Añosas memorias de un profesor algo ingenuo

Hace unos 40 años atrás yo era un entusiasta estudiante de ingeniería,  lucía extremadamente flaco, no tenía un mango, usaba anteojos tipo CharlyGarcía, vivía en un mono ambiente interno, muy poco luminoso con vista al tubo  central de un edificio horrible. Estudiaba un montón de horas al día y el resto  lo aprovechaba para dar clases particulares de matemática, física y química. De  hecho vivía de esas clases.
Ser un veintiañero y tener bien en claro lo que quería lograr me  daban la energía como para sobrellevar tantas horas de actividad.
En febrero, los sábados a la mañana, comencé a darle clases a dos  chicas, muy bonitas por cierto, con unos físicos impresionantes, que ya habían  terminado el secundario pero les quedaba rendir matemática.
Sus nombres empezaban con las mismas tres letras por los que las llamaré Mar 1 y Mar 2.
Teníamos muy pocos años de diferencia, una afinidad enorme para lo  bizarro y nos divertíamos un montón. Yo sabía mucho de ciencias exactas pero, al  parecer, ellas sabían más de la vida.
…”Si llegamos a  aprobar vamos a hacer una buena fiesta Profe”… me decían.
A mediados de marzo rindieron un jueves. Tantas horas de preparación  rindieron sus frutos, les fue bárbaro. Se habían recibido. Yo me enteré el viernes  por un papelito que pasaron por debajo de mi puerta. Me decían que nos  juntábamos el sábado a la mañana en la casa de fin de semana de los abuelos,  que venga como a las 11 y que no tenía que traer nada. Me dejaron un esquemita  de cómo llegar y me pedían que no les fallara.
El sábado temprano compré dos botellas de gaseosas y algunos paquetes de  galletitas, acomodé todo en mi mochila y salí despacito hacia el sur con mi destartalada bicicleta. Iba despacio ya que era lejos y no quería llegar todo transpirado. Imaginaba que habría algunos parientes y varios compañeros.
Al llegar no se notaba mucho movimiento. Solamente estaba estacionada la  Zanellita 48 cc de tanque naranja de una de las chicas.
Ni bien me ven en la tranquera salen a recibirme súper afectuosamente.
-      ….”¡Felicitaciones! Aprobaron. Son unas genias”… les dije
-      …” Si y  todo gracias a vos. Pasá, pasá”…
La casita de Acantilados era hermosa, cálida, pero no había nadie más  que nosotros. Ellas lucían unos vaqueros impresionantemente clavados en la cola y unas remeras de algodón sin nada abajo. Infartantes
-      …”¿Y el resto de la gente?”…
-      …” parece  que no entendiste nada no?”…
Y ahí, de golpe, entendí todo. Creo que por primera vez las ví como realmente eran: ambas tenían aspecto de teens pero cuerpos contundentes, naturales, culos fenomenales, unas caras preciosas y una actitud tremendamente sexy.
Pasé, charlamos mucho, tomamos unas mates (me costaba un montón disimular mis continuas miradas a sus jóvenes pezones parados que parecían querer pinchar las remeritas mínimas) y de repente una de las chicas (Mar 2) me dice, vení que te muestro la casa (noté que entre las dos cruzaron pícaras miradas). Me llevó directamente a una habitación, cerró la puerta y al instante me estaba comiendo a besos. Lindísimo todo pero no me lo esperaba (en esa época yo era una especie de Nerd). En fin … el día transcurrió así, una rato con una, salíamos, un cafecito y un rato con otra.
Mar 1 cogía y cogía desenfrenadamente. Mar 2 me besaba y hacía el amor como una novia.
A la noche ya había un ambiente muy especial entre los tres, hicimos unas pastas, tomamos un vinito Vasco Viejo que había en la heladera Siam y luego, tarde, descubrimos una botella de Legui ( ..”¿Porqué le habrán puesto caballos?”…). Empezamos a tomar el espeso licor dulzón despacito pero cuando quisimos darnos cuenta estábamos todos bastante borrachos. Con absoluta naturalidad nos acostamos los 3 en la misma cama y fue un vendaval de sexo. No era muy habilidoso en esa época pero tenía una notable cualidad: era incansable.
Esa noche pasó de todo. En un momento Mar 1 cabalgaba frenéticamente mi pija y Mar 2, sentada sobre mi cara, recibía una interminable lamida de concha a la vez que entre las dos se besaban, se acariciaban las tetas, se tiraban suavemente del pelo y se decían de todo, absolutamente guarras, haciendo enloquecer mi morbo.
También nos poníamos en triángulo en un prolongado festival de sexo oral.
Una de las cosas que quedó grabada a fuego en mi memoria es la imagen de las dos rubias chupándome juntas con desesperación la pija. ¡Qué maravilla mis dos alumnas! ¡Cuánta energía! Nunca antes había estado con dos chicas a la vez y nunca había chupado conchitas tan deliciosas durante tanto tiempo. Yo no era precisamente un habilidoso pero parecía que ellas tenían experiencia en este tipo de situaciones. De verdad, me encantó.
Amanecer abrazado a dos hermosas y jovencísimas mujeres desnudas me voló la cabeza.
El domingo a media mañana (tipo geishas) me trajeron el desayuno a la cama, al terminar fui a llevar la bandeja a la cocina y cuando volví me encontré con la fabulosa imagen de las dos desnudas, acostadas boca abajo, mirándose con los ojos entre cerrados, sus labios muy muy cerca y masturbándose frenéticamente.
¡Qué maravilla verlas ofrecerse tan libremente, tan desinhibidas, tan excitadas!
Yo ya me había repuesto perfectamente de la agitada noche anterior así que me monté sobre Mar 1 cuya conchita estaba deliciosamente preparada para la penetración. Al poco rato un notorio espasmo recorrió su cuerpo.
Había dejado a la que más me gustaba para lo último, penetré a Mar 2 que estaba terriblemente lubricada y en muy pocos embates también explotó en un sonoro orgasmo. Luego las dos se lanzaron vorazmente sobre mi pija y no pararon hasta hacerme acabar.
En fin ... me  exprimieron hasta pasado el mediodía. ¡Qué manera de coger!!!!!!!
Almorzamos unas hamburguesas, acomodamos un poco la casa, ventilamos bastante (la pieza tenía un olor a sexo impresionante), cerramos todo y emprendimos el regreso. Ellas en la motito y yo en la bici (con muy pocas piernas jajajajajajajajaja).
Repetimos esos fabulosos fines de semana dos veces más, después las chicas se pusieron de novias y la relación se fue diluyendo lentamente.
No supe nunca más nada (no eran épocas de teléfonos celulares, Facebooko algo por el estilo) de estas dos rubias hermosas  que tanto disfruté pero me encantaría que sepan que nunca se han borrado de mi añosa memoria, que me regalaron momentos mágicos y que si hoy (cuarenta años después) me invitaran a la casita de Acantilados iría sin dudarlo jajajajajajajajajaja.

0 comentarios - Añosas memorias de un profesor algo ingenuo