uan de las noches de mas descontrol con marcela

Al abrirse las puertas su interior estaba ocupado por un vecino del séptimo piso, que, aunque lo había cruzado varias veces, nunca habíamos entablado una conversación.
-       Buenos días, dijo.
-       Buenos días, dijimos 
-       Van a las cocheras, preguntó.
-       Si, gracias, dije.
Yo me acomode al lado de él y marce  se ubicó delante de los dos mirando hacia la puerta del ascensor. Ella vestía un pantalón blanco muy ajustado que dejaba notar muy sutilmente a través de la tela los bordes de su pequeña tanga.
Por supuesto eso no pasó desapercibido para nuestro vecino, que clavo la mirada en la cola de mi esposa, sin ningún disimulo.
-       Me llamo Ricardo, dijo mientras me ofrecía su mano.
-       alejandro , un gusto, dije correspondiendo su saludo.
-       Soy marce  un gusto.
-       Si claro señora, ya conozco su nombre, acá en el edificio se habla mucho de Ud., dijo.
marce  me miro y se sonrojo.
-       Es que hace mucho tiempo que vivimos acá, dije nervioso.
-       Si claro, dijo el riendo.
Por suerte, el ascensor llego a destino. Mientras caminábamos hacia nuestros autos  Yo a su lado le agarré la mano y se la apreté en un gesto de tranquilidad. Ricardo había quedado detrás de nosotros y me lo imaginaba disfrutando la cola de ella con atención.
-       Que tengan un buen día, dijo


-       Espero no haberla incomodado con mi comentario, en el edificio es muy conocida por su belleza, dijo Ricardo mientras la observaba de arriba abajo.
-       Gracias, dijo ella sonrojándose nuevamente.
-       Cuide mucho a su esposa, es un hombre muy afortunado, continuo, dirigiendo su mirada hacia mí.
-       Si claro, dije.
Subimos al auto y salimos del edificio.


Fue un día distinto en la oficina. No podía dejar de imaginarme a Ricardo en la cama con mi esposa. Fue tanto así que tuve que ir al baño a masturbarme para calmarme un poco. Tenía que hacer algo para que eso ocurriera, pero que.
Se me ocurrían un montón de cosas, pero difíciles de llevar a la práctica. Pensé en invitar a cenar al viejo a casa, pero lo descarte, con que excusa lo haría. También fantasee con hacer que viera a marce  en el balcón, pero era imposible, él no tenía vista hacía nuestro departamento. Me sentí frustrado, comprendí que tenía que seguir con mi fantasía sin cumplir.


al volver del trabajo me lo cruzo al vecino y lo saludo 
-       Tiene unos minutos ahora, me gustaría invitarlo a tomar un café en mi casa, prosiguió.
Iba a decirle que no, pero luego pensé que era una buena ocasión para descubrir si sabía algo de lo que hacíamos con marce  así que acepté.
El departamento que habitaba era uno de los más grandes del edificio, tenía una hermosa vista a los jardines 
-       Prefiere café u otra cosa, preguntó.
-       Café está bien, respondí.
-       Que buena vista tiene desde acá, dije mirando hacia su balcón.
-       No crea, hay edificios enfrente que tienen mejor vista que esta, ¿no cree?, pregunto con una sonrisa.
Me tomo de sorpresa. Lo que había dicho podía ser una frase más, o podía saber algo de las exhibiciones de marce  en nuestro balcón.


-       Alfredo también me conto que hay varios muchachos vecinos que van a visitar a su mujer. Perdón que le pregunte, pero ¿Qué edad tiene su esposa?
-       Treinta y seis, le respondí.
-       Ah, pero que bien que esta, parece mucho más joven, me dijo.
-       Así dicen, fue solo lo que atine a responder. Me sentía incómodo, Ricardo estaba enterado de todo y eso me preocupaba.
-       Con ese físico y con la experiencia de la edad debe dejarlos secos a los vecinos, prosiguió notándoselo cada vez más excitado.
-       ¿Disfruta viéndola con ellos?
-       Si claro, lo nuestro es consensuado, respondí.
-       ¿Le gustaría que me coja a su esposa?, pregunto con cara de deseo.
Había dejado de dar vueltas, había ido al grano. Su audacia me sorprendió, pero también me gustó.
-       No creo que quiera, no le gustan las personas mayores, respondí.
-       No le pregunte eso Pietro, ¿le gustaría verla coger a su esposa conmigo?, insistió.
Asentí con la cabeza, estaba muy perturbado para emitir sonido.
-       Bien, entonces ¿me da vía libre para seducir a su mujer?, preguntó.
-       ¿Me va a ayudar a que eso pase?
-       Le repito, ella no va a aceptar, respondí.
-       No se preocupe, eso déjemelo a mí.
-       Bueno, usted sabrá, dije.
-       Perfecto, le agradezco su confianza. ¿Quiere otro café?
-       No gracias, ya me tengo que ir.
-       Ha sido un placer conversar con usted, ya nos veremos pronto, dijo mientras me acompañaba hacia la puerta de calle.
-       Gracias, estreché su mano y salí.
-       Salúdeme a su esposa, dijo sonriendo, antes de cerrar la puerta.
Mientras bajaba por el ascensor hacia mi piso tuve que acomodarme el pantalón, la charla me había producido una erección que era notoria. La preocupación que me producía que personas del edificio supieran lo nuestro, había desaparecido ante la calentura que tenía.




Esa noche cenamos y como estábamos muy cansados nos acostamos temprano, aunque a mí me costó bastante dormirme.
El sábado amaneció hermoso, muy soleado y cálido. Por suerte no teníamos ningún compromiso, ni laboral, ni familiar, cosa que rara vez ocurría. Decidimos tomarnos ese día para disfrutar del verano. Desayunamos tranquilos y tipo 10 de la mañana bajamos al sector de piscinas.
Ir por la mañana tiene la ventaja de no encontrar gente, la mayoría lo hace por la tarde con las familias y eso termina con la tranquilidad.
Nos ubicamos en dos reposeras. marce  tenia puesto un traje de baño enterizo color negro bastante cavado, pero nada exagerado. Igualmente dejaba ver gran parte de su hermosa cola que, como es costumbre, lucia con orgullo.
Había pasado un rato, yo leía apasionado un libro que me habían recomendado, mientras ella tomaba sol boca abajo.
-       Buen día  como esta, escuche detrás mío.
Al voltear, lo vi a Ricardo que se acercaba junto a otra persona.
-       Buen día Ricardo, conteste sorprendido.
-       Buen día señora  dijo.
-       Hola, contesto ella, incorporándose y sentándose.
-       Por favor, no se moleste por nosotros, siga tomando el sol como estaba, dijo.
-       No, está bien, respondió.
-       Les presento a mi socio.
-       Un gusto, Carlos, dijo mientras estrechaba la mano de los dos.
Carlos tenía más o menos la misma edad de Ricardo, marcela 
Fue caminando por el borde de la piscina hasta la escalera. Lo que me llamo la atención es que ese camino lo hizo con la cola parada, cosa que solo hacia cuando quería exhibirse a alguien. Sera que quiere calentar a los viejos pensé. Por supuesto eso no pasó desapercibido para Ricardo.
-       Que terrible culo tiene su esposa, dijo.
Yo lo mire con sorpresa haciéndole un gesto señalando a Carlos.
-       No se preocupe  él sabe todo, me dijo.
-       Si, tranquilo hombre, ya me conto Ricardo como les gusta jugar, dijo Carlos.
-       Divino orto, continuo sin sacarles los ojos de encima a mi mujer.
 ahora cuando vuelva ella, háganos un favor, invente algo y déjenos solos un rato con su esposa, vaya a mi departamento, dijo Ricardo mientras me entregaba un manojo de llaves.
-       Desde mi balcón podrá vernos. ¿Le parece bien?, continuo.
-       Denos una hora, eso sí, cuando vuelva delante de ella invítenos a cenar hoy a su casa.
-       ¿A los dos?, pregunte desconcertado.
-       Claro  ¿sería capaz de privarme de esa cola?, pregunto Carlos.
No dije nada, solo tomé las llaves y las escondí. Lo que no podía esconder era la erección que me había producido la propuesta. No pude aguantar que regresara, me acerque a marce y le avise que ya volvía, que iba a buscar algo para que me calmara el dolor de cabeza que tenía.
Llegue al departamento de Ricardo y me asome al balcón, tenía una vista perfecta. marce ya había salido de la piscina y estaba camino a las reposeras. Los viejos le ofrecieron una para que ella quedara en medio de los dos. Ella se sentó y con su toalla comenzó a secarse. Me baje el short y me masturbe viendo la escena sin importarme si alguien pudiera estar mirándome.
Al rato, charlaban animosamente, se reían, entraban los tres al agua, jugaban con una pelota y volvían a las reposeras, marce  se untaba crema de forma muy sensual, y seguían charlando y riendo. Le miraban el culo sin disimulo cada vez que ella se paraba. Yo estaba caliente, tan caliente que acabe enseguida. Espere un rato y baje.
-       Hola amor, ¿estas mejor?, preguntó
-       Si, gracias, dije mientras le daba un beso.
Pensé que era el momento justo para hacer lo que Ricardo me había pedido.

-       ¿Porque no vienen a cenar a casa esta noche?, pregunté.
    Claro, por supuesto, dijo Ricardo.



Llego la hora de prepararnos para la cena. Me duche, me cambie y mientras marce hacia lo mismo, prepare la mesa del comedor para la velada. Al rato apareció ella.
-       ¿Amor, me notas algo raro?, me pregunto mientras daba una vueltita.
Se había puesto un solero azul que dejaba su espalda al descubierto y que le llegaba a unos diez centímetros por arriba de las rodillas, con unas sandalias con un poco de taco y del mismo color. Se veía hermosa y radiante.
-       Además, que estás relinda no noto nada, dije piropeándola.
-       ¿Seguro? Me volvió a preguntar dando otra vuelta.
-       No, dije.
-       ¿Que tengo que notar?, pregunté.
-       Es que no me pude poner nada abajo porque me arde por lo quemado, dijo.
-       ¿No se nota no?, continuó.
-       No, para nada, dije.
-       Gracias, ya vengo, me voy a maquillar, dijo mientras me daba un beso.
Tuve que disimular el principio de erección que me había producido saber que iba a recibir a los viejos totalmente desnuda debajo del vestido. Trate de pensar en otra cosa, y continúe acomodando la mesa.
A las 21 en punto sonó el timbre, 
Me miraron y transformaron su cara sonriente por una de deseo casi salvaje. En ese instante apareció marce  Estaba radiante, el color del tostado contrastaba con el azul del vestido, su maquillaje era sutil y su perfume tan sensual la hacían más atractiva de lo que ya es. Los viejos enmudecieron, imagine que habían tenido una erección.


-       Que hermosa esta, dijo Ricardo tomándola de la mano y dándole una vueltita.
-       Divina, dijo Carlos.
-       Gracias dijo ella, ustedes están muy elegantes.
-       Les trajimos regalitos, dijo Carlos y nos entregó una bolsa a marce y una a mí.
-       En serio, dijo ella, que amables, continuó.
-       No se hubiesen molestado, dije
Abrí la bolsa y había una caja con un perfume.


marce  metió la mano en la bolsa y saco una tanga diminuta con encaje de color negro. Me miro, se ruborizo y sonrió nerviosamente. Con los regalos los viejos habían jugado fuerte, era una movida que no esperaba, pero que me hizo correr un frio por la espalda
-       Espero sea de su talle, dijo Ricardo, cortando la tensión generada.
-       Si, gracias es talle 1, el que uso yo, dijo


-       Mire como tiene las piernas de coloradas, dijo Ricardo, con la mirada clavada en ella mientras se retiraba caminando sensualmente.
-       Si, le hizo bastante mal el sol, dije mientras servía el vino.
-       Cómo será que no pudo ponerse ropa interior porque le ardía, continúe.
Sabía que lo que había dicho calentaría un poco el ambiente. Dio el resultado que esperaba, los dos me miraron serios. Tenían en su cara una expresión de excitación que no les había visto hasta ahora. Fue en ese momento que regreso marce 
-       ¿Que pasa?, pregunto al vernos a los tres en silencio.
-       Nada, solo estábamos hablando de cómo te arrebataste las piernas con el sol, dije haciendo un esfuerzo para que no notara en la voz lo excitado que estaba.
-       Si, vieron, dijo dándose vuelta y levantándose unos centímetros el vestido llevándolo casi al límite de la cola.
-       Uh, como tiene, dijo Carlos notablemente excitado.
-       Eso le pasa por no habernos hecho caso y dejarnos pasarle bronceador, dijo Ricardo.
Ella solo rio mientras se bajaba el vestido y se sentaba en una silla al lado mío.
-       Nos comentó su marido que no pudo ponerse ropa interior, dijo Carlos.
-       Eso no se cuenta, dijo ella recriminándomelo enojada.
-       No se enoje, como le dije por la mañana, yo puedo ser su padre, dijo Ricardo, sonriendo.
-      
-       Seguro a su hija no le regalaría una tanga tan sexy como esta, dijo marce  con una sonrisa pícara, sacándola de la bolsa que había quedado sobre la mesa.
-       Porque no, si tuviese una hija con una cola tan bella como la suya, si lo haría, dijo, Ricardo.
-       Una pena que le arda la cola, me gustaría ver como luce en usted y darle mi opinión, continúo riendo.
Estaba seguro que escuchar a Ricardo desearle verle la cola entangada la había calentado, esas cosas a ellas la ponían a mil. Además, el brillo de sus ojos la delataron.
-       Otro día se la muestro papi, dijo haciéndose la bebota.
-       ¿Le gusta que le hable así?, pregunto sonrojada.
-       Me encanta, dijo Ricardo poniendo cara de degenerado.
Todos reímos. Se había creado una atmosfera cargada de erotismo. Eso fue aprovechado por Carlos que intervino rápidamente para que no se cortara.
poniéndose de pie y tomando de la mano a marce  La hizo parar y la ubico dando la espalda a la mesa.
-       ¿Cuándo le toco así, le molesta?, le pregunto mientras pasaba suavemente su palma de la mano por su pantorrilla derecha, deslizándola desde el talón hasta detrás de las rodillas.
Ella, no hizo ningún movimiento para evitar que Carlos la tocara. Se la notaba como atontada, era indudable que cada minuto que pasaba estaba más excitada.
Tomo una copa de vino y bebió un trago.

-       Permiso, le quedo una gota de vino en los labios, dijo Ricardo
Acerco el dedo pulgar de su mano derecha a su boca. Recorrió con mucha suavidad sus labios dos o tres veces para luego ejercer un poco de presión para abrirse lugar y entrar en su boca. No tuvo que esforzarse demasiado, al instante el dedo entro y salió de la boca de mi esposa unas tres o cuatro veces, ella lo chupo con gusto. Entre el color del sol y la calentura que tenía su cara se había puesto roja como un tomate. Ricardo saco su dedo.


La tome de la mano y la saque al balcón bajo la sigilosa mirada de los viejos, la acerque a la baranda dándole la espalda a nuestros invitados. Yo me puse al lado. Baje una mano disimuladamente y la toque por adelante, estaba toda mojada. Ella me miro y emitió un pequeño gemido. Tomé con las dos manos la parte de la pollera del vestido y comencé a subirla. Ella 
-       Lo que tengas ganas de hacer para mi está bien, le dije para tranquilizarla.
Volvió a mirar al frente y luego de unos segundos aflojo las fuerzas de sus manos. Levante su pollera lentamente hasta dejar su cola totalmente descubierta. Le pedí que sostuviese el vestido para que no se volviera a bajar, ella agarro la tela con una mano. La besé suavemente en la mejilla y volví hacia donde estaban los viejos. En camino me cruce con Ricardo que iba en dirección a marce 


Llegue a mi silla y me acomode a disfrutar la escena. Carlos no se había movido de su lugar y no le sacaba los ojos de encima al culo de mi mujer. No era para menos, esa cola desnuda rosadita por el sol y con la marca blanca del traje de baño se veía tremenda. marce  se tocaba muy sutilmente.
Ricardo se ubicó a unos pasos de ella y fijo uno segundo la vista en su cola,
Durante unos minutos Ricardo continúo manoseando la dura y parada cola de mi esposa a su gusto, no dejando lugar donde no tocar. Metió un dedo entre sus piernas y lo saco empapado. Se lo mostro y regreso a las caricias.
-       Sabe que creo, dijo Ricardo acercándose a su oído.
-       Que no ponerse ropa interior porque le ardía fue una excusa para su marido.
-       Estoy seguro que desde esta mañana estaba deseando entregarme este culo, ¿o me equivoco?, le preguntó apretándole con fuerza un cachete.
Ella lo miro con deseo mordiéndose suavemente el labio inferior. El viejo la sujetó de la cabeza y la beso apasionadamente mientras le seguía manoseando fuertemente el culo y los muslos. Estaba en lo cierto, por la forma que Ricardo la tocaba se notaba que no le ardía nada. Me había engañado, Carlos tenía razón, era más puta de lo que yo creía.
-    Carlos sonriendo y se dirigió al balcón.
Se paró del otro lado de Ricardo, quedando marce  en el medio de los dos. No perdió tiempo, bajo su mano y comenzó a masajearle el culo. Cuando ella lo sintió, dejo de besar a Ricardo y comenzó con él. Yo me acerque al sillón para poder estar más cerca de la escena, me baje el pantalón y comencé a masturbarme furiosamente.
Así estuvieron un rato, compartiendo el culo y la boca de mi mujer, hasta que Ricardo saco la mano, se ensalivó un dedo y se lo inserto hasta el fondo en la cola.  El dedo entraba y salía con rapidez, mientras Carlos la manoseaba por todos lados.
-       Usted es una señora que se porta muy mal, tiene la colita muy abierta, dijo Ricardo.
-       Proba Carlos, continuo mientras le sacaba el dedo
Al segundo Carlos tenía el dedo dentro de la cola de mi mujer Lo entraba con fuerza y lo sacaba despacio, así una y otra vez. Eso fue mucho para marce  que les regalo un terrible orgasmo jadeando descontroladamente.
 me excito tanto que no pude aguantar y acabe por primera vez en la noche manchándome todo.
Fui al baño a limpiarme, lo hice rápido, no quería perderme nada de lo que pasara. Cuando regrese, ya estaban adentro, en el sillón. marce  estaba sentada entre los dos viejos y ya lucia con el solero enrollado en la cintura y sus pechos al aire. Me sorprendí en ver a los dos aun vestidos e incluso con sus miembros dentro de sus pantalones. La lengua de Ricardo jugaba con la de ella, y con una mano acariciaba suavemente su entrepierna totalmente depilada y húmeda. Carlos se entretenía lamiéndole un pezón. marce  se contorneaba de placer. Sus manos estaban apoyadas en las piernas de ellos. Me quite los pantalones y me senté en una silla.


Cuando me acerque, Carlos le soltó la boca y volvió a su pezón, la bese suavemente en los labios. Temblaba. Ninguno dijo nada, solo nos miramos. Entendí por sus ojos que deseaba más, mucho más.
Volví a mi lugar, estaba nuevamente erecto. Carlos la tomó del brazo y la hizo arrodillar frente a ellos. Al mismo tiempo abrieron sus braguetas. 
Abrieron sus pantalones y sacaron sus miembros totalmente erectos. Ella los miro con sorpresa. No era para menos, el tamaño de ambos llamaba la atención, eran enormes, largos y gruesos y estaban totalmente rasurados. Por su asombro se notó que nunca había imaginado que los viejos portaban terribles pijas, y, a decir verdad, yo tampoco.
-       Acá tiene lo que le gusta, dijo Carlos, balanceando con la mano el terrible pedazo de carne.
marce  tomo ambos con la mano y comenzó a acariciarlos. Se la notaba extasiada. Yo estaba feliz, siempre había querido ver a mi mujer con un viejo y hoy la estaba viendo disfrutando con dos.
Lamio primero la de Ricardo, solo jugando con la lengua por su cabeza. Hizo lo mismo con la de Carlos. Mientras lo hacía, los miraba a los ojos. Era la primera vez en la noche que note que los viejos habían perdido el control, estaban que estallaban.
Lo repitió varias veces alternando entre los dos, hasta que abrió bien la boca y se introdujo el miembro de Ricardo hasta el fondo. Se escuchó la primera exclamación de parte de ellos.
-       Así señora, susurro Ricardo a la vez que con las dos manos empujaba la cabeza de marce  con fuerza.
Tuvo su primera arcada, le había llegado a la garganta. Eso no la detuvo, siguió entrando y sacando esa inmensa pija de la boca, mientras masturbaba con ganas a Carlos.
Al rato, cambio a Carlos e hizo lo mismo, mientas masturbaba a Ricardo. Las arcadas eran más seguidas y el esfuerzo había llenado sus ojos de lágrimas que habían corrido su maquillaje. Abundante saliva caía hacia sus pechos.
De repente Carlos se paró y vino hacia la mesa.
-       Su mujer es una fiera, hace rato que no me chupan la pija así, me dijo mientras tomaba un sorbo de vino.
-       Y ese culo duro que tiene esta para comérselo, continúo notándoselo terriblemente excitado.
No dije nada, solo me masturbaba. El regresó a seguir disfrutando de mi esposa.marcela a seguía mamando la verga de Ricardo con entusiasmo. Carlos se arrodillo detrás, le abrió el culo con las manos e introdujo su lengua en su hoyito. Ella grito, giro su cabeza para mirarlo, paro más la cola y siguió mamando. El viejo metía y sacaba la lengua mientras ella empujaba el culo a su cara. Estuvieron así un rato hasta que marce  tuvo su segundo orgasmo.


se arrodillo sobre el almohadón apuntando con la cola hacia fuera quedando de frente a mí. Ellos se ubicaron uno a cada lado. Carlos la agarró de los pelos y le refregó su trozo de carne por toda la cara. Ella se la metió en la boca hasta hacerla desaparecer, la saco y fue por la de Ricardo. Se notó que les encantaba los viejos, chupaba como nunca la había visto antes hacerlo. Pasaba de una pija a la otra, les lamia los huevos, se ponía las dos en la boca y todo lo hacía mirándolos a los ojos. A ellos se los notaba terriblemente excitados.
Muéstreles bien ese culo a los vecinos, decía Ricardo, ella obedecía sacándolo bien para afuera. Métase un dedo, le decía Carlos, ella volvía a obedecer clavando un dedo en su cola. Ambos le pegaban con sus miembros en la lengua, en la cara, en la cabeza. Habrán estado al menos media hora así, tiempo en el que conté por lo menos 3 orgasmos más de ella. La tenían totalmente dominada, nunca la había vista tan puta.
La levantaron y entraron. Ella era un desastre, tenía su pelo todo revuelto, la cara manchada de maquillaje, su solero recogido en su cintura lleno de saliva y su cola y sus tetas rojas de las manoseadas que le habían pegado los viejos.


Ella se puso boca abajo y levanto bien el culo.
-       Ya está mucho mejor, no le duele nada no, pregunto mientras se lo acariciaba.
-       No, papi, respondió nuevamente.
-       Bueno, ahora Carlos se la va a meter por la cola, si le llega a doler usted me avisa, dijo mientras le insertaba un dedo.
Ella pego un gritito de placer. Ricardo saco su dedo y le dio lugar a Carlos que ya totalmente desnudo se acomodó detrás de marce . Ella, al sentirlo, se puso de rodillas con la cara apoyada en la almohada y el culo bien abierto. El escupió varias veces el agujero, acomodo su miembro y empujo. Se escuchó un grito de placer. Carlos se sorprendió con qué facilidad el culo se tragó terrible pija.
-       Se la comió de una, dijo mirándolo incrédulo a Ricardo mientras empezaba a bombearla.
-       Vaya a besar a su mujer, felicítela por ese hermoso culo abierto, me pidió Ricardo viendo la escena.
Me acerqué y le di un apasionado beso en la boca mientras Carlos la golpeaba de atrás con intensidad.
. Mi esposa tenía un orgasmo tras otro. Yo acabe por segunda vez en la noche.

Fui a lavarme. Cuando regrese habían cambiado de posición, marce  estaba cabalgando descontroladamente arriba de Ricardo que tenía su miembro que entraba y salía de su vagina a un ritmo infernal mientras pajeaba con fuerza a Carlos que la besaba y amasaba sus tetas. De pronto escuche un grito.
 grito Ricardo.
-       Mire como la lleno de leche a su mujer, continuó.
Se mezclaron los gemidos. Ricardo dejo hasta la última gota de semen dentro del  culo de marcela   ella había acabado una vez más y Carlos tenía su primer orgasmo desparramando su leche por toda la cama.
Bajo de arriba de él y se acostó a su lado, Ricardo seguía jadeando, a ella le goteaba el culo  
Se había hecho silencio, todos necesitábamos un descanso. Salí del dormitorio y fui al comedor a recostarme en el sillón. Me dormí.
Me despertaron unos gritos, me fije la hora y habían pasado casi dos. Fui hacia el dormitorio, pero al llegar al baño en suite descubrí que los gritos venían de ahí. Estaba la puerta entreabierta, me asome y ahí estaban, marce agarrada de la mesada frente al espejo y Carlos parado detrás tomándola de la cintura y dándole fuertemente por la cola. Ambos estaban con el cabello mojado, supuse que se habían bañado juntos. Los gemidos de ella estaban acompañados del ruido que producía el golpear de la panza de Carlos contra su culo. Me vieron a través del espejo, pero estaban muy entretenidos como para decirme algo. Los dejé y me fui a ver dónde estaba Ricardo. Me lo cruce en el pasillo saliendo del dormitorio.


-       Lo felicito, su esposa es tremenda, como le gusta la pija, continuó.
-       Carlos hace media hora que le está serruchándole el culo en el baño y no la puede calmar, sonrió nuevamente.
No le dije nada, estaba excitado nuevamente. En ese momento se escuchó un jadeo de Carlos y por fin, se hizo silencio. Pasaron unos segundos y salió del baño.
 el culo de su mujer es lo más, me dijo.
Habían pasado casi cinco horas desde que llegaron los viejos y marce 

uan de las noches de mas descontrol con marcela

 no había parado. Fui a ver como estaba. La encontré dormida entre los viejos que también dormían. Había semen por todo su cuerpo. Ya nada volverá a ser igual pensé, me fui al sillón, me recosté y me dormí.

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