Ivana Capítulo II

Saqué de un cajón del velador el aceite que había ido a buscar y volvídonde había dejado a Ivana, quien ahora lucía sentada de piernascruzadas, con sus pantalones y sudadera puestos, mirándome. “Were youtexting your wife?” Me había puesto en evidencia. Mi silencio le respondió,ella sonrió y dijo “This is not ok”. Su sororidad me desarmó durante unossegundos, pero aún no había jugado todas mis cartas. Le pregunté si sabíapor qué nuestras camas estaban separadas y ella me contestó “Comfort?”.Y le conté cuál era la real situación entre mi esposa y yo. Para nosotros erauna forma de graficar nuestro no vínculo filial, pese a nuestros anillos.¿Por qué seguíamos juntos? No lo sabía. Fui honesto con Ivana y ella lo fueconmigo. No quería saber de mis problemas matrimoniales y habíadisfrutado mucho el masaje. Se sentía en deuda mi europea amiga. “Howcan I pay you back, amigo?” Ivana hablaba algo de español y cuando lohacía se escuchaba muy sexy. Se me pasaban mil ideas por la cabeza quepodrían estar a la altura de lo que yo le había hecho, pero ninguna de ellaslograba salir por mi boca.Un sonido distinto a su voz y mi voz, pero que expresaba tal vez lo quesentíamos internamente, un sonido conocido y universal, que nace de lasentrañas cuando la sangre hierve, ese sonido vino en mi aparente auxilio.¿De dónde venía? Ivana aún no reconocía el sonido que venía de unaparato electrónico y que era muy similar a los gemidos de la chica queaparecía en el video que yo estaba viendo antes de que mi amiga tocara mipuerta.Su súbita risa me dio a entender que había reconocido el tipo de sonido ydesde donde venía también. Mi computador había salido de hibernación.Hasta el día de hoy me pregunto por qué salió de hibernación así ese día.Ivana reía y yo no pude hacer otra cosa que reír también. “Now I knowwhat you were doing before I came here”. No lo podía esconder y losgemidos desgarradores de la chica del video me estaban desesperando porlo que abrí el computador para apagarlo, pero mi amiga se acercó por elotro lado de la cama con un “Let me see” y sostuvo la pantalla para que yono la cerrara. Yo no podía creer lo que estaba pasando en esa habitación.Mi amiga Ivana, a quien le había dedicado más de un par de pajas desdeque la conocía, ella estaba sentada en mi cama junto a mí viendo un videoen que una chica era penetrada analmente por un chico de su edad,mientras le hacía sexo oral a otro chico, un poco mayor a ambos, en unbaño de lo que parecía ser un bar, en Praga.“Were you watching zcech porn?” De la risa a la impresión y en unossegundos al rubor provocado por este inesperado giro de trama, mi amigamiraba fijamente la pantalla, asintiendo. Y giró su cabeza hacia mí y memiró con expresión de “Contéstame”.- What do you want me to say?- Le contesté sonriendo.Le expliqué que la perversión del este de Europa me iba mucho más que eltípico porno plástico de EEUU y que la situación que ese video presentabaera muy buena. Ella había vuelto a mirar la pantalla y de pronto riónuevamente diciendo que nunca se había encontrado con checos tan biendotados como los del video.- What about latin guys?- Preguntó mirándome a los ojos.¿Me estaba preguntando si los latinos éramos bien dotados? Le contestéque yo solo sabía de algunos datos como promedios por países, pero queen todos los países había de todo.- And what about chilean guys?- Preguntó Ivana.- We have our man charm. - Esa respuesta Ivana no la esperaba, y elshock puso su semblante serio y atento.- Can you show me?- Your debt is going up.- I can afford it.Estas últimas palabras nos hicieron explotar en risa y la sangre de mi bajovientre aceleraba su flujo a medida que ella se recostaba relajada en lacama.- I´m waiting for it. Show me.El sonido del video continuaba y yo no sabía si nos habíamos perdido en latraducción al inglés de nuestros respectivos idiomas natales, pero estabaentendiendo que ella quería ver mi tamaño. O por lo menos imaginándolo.Debía decidir, así como en las primeras experiencias púberes en que nosabías si tu amiga en verdad quería que lo sacaras y verlo o solo te estabahaciendo una broma. Mi calentura pudo más. No tenía nada que perder.Estaba a tope. “Esto es lo que tengo Ivana”, pensé y sin más, me paréjunto a la cama frente a ella, desaté el cordón de mi estirado pantalóndeportivo. Tomé la pretina, separándola de mi piel lo suficiente para darleespacio a la parte de mí que iba a asomar. Me detuve a ver su expresión denerviosismo, ansiedad y deseo antes de hacerlo. Me miró a los ojos y medesafió.- Do not you dare?- Yes, I do.Y sin más, bajé mi pantalón dejando a la vista de Ivana este trozo de carnedura y mojada que palpitaba en ese momento ante sus ojos, con ganas desaltar hacia su boca. Sabía que era el momento de actuar y me aprovechéde lo que ella me había preguntado minutos atrás:- I think I know how you can pay me back.- Le dije mirándola a losojos.- I think I know it too.Y sin más, se acercó como una gata encima de la cama, me miró, bajó sucabeza y su vista, tomó con mucho cuidado mi verga con su esponjosamano y la movió suavemente. De pronto sentí que no solo su mano seposaba en mí. Sentía en la punta una piel mojada y delgada que acariciabala zona suave y lento. Poco a poco sentía avanzar sus labios por mi troncoy me sentía en un sueño que no podía expresar con los gemidos quequería, pero mi respiración entrecortada y las bocanadas de aire quebotaba, le daban a entender a mi complaciente amiga que me gustaba laforma de pagar su deuda. No me di cuenta cuando Ivana detuvo el video,aceleró y profundizó sus movimientos, solo sentía que de seguir así, mecorrería en cualquier momento. Le acaricié el cabello y soltó un suspiro. Loque sentía en la piel y el oído era delicioso. Cada vez que mi mano jalabaun poco más apretado su cabello, ella expresaba un placer similar al queyo estaba recibiendo. Parecía que Ivana realmente se sentía en deudaconmigo.Moviendo mi cuerpo hacia atrás y tomando suave del cabello a Ivana, lamiré. Su boca entreabierta y mojada, entrando y botando aire, sus ojosmirándome fijo detrás de esos gruesos lentes. No pude evitar la tentaciónde probar un poco de esos labios. Cuando vio que mi boca se acercaba, fuecerrando los ojos hasta que nuestras respiraciones chocaron.Su aroma dulce mezclado con mi sabor salado fue mi perdición. Sentícomo la llama se convertía en incendio dentro de mí y mi piel supo cómoexpresarlo. Sin miramientos, posé mi mano abierta en esa nalga queminutos antes había conocido y en mi oído el primer gemido de Ivanageneraba eco hacia mi vientre. A medida que las respiraciones seconvertían en jadeos, nuestras manos, cabellos y saliva se encontraban enuna majamama de agarrones, mordidas, besos que corrían por su cuerpo yel mío.La torpeza me hizo querer sacarle el pantalón sin desamarrar su lazo, loque ella corrigió de manera maestra, alejándose de mí hacia la puerta.Esto no podía estar pasando. “Don´t go Ivana” pensé al tiempo que ella secercioraba de que el pestillo de la entrada estaba puesto, sacaba susudadera, su pantalón y volvía a caminar hacia mí. 

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