Isabel 3


 

Isabel

Capítulo 3

 

—Noos preocupéis, es mi hermano Lolo. Bajad ahora a desayunar.

Contoda la tranquilidad del mundo se puso una bata y se marchó. Nos vestimos ybajamos Loli y Lolo no hicieron el más mínimo gesto de extrañeza al vernos.

—Buenosdías — Dije al entrar en la cocina.

Lolinos presentó. Entendí el estado en que había quedado Marcos; las manos de Loloeran enormes.

—Sentaos,¿os preparo unos huevos revueltos y tostadas? — Dijo Loli.

—Sí,por mí está bien, ¿y tú Isabel?

—Sí,sí, estoy hambrienta.

Nossentamos a la mesa, el hermano de Loli no hablaba, se estaba comiendo mediadocena de huevos fritos con chorizo.

—¿Vasal abogado Lolo?

—Sí,Loli. Le he llamado por teléfono esta mañana y esta tarde lo tendrá todopreparado. Ahora voy a ver a ese desgraciado estéril que no ha sido capaz dehacerte un hijo en todos estos años. — No lo dejé terminar.

—¿Cómo?¿Marcos no puede tener hijos? —  Preguntéextrañado.

—No,¿no lo sabías? Yo creí que Paula te lo habría dicho. — Dijo Lolo

—¿Ytú sabías eso Isabel? — Le pregunté

—No,papá. Siempre creí que Alba era hija suya.

—Entonces…¿de quién es? — Miré a Loli — ¿Tú lo sabes?

—Bu,bueno, yo… Veras en aquella época todas tonteábamos con los chicos del pueblo.Se creía que Marcos la embarazó; Éramos amigas y yo estaba coladita por esecabrón, pero por el coño de Paula pasaron algunas pollas entre ellas la deMarcos. Imagino que ella se dejó embarazar para liar a Marcos pero supongo queél se lo olía y no se dejó embaucar, por eso Paula, cuando Marcos me propusomatrimonio, se marchó a Madrid. Imagino que Alba será de cualquiera queestuviera con ella en aquella época. Petra, su madre o ella son las únicas quepueden saber quién es el padre.

—¡Joderpapá, que follón!

—Nuncamejor dicho hija. Bueno, nosotros nos vamos a Madrid a poner en marcha lo deldivorcio exprés. Loli, si lo necesitas me lo dices y te paso el pen drive.

Lolose marchó y Loli me abrazó besándome con afecto. También beso a Isabel, conella se entretuvo un poco más.

—Isabel…Me has abierto las puertas del cielo. Cuando termine todo esto te vendrás unatemporadita conmigo ¿sí?

—Cuandotú quieras chochito mío. Hasta pronto Loli.

Nosmarchamos de su casa y pasamos por la casa de la madre de Paula. Nos recibióPetra, Paula estaba en la cama. Cuando la vi me dio pena. Al parecer se habíapasado la noche llorando, Alba, sentada en el sofá junto a su abuela, tambiénestaba por el estilo.

—Paula,dime la verdad ¿de quién es Alba? Por qué ya sabemos que Marcos es estéril, osea, que de él no es…

Paulase cubrió la cara con las manos y los sollozos la ahogaban.

—Túsi lo sabes ¿verdad Petra?.  Tú eres laque lo planeó todo desde el principio. Eres quien trataba con los tipos que tepagaban para meterse en la cama de tu hija ¿No?… Bueno, al fin y al cabo no meimporta de quien sea hija. Seguramente de algún patán del pueblo a quien Petrale cobró por follar contigo… Paula, mañana vendrá un abogado para que firmes elacuerdo de separación y lo firmarás sin rechistar. En un mes quedaras librepara follar con quien quieras, como siempre, pero a partir de ese momento…legalmente. Y no se te ocurra poner pegas. Aunque Alba sea legalmente mi hijano lo es biológicamente. Ya sé que ha colaborado contigo para tomarme el pelo ytengo pruebas; así que no te opongas o te hundiré. Y a ti Petra, puedo acusartede proxenetismo, podrías acabar en la cárcel, así que… mantente quietecita.

Isabelmiró apenada a su madre y a su hermana, se dio la vuelta y se marchó sindespedirse.

Meesperaba en el coche, la dureza de su rostro me estremeció.

Llevábamosmedia hora sin hablar…

—Papá,quiero que nos hagamos pruebas de paternidad. Necesito saber si soy tu hija ode cualquier tipo con quien se haya acostado la puta de mi madre.

Mesorprendió la petición.

—Isabel,yo no necesito saberlo, eso solo podría separarnos si resulta que no soy tupadre biológico.

—Peroyo sí. Necesito tener la seguridad de que eres mi padre para llevar a cabo misplanes.

—¿Quéplanes Isabel, me das miedo.

—Yalo sabrás… si realmente eres mi padre… En esta casa ha habido muchas mentiras.Otra fue la desfloración de Alba… Tú piensas, porque te lo dijeron, que fue enla romería, que fue un muchacho… Pues mentían. Fue Marcos y fue en tu cama, conmamá presente… después mi madre y ella montaron el numerito de Alba en labañera para meterte a ti en su trama; que te acostaras con ella y si teenterabas de algo poder tener eso contra ti… O sea que no podías quejarte; tútambién te habías acostado con tu hija.

—JoderIsabel… ¿Tan ciego he estado?… me han tenido en babia todos estos años y yo sinsospechar nada.

Llegamosa casa. Teníamos el frigorífico vacío y nos fuimos a comer a un restaurantecercano.

Porla tarde fuimos a una clínica donde nos extrajeron muestras para determinar lapaternidad.  En unos días nos lo dirían.

 

Despuésde la cena me abrazó y besó mi boca.

Mesorprendió, no supe reaccionar. Ella se apartó y me miró a los ojos.

—Isabel…¿Otra vez?

—Papá,soy bisexual… y tú me gustas, me has gustado siempre. No te imaginas la deveces que me he masturbado en la cárcel con tu imagen y sabiendo lo qué hacíascon Alba… Me encantaría hacerte el amor… A solas con tranquilidad…

Sudeclaración me dejó sorprendido. Nunca imagine que Isabel me deseara, sobretodo tras su experiencia con Luci. Pensé que lo ocurrido la otra noche con Lolifue un calentón por las putadas que le había hecho Marcos y por qué le gustóLoli.

Medejé arrastrar hasta la habitación que no mucho tiempo atrás compartía conPaula.

Sedesnudó mostrándome su precioso cuerpo… excepto por unas extrañas cicatrices ensu espalda que no pude ver la noche en casa de Loli por la penumbra en que nosmovíamos. Parecían ser consecuencia de latigazos, algún tipo de castigorecibido en la cárcel. Preferí no preguntarle; cuando ella lo consideraseoportuno ya me hablaría sobre ello.

Tendidaen la cama me llamó con su dedo índice; yo aún tenía reparos, no me excitabaaquella situación. Era mi hija y a pesar de haber vivido una experienciasimilar… Faltaba algo. Faltaba Paula. Entonces comprendí lo que me intentabadecir Isabel sobre la influencia que esa mujer ejercía sobre mí. Era ella laque me empujaba a los brazos de Alba para intentar compensar su engaño conMarcos.

—Vamospapá, no me dejes así… He pasado muchos meses viviendo un infierno en lacárcel, siendo sometida a vejaciones que no puedes imaginar y he podidosuperarlas manteniendo mi pensamiento en ti. Imaginando que algún díaestaríamos juntos y me harías el amor… No me defraudes. Deja de lado losprincipios morales que solo sirven para estropear momentos bellos, cómo este…

Penséque tenía razón. Lo ocurrido con Alba estuvo influenciado por el trato distanteentre nosotros. De alguna forma intuía que algo extraño ocurría con ella… Yvaya si ocurría. El  hecho de saber,ella, que no era hija mía, posibilitaba un tipo de relación distinta entrenosotros.

Peroahora se daba una situación diferente. Isabel, sí, era mi hija y me pedía ayudaen algo tan hermoso como hacer el amor. No podía dejarla abandonada. Y no lohice. Me desnudé y tendí a su lado… De pronto tuve la sensación de estar juntoa un ser muy, muy, querido y totalmente desvalido a pesar de su aparentefortaleza fraguada en la cárcel.

Acariciésu cabello, me miró a los ojos y, por primera vez tras su salida de prisión, világrimas en ellos. Me enterneció. Besé sus labios y peiné su cabello en la nucacon mis dedos.  Un gemido suave, como unlamento surgió de su garganta. Introduje un muslo entre los suyos hastaalcanzar su ingle y sentir el calor que emanaba su entrepierna. Percibí cómo sele erizaba la piel de sus caderas. La abracé con fuerza, como si quisieranarrebatármela… Los besos subieron de intensidad; ella frotaba su sexo en mimuslo con movimientos copulativos y pronto sus fluidos bañaron mi pierna.

Gemía,lloraba y me enterneció.

—¿Quéte ocurre, mi vida? — Pregunté acariciando su espalda.

—Esque esto que has hecho es lo que me hacía Luci cuando hacíamos el amor. Tuternura me la trae a la memoria… Pero es un recuerdo bello y… excitante. A estome refería cuando te decía que me masturbaba contigo. Sin haber hecho nada tú yyo. Sabía que me la recordarías y el sexo contigo sería maravilloso… ¿Has vistocómo me has puesto? Te necesito, necesito tus caricias, tus besos, sentirtedentro de mí por todos mis orificios…

—Note preocupes amor mío. Trataré de compensar en lo que pueda tus malos momentos…Pero ahora quiero que me dejes…

—¡¿Quéte deje?!!

—Queme dejes hacer las cosas que yo quiera, cómo yo quiera… ¿Vale?

—Soytuya, papá. Puedes hacer conmigo lo que se te ocurra.

Nosbesamos intensamente y fui arañando suavemente su brazo, su cadera, la parteexterior de su muslo y pantorrilla hasta llegar a sus pequeños pies. En ellosme entretuve aplicando un suave masaje, besándolos, lamiéndolos, chupando losdeditos y subir acariciando con las yemas de los dedos sus bellas piernas hastallegar a su pelvis que rodeé sin detenerme hasta llegar a sus pechos, duros,firmes de pezones erizados como piedras que besé y mamé como si fuera un bebé.Su cuello, los lóbulos de las pequeñas orejas. Suspiraba y emitía pequeñosquejidos como lamentos de un animalito desvalido. Le urgía sentirme dentro desu vientre y no me hice esperar. Fue uno de los momentos más dulces que pudehaber vivido.

Pasamosunos días en los que nuestra relación se afianzó. Las noches se convirtieron enauténticos maratones de sexo. Isabel era insaciable y el tiempo que pasó en lacárcel la convirtió en una ninfómana. Nunca tenía bastante y me agotaba. Yo yano era tan joven y mantener su ritmo era difícil, pero más difícil erarenunciar a la maravillosa experiencia de sentir el amor más bello que pudesentir en mi vida, con el ser al que más amaba. Mi hija.

Unamañana, estando tendidos muy juntos en la cama recibimos una llamada. Debíamosrecoger la documentación de las pruebas de ADN

Despuésde comer recogimos los resultados que eran positivos… Definitivamente Isabelera hija mía.

Porla tarde sentados en el salón tomando un café…

—Isabel,mi vida, háblame de tus experiencias en la cárcel.

—Papá,no son muy agradables, prefiero no recordarlas, de todos modos puedo hablartede Marta. Era mi compañera de celda y la misma noche en que llegué tuve unrollito con ella, nos protegíamos la una a la otra y cuando teníamosoportunidad nos hacíamos el amor. Papá, el amor entre mujeres es distinto alheterosexual. Sé que tú lo comprendes, como comprendías lo que sentíamos Ceci yyo.

—Sí,creo que teníais algo maravilloso… lo pasé muy mal cuando supe lo que ocurrió.Has debido sufrir mucho… imagino que tus planes están dirigidos a una venganza,¿me equivoco?

—No,papá… no te equivocas. Los cerdos de los hermanos y el padre de Ceci debenpagar por lo que hicieron. Los tres, solo uno de ellos está encerrado, pero porpoco tiempo y deben pagar todos, incluida la santurrona de la madre.

—Hija,las venganzas no curan las heridas, solo pueden abrir más…

—Papálo tengo pensado. ¿Tú has visto lo que los hermanos de Loli han hecho conMarcos? Pues eso no es nada para lo que tengo pensado hacerles. Gentuza comoesa no merece vivir.

Unescalofrío recorrió mi columna. Estaba dispuesta a hacer una barbaridad, pero,pensándolo bien, ¿acaso ellos no habían hecho una barbaridad mayor?

—Estoycontigo hija. Ya me da todo igual. He perdido mi familia, mis ilusiones… Solote tengo a ti y te acompañaré hasta donde vayas. ¿Qué tienes pensado, Isabel?

—Quierodestruir esa familia, papá. Acabar con ella, no pretendo matarlos, simplementearruinarlos, destrozar su relación, que se vean en la calle sin recursos…arruinados.

—Peroeso es complicado, mi vida. ¿Cómo has pensado hacerlo?

—Puessencillamente, papá, poniendo al descubierto su hipocresía ante todo el mundo,sus amistades, sus familias… Sé, por Luci, que su padre tiene un piso dondealberga a una mantenida a espaldas de su esposa e hijos. Si esto se descubrierasus relaciones en el mundo en que se mueven, el Opus Dei, acabaría con susrelaciones, sus negocios se vendrían abajo; además su mujer seguramente sedivorciaría y eso sería su quiebra, su hundimiento. Solo necesito pruebas desus trapicheos, de su infidelidad… La madre de Luci era la propietaria de todoslos bienes, el padre era un guaperas que la engatusó para hacerse con sufortuna. Ahora bien ¿cómo conseguimos esas pruebas?

—Esaes la pregunta del millón, Isabel. Pero todo es cuestión de planificar yejecutar con pulcritud los planes. Primero, vigilancia, seguimiento, sin quenos descubran, de ese tipejo. Con los datos elaborar un plan para conseguir laspruebas, videos, grabaciones sonoras etc. Y a continuación decidir qué hacercon esos datos comprometedores. Ya he pensado en algo que…

—¿Qué,papá? Sé que tienes una mente maquiavélica… cuéntame.

—Extorsión,Isabel… Es algo peligroso pero creo que valdrá la pena. Sacarle los ojos a esetipo y cuando lo creamos oportuno descubrir sus secretos y hundirlo. Por lo quehe podido saber la madre es una sumisa esclavizada y sus hijos no son capacesde enfrentarse a su padre… ¿No es así?

—Sí,papá. De hecho, ellos no querían hacerle daño a Luci; su padre los obligó.

—Bien,entonces mañana empezamos con la vigilancia. Nos turnaremos, estaremos encontacto por móvil, fotos, video y sonido… Vamos a buscar la forma de colocarcámaras vía internet en el piso de la mantenida para tener imágenes de lo quehace con ella. Esa será la prueba principal. Además las que puedan surgir porlas citas con personas influyentes que puedan verse afectadas en sus suciosnegocios. Ahora vamos a dormir un poco, mañana decidiremos cómo lo haremos.

Isabelme abrazó y nos besamos tiernamente… así nos dormimos.

Porla mañana, tras el desayuno, nos separamos. Yo para realizar unas compras en unestablecimiento suministrador de equipos para detectives. Ella para vigilar asu objetivo, la amante del padre en el piso donde se veían.

Nosreunimos en un bar cerca de donde empezarían nuestras actividades. Por la tardeella siguió con su vigilancia y yo me dediqué a controlar al padre, Lucas sellamaba, desde su oficina, anotando horarios y desplazamientos.

Enpocos días disponíamos de una gran cantidad de datos del comportamiento de estehombre y algunos de sus familiares más cercanos. Dos días en semana visitaba asu mantenida en el picadero.

Lafinca en la que estaba situada no disponía de portero y los movimientos de lachica también los teníamos controlados. Los días en que no recibía la visita deLucas se desplazaba a una dirección donde vivía un tipo con pinta dedelincuente que al parecer era quien se dedicaba a la prostitución y ella erauna de las pupilas que trabajaban para él.

Estome dejaba un margen bastante amplio para entrar y salir de su otro piso parainstalar las cámaras que nos facilitarían la información que precisábamos.

Unamigo me presentó a un cerrajero que me informó de lo necesario para abrir unapuerta sin necesidad de romper la cerradura.

Aprovechandouno de los días en los que la chica “trabajaba” en la otra actividad, entré sindemasiada dificultad, aprovechando la salida de un vecino que facilitó mientrada en el bloque. Después tardé un par de minutos en abrir la puerta delpiso.

Instalécámaras en el saloncito, el dormitorio y el baño. La cocina, estilo americana,estaba controlada por la cámara del salón. Previamente limpié de posibleshuellas todo lo que toqué, incluidas las cámaras.

Totaltres cámaras que se activaban con el movimiento y yo captaba por susdirecciones IP vía internet.

Escogíel día anterior a la visita de Lucas para que las baterías no se agotaran.

Eldía siguiente, desde mi casa, grababa en mi ordenador las imágenes que recibíade las actividades pornográficas de Lucas con su pupila.

Laverdad es que no era nada excitante ver a un sesentón seboso perseguir y acosara la chica a la que, cuando él no la veía, mostraba una cara de disgusto quenos enfriaba a Isabel y a mí.

—Papá,resulta penoso lo que esta chica tiene que soportar en manos de ese cerdo. Loque le exigía a Ceci y lo que él hacía y hace. Se merece un buen escarmiento.

—Síhija… Y se lo vamos a dar. Creo que disponemos del material necesario parainiciar la operación extorsión.

Unastomas de pantalla, con imágenes explicitas y claras de lo que el cerdo hacíacon la chica, sin que apareciera el rostro de esta, impresas le fueronremitidas junto a una carta explicativa de lo que debía hacer para que no sepublicaran. Sabía ms que disponía de personal que podría rastrearnos y acabarcon nosotros, pero nos arriesgamos. Una varias cuentas numeradas en paraísosfiscales. Cuando ingresara lo que le exigíamos en una de ellas rápidamente setrasvasaba a otra y a otra hasta hacerle perder la pista de donde estaba el dinero.Y exigíamos mucho dinero. Varias entregas por un total de un millón de euros.Cuando se completara recibiría las grabaciones. Le advertíamos que en caso deque, por la razón que fuera nos localizara nos reservábamos parte del materialpara que si nos ocurría algo, se pusiera en circulación.

Disponíade cuarenta ocho horas para realizar las trasferencias.

Ycumplió, por la cuenta que le tenía.

PeroIsabel quería ir más allá; destruir a la familia. Acabar con ellos.

Yadisponíamos de los pasajes para salir pitando del país. Varios saltos para quenos perdieran la pista y acabamos en Colombia. Mientras en España Lucas sedivorciaba de su esposa, sus negocios se hundían, al no tener el apoyo de losque hasta ahora lo mantenían en el poder de sus empresas coaccionados por sudominio. Se destapaban los negocios sucios a los que se dedicaba y acabó enprisión. Poco después se suicidaba, o, lo suicidaban ya que podría hablar decosas que afectarían a otros poderosos.

Comenzamosnuestra vida en un nuevo país. Alquilamos una casita de dos plantas, bastanteaislada, en Bucaramanga, al norte. Sin ostentación, sin llamar la atención,como padre e hija no teníamos problemas para vivir juntos.

Cadadía que pasaba me sentía más atraído por Isabel, pero comprendía que nuestrasituación no era buena para ella. Precisaba disponer de libertad suficientecomo para vivir su vida. Yo necesitaba poco.

Isabelconoció a una chica de aspecto muy parecido a Luci. Supongo que el recuerdopesaba en su vida. 

Verlade nuevo ilusionada, besando, abrazando a Leidi, así se llamaba, me alegraba.Aunque nuestros encuentros disminuyeran.

Undía, después de comer, subieron al dormitorio de Isabel. Yo me quedé viendo TV.Poco después se me presentaron las dos ante mí, desnudas, tomaron mis manos yme llevaron hasta mi dormitorio. Me desnudaron…

—¿Quéhacéis, Isabel?  No juguéis conmigo.

—Sí,papá, queremos estar contigo. Leidi y yo lo hemos hablado y estamos de acuerdo.Cuando estamos juntas somos felices, pero nos hemos dado cuenta que nos faltaalgo. Las dos somos bisexuales… Y a las dos nos gustas, queremos tenerte connosotras, amarte, hacer el amor contigo…

Fueel pistoletazo de salida. Se acostaron, flanqueándome y se dedicaron aacariciarme, besarme; cuando llegaron hasta donde pretendían se dedicaron abesar, lamer y tragar, turnándose. Yo estaba en la gloria y lo sabían. Vi lacarita de satisfacción de mi hija, con lágrimas de satisfacción en sus ojos.

—¿Lloras,Isabel?

—Defelicidad, papá. No puedes imaginar cómo me siento viéndote a ti y a mis otrosamores entusiasmados, felices los tres. Ahora estoy completa.

Ylo entendí. Vi cómo hundía su rostro entre los muslos de su chica; los grititosde ella tragándome a mí. Apartándose de ella y cabalgándome como si fuera uncaballo, colocándose Isabel sobre mi rostro y ofreciéndome sus licores que yorecibía con deleite.

Perolo que más deseaba era poseer a mi niña y ella se ofreció. Cambiaron suspuestos. Probé por primera vez los néctares de mi nuera, deliciosos, suhidromiel era casi tan dulce cómo la de mi hija. Acaricié sus pequeños y bienformados pechitos, casi de adolescente, se besaban, con Isabel cabalgándome,empalándose sobre mí y abrazando a su chica, besándola y acariciando su cuerpo…

—Isabel,jamás pensé que un hombre me pudiera dar el placer que estoy sintiendo con tupadre. ¡Gracias! Siento que os quiero a los dos con toda mi alma.

Fuedecir estas palabras y explotar en un orgasmo como solo había visto en Isabel,explosivo, brutal. Fue el disparadero de el de mi hija… y el mío. Descargue ensu vientre, como tantas veces, pero esta era especial. Fue compartido con laque era su amada.

Descansamos.Nos dormimos abrazados los tres. Isabel a mi izquierda, Leidi a mi derecha,sobre mis hombros, acurrucadas como dos niñas pequeñas buscando refugio.

Despertéy pude admirar el cuerpo de Leidi. Delgada, frágil, de piel muy blanca. Sumonte de Venus poblado de una pelusilla suave y rubia como su cabello. Los ojosde un intenso azul, cuando despertó y me miró, sonriendo. Besé sus labios yrespondió con pasión…

—Creoque me estoy enamorando de ti… — Dijo con voz queda.

Ysiguió besándome.

—Yate dije que mi papá era especial Leidi. ¿Lo entiendes ahora?

—Sími amor, ya sabes que te quiero con toda mi alma y no podía entender cómo sepuede querer a dos personas a la vez… Os amo…

Misbrazos las estrujaron con verdadero amor. Eran mis niñas…

Hanpasado cinco años. Isabel ha sido madre, la niña, mi nieta, tiene ya tresañitos. No sabe quién es el padre, ni quiere saberlo. Dice que el padre soy yo,aunque ella  sabe que llevo muchos añosvasectomizado.

FIN

 

 

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