Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 14

Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 14

No leíste la primera o la segunda parte de "Chica de ciudad"? En total son 25 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1
SEGUNDO AÑO. CAPITULO 1


Esta es la historia de Celeste, una pueblerina que a los 20 años sigue viviendo su experiencia como chica de la gran ciudad y se va entrelazando con distintas personas con el sexo como único fin tras un año lleno de fracasos amorosos. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 14: Cumpleaños ardiente (Parte 2)
   Si de algo me hizo darme cuenta mi cumpleaños número 21 es que no quería estar atada a nadie. La conversación que había tenido en la mañana con Nicolás me había demostrado que (además de que él no quería compromiso alguno conmigo) yo tenía posibilidades de estar con quien yo quisiera. Así fue ese lunes caluroso de Noviembre, que lo arranqué con él entre mis piernas y siguió con una dosis muy agitada de sexo. Después de coger bien duro con Nico para recibir el día, me fui a la facultad para cruzarme horas más tarde con un Facundo completamente caliente y excitado que logró que se la terminara chupando en el baño. Para concluir el día y tras un desafío de Paulina, invité a Luciano a pasar la noche a casa y la cosa se puso tan hot de golpe, que estuvimos varias horas cogiendo hasta que los dos nos quedamos rendidos en la cama. Pensé que mi cumpleaños había terminado ahí, pero estaba equivocada.
   El martes decidí ser un poco más comprensiva con Tomás y cuando él se acercó para hablarme le pregunté cual era el regalo que tenía para darme del cual me había hablado la noche anterior. “No te voy a decir, es sorpresa” me comentó haciéndose el misterioso y una sonrisa se dibujó en su rostro al ver que yo volví a darle bola como él quería. Seguimos conversando unos minutos más hasta que Santino apareció y nos miró con cara rara, entonces decidimos dejar la conversación y seguís nuestro camino.
   Pero el miércoles volvimos a cruzarnos caminando por los pasillos y esta vez decidimos irnos al bar de la facultad para poder hablar sin que nadie nos molestara. Como era hora de clases, el bar se encontraba bastante vacío a excepción de algunas pocas mesas que estaban ocupadas. Yo decidí hacerme la tonta e insistir con el tema del regalo, pero cada vez que hablaba de ello, él me esquivaba el tema y lo único que me decía es que podía dármelo un día a la noche.
   - ¿Es algo que se pone muy duro cuando le das besitos?- Le pregunté y él agrandó su sonrisa.
   - Puede ser…- Me dijo mientras seguía haciéndose el misterioso.
   - ¿Y no me lo podés dar ahora?- Le pregunté mientras seguía haciéndome la tonta.
   - Vamos presos si te lo doy ahora Cele.- Dijo él riéndose.- Aparte no lo tengo acá.
   - ¡¿No lo tenés acá?!- Dije en voz alta y enseguida me di cuenta y repetí la pregunta en voz mucho más baja.- ¿Cómo es eso?
   - En realidad una parte la tengo acá y la otra no.- Respondió él.- ¡Pero basta! ¡Ya te estoy dando muchas pistas! ¿Cuándo querés que te lo de?
   - ¡Ay ahora quiero saber! ¿Mañana a la noche querés venir a casa?- Le dije yo.
   - ¡No! Necesito que sea en mi departamento.- Comentó él y mi duda se incrementó.- Venite vos.
   - Bueno.- Le dije yo.- Mañana a la noche me voy para tu casa y lo vemos.

   Esa noche estuve pensando cual podía ser la sorpresa con la que me iba a encontrar al día siguiente apenas llegara a la casa de Tomás. “¿Algún juguete?” pensé recordando los momentos bien zarpados y violentos que habíamos tenido y supuse que podía ser algo interesante para nuestra noche de reconciliación. “¿Algún disfraz?” me dije entonces recordando también el día que yo lo recibí en mi casa vestida de profesora sexy y le di una clase bien hot sobre anatomía femenina. “¿Alguna otra fantasía?” me pregunté pensando en que cosas podían haberle pasado por la cabeza a Tomás a la hora de pensar en algo que me gustara a mí. Obviamente no tenía problema en probar lo que él propusiera (a menos que fuese muy violento), pero no tenía ni la más mínima idea de que se trataba.
   Ese jueves cada vez que me lo cruzaba por la facultad (y para colmo fueron muchas veces), él hacía algún comentario acerca de una gran sorpresa que tenía preparada. En la primera ocasión me lo dijo directamente a mí, ya que nos encontramos en la puerta y nos saludamos lo más bien, pero después empezó a hacerlo de manera más obvia, frente a alguno de sus compañeros o de mis amigas que lo miraban con cara rara. “¿Ese chico no va a la clase que estás vos?” me preguntó Maipi escuchando como Tomás le decía a Ramiro que alguien le había comentado de una sorpresa esa noche, lo peor de todo fue que ni siquiera Ramiro sabía de que estaba hablando Tomás.
   A la tarde lo bombardeé a preguntas. “Es un disfraz divertido?”, “Es algún juguete que me va a gustar?”, “Me vas a llevar a un telo o algún otro lugar?” le preguntaba con la intención de que se le escapara algún pequeño comentario al respecto. Sin embargo el siempre respondía con un “Ya vas a ver” que me dejaba con más intriga de la que tenía. Obviamente esa situación me excitaba, me comía mucho la cabeza pensar en las miles de alternativas que había y con las que me podía encontrar al entrar a su departamento. “Lo único que te voy a decir, es que ya hicimos algo parecido una vez. Y a mí me encantó” me escribió por mensaje después de una hora de insistirle.
   Pero esa pista no era algo muy clara, habíamos hecho muchísimas cosas con Tomás durante esos meses. Sin embargo me sirvió para descartar la alternativa de algún juguete sexual, ya que nunca habíamos utilizado uno con él, pero después de eso, nada más. Seguía con las mismas dudas que antes y eso hacía que el tiempo pasara más lento. Luego de comer me fui a cambiar y me puse lo más sensual que encontré. Obviamente de base me dejé una tanguita bien diminuta y un corpiño algo transparente para calentar bien a Tomás. Encima de eso me puse un jean muy ajustado que me marcaba la cola y una remerita bastante al cuerpo que resaltaba mi cintura y mis tetas. Cuando salí me crucé a Paulina que volvía de la facultad y me deseó suerte con mi regalo sorpresa.

   - Hola hermosa.- Me saludó él con un beso después de abrir la puerta.- ¡Que linda que estás!- Agregó pasando su mano por mi cintura y admirando mi cuerpo.
   - ¡Quiero mi regalo!- Le dije yo enseguida.
   - ¡Que impaciente que estás!- Dijo él riéndose.- Está esperándote en la pieza.
   Empecé a caminar con una sonrisa inmensa en el rostro, sin saber que era lo que me estaba esperando en esas cuatro paredes que estaban atrás de la puerta cerrada. Entonces la abrí y pasé sin poder imaginarme lo que había ahí. La habitación estaba semi oscura, iluminada únicamente por una luz azul y tenue que provenía de la mesita de luz de Tomás. En el medio estaba la cama y frente a esta había una silla, algo que me hizo recordar a la noche del cumpleaños de él. Pero la mayor sorpresa me la llevé al mirar a la cama, ya que en ella había otra persona acostada. Desnudo, simplemente con un bóxer negro que se ajustaba a su piel y con la espalda apoyada en el respaldar y los brazos abiertos estaba el chico que vivía con Tomás.
   - Hola Cele.- Me saludó Santiago sonriendo.
   Con una expresión de sorpresa me di vuelta y miré a Tomás. Era obvio que no me esperaba ESA sorpresa, a pesar de que había sido la misma que yo le había dado en mi cumpleaños, sin embargo no terminaba de entender cómo iba a funcionar. Para el cumpleaños de Tomás, él se había encontrado con Paulina en mi cama y nosotras dos habíamos empezado la noche dándonos unos besos y tocándonos un poco mientras que él miraba y se tocaba fascinado. Pero la idea de pensar en Tomás y Santiago besándose y tocándose mientras yo miraba desde la silla que estaba en el medio de la habitación no era algo que me excitara mucho y seguramente tampoco a ellos.
   - ¡No me esperaba esta sorpresa!- Le confesé y enseguida pregunté:- ¿Cómo va a funcionar esto?
   - Tranquila dijo él pasando a la pieza y llevándome de la mano hasta la punta de la cama.- Yo quiero que vos te diviertas hoy y la pases bien.- Pero al ver que sus palabras no fueron claras agregó.- Me gustaría que empieces a jugar con él un rato mientras yo los miro desde la silla y cuando ustedes quieran yo me sumo a su juego.
   - ¿Así que mi regalo, es él?- Le pregunté a Tomás mirando a Santiago.
   Nunca lo había analizado de esa manera, pero su compañero de cuarto no estaba para nada mal. Santiago era alto, flaco, muy flaco, con pelo negro enredado y ojos marrón claro. No era muy lindo de cara, pero no era eso en lo que me estaba fijando en ese momento, sino en su bóxer ya que debajo de él se notaba un bulto que a medida que pasaban los segundos se iba haciendo más grande. Volví a mirar a tomas y le dije que me parecía un muy buen trato si él estaba seguro de eso y sin decirme nada, fue y se sentó en la silla esperando que el show comience.
   Me saqué el saquito que tenía puesto así como también los zapatos y me subí a la cama buscando a Santiago quien me recibió con los brazos abiertos. Me senté encima de su cuerpo y después de rozarlos unos segundos con mis dedos, nos empezamos a besar. Él enseguida llevó sus manos a mi cuello y comenzó a bajarlas por todo mi cuerpo, acariciando cada centímetro de piel y tela que se cruzaba. Mientras tanto nos seguíamos besando y él usaba mucho su lengua, metiéndola adentro de mi boca con frecuencia y eso me dio una gran idea.
   - ¿Puedo hacer lo que quiera con mi regalo?- Le pregunté a Tomás girando la cabeza.
   Él miró a su amigo a los ojos quien le respondió un “sí” asintiendo la cabeza y entonces Tomás levantó los hombros dándome luz verde para hacer lo que yo quisiera. Entonces volví a besarlo y despacito fui yendo hasta su cuello y después subí hasta su oído. “Quiero que uses esa lengüita traviesa en mi conchita” le dije y después lamí su lóbulo mientas notaba como una gran sonrisa se dibujaba en su rostro. Tomás no debía de haber escuchado lo que le había dicho, pero esa era parte del juego y estaba segura que eso lo había excitado muchísimo.
   Me seguía besando y toqueteando con Santiago y las cosas se fueron poniendo cada vez más calientes. Él me sacó la remera y me besó todo el pecho mientras que yo acariciaba su espalda. Después me recostó en la cama y de manera brusca me arrancó el pantalón y se fascinó al ver mi tanguita diminuta. Se tiró encima de mí y mientras nos seguíamos besando él franeleaba todo su cuerpo contra el mío y podía sentir como su pija adentro de su bóxer pedía salir a gritos. Fue bajando con su boca por toda mi piel y cuando llegó a mis piernas las abrió de golpe y se metió entre ellas.
   Enseguida corrió la tanga hacia un lado y hundió su boca en mi concha. Lo hizo de manera bien agresiva, metiendo su lengua lo más adentro que pudo y mojando sus labios con los míos. Era más bien violento a la hora de hacerlo, pero la situación lo ameritaba. Mientras que él chupaba mi conchita y la humedecía con su boca, yo me sacaba el corpiño para masajearme las tetas y miraba fijo a Tomás, que con mucha atención observaba lo que pasaba. Era obvio que le encantaba ver, que lo volvía loco y es por eso que decidí que lo iba a hacer ver todo hasta que no pudiera resistirme.
   Santiago me sacó la tanga y siguió chupándomela con ganas, pero ahora sus dedos también participaban del momento. Metió uno adentro de mi cuerpo sacándome un gritito débil pero placentero y mientras seguía pasando su lengua por mi clítoris, me iba cogiendo con ese dedito que cada vez entraba más a fondo. Yo observaba fijamente a los dos chicos que estaban ahí adentro, mientras que mis manos subían y bajaban por todo mi cuerpo y se detenían en mis tetas para acariciarme los pezones. Santiago seguía lamiendo mi cuerpo y había logrado calentarme mucho con su boca violenta y zarpada.
   - Dejame darme vuelta.- Le dije y él se alejó unos centímetros y como pude giré mi cuerpo hasta quedar boca abajo.- Ahora pasame la lengua por la cola.- Le ordené al chico que se había quedado observándome en silencio.
   Entonces nuevamente se hundió en mi cuerpo, abriendo los cachetes de mi cola con sus manos y nuevamente sentí como su lengua mojada hacía contacto con mi piel y me generaba un cosquilleo que llegaba hasta mi cabeza. Si esa noche iba a disfrutar, lo iba a hacer bien e iba a dejar que esos dos chicos se lleven un gran recuerdo de ese momento. Mientras que Santiago lamía mi cola moviendo su lengua frenéticamente para todos lados, yo me aferraba fuertemente a las sábanas tratando de descargar la presión de mi cuerpo ante tal placer. No podía ver nada de lo que sucedía, ya que mi cabeza apuntaba hacia otro lado y el pelo se caía en mi cara, pero me imaginaba que Tomás debía estar gozando al máximo de tan buen espectáculo.
   Me levanté de golpe y de manera brusca empujé a Santiago contra el colchón que quedó acostado boca arriba en diagonal a este. Fui directamente a su cintura y le saqué el bóxer mientras que él terminaba de acomodarse. Su pija era bastante chica, pero se encontraba completamente dura y mi calentura fue tan que no le di tiempo a pensar y me la llevé directo a la boca. Comencé a pajearlo mientras se la chupaba y movía mi cabeza de manera acelerada hacia arriba y hacia abajo. “¡Ay sí!” dijo él cuando mi lengua entró en juego y comenzó a rozar todo el tronco de su verga. Levanté los ojos y observé a Tomás que seguía mirando atento y en silencio, observando firmemente como yo disfrutaba de la pija de su amigo, como la chupaba como loca, como le pasaba la lengua por todos lados y la movía adentro de mi boca saboreándola por completo.
   Volví a levantarme y me senté sobre la cintura de Santiago introduciendo su pija en mi conchita bien mojada. Apoyé mis manos en su pecho y empecé a mover mi cintura hacia atrás y hacia adelante. Enseguida él llevó sus manos hacia mis tetas y las iba masajeando a medida que yo lo cabalgaba con ganas y montaba su cuerpo aumentando el calor y sintiendo como el placer subía en mí. Entonces me fue imposible contenerme y mirando fijo a los ojos al chico que seguía sentado en la silla empecé a gemir, gozando de la verga de su amigo.
   - ¡Ay sí! ¡Ay sí! ¡Cómo me gusta!- Decía entre profundos suspiros de placer y moviéndome cada vez más aceleradamente.- ¡Cómo me gusta mi regalo!
   Sin quitarme la vista de encima Tomás comenzó a desnudarse, sacándose primero la remera, después el pantalón y por último el bóxer. Estaba totalmente duro y cuando se sentó nuevamente en la silla se empezó a pajear observando tan hermoso espectáculo que nosotros le estábamos dando. Santiago seguía ahí acostado, preso de mi cuerpo y de mi calentura que a medida que pasaban los segundos se iba incrementando. Volvía a sentirme excitada y con ganas de disfrutar, tal como lo había hecho la noche del cumpleaños de Tomás.
   - Vení. Te quiero chupar la pija.- Le dije entonces y él se paró y se acercó lo más que pudo a mí.
   Se terminó parando sobre el colchón al lado mío y yo giré mi cabeza para encontrarme con su verga bien dura que enseguida entró a mi boca. Se la empecé a chupar mientras que seguía moviendo mi cintura, disfrutando así de dos hermosas pijas que eran exclusivamente para mí. Me volvía loca de placer esa situación, de la misma manera en la que me había encantado coger con esos dos amigos de un boliche hacía ya dos años. O al igual que había disfrutado de tener sexo con Luciano y con Santino. E imposible olvida la noche en la que Facundo, Lucas y Lautaro se convirtieron en mis amantes. Esa noche iba a ser increíble como lo habían sido las otras.
   Después le tocó el turno a Tomás de cogerme un rato. Yo me acomodé en cuatro a lo largo de la cama y mientras Santiago se sentaba contra el respaldar dejando su pija frente a mi cara, su amigo me la metía por detrás, aferrándose a mi cintura y cogiéndome la conchita de manera bien violenta como él solo sabía hacerlo. Mis gemidos no eran lo único que se escuchaba en la habitación, ya que Tomás se había dejado llevar por sus impulsos y mientras me cogía me decía que le chupe la pija a su amigo y lo hacía tratándome como a una puta.
   - ¡Chupasela! ¡Chupasela toda!- Me ordenaba y yo lo hacía como podía.
   Le pasaba mi lengua desde la punta hasta los huevos, me la metía en la boca y la llenaba de saliva, saboreándola como podía, mientras que entre gritos y gemidos iba gozando de la otra verga que tenía en mi conchita. Tomás entraba y salía de mi cuerpo con todas sus fuerzas, chocando contra mi cola que seguía mojada de la saliva de Santiago. Él fue bajando una de sus manos de mi cintura hasta mis cachetes y se abrió paso entre ellos hasta llegar a mi culito y clavando fuertemente un dedo, se fue abriendo lugar hasta meterlo adentro de mi cola.
   - ¡Ay sí!- Gemí yo cuando sentí su dedo entrar por completo por detrás de mí.
   - ¿Querés que te cojamos la cola?- Me preguntó Tomás golpeándome fuerte con su cuerpo y moviendo su dedo adentro mío.
   - ¡Sí! ¡Sí, quiero que me hagan la colita!- Le respondí entre jadeos.
   - ¿Los dos?- Preguntó Tomás moviendo aun más su dedo.
   - ¡Sí los dos!- Insistí yo muy excitada.- ¡Quiero que me cojan los dos a la vez! Uno por la conchita y otro por la cola.
   Entonces Tomás volvió a cogerme y lo hice de una manera tan fuerte que o empecé a gritar del placer mientras que sostenía la pija de su amigo con la mano. Su dedo adentro de mi culo seguía moviéndose y dilatándolo para poder metérmela después ahí. Pero no se hizo esperar y apoyó la cabeza de su verga en mi cola y fue haciendo fuerza hasta que la tuve toda adentro. “¡Mmm que apretadita que está esta cola!” dijo moviéndose despacito hacia adelante y hacia atrás mientras que yo con la boca bien abierta respiraba de manera agitada y pajeaba a Santiago que seguía llevando su pija a mi boca. Suavemente Tomás me empezó a coger la cola, dándome muchísimo placer y haciéndome gemir bien fuerte, sujetándome de la cintura y chocando su cuerpo contra el mío.
   - Vení a probar esta cola.- Le dijo minutos más tarde a Santiago y cambiaron de lugar.
   Pero Tomás no fue tan comprensivo como su amigo y él tomó mi cabeza y la llevó hasta su cintura obligándome a chuparle la pija mientras que su amigo me la metía por el culo. Santiago apoyó sus manos sobre los cachetes de mi cola, abriéndola al máximo y me la metió de golpe causándome un grito que mezclaba dolor con placer. “¡Cogetela con toda!” le ordenó su amigo y él se empezó a mover hacia atrás y hacia adelante haciendo que su pija entrara y saliera de mi cuerpo cada vez más rápido. Yo me volvía loca de placer, me encantaba como entre los dos me sometían a convertirme en una especie de esclava sexual. Como Tomás me obligaba a chuparle la pija por más que yo apenas podía respirar. Como Santiago me abría la cola con cada pijazo y me hacía gritar.
   Me tuvieron así un buen rato. Después de que Santiago se hizo un festín con mi cuerpo volvió a ser el turno de Tomás que una vez más me obligó a chuparle la pija a su amigo, tomándome del pelo y llevando mi cabeza hasta la cintura de él. Mientras tanto él me abría aun más la colita y se fascinaba con lo mucho que le gustaba. Luego volvió a tocarle a su compañero de departamento, que me cogía de una manera menos violenta, pero con mucha intensidad, metiéndome hasta el fondo y moviéndose de manera más acelerada. Entre los dos me volvieron loca de placer.
   Pero yo quería tener las dos pijas adentro de mi cuerpo a la vez y cuando se lo propuse a Tomás, enseguida se copó. Él se recostó sobre la cama y yo me senté sobre él que enseguida metió su verga adentro de mi conchita y estiró sus brazos hasta llegar a mi cola. Abrió los cachetes lo más que pudo y le dijo a Santiago que me la metiera suavemente. Su amigo fue bajando su cuerpo como pudo hasta que empezó a entrar. Una vez que la tuve adentro sentí algo muy extraño que recorría mi cuerpo, era doloroso, raro, pero a la vez muy placentero. Cuando Santiago se empezó a mover, ese placer aumentó mucho más.
   - ¿Te gusta?- Me preguntó Tomás.- ¿Te gusta tener dos pijas a la vez?
   - ¡Me encanta!- Le respondí yo jadeando en su oído.
   Entonces como pudo, soportando mi peso y parte del peso de su amigo, se empezó a mover de abajo hacia arriba. Así los me cogían a la vez, metiendo y sacando sus pijas de mi cuerpo, volviéndome loca de placer y haciéndome gritar lo mucho que me gustaba. Tomás seguía con sus manos en mis cachetes, abriéndolos de par en par para que Santiago pudiera hacerme la cola con comodidad. Por más difícil que le fuera mantener la pose, él seguía firme arriba de mi cuerpo, moviéndose como podía y volviéndome loca. En ese momento sentí como un increíble orgasmo invadió todo mi cuerpo y mis alaridos fueron tan fuertes que los dos se pusieron como locos y se movieron tan rápido que segundos más tarde cayeron rendidos del cansancio.
   Pero yo había acabado de una manera increíble y un placer único recorría todo mi cuerpo, desde los dedos de mis pies hasta mi pelo. Levanté la cabeza y miré a Tomás con una sonrisa en él rostro y él me devolvió la sonrisa. “¿Ahora me van a dar la lechita?” le pregunté y él me respondió lo obvio. Santiago enseguida dijo que quería acabarme en la cola y cuando su amigo se corrió de abajo mío, él volvió a ponerme en cuatro y me cogió tan fuerte como pudo hasta que de golpe sacó su pija de adentro de mi cuerpo y llenó mi colita de semen.
   En cambio Tomás se decidió por mi boquita y yo le di el gusto, después de todo se lo merecía después de tan buen regalo de cumpleaños. Me arrodillé en el piso mientras él se pajeaba delante de mí y cuando la leche empezó a salir, yo abrí la boca y recibí toda en mi lengua y en mi rostro y me tragué la que pude y me limpié la que quedaba.
   Rendida, me acosté en la cama con el pecho agitado y la respiración acelerada. Santiago enseguida se fue a su pieza y Tomás se fue a bañar y después volvió a la pieza. Pero yo ya estaba dormida, los dos me habían dejado agotada de tanto placer. Durante toda la noche disfruté de ese orgasmo y a la mañana siguiente cuando me levanté seguía sintiendo las repercusiones placenteras de tan increíble noche. Tomás me había dado un regalo increíble, una noche que definitivamente recordaría para toda mi vida. Ahora queda en mí definir si eso significaba que mi corazón volvía a ser de él o no.


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