Vacaciones en la playa. Viaje a Cancún. Capítulo 6

Vacaciones en la playa. Viaje a Cancún. Capítulo 6


No leiste "Vacaciones en la playa I" o no te lo acordás? Acá te dejo el link para que disfrutes de los primeros 10 capítulos de esta historia:
PARTE I. CAPITULO 1

Y acurdate que "Vacaciones en la playa" tiene segunda parte. Otros 10 capítulos increíble para conocer más a fondo a la protagonista y nuestra historia:
PARTE II. CAPITULO 1

Luego de vivir dos veranos muy calientes junto a sus amigas y amigos, Cintia emprende un viaje a Cancún con su novio en donde el placer y la lujuria van a estar presentes en todo momento. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 6: Buenos recuerdos
   Lo que más me gustaba de mi relación con Cristian era que podía ser muy directa y que los celos no existían. Obviamente tuve que mentirle un poquito y ocultarle que Mikael me había acorralado contra una pared, me había besado y me había tocado toda, pues no podía explicar eso sin decirle que lo había hecho a escondidas. En su lugar, le dije que me había mirado todo el tiempo, que me había chamuyado un poco y que me había llamado “linda” y “hermosa” en varias oportunidades. Él escuchó atento a mi propuesta y luego sonrió mientras yo esperaba impaciente sus comentarios. Conocía esa sonrisa, sabía que no me iba a decir que no, menos después de lo que habíamos hecho con Janet y Damian. Era una sonrisa que indicaba aprobación, pero que iba a utilizar para provocarme un poco.
   - Así que te querés coger al pibe del hotel.- Me dijo sonriendo y colocó sus manos detrás de la nuca.
   Habíamos vuelto al hotel, yo había utilizado todo el camino para contarle las señales que había visto, disimulando algunas y omitiendo otras como los besos en el cuello y el manoseo. Cris me escuchó atentamente y cuando entramos a la habitación se acostó en la cama para seguir oyendo lo que tenía para decirle. “Me parece que está re bueno y aparte no lo veríamos nunca más en nuestras vidas” le dije teniendo en cuenta lo que habíamos acordado hacía ya bastante tiempo: Sinceridad en lo que deseamos. Él aceptó con la cabeza y yo me tiré en la cama encima de él para celebrar con un beso y un abrazo.
   De no ser porque acabábamos de coger en medio de la playa como celebración de nuestro aniversario, de la emoción me lo hubiese cogido ahí mismo. Pero preferí guardarme para lo que iba a ser nuestra última noche en el hotel y una que seguramente iba a ser muy caliente. Me acosté pensando en cómo iba a decirle a Mikael lo que íbamos a hacer, pero no se me ocurría ninguna forma de contárselo. Es que en realidad, era simplemente contarle que Cris había accedido al trío y que esa noche teníamos que vernos para estar juntos. Estaba feliz, emocionada, nunca antes había tenido tantas ganas de cumplir una fantasía como en esa oportunidad.
   Al día siguiente fuimos a desayunar y yo buscaba por todos lados al morocho de rulos para mostrárselo a mi novio y contarle lo que habíamos planeado, pero no apareció. A la tarde fuimos a la playa y me acerqué hasta el bar en el que solía trabajar esperando que estuviera ahí, pero no estaba. “¿Mikael está?” le pregunté a uno de sus compañeros y este me comentó que tenía el día libre y que no solía venir al hotel en los días libres. Dudé que era lo que debía hacer. Cristian estaba recostado en la playa y se me ocurrió ir a buscarlo a las cabañas, con la esperanza de que apareciera para nuestra despedida. “Si lo vez o hablas con él, decile que lo estuve buscando” le dije al chico y cuando me preguntó mi nombre le dije que no hacía falta que le respondiera.
   Salí del bar algo desilusionada y convencida de que había perdido la oportunidad. No iba a ser la primera vez que uno de mis planes para compartir con Cristian no se diera, por lo que decidí sentarme a tomar sol y a disfrutar de ese viaje que poco a poco llegaba a su fin. A la tardecita mi novio fue a jugar al fútbol y yo me sumé a la última clase de zumba para terminar completamente transpirada y agotada. Después de eso nos bañamos y ahí fue cuando le comenté a mi novio que no iba a poder darse lo que habíamos hablado. “Entonces voy a encargarme de hacer gozar por los dos” me dijo él besándome y supe que esa noche la iba a pasar muy bien.
   Bajamos a cenar y luego fuimos al bar con la idea de tomar algo y bailar un poco. Ni bien entramos miré a la barra pero en esta había otros chicos y no estaba Mikael. Nos sentamos en una mesa, pedimos unos tragos y cuando la música empezó a sonar fuerte nos trasladamos a la pista. La música, latina y seductora, sonaba fuerte y nos puso a bailar bien pegados. Rozábamos nuestra piel y yo meneaba para él, haciendo que la temperatura subiera para nosotros dos. Con el segundo trago de la noche, nos seguimos descontrolando y comencé a notar que Cris también estaba mucho más suelto que de costumbre. “Voy al baño” me dijo y se alejó. Comencé a salir de la pista cuando de golpe me agarró de la mano y tiró de mí hacia atrás. Me di vuelta pensando en encontrarme con mi novio pero descubrí que se trataba del morocho de rulos y cuerpo musculoso.
   - Hola preciosa.- Me dijo parándose bien cerca de mí.
   Como si de un amigo de toda la vida se tratase, lo abracé por encima de los hombros y le sonreí al verlo allí. Él se alejó un poco de mí y me dijo que disimuláramos, ya que alguno de los otros empleados podía verlo. Nos trasladamos a la otra punta de la barra, cerca de donde estábamos sentados con Cris y ahí me contó que uno de sus amigos le avisó que había una chica muy linda preguntando por él. Noté como acarició mi brazo y dejándome llevar por el impulso hice lo mismo con su cuerpo, pasando mi mano por su pecho. “Estas muy bonita” me dijo escaneándome con su mirada de arriba hacia abajo y yo le dije lo mismo apreciando los músculos de su brazo los cuales se notaban mucho más que de costumbre.
   Cuando llegó Cristian, Mikael se alejó un poco, preocupado por su reacción. Sin embargo, cuando se lo presenté a mi novio, este lo saludó con la mano y con una sonrisa y después me miró a mí con expresión de aprobación. El chico del hotel se comportó de una manera algo distante por el resto de la noche, pero yo estaba segura que eso iba a cambiar cuando fuéramos a la habitación. Con cris seguimos bailando y nos animamos a un tercer trago. Ya cerca de la una de la mañana le propuse de volver a la habitación y él aceptó. Acordamos con Mikael de que él se iba a ir unos minutos después de nosotros y eso hizo. Llegamos a la habitación y tan solo un minuto más tarde, tocó la puerta y le abrí con una sonrisa de oreja a oreja.
   Era evidente que la presencia de Cristian lo intimidaba, pues apenas hablaba y no se acercaba mucho a mí por más que yo lo llamaba. Me senté en la cama al lado de mi novio que ya tenía el torso descubierto y le dije que se sumara a los dos. Mikael automáticamente miró a mi novio y este le dije que no había problema, que estaba todo bien, algo que pareció ser suficiente para nuestro invitado, pues se sacó la remera dejando su torso descubierto y se sumó a los dos. Cuando lo tuve a mi alcance, lo abracé por encima del cuello y me abalancé sobre él para besarlo con ganas a pesar de que él seguía cauteloso conmigo.
   Metí mi lengua adentro de su boca y Mikael respondió a mi impulso, acercándose aún más a mí y pegando su cuerpo con el mío. Cristian me acariciaba la espalda y observaba como yo seguía tratando de hacer sentir cómodo a nuestro invitado. Era obvio que era muy chamuyero y que sabía que decir en cada momento, pues lo había demostrado los días anteriores. Pero ahora que me tenía a su disposición y que estábamos por fin en un lugar privado, parecía no animarse a seguir adelante. Entonces miré a mi novio y le dije que lo notaba algo tímido y él me respondió levantando los hombros, sabiendo que era lo que yo iba a hacer.
   - Vení.- Le dije levantándome de la cama y agarrándolo a Mikael para que me siguiera.
   Me paré frente a mi novio e hice que él se colocara de espaldas a Cristian para no lo viera. Lo besé de nuevo y toqué todo su cuerpo, sintiendo sus abdominales bien marcadas y los bíceps de su cuerpo. Él me devolvió el beso, pero seguía algo incómodo y yo quería relajarlo. Me arrodillé delante suyo, abrí el cierre de su pantalón y se lo bajé para encontrarme con que no traía ropa interior. Su verga era impresionante, bien grande, tostada y con una vena que la recorría desde la base hasta la punta. Estaba algo firme y se notaba que se había calentado. La tomé con mis dos manos y empecé a pajearlo suavemente mientras lo miraba a los ojos. “Relajate. Vamos a disfrutar los tres de esta noche” le dije sintiendo como se le iba poniendo más dura a medida que mis manos avanzaban.
   Abrí mi boca y empecé a chupársela suavemente sin dejar de mirarlo a los ojos. Poco a poco empecé a notar como su pija se iba endureciendo entre mis labios a medida que movía mi cabeza hacia atrás y hacia adelante. Mikael se fue soltando y apoyó una de sus manos en mi cabeza y acompañó cada uno de mis movimientos mientras yo seguía deleitándome con esa pija que no paraba de crecer. Su cuerpo moreno respetaba el dicho popular y su verga se hizo tan grande cuando la tuvo completamente dura, que apenas me entraba una parte en la boca y me alcanzaba a agarrar el resto con las dos manos. “¡Mmm que rica pija que tenés!” le dije lamiéndole la cabecita y noté como se le quebraban las rodillas y cerraba los ojos de placer.
   Ahora que estaba suelto, me paré, lo besé y lo invité a sumarse a la cama. Me saqué lo que me quedaba de ropa y vi que mi novio había hecho lo mismo y que se pajeaba mientras yo complacía a nuestro invitado. Me subí a la cama y gateando me acomodé entre sus piernas para jugar con mi boquita sobre él. Sonriendo, le tomé la pija con mi mano y lo empecé a masturbar hasta que estuvo bien durita y automáticamente me la metí en la boca. Comencé con unos movimientos suaves hacia arriba y hacia abajo, siempre mirándolo a los ojos. Él me observaba fascinado mientras yo seguía jugando con su verga, lamiéndola por completo, metiéndomela en la boca y toqueteándola con mis dedos.
   Pero de golpe, algo me hizo pegar un saltito. Sentí como las manos de Mikael se apoyaban en mi cola, me abrían los cachetes de par en par y su lengua pasaba por encima de mi conchita y llegaba hasta mi culito. “¡Ufff!” gemí con tal hermoso movimiento que él volvió a repetirlo de manera mucho más intensa. Sin descuidar a mi novio, se la seguí chupando con todas mis ganas, mirándolo a los ojos y llenándome la boca con su pija. Pero ahora tenía al mexicano morocho y hermoso jugando con mi cuerpo, besándome a toda velocidad y lamiéndome la concha de una forma increíble. Movía su lengua en todas direcciones y con sus manos abría cada vez más y más los cachetes de mi cola.
   Mikael por fin se había soltado y me encantaba la forma en la que lo hacía. Su lengua subía y bajaba por toda mi concha a gran velocidad y la movía de un lado al otro cuando se acercaba a mi clítoris. Con sus manos sujetaba firme mi cuerpo y provocaba que mi culito se abriera solo de estirar mis cachetes. Subió loco a poco luego de dedicarle un buen tiempo a mi conchita y empezó a lamerme el culo con unas ganas tremendas, que no pude evitar los gemidos. Sin sacarme la pija de mi novio de la boca, comencé a gemir como loca, exhalando fuertemente y dejando saliva caer de mis labios sobre el cuerpo de Cristian. A él parecía encantarle verme gozar de esa manera, pues apoyó una de sus manos en mi cabeza y me mantuvo lo más abajo posible, obligándome a tragarme toda su verga.
   Nuestro invitado sumó dedos al juego y esto fue la frutilla del postre. Sin dejar de lamerme el culito como si fuese una serpiente, empezó a colarme dos dedos en la concha y a hacérmelos sentir bien a fondo. Yo ya no me pude aguantar y empecé a gritar de placer, pero Cristian sostuvo firme su mano y comencé a ahogarme con su pija. Me tenían prisionera, no me podía mover, era toda suya en ese momento y los dos lo sabían. A pesar de eso, no dejaban de darme placer y de gozar con mi cuerpo. Me encantaba, me fascinaba, era todo mucho mejor de lo que me hubiese imaginado.
   Cuando Mikael no se pudo aguantar más las ganas, se levantó y se puso un preservativo que sacó de su pantalón. Se arrodilló sobre el borde de la cama y me penetró lentamente sujetándome de la cintura hasta que toda su pija entró en mi cuerpo. Era inmensa, enorme y pude sentir como mi conchita se abría poco a poco a medida que esta entraba. Cristian me soltó la cabeza y pude salir a respirar y a gemir de placer al sentir entrar a semejante bestia tan grande, dura y ancha. Le fascinaba mi cara, lo notaba en mis ojos. Le encantaba verme gozar de esa manera con otro macho y en especial uno que yo había deseado tanto como Mikael. Cuando la tuve toda adentro, el chico del hotel me agarró firmemente de la cintura y me empezó a coger.
   Al principio sus movimientos fueron lentos, pero sumamente placenteros. Podía sentir como esa enorme pija salía de mi cuerpo y como volvía a entrar para llenarme por completo. Cada movimiento que daba era sumamente placentero y yo se lo demostraba con gemidos que resonaban por toda la habitación. Mientras tanto, sostenía la verga de mi novio con mis dos manos y lo pajeaba como podía, pues el placer que sentía con Mikael era demasiado grande. Pero a Cristian parecía no importarle que no le dedicara tiempo, pues seguía recostado mirándome con fascinación, acariciándome el pelo con una mano y tocándose el cuerpo con la otra. No podía creer lo bien que la estaba pasando.
   Poco a poco Mikael fue acelerando sus movimientos y entonces el placer aumentó. Comenzó con movimientos más bien prolongados, en los que sentía casi la totalidad de su pija salir de mi cuerpo y volver a entrar. Pero con el correr de los segundos estos se hicieron más cortos y mucho más veloces. Comencé a sentir el golpe de su cintura contra mis nalgas y el entrar de su verga bien a fondo de mi conchita totalmente abierta. A eso le sumó chirlos, algunos suaves en un principio, pero otros mucho más feroces y violentos cuando vio que se los festejaba. “¡Ay sí! ¡Ay sí!” gritaba yo como loca sin poder controlar los gemidos que salían de mi boca. Ahora sí me cogía con ganas y se sentía hermoso.
   Cristian, que no quería quedarse de lado, me metió su pija en la boca de prepo y volvió a sujetarme, esta vez del pelo, para que yo no dejara de chupársela en ningún momento. Con la boca y la concha llena, los dos empezaron a moverse a lo bestia hacia adelante y hacia atrás para completarme con sus cuerpos. Me sentía muy puta, una trola total, pero la estaba pasando tan bien con esos dos machos hermosos y pijudos que no quería que terminaran de hacerme suya. Fue entonces cuando Mikael me pegó un nuevo chirlo y terminó con uno de sus dedos en la puerta de mi cola y comenzó a hacer presión para metérmelo.
   - No, no, no.- Lo frenó Cris de golpe.- La cola es mía.- Le dijo mirándolo a los ojos y con voz seria.
   - Lo siento.- Se disculpó él y automáticamente sacó la mano de lugar.
   Esa actitud dominante y posesiva de él me calentó aún más. Aprovechando que los dos habían frenado un poco, decidimos cambiar de posición. Yo me acosté boca arriba en el centro de la cama y mi novio se arrodilló entre mis piernas para empezar a cogerme con mis rodillas posadas sobre sus hombros. Mikael, se colocó en su misma posición pero al lado de mi cabeza y posó su pija sobre mis labios para que yo se la chupara y lamiera mientras tanto. La tenía empapada, toda mojada y llena de los jugos de mi propio cuerpo, pero no me importó y se la empecé a lamer de un lado al otro, yendo lo más que podía hasta la punta y luego hasta la base.
   Sentía la pija de Cristian entrar en mi cuerpo bien a fondo y darme lo más duro que podía, lo que me provocaba varios gemidos de placer. Entonces, nuestro invitado me metió su verga en la boca de prepo y yo empecé a lamérsela como podía. Nuevamente no llegaba ni a un tercio de la totalidad, pero gozaba de su cabecita enorme y de esa pija dura y gruesa en mis labios. No lo demostraban, de hecho apenas se miraban, pero era obvio que querían competir entre ellos para ver quien me hacía gemir con más ganas o gritar con más fuerza. Yo apenas pensaba en eso y disfrutaba de lo bien que me estaban atendiendo esos dos machos que tanto me gustaban.
   - Ponete en cuatro.- Me ordenó entonces mi novio y yo obedecí girando enseguida.
   Ni bien lo hice, él me la volvió a meter de lleno y logró sacarme un grito bien agudo. Comenzó a cogerme a toda velocidad y mis gemidos volvieron a inundar toda la habitación y no fueron frenados hasta que Mikael me metió su verga en la boca. Yo me quedé quieta y ellos dos empezaron a cogerme de nuevo, esta vez desde diferentes lugares. Nuestro invitado me había agarrado la cabeza y me metía y sacaba gran parte de su verga desde mis labios. Desde el otro lado, mi novio me daba bien duro estampando su cuerpo contra el mío a gran velocidad y con todas sus fuerzas. Los chirlos no tardaron en llegar y con cada uno sentía como mi cola se iba prendiendo fuego más y más. Al igual que el mexicano, el último chirlo llevó uno de sus dedos a mi cola y empezó a jugar por allí hasta que lo tuvo todo adentro.
   Una vez que me cogió bien por la conchita y que jugueteó con sus dedos por mi cola, apoyó la punta de su verga en mi culito y empezó a meterla. Tuve que empujar a Mikael hacia atrás para poder gemir tranquila mientras sentía que me la iba metiendo. Entonces nuestro invitado se relajó en frente mío y se dedicó a ver como mi novio me la iba metiendo por atrás hasta lograr que toda su verga entrara. A pesar de no ser como la de mi nuevo amante, la pija de mi novio era bien grande y gruesa y me sacó varios gritos de placer a medida que iba entrando en mi culito.
   - ¡Que linda nena que eres!- Me dijo Mikael viendo como lo miraba a los ojos al mismo tiempo que tenía la boca abierta y largaba gemidos desde esta.
   Cristian empezó a cogerme con ganas y podía sentir como mi culo se iba abriendo una y otra vez con cada golpe que este daba sobre mis nalgas. Yo no podía creer lo bien que la estaba pasando, lo mucho que estaba disfrutando de ese momento. Mikael se acercó a mí y empezó a tocar mi cuerpo, a manosearme las tetas y a pasarme su enorme pija por la cara mientras que mi novio seguía dándome bien duro. Los chirlos no paraban y seguían cayendo sobre mi cola y el mexicano se sumó a ellos, algo que a Cris le encantó. Yo no paraba de gemir y de gritar, pidiéndoles más y más y haciéndoles saber lo mucho que me gustaba ello.
   Mikael se acostó en el centro de la cama y Cristian me ordenó que me sentara sobre su pija, una vez que lo hice apoyó su mano en mi espalda y me inclinó hacia adelante hasta que mi pecho se pegó al suyo. El morocho musculoso automáticamente llevó sus manos a mi cola y la abrió de par en par para que mi novio, quien se había arrodillado atrás mío, pudiera meter nuevamente su pija en mi cola. Así, sentí como las dos vergas entraban y salían de mi cuerpo con cada movimiento que ellos daban, la de Mikale por mi conchita y la de Cristian por mi culito.
   Me tenían a su merced y me cogían a lo bestia. Los dos se movían de forma acelerada, nuestro invitado hacia arriba y hacia abajo y mi novio hacia atrás y hacia adelante y yo gozaba y gemía como loca. Mikael, a su vez, me besaba los hombros, me pasaba la lengua por el cuello y me hablaba al oído con su voz sensual y su acento seductor. “¡Que hermosa putita que eres! ¡Eres deliciosa!” me decía y sentía como Cristian me abría el culo de par en par y me ponía a gemir como loca. Mi novio me tiraba del pelo, me pegaba chirlos en la cola y me sujetaba firmemente de la cintura sin dejar de cogerme como una bestia.
   Cuando sentía como todo mi cuerpo se prendía fuego, acabé. Lo hice de una manera increíble, sintiendo mi concha latir con fuerza y expulsar un líquido cálido que cayó sobre la pija de Mikael. De mi boca, salieron muchísimos gemidos y gritos que revotaron por toda la habitación y que de seguro debieron escucharse en casi todo el complejo. No me importaba, yo gozaba, yo disfrutaba y sentía mi cuerpo llenarse de ese hermoso orgasmo que me estaba volviendo loca. “¡Que belleza como te has venido nena!” me susurró al oído el morocho musculoso y una sonrisa se dibujó en mi rostro.
   Ahora les tocaba a ellos y como ya lo habíamos hecho anteriormente, ese trío solo podía terminar de una forma. Yo me acosté boca arriba en el centro de la cama y ellos se colocaron uno a cada lado con sus pijas encima de mi cuerpo y empezaron a pajearse. Cristian acabó enseguida, no podía aguantarse mucho más las ganas y su semen cayó sobre mi pecho, manchando mis tetas y mi cuello de blanco. Al ver eso, Mikael se empezó a tocar a mayor velocidad y luego de que yo le agarrara y masajeara los huevos, largó toda su lechita sobre mi piel. Cayó desde mi pancita hasta mi cara, pintándome de blanco haciéndome sentir la calidez de su semen. Aun gimiendo y con el corazón acelerado, les regalé una sonrisa a ambos para hacerles saber que me había encantado lo que acababa de vivir.
   Mikael se cambió a los pocos segundos y me marchó de la habitación para irse y dejarnos a solas. Yo tuve que bañarme dos veces para limpiarme todo el semen de mi cuerpo y luego me acosté al lado de Cris quien seguía sonriendo de lo que acabábamos de vivir. Al día siguiente debíamos levantarnos muy temprano para ir hacia el aeropuerto y tomarnos el vuelo de regreso y así volver a nuestra ciudad y a seguir con nuestras vidas. Pero los dos estábamos más que conformes con el viaje que habíamos tenido, con las experiencias que habíamos vivido y con todo el placer que nos había dado. Volvíamos a nuestras vidas siendo personas distintas, habiendo disfrutado al máximo de esos días de vacaciones y con la idea de seguir experimentando y gozando del sexo como hasta ahora lo veníamos haciendo.


FIN!
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OTRAS HISTORIAS:
RECONCILIACION ORAL (HISTORIA CORTA)
COMIDA CACERA (FANTASÍA)
UNA DIOSA. CAPÍTULO 1

2 comentarios - Vacaciones en la playa. Viaje a Cancún. Capítulo 6

Hernann27 +1
magnífico!!! cómo se extraña charlar con usted
HistoriasDe
Gracias!!
garcheskikpo +1
faa que buena historia!! cada día mejor esas vacas!