Edipo

No dejes de pasar por mi mejor post

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No te vas a arrepentir!


EDIPO

Mi infancia fue paupérrima, hija única, de padre desconocido, mamá una mujer horrible, adicta al alcohol y a las drogas, vivía ebria, o drogada y yo era una carga en su vida.
Ella se ganaba la vida con su cuerpo, llevaba a diario a casa a tipos desconocidos, tipos del montón y se abría de piernas por dos monedas, solo le importaba mantener sus vicios.
Crecí en ese ambiente apestoso, parando en departamentos rentados, de ocasión, vivíamos hasta que nos echaban por falta de pago, y era volver a empezar. Mi madre pasaba más tiempo desnuda que vestida, muchas veces vi como cogía y mis oídos fueron testigos de sus gemidos, de sus palabras, de sus acciones. Aprendí demasiadas cosas para una niña de apenas nueve años.

Y venían toda clase de degenerados, tipos violentos, adictos como ella, golpeadores, sin escrúpulos.
Algunos miraban con ganas 'a la nena' y mamá fue complaciente con ellos, claro, dinero de por medio, me hacía sentar en las faldas de los caballeros y ellos me tocaban.
Tenía once cuando mamá vendió mi propio sexo para su beneplácito, nada le importó, solo contó los billetes y me dejó media hora a solas con un flaco asqueroso, fue repugnante y fue el primero de muchos.
A los trece quedé embarazada, era una nena, y mamá después de maldecirme en todos los idiomas pensó en un aborto ilegal como la mejor salida, ella ya se había practicado varios así que sería parte de su rutina.

Por primera vez en mi vida me opuse a mi madre, la odiaba, la odiaba con todas mis fuerzas, tenía mucho miedo, pero en un descuido solo me escapé, me fui de su vida, no quería eso para mí, y lo que tenía en mi pancita me dio valor para tomar la decisión.
Me las arreglé como pude, escondida del mundo, de las leyes, de lo legal, medité cada paso, no podía terminar en un reformatorio, separada de mi niño, no volví a prostituirme y terminé en un pueblito caído del mapa, en la nada misma, fui mamá y el pequeño Alexis llenó mi vida, alguien por quien luchar, me aferré a él.
Trabajé mucho, muchísimo y con el tiempo logré que el estado me cediera una de las tantas casitas para gente de bajos recursos, conseguí empleo en la oficina municipal y fui feliz con lo que tuve.

Los años pasaron, poco a poco, algunos hombres llegaron a mi vida, y también se fueron, mi hijo y yo hacíamos el mejor equipo y él era todo en mi universo, lo vi crecer, disfruté de sus locuras y lo acompañé en sus enfermedades, mi niño se hizo adolescente, mi adolescente se hizo hombre.
Recuerdo los días de su pubertad, me divertía mucho, lavando las manchas de sus sábanas, los días que se encerraba en el baño, y como lo sorprendía observando mi cuerpo, en algo que era natural, era su mamá, su primera mujer.
Muchas veces noté que revisaba mi cajón de ropa íntima, mis tangas, y se me hacía rico. Lo espiaba cada tanto, él nunca lo supo, pero más de una vez lo pesqué revisando la ropa sucia, buscando mi ropa interior, oliéndolas, muy perverso, muy rico, y lo vi masturbarse con ellas, y confieso que alguna vez, por la noche, yo misma me toqué por ver lo que había visto.

Llegó su primera noviecita, y mis primeras angustias, alguien empezaba a robarme mi joya preciosa, era todo para mí, y no podía quedarme con el nido vacío, pero ella era más linda y más joven, estaba en desventaja.
Alexis jugaba conmigo, me decía que estaba celosa, que era una tonta, que yo era única, irremplazable, me abrazaba con sus brazos musculosos, me levantaba en el aire, me hacía enojar, le decía que me soltara, que era un estúpido, pero él solo se reía.

Una noche vino con su corazón roto, y los brazos de mamá fueron el mejor sitio donde cobijarse, su cabeza recostada en mi pecho, acariciando sus cabellos con los pezones duros en una complicada situación.
Poco tiempo después, un nuevo amor había cicatrizado a su roto corazón, y otra vez caí en la depresión, el miedo a perderlo, a quedarme sola, a que solo me olvidara, y sabía que era la ley de la vida, pero solo no podía aceptarlo.

Alexis iba y venía entre chicas del pueblo, enredado en amores, en placeres y fracasos, y yo siempre dispuesta, a sus pies, estaba cuando me necesitaba, y me hacía invisible cuando no me necesitaba.
Él tenía veinte recién cumplidos, lo veía poco y nada, entre mi empleo, el suyo, y su vida social prácticamente parecía olvidarse de su mamá, y yo me desmoronaba poco a poco, por cada chica que le espantaba aparecían dos nuevas, solía llegar a casa cuando yo me levantaba y entendí que a mis treinta y tres años solo había llevado una vida de sufrimientos, y solo fui feliz cuando Alexis dependió de mi para salir adelante.

Ese sábado lo sentí llegar cerca de las cinco de la mañana, me asustó puesto que estaba profundamente dormida e hizo demasiado ruido, adiviné que como de costumbre, llegaba pasado de copas, lo sentí cantar y reírse, en algunos aspectos me recordaba a mi maldita madre. Pasó por el baño, luego a su cuarto y por último el silencio, volví a dormirme.
Me levanté pasadas las ocho, afuera hacía demasiado frio así que tiré unos leños al fuego, desayuné y me quedé haciendo quehaceres, llegaba el medio día y Alexis seguía durmiendo, preparé unas pastas, sus favoritas, y mientras ponía la mesa empecé a llamarlo, una vez, otra vez, sin respuesta.
Fui a su cuarto, dormía como un angelito, tan lindo, tan hermoso, tan perfecto, tan mío.
Abrí un poco la ventana para que entrara luz, noté su slip blanco como la nieve ocultando una pronunciada erección, me mordí los labios, traté de despertarlo, pero el, en un estado de inconciencia respondió

No molestes Marisa, mejor chupame la verga si?

Obviamente yo no era Marisa, eso me dio mucho enojo, pensar que otras tocaban a mi bebe...

Fui a su lado, me arrodillé, tomé su slip entre los dedos, como cuando era pequeño y solo de lo bajé, su verga estaba enorme, su prepucio producto de la erección de había contraído y su glande estaba desnudo, que grande estaba mi pequeño!
Lo tomé con una de mis manos, miré su rostro, irradiaba placer al tiempo que lo masturbaba lentamente, acerque mi olfato, que rica olía! pasé mi lengua, una vez otra vez, llené su glande con mi saliva, tomé sus testículos con mis manos y empecé a acariciárselos con dulzura.
Pasé la punta de mi lengua lentamente por todo su tronco, desde la base hasta llegar a su glande, una vez y otra vez y otra vez más, era tan erótico, metí su glande en mi boca y busqué ir profundo, conteniendo la respiración haciéndolo llegar a mi garganta, me perdía, porque era hombre, porque era rico, porque era mi hijo.

Me tomé toda una vida en darle placer, porque quería que lo disfrutara, respiraba agitado, noté los tensarse los músculos de sus piernas, su vientre, lo sentí venir,
Solo seguí jugando mi juego, sentí en mi lengua un leve amargor producto de lo que estaba llegando, me sentí toda mojada, inundada en placer, sentí el calor en mis entrañas, lo sentí venir


Edipo


De repente, su semen caliente como un volcán imparable comenzó a llenar mi boca, sentí pequeños orgasmos en mi propio cuerpo mientras sentía su sabor, mientras sentí como se llenaba mi boca, me quitaba la respiración y poco a poco, a pequeños tragos, disfrutando y prolongando el momento, dejé pasar todo a mi estómago, hasta que no quedara nada.
Alexis parecía aun dormir, aunque sabía que a esa altura era imposible, solo fingía para no enfrentar la realidad.
Solo lo dejé, fui a mi cuarto, estaba empapada, hedionda, debía cambiar mi ropa interior, me saqué las calzas y la bombacha, fui al cajón donde tantas veces lo había visto husmeando mis cosas, y elegí una blanca calada, diminuta.
También me puse una falda corta que me hacía muy sexi, era una locura, estaba intentando seducir a mi propio hijo.

Tuve que calentar el almuerzo, abrí un vino y tiempo después nos sentamos a la mesa, no dije nada de lo sucedido, el tampoco.
Almorzamos en paz, pero sentí una conexión caliente con mi hijo, era raro, no tocamos el tema, mi pequeño me contaba sobre la noche entre chicas, amigos y tragos que había tenido, como tratando de evitar el nudo de la cuestión, yo solo lo miraba, excitada, escuchaba sin prestar atención, en mi cabeza revivía la mamada que le había pegado, y como yo lo había alimentado alguna vez con mi leche ahora era su turno de alimentarme a mí, a darme todos sus jugos.
Sentí que mis pensamientos me llevaban al borde del abismo, crucé con fuerzas mis piernas porque mis contracciones provocadas me tenían al borde de un orgasmo.

Hicimos sobremesa, y llegó la hora de lavar todo, como la mayoría de los días en que compartíamos la mesa, Alexis me alcanzaba todo, yo lavaba él secaba
Así empezamos, yo estaba lavando la vajilla, y por primera vez mi mente se desconectaba de lo que había sucedido, había perdido a mi hijo de mi entorno visual.
De repente, sus grandes manos empezaron a dar masajes en mis hombros, me dejé llevar y solo miraba la espuma del detergente y mis manos cubiertas por los guantes de goma, como un susurro sus palabras llegaron a mis oídos.

Sabes que sos la mejor mamá del mundo? - dijo en un tono muy cálido
Salí tonto! - respondí en un fingido rechazo
De veras, y sabés que sos la chica más linda que conozco? - dijo en voz firme
Bah... mentiroso... lindas son esas chicas con los que andas saliendo - respondí una vez más como quitando mérito a sus halagos
De veras mamá, sabes que a veces tengo sueños eróticos contigo? - ya en tono muy seductor
Si? ja ja! con mamá? y que sueñas? - volviendo a jugar al gato y al ratón

Alexis se aproximó más, apoyó su sexo en mi trasero, su pija estaba dura, muy dura y yo soso busqué refregarme en él, largué un suspiro contenido, cerré mis ojos, me mostré permeable, las manos de mis hombros pasaron a mis pechos, mi hijo me sobaba las tetas por sobre la ropa, tan grande, tan varonil, mi propia sangre...
Nuevamente estaba inundada, me susurró al oído

Que linda cola tenes mamita!

Me encantaba, ese 'mamita' era real, no era un 'mamita' de parejas, era una relación de madre e hijo, mi hijo
Sus manos bajaron por mi cintura, luego por mi cola, lo sentí levantar la pollera, acariciar mi carne, estaba excitado con mi culo, me gustaba, corrió a un lado mi tanga y metió sus dedos en mi conchita

Hijo! mmm... estás loquito?

Sacó esos dedos impregnados en mis jugos y los metió en mi boca, para que se los chupara y bebiera de mi propio placer.
Como una estocada metió toda su verga hasta el fondo, obligándome a parar en puntas de pies, arrancándome un grito

Alexis, mi vida, que grande estás!

Alexis, como un toro embravecido empezó a cogerme, como un animal, su verga hermosa entrando y saliendo, aferrado a mi cintura, al borde del colapso, me susurraba al oído que era la madre perfecta, que siempre me había deseado en silencio y que sin pensar cumplía con todas sus fantasías, entre gemidos contenidos y palabras entrecortadas le decía que sí, que mamá siempre estaría para él, no importaba cuantas chicas se cruzaran en su camino, cuantas le rompieran el corazón, mamá siempre estaría para hacerlo feliz.
Sus manos apretaron mi cintura, su pija pareció inflamarse y lo dejé venir, explotó en mi conchita, creí que moriría, mi corazón latía con fuerza, fueron instantes gloriosos.
Alexis pareció desarmarse a mis espaldas, apoyó su rostro en mi hombro, lo sentía jadear con fuerza, tratando de recuperar el aliento.

Giré sobre mí misma, quedamos frente a frente, acaricié sus cabellos, siempre lo hacía, miré sus ojos, mi pequeño, mi hombre, me estiré en puntas de pies para llegar a sus labios, para darle el más hermoso y perfecto beso que una mujer pudiera darle un hombre, que una madre pudiera darle a un hijo, porque ninguna de todas esas putitas que revoloteaban su entorno podría darle jamás el amor incondicional que yo le daba.
Sentí sus jugos chorrear por mis piernas, aún estaban tibios, llevé mis dedos y los unté, empecé a lamerlos con mirada cómplice, dejando que Alexis viera lo que hacía, era todo muy loco, mostrándome muy puta ante mi propio hijo

Mi pequeño me dijo entonces

Mamita, siempre tuve una fantasía recurrente... - dijo con ojos perversos
Si? cual es? - contesté con típica curiosidad

Solo me tomó de las manos y me llevó a mi cuarto, me dijo que era una sorpresa, trajo una toalla, crema y una afeitadora, me hizo recostar, abrir mis piernas, sacó la tanga y se dedicó a trabajar en mi sexo.
Pacientemente llenó de crema de afeitar mi conchita y solo de dedicó a depilarme por completo, yo me reía y le decía que estaba loco, esa crema mentolada para su rostro me daba calor entre las piernas, y solo lo dejé hacer, yo no podía negarle nada a mi pequeño.
Cuando terminó su trabajo, me vi como cuando pequeña, suavecita, sin bellos, Alexis miraba extasiado su obra maestra, de rodillas al borde de la cama, perdido entre mis piernas.

No lo esperaba, pero el pasó de repente la punta de su lengua por mi clítoris arrancándome un escalofrío y un falso reclamo de mi parte, y lo repitió, y otra vez, y cuando me di cuenta estaba prendido a mi concha, chupándola con esmero, por mis labios, por mis huecos, bajando a mi esfínter, volviendo a mi botoncito de amor, perdí el control y el dominio de la situación, era evidente que no era la primera vez que mi niño estaba entre las piernas de una mujer.
Desnudé con premura mis pechos, tomé sus manos y las conduje a ellos, me excitaba mucho que me las acariciara y apretara con dulzura mis pezones, se sentía rico, mordí mis labios, me perdí en un laberinto de placer, empecé a contraerme, lo sentí venir, la electricidad corría imparable entre mis pechos y mi conchita, exploté de repente, un enorme orgasmo, perfecto, el mejor de mi vida.

Alexis vino sobre mí, yo trataba de recuperarme, estaba muy sensible, besó mi vientre y se acurrucó en mi pecho, creo que llegaría el mejor momento de esa jornada, cuando lo sentí lamerme los senos, uno, el otro, mis recuerdos fueron a los días en que lo había amamantado, y ahora todo volvía a repetirse, antes como bebé ahora como hombre, miré sus ojos, eran los mismos ojos que me miraron veinte años atrás, y en ese instante una lágrima contenida escapó y rodó por mi mejilla.
Estiré la mano, busqué su sexo y noté que estaba disponible nuevamente

Queres más viciosa? - preguntó en forma sugestiva

Conocería un nuevo lado de mi pequeño, su lado violento, una nueva propuesta
Agarró un par de almohadas y las encimó sobre la cama, me tomó casi a la fuerza y me acomodó sobre ellas, boca abajo, con esa montaña improvisada bajo mis caderas, con mi culo elevado al techo, agarró mi brazo derecho y lo forzó tras mi espalda, para inmovilizarme, con su mano libre puso crema de afeitar en mi esfínter y adiviné el próximo paso

Vino sobre mí, lentamente dejó caer todo el peso de su cuerpo sobre el mío, su verga afilada como una daga se abrió camino en mi trasero y la sentí entrar por completo en mi culo, diablos, empezó a moverse, que rico se sentía, que dolor hermoso, justo a mi medida.
No podía creerlo, mi hijo me rompía el culo, entraba y salía y sentía su respiración agitada en mi nuca
A mamá, a mamita le haces esto? - recriminé entre jadeos imposibles de contener

Siempre lo imaginé, no sabes cuantas pajas me hice imaginando este momento... - dijo como un lobo hambriento

Dale mi amor, disfrutalo, rompémelo todo, date el gusto bebe - contesté sonando muy puta

Mi hijo no tardó en llenármelo con su precioso semen, cayó rendido sobre mi cuerpo y sentí en mi espalda el fuerte latido de su corazón
Se hizo a un lado, se quedó observando como mi esfínter dilatado expulsaba su leche mezclada con crema de afeitar, le había hecho la cola a su propia madre, el me miró y preguntó
Como se supone que siga esta historia?
Lo que había empezado ese sábado terminó el domingo por la noche, llevando a Alexis a un récord de veintitrés eyaculaciones, lo que me costó tener mi intimidad tan adolorida que no quise saber nada más por una semana, pero había valido la pena, mi Alexis, mi amor.

Pasaron algunos años, la situación sigue igual, nos juramos vivir el presente sin mirar al futuro, él sigue con esas putitas que intentan robármelo, pero él sabe que no hay ni habrá otra como mamá, lo nuestro es un secreto a voces, pero no importa, soy feliz con mi amado hijo


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