Vacaciones en la playa. Viaje a Cancún. Capítulo 3

Vacaciones en la playa. Viaje a Cancún. Capítulo 3


No leiste "Vacaciones en la playa I" o no te lo acordás? Acá te dejo el link para que disfrutes de los primeros 10 capítulos de esta historia:
PARTE I. CAPITULO 1

Y acurdate que "Vacaciones en la playa" tiene segunda parte. Otros 10 capítulos increíble para conocer más a fondo a la protagonista y nuestra historia:
PARTE II. CAPITULO 1

Luego de vivir dos veranos muy calientes junto a sus amigas y amigos, Cintia emprende un viaje a Cancún con su novio en donde el placer y la lujuria van a estar presentes en todo momento. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 3: Devolución de favores
   Estaba acostada en la cama completamente desnuda. Mi cuerpo ardía de calor y sentía mis muslos rozar con cada movimiento que daba. De golpe apareció él, el morocho musculoso de rulitos del hotel que no había dejado de mirarme todo el tiempo. Él también estaba desnudo y su cuerpo era perfecto y sumamente seductor. Se acostó encima de mí, me besó y sus labios carnosos me volvieron loca. Sentí su pija penetrándome y noté como el placer me invadía de golpe. No podía creer lo que estaba haciendo, era como si la fantasía se estuviese cumpliendo y ese hombre precioso ahora era todo mío. Me cogía despacio, suave, pero de una manera bien intensa que me hacía temblar todo el cuerpo. Su rostros divino se acercaba al mío y sus besos se hacían cada vez más babosos. Su pija entraba y salía de mi cuerpo constantemente. Yo estaba toda mojada, empapada.
   - ¡Ahhh!- Gemí y de golpe abrí los ojos.
   Cristian dormía profundamente al lado mío y tuve que mirar varias veces alrededor para darme cuenta que el chico del hotel no estaba presente. Había sido todo un sueño, uno muy húmedo. Me lo había imaginado cogiéndome de una manera hermosa que se había sentido sumamente real. Lo cierto era que solo habíamos cruzado algunas miradas en el bar y que después lo había perdido la vista y me había quedado conversando con Janet y Damian. Sin embargo me había acostado pensando en él, en su cuerpo musculoso, en sus brazos marcados y en los rulos de su cabeza que le quedaban preciosos. Lo que claramente no me había dado cuenta, es que me había afectado tanto que había soñado con él y el sueño había sido explícitamente sexual.
   Me levanté y me senté en la cama mientras escuchaba a mi novio respirar profundamente. Me miré en el espejo y me saqué la remera que usaba para dormir pues tenía el cuerpo muy acalorado a pesar del aire acondicionado. Fui hasta el baño, me mojé la cara y en ese momento me di cuenta que mi concha estaba empapada. Y es que sí, el sueño se había sentido tan real que la calentura que tenía en ese momento era muy grande. Tan solo llevábamos dos días de ese viaje contando el traslado y ya habíamos tenido sexo en tres oportunidades. Era como si nuestros cuerpos supieran lo que estábamos viviendo y se dejaran llevar por el calor.
   Volví a la cama y destapé a Cristian por completo. Contaba con la ventaja que a él le gustaba dormir desnudo, por lo que empecé a pajearlo y pude sentir como su pija se puso dura de golpe. Arrodillada al cosatdo de la cama, empecé a chupársela para llenarla de baba y lubricarla un poco y una vez que esta estuvo toda mojada me levanté. Era sorprendente lo profundo que dormía él, tanto que no se levantó cuando me senté encima de su cintura y tomé su pija para rozar con la cabecita mi conchita. Solita fue entrando en mi cuerpo y en ese momento mi novio abrió los ojos para encontrarse con la sorpresa de que yo había empezado sola.
   - ¡Buen día, mi amor!- Le dije con una sonrisa y empecé a cogérmelo.

   Nos duchamos y fuimos a desayunar con una sonrisa de oreja a oreja. Luego decidimos caminar un poco por la playa, aprovechando que a la mañana esta estaba un poco más desértica. Por un momento tuve el deseo de cruzarme con el chico del hotel, como si mi cuerpo estuviese esperando que él apareciera y me mirara como la primera vez. Sin embargo, este no apareció y volvimos a la playa principal para relajarnos un ratito y tomar sol. A la hora del almuerzo volvimos a cruzarnos a Janet y a Damian, quienes ya habíamos tomado como un condimento más del viaje. Ella era súper simpática y solía conversar con los dos todo el tiempo. Él era más bien callado, observador, pero de vez en cuando hablaba con Cris y le comentaba algunas cosas de su vida. Acordamos volver a vernos esa noche para ir a otro de los bares a tomar algo y conocernos un poco mejor.
   A la tarde nos relajamos en la playa y cuando el sol empezaba a caer regresamos a la habitación para bañarnos y prepararnos para la cena. El día venía muy tranquilo y calmo lo que nos venía muy bien, pues queríamos estar descansados para la noche. Dormimos una pequeña siesta antes de ir a cenar y bajamos para reencontrarnos con nuestros amigos canadienses en el comedor. La charla se puso un poco más picante cuando Janet nos confesó que era su intención ser consejera de parejas y que había hablado con algunas de ellas y nos contó varias intimidades. Todo apuntaba al sexo y ella llegó a manifestarnos que si el sexo no funciona en la pareja, entonces esta está destinada a fallar. “Por suerte nosotros cogemos muy bien” le dije en un susurro a mi novio que me devolvió una sonrisa, seguramente recordando lo de esa mañana.
   Ni bien terminada la cena, fuimos a otro de los bares y seguimos con la charla. Aprovechando que había un torneo de metegol, Cris y Damian decidieron participar y entre tragos y música fuerte, se fueron para dejarnos a nosotras hablando en la mesa. Allí seguimos con la charla y las intimidades se fueron haciendo más presentes. Janet llegó a contarme que ella era una mujer muy abierta a la hora del sexo y que le gustaba experimentar y divertirse sin ataduras. Yo la escuchaba atentamente mientras ella seguía hablando. En el momento en el que me estaba confesando que con Damian solían tener aventuras extramatrimoniales, pasó por delante de mí el chico del hotel y yo lo seguí con la mirada.
   - Ahí vengo.- Le dije y me levanté sin darme cuenta que le había hablado en español y no en inglés.
   Seguí al chico hasta la barra y una vez que lo tuve en frente nos miramos a los ojos. El tardó un segundo en reconocerme, pero cuando lo hizo, me sonrió y pude ver como su cara se iluminaba fugazmente por una de las luces tenues del bar. “Hola preciosa” me saludó y sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Le pedí un trago sin darle mucha importancia y mientras me lo preparaba me preguntó mi nombre. “Cintia” le respondí cortante y enseguida me di cuenta que no sabía el suyo, por lo que le hice la misma pregunta. “Yo me llamo Mikael… ¿Estás sola por aquí? ¿O con amigas?” me respondió y enseguida estiró la conversación. El problema es que él sabía muy bien que estaba con mi novio, pues nos habíamos cruzado en la playa el día anterior y se había encargado de escanearme de arriba abajo. Le contesté rápidamente diciéndole que estaba con mi pareja y él en vez de decirme algo, se dignó a regalarme una sonrisa y me entregó el trago para después atender a la persona que estaba al lado suyo.
   Tuve que pedirle disculpas a Janet por haberme levantado tan de golpe y por no haberle preguntado si ella quería tomar algo más, pero la chica le dio poca importancia. Me preguntó si conocía al chico del hotel y enseguida le dije que no, que simplemente quería que me preparara un trago. Entonces continuó hablándome de su relación con Damian, de cómo eran una pareja abierta y de que les encantaba experimentar con otras personas. Mientras la escuchaba, seguía mirando de reojo a la barra, viendo como Mikael le preparaba tragos a la gente y como jugaba con su pelo enrulado y con sus brazos musculosos. Janet continuó con su descripción y de golpe apoyó su mano sobre la mía y me miró a los ojos preguntándome que opinaba al respecto.

   - ¿En serio te preguntó eso?- Reiteró Cristian ya que no daba crédito a sus oídos.
   - En serio.- Le volví a contestar yo.- Al parecer son una pareja abierta y les gusta ese tipo de cosas.
   - ¿Y vos que le dijiste?- Me preguntó él esperando ansioso saber que le había respondido yo.
   - ¿Qué pasa? ¿Te calienta sabes que a Janet se la cogen otros tipos que no tengan esa cara de serio que tiene Damian?- Le pregunté a mi novio riéndome.
   Cris se paró en frente mío y me agarró de la cintura mientras se mordía los labios. Estábamos de nuevo en la habitación y eran casi las tres de la mañana. Ellos habían salido segundos en el torneo de metegol y después se habían quedado tomando algo con el resto de los hombres mientras que la chica canadiense y yo seguíamos hablando de cosas cada vez más íntimas. Sus confesiones fueron aumentando y me llegó a contar cosas que nunca pensé que iba a escuchar de alguien que conocía hacía tan solo dos días. Los dos vivían su relación de una forma totalmente distinta a la que Cristian y yo vivíamos la nuestra, pero la curiosidad me llevó a escuchar todas y cada una de sus palabras. Cuando me hizo la pregunta final, yo no supe que responderle y tuve la suerte de que justo los chicos volvieron a la mesa y la conversación de fue para otro lado. Ahora estábamos solos él y yo y Cristian parecía estar deseoso de saber que le había contestado a nuestra nueva amiga.
   - ¿Qué pasa que no me respondés?- Le insistí a mi novio.- ¿Me vas a decir que no te calienta imaginártela con otros hombres ahora que te hiciste amigo de Damian?
Él se rio. Era obvio que le calentaba la escena, saber que ella había estado con otros hombres y que había disfrutado de ello mientras su esposo era consciente de ello. Pude ver como los ojos de Cristian empezaban a brillar a medida que me iba arrinconando contra la cama. Cuando no pude caminar más hacia atrás, me dejé caer sobre esta y él intentó arrojarse encima de mí. Lo frené justo poniendo una de mis piernas en su pecho y le dije que no me la iba a meter hasta que me respondiera. Ya sabía que era afirmativo, era evidente que pensar en ella cogiéndose a otro hombre lo calentaba y estaba seguro que por su mente pasaban algunas escenas en las que él era el protagonista, pero quería que me lo dijera. Sin embargo no me respondía, me seguía observando con esa sonrisa morbosa y esa cara de depravado que solía tener cuando estaba caliente.
   De golpe se arrodilló contra el borde de la cama y tomándome de las rodillas abrió mis piernas. “Dijiste que no te la iba a meter, pero no aclaraste nada de sexo oral” me dijo él rápidamente y comenzó a levantarme el vestido que tenía puesto. Intenté frenarlo pero él agregó que aún me debía un favor, ya que yo se la había chupado en el avión. Rápidamente me dejé estar y me relajé sobre el colchón esperando que mi novio hiciera lo suyo, no iba a negarme a tan tentadora oferta. Él continuó levantándome el vestido hasta que lo tuve por encima de la cintura y me fue besando los muslos cada vez más cerca de la entrepierna. Cada beso se volvía más húmedo que el anterior y cada roce de sus dedos con mi piel me estimulaba más y más.
   Pasó su lengua por encima de la tanga que llevaba puesta y sentí como esta se humedecía de abajo hacia arriba. Repitió el movimiento y noté el tacto de su lengua sobre mi conchita y como la diminuta tela empezaba a molestarme. Como si lo hubiese notado, colocó sus manos en el borde y me la fue bajando hasta que esta desapareció de escena. Rápidamente metió su cabeza nuevamente entre mis piernas y ahora sentí su lengua mojada sobre mi conchita caliente. Sentí como un escalofrío recorría toda mi espalda y pude oír el gemido de placer como si proviniese de afuera de mi boca. “¡Ay mi amor!” volví a gemir cuando repitió el movimiento, pero esta vez su lengua se quedó en mi clítoris.
   Cris comenzó a darme placer con su boca y yo enseguida noté el calor absorbiéndome por completo. Sus labios absorbían los míos y su lengua jugueteaba rápidamente de un lado al otro sobre mi clítoris, retorciéndolo en todas direcciones. Noté como la saliva que salía de su boca caía en mi cuerpo y como este se mojaba más y más. Sus manos sujetaban mis muslos y abrían al máximo mis piernas para permitirle una mayor profundidad. Me encantaba lo que estaba haciendo y se lo hacía saber con gemidos de placer que se iban volviendo cada vez más y más fuertes. No era el mismo morbo que estar teniendo sexo en el avión, pero se sentía igual de bien.
   Uno de sus dedos llegó a escena y mientras su lengua seguía siendo protagonista, este empezó a jugar en las puertas de mi conchita. Noté como lo metía suavemente y como lo sacaba apenas entraba para repetir una y otra vez el movimiento. Yo temblaba por completo y mi cintura se movía en todas direcciones. Una de mis manos se enredó en los pelos de su cabeza y la mantuvo firme en donde estaba, pues no quería que deje de darme placer con su boca. Su dedo siguió entrando y saliendo de mi cuerpo, cada vez a mayor velocidad, mientras que con su boca me seguía mojando. Todo se sentía increíblemente placentero. Cris metió su dedo bien a fondo de mi cuerpo, cerré los ojos, dejé escapar un gemido y me dejé llevar.
   Comenzó a cogerme con su mano lentamente mientras que su lengua seguía dando vueltas alrededor de mi clítoris y su boca humedecía mis labios. Me encantaba como lo hacía, pues siempre me había dado muchísimo placer con su boca. Pero en ese momento yo estaba imaginándome al chico del hotel en mi cabeza. Veía su cuerpo bronceado, sentía los músculos de sus brazos, imaginaba sus rulos desordenados y me derretía con su sonrisa preciosa. Mikael había entrado en mi mente y a pesar de que nunca lo había visto en acción y que apenas había cruzado dos palabras con él, mi cabeza podía verlo arrodillado entre mis piernas y dándome placer como nunca.
   - ¡Ay sí! ¡Seguí! ¡Me encanta!- Gemí de golpe cuando mi novio empezó a cogerme con su mano.
   Otro de sus dedos había entrado en mi cuerpo y ahora los sentía a los dos meterse bien a fondo de mi conchita la cual estaba toda mojada. Su lengua no se detenía, no paraba y eso me excitaba muchísimo. Mi mano seguía apoyada en su cabeza, pero no eran los rulos de Mikael lo que tocaban, sino el pelo corto y puntiagudo de Cristian, por lo que la terminé sacando y me aferré con fuerza a las sábanas para que mi cabeza hiciera todo el trabajo. Podía sentirlo, podía verlo, podía imaginármelo entre mis piernas lamiéndome la conchita a toda velocidad y volviéndome loca de placer. “¡Ay sí! ¡No pares!” le pedía yo como loca entre gemidos y él no se detenía, no paraba.
   Sus dedos entraban y salían de mi cuerpo a toda velocidad y se sentían perfectos. Su lengua se movía sobre mis clítoris, bajaba hasta mis labios y volvía a subir para darme pequeños shocks de placer que me hacían vibrar todo el cuerpo. Notaba su respiración sobre mi piel. Mikael me estaba volviendo loca, me hacía gemir como nunca y mis manos se aferraban con fuerza a las sábanas como si fuesen su propio cuerpo. Mi cintura empezó a temblar, mis pienras se enloquecieron u no podía pararlas. “¡Ay sí!” volví a gemir y noté como su lengua se puso como loca y como sus dedos me penetraron más a fondo.
   Acabé. Acabé como nunca antes había acabado y sentí el cuerpo de mi amante mojarse al mismo tiempo que me mordía dos dedos para no gritar como loca su nombre. Abrí los ojos y vi el techo de la habitación y sentía como Cristian sacaba sus dedos de mi cuerpo y relamía mi conchita saboreando mi orgasmo. “¡Ay mi amor!” le dije gimiendo desesperada y él siguió chupándomela hasta que dejé de acabar. Había sido excelente, se había sentido súper placentero y había mojado las sábanas por completo con ese exquisito orgasmo que acababa de darme mi novio. El problema, era que para mi cerebro el mismo había sido concedido por Mikael.
   Me acosté en la cama y él fue a lavarse los dientes. Yo seguía respirando agitada y notaba un calor abrazador en toda mi piel y sobre todo en mi cintura. Cris volvió a la cama y se acostó al lado mío para preguntarme nuevamente que le había respondido o no a Janet la pregunta que ella me había hecho. Giré la cabeza con una mirada desafiente y a pesar de que no dije nada él sabía lo que yo le estaba diciendo. No iba a responderle más nada hasta que él me confesara lo que yo ya sabía que pasaba por su mente. Abrió la boca y la volvió a cerrar, pero yo noté ese movimiento y levanté las cejas. Resignado y con una sonrisa bien morbosa en los labios me contesto:
   - Si amor… Me encantaría cogerme a Janet.


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