Hermanas (cap 4)

 Capítulo IV: Obsesión 
 
Con el paso de los días, esta práctica iba siendo cada vez más cotidiana para el muchacho. 
 
Martín siempre había mirado a sus hermanas como eso, hermanas. No le despertaban ningún tipo de interés sexual. Pero con las nuevas acciones esto iba a empezar a cambiar poco a poco. 
 
Generalmente durante el día, recordaba la ropa que llevaban puesta sus hermanas para que al final del día, supiera de quien pertenecían esas prendas. 
 
Una de esas tardes estaba jugando en la play con su amigo, vió como su hermana Florcha se iba de casa. Estaba con el pelo algo mojado y bien vestida, seguro iba a clase de inglés. 
 
- Me voy! 
 
 
Su amigo Lucas se quedó siguiendo la partida, mientras Martín no perdía oportunidad e iba al baño. 
 
Buscó entre la ropa, y encontró la prenda de su hermana. 
 
Una bombacha negra con bordes blancos, toda húmeda solo para él. 
 
Se la llevó a su olfato. 
 
- Mmmm qué delicia!!! 
 
Ese aroma profundo, el aroma más íntimo de su hermana invadía sus pulmones llenándolo de placer. 
 
Pensó en cómo se sentiría su hermana si se enterara de lo que hacía. Compartía una gran relación con ella. Se sentía mal por hacerlo, pero no podía evitarlo. 
 
Dejó la prenda donde estaba, y regreso con su amigo. A la noche ya había material para masturbarse! 
 
Transcurrió la tarde, y ese día quiso esperar a meterse a bañar. Quería ser el último, para descubrir la bombachita de su otra hermana, Agustina. 
 
Pero no hubo caso. La chica no llegó a casa hasta tarde, asique el adolescente tuvo que ducharse. Obviamente utilizó la bombacha negra de Florcha para hacerse una estupenda paja. 
 
::: 
 
Un viernes por la tarde, ya Martín y Florcha habían llegado del colegio, y Agustina tenía día libre en la universidad. Mamá trabajaba, y ese día tocaba hacer algunos deberes hogareños. 
 
Ese tipo de tareas muchas veces recalaba en los jóvenes, pues la madre trabajaba varias horas por día, y siempre pedía a sus hijos que colaboren. 
 
Había que lavar el piso y limpiar muebles en el living de la casa. 
 
Generalmente se dividían las tareas entre los hermanos. Ese día a Martín le tocaba fregar el piso y a Agustina limpiar los muebles. Florcha tenía ese día “libre” en cuanto a tareas del hogar. 
 
Martín fue al lavadero en busca de un balde, lo llenó con agua, y el trapo de piso. Pasó por el pasillo, cruzando por el cuarto de sus hermanas –Agus y Florcha compartían habitación- y tocó la puerta para avisar a Agustina que le tocaban los muebles. Fue hasta el living para comenzar con la tarea. 
 
Estaba remojando el trapo cuando vino rápido Agustina, pasó por delante y siguió su camino, hasta la puerta principal. Mientras cruzaba por el living, dijo: 
 
- Perdón hermanito pero me llamó Javi, chauuu. 
- Qué? 
 
Martín no daba crédito a lo que su hermana mayor decía. La muy forra se iba porque la llamó el novio, el tarado de ‘Javi’. Le tenía bronca. No por algo en especial, pero que su hermana tenga novio no le gustaba. 
 
Cerró la puerta y adiós. 
 
Bueno, que más da –pensó- al fin y al cabo cuando regrese tendrá que hacerlo. 
 
Comenzó con su tarea, cuando esta vez su otra hermana, apareció por casa. 
 
- Hola nene. Que haces? –Florcha saludó a su hermano con un beso. 
- Limpiando un poco… Agus me dejó solo jaja. 
- Jaja la loca debe andar con Javi, no? 
- Tal cual… 
- Bueno y que hay que hacer? 
- A ella le tocaban muebles hoy. 
- Bueno, deja, lo hago yo por hoy. No quiero que mamá venga y vea todo sucio. 
 
Florcha recién llegaba a casa de gimnasia. Las dos hermanas de la casa eran asiduas a una especie de gimnasio pero donde solo iban mujeres, ya que también allí enseñaban clases de baile. Florcha y Agus de pequeñas iban allí a baile y ahora de grandes concurren a hacer un poco de gimnasia “para mantener la cola” como decían ellas. Claro que tenían diferentes horarios, rara vez coincidían las dos juntas. 
 
El chico siguió con su tarea de fregar el piso, mientras Florencia se quitaba la campera, tomaba un trapo viejo con el producto de limpieza, para comenzar a limpiar los muebles. 
 
Martín cada tanto la miraba a su hermana –estaba de espaldas a él-. Se fijaba en el cuerpo apetecible de su hermana. Le venían a la mente los comentarios obscenos de sus compañeros sobre ellas. Florcha tenía el pelo suelto, estaba con un top ajustado, y una calza negra muy apretada. Ropa de gimnasia. 
 
Sobretodo le miraba mucho la cola. Cada tanto reojeaba a su hermana, que ajena a los pensamientos oscuros de su hermano, se limitaba a lustrar los muebles. 
 
El miembro del muchacho fue despertándose. Le miraba descaradamente la cola grande y redonda a su hermana. La calza se le ajustaba tanto que era imposible no mirar. Mientras seguía lavando el piso, se imaginaba como se vería su hermana desnuda. Se imaginaba bajándole la calzita para dejar al descubierto ese culo perfecto. Su pija le iba a reventar en el jean. 
 
Florcha estaba limpiando el mueble del TV. Le pasaba el trapo a la madera. Se agachó y abrió una de las puertitas de vidrio del mueble, para limpiar todo allí abajo. 
 
El chico no se perdía detalle de los movimientos de su hermana. La adolescente apoyó ambas rodillas en el suelo, inclinándose hacia delante para limpiar bien la parte interna del mueble. 
 
- Se puso en cuatro, se puso en cuatrooooooo –El chico se repetía cosas en su mente. 
 
Ante él, Florcha estuvo unos segundos en esa posición comprometedora, con la cola bien alzada lista para ser embestida. 
 
Martín quiso sacarse la verga ahí mismo, para correrse como un loco mientras observaba el espectáculo. 
 
Con una mano tenía el secador y con la otra se acariciaba la dura pija por encima de su pantalón. Mientras admiraba el culazo de su hermana, se imaginaba la bombachita que tendría, y con lo pequeñas que son, y lo apretada que le iba la calza, se le debía meter bien en la concha! No podía aguantar para tener en sus manos esa bombacha toda húmeda!
 
Finalmente, Flor terminó con aquello. Martín sacó su mano de donde la tenía, y disimulo que nada había pasado, siguió fregando. 
 
- Bueno, ya esta esto. Me voy a dar un bañito porque estoy toda transpirada! 
 
El chico estaba dejando de ver a su hermana justamente como hermana, y la estaba empezando a ver como ‘chica qué está buena’. 
 
Estaba muy caliente, y esa tarde, después de que Florencia saliera del baño, volvió a casa Agustina, que también entró a ducharse. Por lo tanto ese día finalmente sería en el que conocería el aroma de Agustina… y con lo que había visto de Florcha, se imaginó el festín que se haría en el baño. 
 
Horas más tarde… 
 
Luego de que las dos hermanas se duchasen, llegó mamá a casa. El chico rápidamente ingresó en el baño. 
 
Se quitó toda la ropa, abrió la ducha para no levantar sospechas y evitar que cualquier sonido que haga se escuche. 
 
Fue directo a la ropa tirada. Observó dos tipos de ropa claramente identificables. A un lado la “montañita” de ropa de Florcha, y al costado la de Agustina. 
 
Comenzó a revisar y se dio cuenta que dentro de la calza de Florencia, estaba la bombachita que había usado ese día. 
 
“Mmm.. se sacó todo junto”. 
 
Sacó la colaless de la calza y de lo primero que se percató fue que ya la había visto. 
 
Era idéntica a la que había usado Agustina hace unos días, que el muchacho había utilizado para masturbarse. Era imposible olvidarse de aquello. 
 
Pensó en si tendrían dos del mismo estilo, o sea dos prendas iguales cada hermana, pero no le importó mucho en ese momento, y ya con la pija bien en alto buscó la parte interior. 
 
Brillosa. Otra vez bien húmeda. Con pelitos negros esparcidos por allí. 
 
Martín puso uno de sus dedos en esa parte, y sintió como se deslizaba la yema de su dedo por la tela. 
 
“Ufff esto es demasiado” 
 
Se la llevó a su cara para aspirar la droga que más le gustaba. Que olor tan profundo! 
 
Iba a tocarse pero se recompuso. Aún con la bombachita de Florencia en su mano, buscó en el montoncito de ropa de su otra hermana. 
 
Sacó de encima la remera, el suéter, el pantalón, el corpiño, hasta que identificó el objeto del deseo. 
 
“No puede ser” 
 
Dejó la bombacha de Flor a un lado, y juntó con ambas manos la prenda de Agustina. 
 
La estiró bien ante su vista, para verla en su forma original. Una tanga purpura, con detalles como puntitos en blanco. El muchacho se quedó estupefacto. 
 
Se dio cuenta que estaba tirando demasiada agua la ducha, asique se apresuró. 
 
Observó con detenimiento la tanga de Agustina y buscó en su interior. 
 
Vió cómo la parte inferior era delgadísima! Si bien las que veía a menudo eran pequeñas, ésta lo era aún más! La parte de la tanga que cubre la vagina era muy fina, y esto llevaba al muchacho al éxtasis de placer. 
 
“Apostaría a que se le mete toda” 
 
No estaba húmeda, ni nada por el estilo. Se la llevó a la cara para sentir el aroma, y sí que lo tenía. La parte de tela que tocaba la vagina de Agustina desprendía un aroma a hembra igual de fuerte que el de Florcha. 
 
El muchacho se quedó sintiendo ese olor, hasta que las dejó donde estaban, para no levantar sospechas por si alguien entraba. Y se metió a la ducha. 
 
Se baño lo más rápido que pudo: jabón, shampoo, y en unos minutos estaba listo. 
 
Se secó todo el cuerpo, y antes de vestirse, volvió a buscar la bombachita de Flor y la tanga de Agustina. 
 
Se sentó en el piso sobre la toalla que había usado para secarse, tomó las dos prendas íntimas con la mano izquierda, y se las llevó a la cara para estimularse como más le gustaba. Con la mano derecha se masturbaba. 
 
Luego de sentir ese olor embriagante, imaginaba a sus hermanas. Recordó la pose de Flor cuando estaba limpiando el mueble, puesta como perrito, y se imaginó a Agustina con las piernas abiertas, mostrando la concha… 
 
Apresuró los movimientos manuales y terminó llenando el borde de la bañera con espeso semen caliente. 
 
Lo limpió con papel higiénico, tuvo que cortar varias veces para limpiar todo lo que había soltado. Ya había quedado “como nueva”. Enseguida entraría mamá a la ducha, pero por suerte no se notaba que alguien se había hecho una estupenda paja. 
 
Ya también puso las telas femeninas en donde estaban, y termino de vestirse para salir muuucho más relajado y a dormir cómoda y placenteramente. 
 
El hecho de ir a bañarse era más placentero que nunca. 
 
En los ratos libres, en vez de pensar sobre las chicas de clase, pensaba en sus hermanas. 
 
Con el correr de los días, se iba interiorizando más y más sobre ellas. 
 
Casi siempre aguardaba a que ambas se ducharan, y luego lo hacía él para tener las prendas de las dos féminas. 
 
Después de varios días repitiendo el ritual, se fue dando cuenta de algunas cosas. 
 
Ambas usaban las mismas bombachas. Muchas veces se encontraba con que una de las chicas había usado una bombachita que ya había usado la otra. 
 
Esto había sucedido varias veces, en donde el chico encontraba las prendas que había usado Flor un día, y después la encontraba en la ropa de Agustina. 
 
Y también descubría que las bombachas y tangas que usaba Florencia estaban casi siempre más mojadas que las de Agustina. 
 
No era una regla fija, pero era más o menos así. Además en las de Florcha casi siempre encontraba algunos pelitos oscuros, mientras que en las de Agustina casi nunca los encontraba. 
 
Así se fue imaginando muchas cosas en sus fantasías. 
 
Cuando pensaba en Florcha, se la imaginaba con la concha peludita, y a Agus toda depilada. 
 
La obsesión comenzaba a hacer mella en el adolescente calenturiento. 
 
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Eran familia, y por lo tanto muchas veces las chicas andaban con poca ropa por la casa. Momentos en donde salían de la ducha, o tenían que cambiarse, o llegaban del colegio o uni y se desvestían rápidamente para cambiarse. No les importaba que estuviera Martín viéndolas, pues nunca se hubieran imaginado como las miraba su hermanito. Hasta el momento, las chicas seguían viendo al “enano” como eso, el hermanito pequeño. 
 
Desde siempre, toda la vida había pasado eso. En la casa eran todos familia y andar un rato con poca ropa no era nada raro. 
 
Un día, estaban desayunando, Martín, y a su lado Agustina. Florcha todavía estaba en la cama, y mamá en el baño. 
 
Agustina tenía puesta la ropa de dormir, una remera mangas largas estirada y vieja, desteñida, y un pantalón también largo. 
 
Estaba muy apurada, pues para la uni tenía que caminar muchas cuadras y siempre salía de casa antes que los demás. Estaba retrasada con el tiempo y se fue apurando. 
 
Fue hasta su habitación y trajo a la cocina la ropa que se iba a poner hoy, estaba parada al lado de Martín, quien estaba sentado tranquilamente tomando su té. La chica bebió un sorbo de café, puso la taza sobre la mesa, y se quitó la blusa de dormir, quedando en corpiño. 
 
Un corpiño muy lindo, por cierto. Color piel, aunque a Martín le importó poco, porque espiaba de reojo a su hermana mientras se cambiaba a su lado. 
 
Le veía las tetas de costado, como se movían en ese corpiño ajustado, mientras el pelo casi rubio caía sobre su cuerpo. 
 
Esas tetas grandes y redondas querían zafarse del corpiño a cada movimiento… qué espectáculo le estaba brindando su hermana mayor sin siquiera darse cuenta. 
 
Se colocó una blusa, seguido de otra, y una campera. Bebió otros sorbos de café y ahora se quitaba el pantalón. 
 
Con ambas manos a los costados de sus caderas, tomando el elástico del pantalón, se lo bajó rápido hasta llegar a los tobillos, y con ayuda de sus pies, se los quitó. 
 
Martín aprovechó para mirar de nuevo a su costado, y Agus se agachó para agarrar el pantalón del piso, cuando fue hacia abajo con sus manos para tomarlo. 
 
Durante esos pocos segundos, su hermana había quedado con las piernas estiradas pero con el torso hacia abajo para juntar la prenda de dormir, y había quedado en franca posición sexual. 
 
Martín observó todo aquello casi moviendo levemente la cabeza al costado, y vio como durante unos pocos segundos Agustina estaba con la bombacha blanca toda metidita en la cola y agachada, por lo cual durante unas décimas de segundo pudo verle más abajo, como con la presión de estar agachada, se le marcaba levemente la chocha en la tela! 
 
Fue durante milésimas, pero esa imagen iba a quedar grabada en su mente. Le pudo ver la parte donde la bombachita le cubría la concha y encima estaba marcadita! 
 
Se le veía bien la rajita marcada en el medio y a ambos costados los labios abultaditos. 
 
Obviamente el muchacho no reaccionó, y siguió con la taza de té como si nada hubiera pasado. Enseguida Agustina se puso el jean, se acomodó el pelo, y se puso las zapatillas para marcharse mientras se terminaba el café… 
 
Poco que decir sobre lo que sucedió apenas Agus se fue. Martín se fue al baño a cepillarse los dientes y… hacerse otra tremenda paja recordando lo que había visto. 
 
Pues ese mismo día, tras la escuela y todo el transcurso de la tarde, llegó a casa al anochecer y se metió a bañar como cada día. 
 
Buscó en el rincón de la ropa y encontró solo ropa de una de sus hermanas. 
 
Se acercó más y se dio cuenta que era de Agustina. 
 
No le fue difícil encontrar la bombacha. La que había visto esa mañana cubriendo como podía tanta carne que tenía Agustina… 
 
Además miró el corpiño, y recordó la visión sublime de esas tremendas tetas moviendose! 
 
El pene le aprisionaba en el pantalón, asique se los quitó y fue abriendo la bombachita para ver el interior. 
 
Estaba muy húmeda, ese clásico brillo cubría toda la zona de tela que rozaba la conchita. Se la llevó a su nariz y sentir el olor penetrante a concha era supremo! Y el morbo de que sea de su hermana mayor mucho más. 
 
“Uffff esta empapada. Estuviste calentita? Me encanta que hayas estado toda excitada hoy.” 
 
Puso la parte mojada de la bombachita sobre su pija y se masturbaba. Embardunaba el liquido vaginal sobre el tronco de su miembro, mientras se pajeaba a ritmo frenético. 
 
Imaginaba como la conchita de su hermana desprendía toda esa humedad pegajosa en la bombacha y se moría de placer. 
 
Ya tenía toda la pija dura llena de la humedad de la chochita de su hermana mayor. Volvió a llevarse la tela a la cara para olerla, mientras su mano se deslizaba a lo largo de su joven pene con todo el líquido viscoso de su hermana. 
 
Empezaron a salir los brotes de leche para todos lados… cayeron sobre sus piernas, el piso, algunos llegaron a la pared… puf! 
 
Todo ese ritual de instinto animal era algo de otro mundo. Después de semejantes pajas se quedaba muy relajado… era terriblemente satisfactorio hacerlo con las bombachas de sus hermanas.! 
 
Obviamente ya la moral la había perdido… todo pasaba por sus hermanas y su ropa interior. 
 
Cada vez que entraba a bañarse conocía de cual de sus hermanas eran las tangas, sabía que ambas usaban las mismas, y se masturbaba a consciencia. 
 
::: 
 
En una ocasión, estaba la tarde bien fresca cuando Martín estaba haciendo la tarea de la escuela. 
 
Florcha pasaba por allí, con su ondulado pelo negro, una campera y su calza ajustada negra resaltándole ese tremendo culo… 
 
- ¿Cómo va eso enano? 
- Complicado Flor…¿vas para gimnasia? 
- Sí! 
- Yo en un rato también voy. 
 
Se despidió del chico con un beso, siempre tan amable con él. 
 
El muchacho se cansó de tanta tarea y fue también al gimnasio para despejarse un rato. 
 
Ya una vez en el lugar, comenzó con su rutina. 
 
Se detuvo para descansar unos momentos, observando todo el movimiento allí. 
 
Saludó a los conocidos que estaban entrenando. 
 
Y las chicas también haciendo ejercicio. Terminó con su programa en el gimnasio ese día, se puso la campera y se quedó a un costado observando a las chicas disimuladamente. 
 
Las veía como siempre, pero ahora en vez de esas, se imaginaba que eran sus hermanas. Regresó a casa. 
 
- Buenas.. ya llegué 
 
Flor estaba en su cuarto, mamá no había llegado aún a casa y Agustina estaba en la cocina. 
 
- Me baño yo o vas vos Agu? 
- Andá vos enano.. 
- Ok 
 
Se metió en el baño, abrió la ducha y por supuesto fue directo a la ropa de Florcha. 
 
Arriba de la calza se posaba la tanga púrpura! Esta vez la había usado Florencia. 
 
El chico hizo lo de siempre, y se percató de que la tanguita estaba mojadísima. 
 
“Estuvo duro el entrenamiento? Parece que transpiraste toda la concha, Flor…” 
 
Ni que hablar del olor a vagina tan morboso que desprendía esa tanga! 
 
Estaba sentado en el piso, con la campera aún puesta, con los pantalones y bóxer bajados, haciéndose una paja con la tanguita recién usada de su hermana Florencia en la cara. 
 
Estaba en eso, cuando… 
 
- ¡Qué estás….?! – Florcha había entrado al baño y descubierto todo! 
 
Florencia creyó que como la ducha ya estaba abierta, el muchacho estaba dentro… ahora estaba parada en la puerta como de piedra observando como su hermanito tenía una mano en su pija parada y la otra en su propia tanga. 

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