2012.02 Hermanas

Pasaron semanas desde que me mudé para vivir junto a mi hermana en Santiago. Desde el primer día me acomodó en la habitación junto a la de ella, sólo una pared nos dividía y la mayor parte del tiempo su puerta estaba cerrada, sólo la veía cuando salía para comer o al baño. Su pololo la visitaba todos los días, todos los días se encerraban en esa habitación y escuchaba la carne contra la carne y los gemidos tratados de callar de mi hermana. Todos esos días mientras los escuchaba, cerraba los ojos y recordaba la vez que los vi mientras me tocaba. Otras veces derechamente tomaba mi teléfono y miraba el video que grabé de ellos. Cada uno de sus encuentros sexuales era una sesión de masturbación para mí.


Un día no hubo visita ni encuentro sexual. “Dani”, escuché la voz de mi hermana en la habitación junto a la mía. Segundos después de eso vi a mi hermana de pie junto a mi puerta, acercándose para sentarse en mi cama junto a mí. “Quiero que hablemos sobre las cosas que escuchas todos los días de mi pieza”, dijo mirándome a los ojos. “Yo sé las cosas que haces con tu pololo, no hay nada que hablar de eso”, dije rápidamente, incómoda y queriendo evadir el tema. “Yo sé que tú sabes, pero quiero saber si te molesta, no quiero que te enojes ni nada”, dijo insistentemente. “No me molesta, es normal en las parejas”, dije evitando mirarla a los ojos.


“¿Tú te tocai cuando nos escuchai?”, dijo juguetonamente. La miré avergonzada y asentí. Nicole me abrazó con fuerza y me susurró al oído, “Tengo algo que te va a gustar”. “¿Qué cosa?”, pregunté. Nicole se levantó y fue al closet de su habitación. Ella volvió a mi habitación con una caja de zapatos. Regresó a la cama y me dijo que cerrara los ojos y metiera la mano dentro de la caja. Cerré los ojos y metí la mano en la caja, con dudas. Sentí algo suave y a la vez duro y muy largo. “¿Cómo se siente?”, preguntó Nicole. “Realmente no lo sé”, respondí. Pasé la mano por el contorno del contenido de la caja, “Se siente como un...”, grité cuando abrí los ojos para ver que Nicole tenía un consolador de tamaño real en la caja. “¿Y eso?”, pregunté.


“Mi pololo me lo regaló, me dijo que sería mejor usar esto que mis dedos, pero ya ni lo ocupo”, respondió Nicole. “Y se siente mucho mejor que los dedos”, agregó. Nicole me miró y yo a ella. En un segundo puso sus labios sobre los míos. La aparté y le dije, “¿Qué haces?, somos hermanas”. Esto no la desalentó, al contrario, volvió a besarme. Nos besamos e intercambiamos un poco de lengua por un rato mientras sus manos acariciaban mi cuerpo. “Sé que nos has escuchado tirar a mí y a mi pololo, a veces dejamos la puerta abierta para que veas”, dijo mientras besaba mi cuello. “Nunca los he visto, p-pero siempre lo hacen y apenas los escucho”, tartamudeé mientras mentía. “Sé que esto te gusta, sólo déjate llevar y sé que me lo vas a agradecer”, susurro mientras sus manos agarraban mis senos. Yo estaba confundida pero muy caliente. Bastó unas semanas de escuchar a mi hermana y su pololo tener sexo a diario y de verlos a escondidas teniendo sexo, para que todo mi juicio moral se fuera por la ventana. Una cosa era lo que imaginaba mientras me masturbaba, verlos tener sexo o haberlos grabado, pero lo que estaba pasando con mi hermana era algo distinto, algo prohibido, que no me desalentó ante el calor que se acrecentó en mí. Vivir en Santiago era un nuevo inicio para mí, pero aún era la misma mujer. Me monté sobre ella y la besé apasionadamente, mientras ella me aferraba contra ella presionando al abrazarme con sus piernas en mis caderas. Frotamos nuestros sexos mientras nos besábamos hasta perder la respiración y nos detuvimos, ella me soltó y se puso de pie junto a la cama. Ella se quitó la ropa y regresó a la cama incluso antes de que yo me levantara.


“Siempre quise verte desnuda”, dijo Nicole mientras se sentaba en la cama mirándome. Comencé con mis pantalones, me los quité y me incliné para darle una vista de mi trasero. Me di la vuelta y le mostré mi vagina. “No creí que estuvieras depilada ahí”, dijo Nicole. “Me gusta así”, respondí mientras ponía una pierna sobre la cama y le mostraba los labios de mi vagina separándolos mientras pasaba mi dedo entre ellos.


Volví a bajar la pierna y me aparté de la vista de Nicole. Me quité la camiseta por sobre mi cabeza. Me quedé así por un rato mirándola con mis manos cubriendo mis tetas. “Déjame verlas”, dijo Nicole. Me acerqué hacia ella con mis manos y brazos cubriendo mis pechos. Me acerqué a su cara. Le mostré esa pequeña sonrisa malvada mía mientras dejaba caer mis brazos exponiendo el gran pecho que estaba detrás de mis manos. “Son enormes”, gritó. “Son las más grandes que vas a ver en tu vida”, le respondí con orgullo, pellizcando ambos pezones con fuerza.


Me subí a la cama con ella y nos besamos de nuevo, pero mientras lo hacíamos su mano fue a mis pechos. Ella sintió endurecerse mis pezones y luego rompió nuestro beso. Ella me empujó de nuevo a la cama y se arrodilló a mi lado. Ella pasó el consolador sobre y entre mis senos. Antes de que pudiera decir algo, se inclinó y su boca estaba en una de mis tetas. Besó, lamió y chupó mis pezones. Ella endureció más mis pezones y se sobresaltó por chuparlos y mover su lengua hacia ellos. Usó su lengua entre mis tetas; ella pasó su lengua arriba y abajo entre ellas mientras tiraba de mis pezones. Nicole dejó un agradable rastro húmedo entre mis senos.


Mi vagina estaba mojada y hormigueaba sólo por sentirla a ella usando su lengua entre mis pechos. Tomó el consolador y lo pasó por mis senos nuevamente. También me mordió las tetas.


“¿Has hecho una paja con estas tetas?”, preguntó, yo no respondí. Ella pasó el consolador más abajo sobre mi cuerpo. Me acarició hasta el estómago, donde tocó y golpeó mi ombligo con él. Lo pasó ligeramente por encima de mi vagina, apenas golpeando mi clítoris. “Mmm, eso se siente bien”, gemí suavemente mientras lo pasaba entre mis muslos. “Eso también debe estar mojado”, gimió sexualmente. Estaba a punto de decirle que mi vagina ya estaba mojada cuando sentí que sus manos separaban mis piernas. Puse mis manos en la parte posterior de mis muslos y levanté mis piernas en el aire, extendiéndolas ampliamente para ella. Los labios de mi vagina se separaron mostrándole el interior rosado de mi vagina. Me sonrió antes de enterrar su cara directamente sobre mi vagina.


“AHHH”, gemí en voz alta cuando sentí su lengua sondeando profundamente en mi vagina. Usó su lengua mágica en mi vagina por un tiempo. Mis manos fueron a la parte posterior de su cabeza. Estaba bajando su cabeza mientras lamía mi vagina de vuelta a su cara. Ella sabía cómo comerse una vagina, sabía exactamente dónde lamer con esa larga lengua suya. Pasó su lengua sobre mi clítoris haciendo que saliera de su capucha. Movió su lengua salvajemente sobre mi clítoris, poniéndolo duro antes de que se lo metiera en la boca.


“OHHH”, gemí nuevamente, ya que tenía un pequeño orgasmo de rápido mientras ella chupaba mi clítoris como si fuera un pequeño pene. Retiró la cabeza de entre mis piernas. La cara de Nicole estaba húmeda y viscosa con los jugos de mi vagina. Se limpió la boca con la mano y dijo, “Creo que ya estás muy mojada”. Comenzó a mover ese consolador arriba y abajo de mi vagina. Se sentía como un pene real tratando de meterse en mi vagina. Cerré los ojos pensando que era el pene de Lucas, la pareja de Nicole, frotándose sobre mi vagina. Tomó el consolador y lo golpeó contra mi vagina y clítoris. Ella lo colocó en la entrada de mi vagina y lo empujó un poco.


“AHHH”, gemí cuando entró en mi vagina haciéndola hormiguear. Comenzó a moverlo lentamente dentro y fuera. Se sintió bien cuando ella lo deslizó dentro y fuera. Al igual que un hombre lo haría para calentarme con solo la cabeza de su pene. Comencé a mover mi vagina hacia adelante tratando de tomar más dentro de mí. Solo me daría la cabeza de ese consolador. Se sentía bien, pero quería que ella lo enterrara. “Métemelo más, dame más, más, dámelo todo”, le gemí en voz alta Empujó el consolador completa y profundamente en mi vagina. Ella no lo movió dentro y fuera, sólo lo sostuvo allí. Mi vagina lo chupó esperando que ella lo moviera adentro y afuera. Pero Nicole solo lo sostuvo allí mientras me sonreía.


“¿Quieres que te lo siga metiendo?”, Nicole preguntó. “Sabes, este consolador es más pequeño que el pene de Lucas”, agregó. Cuando escuché eso, comencé a mover mis caderas, haciendo todo el esfuerzo para ser penetrada. Se sintió tan bien en mi vagina. Finalmente comenzó a entrar y salir lentamente al principio trabajando a un ritmo constante. Pronto ella estaba metiendo y sacando fuertemente ese consolador en mi vagina.


Sentí que mis pezones se endurecían, mi clítoris empezó a latir cuando mis muslos comenzaron a temblar. Ella sólo movió el consolador más rápido dentro y fuera de mi vagina. Mi vagina estaba empapada, el consolador estaba causando que emitiera sonidos húmedos cuando ella lo metió y lo sacó. “Tómalo todo”, gritó. “OHHH ya voy a ...”, fue todo lo que pude responder cuando ella tomó su dedo y comenzó a frotar mi clítoris con él.
Comencé a respirar con fuerza tragando aire al igual que mi vagina estaba chupando el consolador. Empecé a rodar mi cabeza de lado a lado gritando, “Sí. Ohhh sí. SIIII”. Comencé a tener muchos orgasmos múltiples cortos y rápidos uno tras otro. Estaba gritando y gimiendo salvajemente cuando mi orgasmo se apoderó de mi cuerpo. Nicole comenzó a golpear mi clítoris con su mano mientras empujaba el consolador más profundamente. “Mójate para mí, déjalo salir”, gritó mientras empujaba el consolador profundamente y hacia arriba.


Ella dio en el lugar correcto en mi sexo, porque cuando sacó ese consolador de mí, un gran chorro de líquidos vaginales lo siguieron. Mi vagina chupaba el aire cada vez que chorreaba. Mi orgasmo fue fuerte e intenso mientras chorree unas tres veces más sacudiéndome salvajemente en su cama. Cuando abrí los ojos, ella solo me estaba mirando. Cuando vio que mis ojos estaban abiertos, sólo me sonrió. Mis ojos fueron a su cuerpo. Las tetas de Nicole tenían mis jugos goteando de ellas. Había echado a chorros por todas partes de la habitación. “Me mojaste toda”, bromeó. Me senté, le quité el consolador y le respondí, “Bueno, ahora es mi turno”. Empujé a Nicole hacia la cama y le hice lo que me había hecho. Nicole y yo pasamos la mayor parte de la tarde dándonos placer hasta que ella se durmió.

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