado, pero tiene una delantera de infarto, con unos pezones gordos e hinchados, que me pedían a los gritos que los chupara. Obvio que se los chupo, mientras ella también mete mano y me acaricia la comba que ya se me marca en la entrepierna.
En ese momento me acuerdo de lo que me dijo, y le pregunto si no tiene que volver a la panadería, tampoco quiero que tenga problemas con el dueño.
-Ya terminé mi turno hace rato...- me confiesa entre lamidas y lengüetazos.
Ahí mismo me desabrocho el pantalón y pelo la pija. La pendeja me la agarra apenas asoma la cabeza. Ya la tengo dura, pero sentir su mano agarrándomela, la suavidad de su piel, me pone más tieso todavía.
Agacha la cabeza y me la chupa. Empieza con unos besos tiernos y húmedos, como si estuviera besando la cabecita de un bebé. Me pasa la lengua arriba y abajo, incluyendo los huevos, que a esa altura ya están hinchados y cargados, como hace tiempo no los tengo.
Sube con la lengua y me da un ruidoso beso (¡CHUIC!) en la punta del glande.
Se levanta y de pie frente a mí, tapándome la visión de la tele, por lo que no sé si empezó el partido o qué, se saca toda la ropa, mostrándose totalmente desnuda, haciendo gala de todos esos hermosos atributos que por fin voy a poder disfrutar a pleno.
Se sube de nuevo al sofá, y echada de rodillas, con la cabeza sobre mis piernas, me la vuelve a chupar. Y ahí, sin dejar de recorrer con sus labios todo el largo de mi verga, me agarra una mano y se la lleva hacia su entrepierna.
Al meterle los dedos siento como que se derrite. Está chorreando de las ganas. No quiero hacerla esperar, ya habrá oportunidad de que me la siga chupando más adelante, así que me levanto con ella, la beso en la boca y me la llevo para la pieza.
Antes agarro el control para apagar la tele, pero me dice que no, que la deje prendida, que no le molesta. 
La ropa de ambos queda desparramada por el piso de la sala, por lo que vamos los dos desnudos, ella por delante, yo por detrás, llevándola a punta de pija.
Se tira en la cama y se abre de piernas. Resulta evidente lo que quiere, lo mismo que yo quiero, así que me tiro entre medio de ellas y le chupo la concha con esas ganas que vengo acumulando desde la primera vez que le dije que era un bombón.
Por la forma en que jadea y suspira, parece que ella también tenía las mismas ganas.
Le dejo la concha a punto caramelo, me pongo un forro, y echándome encima suyo, se la mando de una.
-¡Ahhhhhhhh...!- jadea al sentirme entrar.
-¡Siiiiiiiiiiiii...!- musita mientras me hundo en ella, frotándose las tetas.
Arquea la espalda y empuja las caderas hacia arriba, como para sentirme más profundo todavía.
Me la cojo despacio, disfrutando del calor y la humedad de su conchita, pero al rato, le levanto las piernas, me las pongo sobre los hombros, y le entro a dar como si no hubiera un mañana. 
Tengo una cama ruidosa, que hace PLAC PLAC PLAC al compás de mis movimientos.
Pienso que esa va a ser la única oportunidad que tenga de garcharmela, así que pongo todo de mí para hacerla gozar de la forma que una pendeja divina como ella se merece.
Y entonces sucede, ocurre lo mágico, lo hermoso, lo sublime... tiene un orgasmo. Uno verdadero, no fingido cómo a veces te hacen creer las minas.
Pone los ojos en blanco y esboza una sonrisa mientras acaba, las mejillas se le enrojecen y el calor de su cuerpo se intensifica.
No me muevo, la dejo disfrutar, con mi pija dura adentro, testigo privilegiada de todo ese agitado cóctel de sensaciones.
Pasado el momento, abre los ojos, me mira, y con una sonrisa que me quedó grabada para la posteridad, me dice:
-¡¿Y...? Dale... Cogeme...!-
La pongo de lado y le vuelvo a dar con todo. En un momento me agarra la mano y me dice que le haga así, que le retuerza con el índice y el pulgar los pezones.
Me encanta como grita, no demasiado escandalosa, pero con la suficiente intensidad como para hacerte saber que la está pasando bomba.
-¿Sabés que creía que no ibas a durar ni cinco minutos?- me dice mientras se levanta y se echa en cuatro en el suelo, levantando la cola, la concha bien dilatada y pegajosa, pulsante de excitación. 
Me cambio el forro, ya que el que tengo está completamente empapado, por afuera con el flujo de su conchita, por dentro con mi propia leche, me arrodillo tras ella, la agarro de la cintura y... ¡DIOS MIO!... me hubiera quedado eternamente ahí bien empernado. 
Ahí sí, no pude durar mucho más, quise aguantar, pensar en otra cosa, pero teniendo esa preciosidad enfrente, en cuatro, toda abierta y entregada, ¿en qué vas a pensar? Alargué lo más que me fue posible, y acabé. Ella se frotó entonces el clítoris y acabó conmigo.
Luego de la Gloria y el Éxtasis, nos metimos en la cama, abrazados, besándonos todavía con ganas. De fondo, en la sala, aún se escuchaba el relato del partido, pero que me importaba ya.
-¿Sabés que tenés edad como para ser mi papá?- me dice cuándo nos contamos un poco de la vida de cada uno.
Ella tiene 23, yo 53, así que sí, tranquilamente podría ser su padre. Pero eso en vez de bajonearme, me excita.
-O casi...- se corrige enseguida -El tiene 51...-
Entonces se sienta y me dice que ya se tiene que ir.
-Quedate a pasar la noche- le digo, esperanzado en un mañanero- Mañana desayunamos juntos y de acá te vas a la panadería-
-No puedo- me dice.
-No tenemos que volver a hacerlo si no querés- le digo, acariciándole un brazo -No te sientas obligada por quedarte-
-No es eso, me gustaría hacerlo de nuevo, pero es que...-
-¿Qué? ¿Qué pasa?- le pregunto, temiendo que le haya disgustado lo de la diferencia de edad.
-Es que... tengo un hijo...- me confiesa finalmente.
-¿Eso significa que también tenés un marido?- 
Asiente con un gesto. 
-No es que estemos mal, entendeme, pero me gusta la forma en que me tratás-
-A mí no tenés que explicarme nada- le digo.
-Sos un dulce- me dice y me da un beso.
Se levanta y desnuda va al baño. Esa imagen, así de espalda, caminando después de habérmela garchado, es otro recuerdo que me guardo para mi vejez.
La acompaño a la sala y mientras se viste le pregunto si su marido no le va a decir nada por llegar a esa hora, casi once y media de la noche, a su casa.
-Está ahí...- me responde, indicando la tele, en la que el partido ya se encuentra en plena tanda de penales.
-Suerte que empataron- me dice con una sonrisa -Así tengo más tiempo-
Con razón no me dejó apagar la tele, mientras yo me cogía a su esposa, el tipo estaba en la Bombonera. Si querés más morbo, no sé dónde.
Le pedí un taxi, el cuál esperamos a puro besos en la puerta. No sé cómo seguiremos de ahora en más, que la piba sea casada y tenga un hijo lo complica un poco, pero ya veremos, en cualquier caso los mantengo al tanto.
Quise sacarle algunas fotos para ilustrar el relato, pero solo me dejó sacarle una:


 
Marixa con x






10 comentarios - Marixa con x

Leonard1974
Buen relato. Experiencia mejor. Abrazo de gol, amigo. Van 10.
Lest47
Es toda una ASESINA de penes. Diosssssss que hembra y cochina envidia que te tengo. Gracias por este super relato. Desde luego van pts y a la espera de la continuación, si es que la hay.
Morochachiki
Un hombre con todas las letras un buen Amante
bigdickbahia
Muy lindo relato...... tengo tu edad y estoy pasando la misma situación de separación, asi que me identifico plenamente con vos!
SakmelaMilk
Espectacular, la historia, el morbo y la flaca.
CrossaA
Tremendo maestro!! Qué buen relato y qué hermosa mina se cogió usted. Van 10
AldinGomez
que barbara que chulada de senos p mamar