Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 10

Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 10

No leíste la primera o la segunda parte de "Chica de ciudad"? En total son 25 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1
SEGUNDO AÑO. CAPITULO 1


Esta es la historia de Celeste, una pueblerina que a los 20 años sigue viviendo su experiencia como chica de la gran ciudad y se va entrelazando con distintas personas con el sexo como único fin tras un año lleno de fracasos amorosos. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 10: Regalito de cumpleaños
   El sábado me levanté cerca del medio día y tras unos segundos de acomodar mis ideas supe lo que tenía que hacer. Busqué el celular que había quedado debajo de una pila de la ropa que había usado anoche y enseguida le mandé un mensaje a Vanina que decía: “Amiga, te tengo que contar algo que pasó anoche”. La espera fue bastante larga, pero después de una media hora que pareció eterna ella me respondió. “Te cogiste a Facundo verdad?” decía su mensaje y el alma se me cayó al piso. Las dos habíamos jurado no volver a estar con él, podría decirse que esa había sido la pauta número uno para que nuestra amistad pudiera funcionar y sin embargo yo había roto esa promesa la noche anterior. Después de festejar su cumpleaños, me había puesto en pedo y había cogido con él en el auto de Lautaro, algo que en su momento me había parecido normal y que recién ahora (sobria) me parecía una estupidez. “Tranquila, no me molesta. Facundo ya fue para mí, está todo bien. Me alegra que me lo hayas contado enseguida” escribió después Vanina y el color me volvió a la piel al ver que poco le había importado lo que había pasado. Con el correr de los días comprobé que lo que me había dicho era verdad, mi amiga no tenía ningún problema con lo que había sucedido, pero para no tentar una pelea, decidí no nombrar el tema.
   Esa misma semana se dio la oficialización entre Lorenzo y Guillermina. Ellos venían hablando hace tiempo, sin embargo la relación avanzó después de que él hablara conmigo y dejáramos en claro que lo nuestro había sido algo de una sola noche. Los dos hacían buena pareja y por más que me molestaba un poco verlos juntos, me obligué a mi misma a no ponerme celosa y a entender que lo nuestro no había significado nada en especial y por más que me costó, lo terminé entendiendo. Al fin y al cabo yo ya estaba con alguien y de hecho la estaba pasando muy bien.
   Mi relación con Tomás seguía en la clandestinidad a pesar de algunos pequeños inconvenientes. Paulina, mi vecina, se enteró por lógica que yo estaba con él. “En más de una ocasión los escuché coger y te vi llegar con él varias veces” me dijo cuando yo quise evitar el tema diciéndole que no estaba saliendo con nadie. Al final le terminé confesando que era un alumno mío y que por eso no quise decirle nada. Ella me sometió a un gran interrogatorio que fue bastante largo, pero que yo respondí sin ningún problema, inclusive cuando preguntó algunas intimidades. La otra persona que se enteró de lo nuestro fue Santiago, el chico que vivía con Tomás en el departamento. Al principio íbamos a su casa cuando él no estaba, pero una noche nos encontró haciéndolo en el comedor y obviamente quedó evidenciada nuestra relación. Él no me conocía, ni siquiera iba a nuestra misma facultad, sin embargo Tomás le explicó la situación y Santiago le prometió que no iba a contarle nada a nadie. Sacando esas dos personas que se enteraron de lo nuestro por lógica, nadie más sabía de nosotros.
   Tanto Maipi y Guillermina, como Vanina, Martina y Azul se habían puesto muy insistentes con el tema ya que se habían dado cuenta de que yo estaba saliendo con alguien. Para evitar un poco la bombardeada de preguntas les terminé diciendo que en realidad estaba con un chico que había conocido en un boliche y que como no era nada serio, no quería decirles nada. Me seguía gustando la clandestinidad de nuestra relación y lo último que quería era más gente en conocimiento de lo nuestro. Después de todo ya tenía a Santino sospechando que yo estaba saliendo con un alumno. Con él ya era suficiente.
   A diferencia de mí, Nicolás la estaba pasando bastante mal con su relación. Él y Daniela se habían vuelto a pelear y parecía que las discusiones entre ellos dos eran mucho más frecuentes. Estaban en un punto casi en el que se peleaban por todo y era muy difícil verlos bien. A pesar de eso él seguía insistiendo en hablar con ella, pero por alguna extraña razón ella no quería escucharlo, como si hubiese algo que no nos contara. Mateo era quien más estaba encima de él, pero era muy difícil ayudarlo cuando Nicolás evadía el tema casi siempre.

   Cuando comenzó Agosto, Tomás puso la mente en su cumpleaños que era el 22. Como ese año caía martes y el fin de semana anterior era largo, decidió que se iba a ir al pueblo para celebrarlo previamente con sus amigos de ahí. “El fin de semana siguiente hago algo acá y nos vemos con vos” me dijo una noche mientras conversábamos en la cama después del sexo. Sin embargo yo tenía ganas de regalarle algo esa misma noche del 22, algo especial para él, ya que yo no iba a poder ir al boliche con sus amigos porque lo nuestro era clandestino. Como no se me ocurría nada, recurrí a la única persona que podía ayudarme: Paulina.
   - Una buena noche de sexo es lo obvio. Ahora… ¿Qué podés hacer de distinto para que sea especial?- Preguntó al aire y empecé a contarle un poco de todo lo que habíamos hecho en la cama.
   La lluvia de ideas fue bastante alocada. Paulina sugirió de entrada hacer un video prohibido con máscaras por si se llegaba a hacer viral, pero la idea de que alguien lo descubriera me hizo descartar esa alternativa. “¿Tener sexo en algún lugar distinto?” preguntó después de un rato, sin embargo él y yo ya lo habíamos hecho en todas las habitaciones de su casa y de la mía, así como también en la terraza de mi edificio y en el ascensor del suyo (aunque había sido simplemente un pete). Una noche de telo era otra alternativa, algo distinto, íntimo y exótico podía ser llamativo para los dos, pero no me terminaba de cerrar, quería que fuese algo que él recordara para siempre.
   - ¿Si te ponés algún disfraz?- Sugirió entonces mi vecina.
   - ¿No te conté de la noche de la profesora sexy?- Recordé de golpe y le resumí a grandes rasgos una de las noches más calientes que habíamos tenido.
   - ¡Ya se!- dijo entonces ella.- Tengo algo que lo va a volver loco, pero tenés que estar abierta de mente.
   - Sabés que no tengo problema, amiga.- Le dije yo expectante.- A ver… Decime.

   El lunes 21 a la noche Tomás volvió a Rosario y me escribió para decirme que al día siguiente quería juntarse conmigo a la noche para festejar a lo grande. “Obvio! Te tengo preparada una sorpresita” le respondí yo creándole el suspenso con anticipación y por más que él me insistió para saber que era, le dije que no le iba a confesar nada. Lo único que le dije es que necesitaba que el viniese a mi departamento, ya que no podía regalarle la sorpresa en el suyo. Él emocionado, aceptó. Al día siguiente a las 10 de la noche, estaba en la puerta de mi casa.
   - ¡Feliz cumpleaños hermoso!- Le dije ni bien abrí la puerta.
   La cara de sorpresa de Tomás fue instantánea. La otra vez que lo había sorprendido de esa manera había sido cuando me disfracé de profesora sexy, con unas botas de tiro algo, una pollera ajustada, una camisa blanca y unos lentes falsos. Pero esta vez no estaba disfrazada, o podríamos decir que sí. Estaba completamente desnuda, sin nada de ropa, ni siquiera unos zaparos, y tenía una cinta roja anta que cubría algunas partes de mi cuerpo. Como si fuese la cinta que envuelve un regalo, me la había pasado por el pecho tapándome los pozones de las tetas y por la cintura, dando varias vueltas para que también me cubriese la entrepierna. El resto era todo piel a la vista.
   - ¿Te gusta tu regalito?- Le dije abriendo los brazos y sonriendo.
   - ¡Me encanta!- Dijo él sonriendo y me dio un beso y enseguida puso sus manos encima de mi cuerpo.- No veo la hora de abrirlo.- Bromeó después.
   - ¡Pero todavía falta!- Le dije yo frenándolo ya que sus manos intentaban correr la cinta de lugar.- Cuando yo te digo contás hasta cinco y entras en la habitación. ¿Dale?
   - Dale.- Respondió él emocionado.
   Salí disparando hacia la pieza y sin decir nada cerré la puerta. Me recosté como la cama tal cual estaba planeado y le dije “Ahora” en un grito para que me escuchase. Tomás contó en voz alta número por número, dejando unos segundos de espera entre cada uno y cuando llegó al cinco abrió la puerta de golpe y volvió a llevarse una sorpresa. Me miró fijo a los ojos, ya que yo estaba recostada en la cama con mi mirada clavada en la puerta, pero enseguida giró la mirada a la otra persona que estaba al lado mío. Recostada en la cama, con el mismo envoltorio que tenía puesto yo y con un moñito de igual color sobre su espalda estaba acostada Paulina, que sonreía a un Tomás totalmente sorprendido por lo que estaba pasando. No fue hasta que ella lo saludo, que él no reaccionó.
   - Hola. ¡Feliz cumple bombón!- Dijo Paulina y él lanzó una débil risa abriendo aun más sus ojos.- ¿Te gusta el regalo que planeamos con Cele?
   - ¡Me encanta!- Confesó él sacándose la camera y tirándola en el piso mientras avanzaba por la habitación.
   - ¡Pará!- Lo frenó de golpe Paulina levantando la mano y dándose vuelta para quedar boca arriba. Tenía unas tetas tan grandes que la cinta dejaba ver todo.- Primero tenés que sentarte en esa silla.- Agregó después con un tono más amable y señalando una silla que habíamos puesto bien en frente de la cama.- Preparamos un show para vos.- Concluyó sonriendo.
   Lentamente y sin dejar de mirarnos, Tomás fue caminando hasta la silla donde se sentó y se relajó preparado para ver el espectáculo que habíamos preparado con Paulina. Empezamos a darnos unos besos algo apasionados en el cuello y en los hombros y después nos animamos a unos más simples en la boca. Era mi primera vez con una mujer y no estaba muy segura de que era lo que debía y podía hacer, lo único que sabía es que hiciera lo que hiciese, Tomás se iba a calentar mucho. Podríamos decir que lo que habíamos planeado era algo simple, darnos algunos besos y tocarnos un poquito con la idea de calentarnos y después coger con él. Pero la cosa se nos empezó a ir de las manos, cuando paradójicamente, una de sus manos se metió entre mis piernas y corrió la cinta de lugar para empezar a acariciar mi concha. Rápidamente giré la cabeza y miré a Paulina tratando de esconderme en mi pelo para que Tomás no viera nada, pero ella mi guiñó un ojo y acercándose a mi oído me dijo en un susurro que me dejase llevar por el momento.
   Abrí un poco más las piernas y recostándome sobre la cama comencé a disfrutar de la mano de mi vecina que subía y bajaba por encima de mi conchita. Mis brazos se entrelazaban con el cuerpo de ella y mis manos acariciaban su piel y la cinta que a medida que seguíamos jugando se iba corriendo de lugar. Los besos no habían frenado y se hacían cada vez más húmedos y las manos se aceleraban a medida que ganábamos confianza en el juego. Era evidente que no era la primera vez de Paulina en ese juego y que de hecho parecía gustarle mucho, ya que uno de sus dedos de repente me penetró y comenzó a masajearme por dentro. Tomás miraba completamente atónito sin poder creer la situación que se estaba dando frente a sus ojos.
   Paulina y yo nos seguimos besando y tocando por un buen rato y casi sin prestar atención a la otra persona que se encontraba en la habitación, como si todo fuese un juego nuestro. Las cintas se habían corrido completamente de lugar y eran simples pedazos de tela que molestaban entre la piel, por lo que decidimos terminar sacándonoslas y seguir con el juego totalmente desnudas. Cuando giramos la cabeza para ver lo que el chico del cumpleaños estaba haciendo, nos encontramos con un Tomás semi desnudo y que se pajeaba mientras observaba nuestro juego. Entonces salió de nosotras una actitud muy de puta y arrastrándonos por encima del colchón nos acercamos hasta él, que enseguida se paró para quedar bien en frente de la cama y las dos fuimos directo a su pija.
   Yo me la metí primero en la boca, después de todo él era mi chico, y comencé a chupársela con muchas ganas mientras lo seguía pajeando. Paulina, que estaba pegada a mi cuerpo, recorría la piel de él con sus manos y miraba con deseo lo que yo tenía en mis labios. De a poco empezamos a compartir la verga bien dura de Tomás que seguía sin poder creer como dos chicas mayores que él estaban ahí acostadas frente a su cuerpo saboreando su pija que parecía a punto de explotar. Mi amiga tan caliente como yo, las dos no solo nos concentrábamos en su verga, sino que también pasábamos nuestras lenguas por su huevos, su cintura, sus piernas y sus abdominales, dejando nuestro rastro por todo su cuerpo. Él parecía a punto de estallar de la calentura.
   Ella se arrodilló en la cama y comenzó a besarlo muestras que yo seguía chupándosela y levemente lo fue inclinando hasta que Tomás cayó rendido sobre su cuerpo. Mientras que se seguían besando y ella abría sus piernas para darle lugar yo terminé de sacarle el pantalón y el bóxer que estaban a medio camino y una vez que estuvo totalmente desnudo, Tomás metió su pija adentro del cuerpo de Paulina que lanzó un gemido bien profundo cuando lo hizo. Ellos empezaron a coger suavemente, mientras que él se movía por sobre su cuerpo y ella le acariciaba la espalda, yo me recosté a un lado lo más pegado a los dos que pude y los observaba mientras que disfrutaban juntos. Me calentó mucho ver el rostro de me vecina, con sus ojos semi cerrados y su boca abierta exhalando gemidos de placer a medida que Tomás se movía cada vez más rápido. Sus cuerpos se rozaban y transpiraban con el paso de los segundos y se notaba el placer que sentían de disfrutar el uno con el otro. Suavemente él comenzó a acelerar sus movimientos y ella gemía cada vez más fuerte y más rápido y acercaba su boca al oído de él con la idea de volverlo loco. Yo recorría los cuerpos de ambos con mis manos, mezclándome en su juego mientras que Tomás de vez en cuando giraba la cabeza para mirarme y denotaba en sus ojos lo mucho que le gustaba.
   Después me tocó a mí y cuando lo hizo ya estaba tan excitado que no hubo un tiempo de calentamiento y directamente me cogió con todas sus ganas. Mis brazos y mis piernas se enredaron con el cuerpo de él que muy aceleradamente movía su cintura, metiendo y sacando su dura pija de mi conchita totalmente mojada. Paulina, además de tocarnos mientras disfrutábamos, acercó su cabeza a las nuestros y le dio un beso muy apasionado a él a escasos centímetros de mi cara. Pero después giró la cabeza y comenzó a besarme a mí mientras que Tomás observaba con una sonrisa en el rostro. La situación era totalmente excitante, el hecho de que los tres jugáramos entre nosotros sin importar con quien me calentaba muchísimo y también al chico del cumpleaños.
   Mientras nosotros seguíamos cogiendo, Paulina se fue poniendo en cuatro al lado nuestro y moviendo la cola para llamar la atención de Tomás, la cual captó enseguida. Después de pedirme permiso para volverse a coger a mi amiga y que yo se lo diera entre risas, él se levantó y se arrodilló atrás de ella que seguía moviendo su cintura emocionada. Enseguida volvieron a coger, mientras que él la sujetaba fuertemente de la cintura y ella gemía de placer. Entonces decidí hacer lo mismo que ella había hecho y comencé a besarla colocando mi mano sobre su nuca y mientras me tocaba mi cuerpo de la calentura que tenía. Tomás se volvió tan loco al ver esa imagen que de golpe se la empezó a coger tan fuerte a Paulina que ella comenzó a gritar de lo mucho que le gustaba eso.
   - Ponete vos también en cuatro.- Me dijo a mí el cumpleañero y yo obedecí enseguida.
   Una vez que nos tuvo a las dos en esa posición una al lado de la otra, se dedicó a cogernos a amabas en intervalos bien cortos. Se ponía detrás de mí y abría mi conchita con su pija y después de darme duro por unos pocos minutos, volvía atrás de mi vecina y se la cogía a ella hasta hacerla gritar de placer. Poco tiempo después se colocaba nuevamente detrás de mí y mientras ella observaba, él me cogía bien duro, diciéndonos lo mucho que le gustaba cogernos a las dos y pegándonos chirlos para sacarnos gritos agudos cada vez que lo hacía. Parecía que la sorpresa se le había pasado y ahora volvía a ser el chico violento, zarpado y adicto que siempre dominaba la situación y se ponía como loco cada vez que cogía.
   - ¿Saben que quiero, mis putitas?- Nos preguntó mientras me seguía cogiendo a mí.
   - ¿Qué?- Le preguntó Paulina ya que yo no podía hablar porque estaba mordiendo las sábanas en ese momento.
   - Quiero acabarle toda la cola a ella y que vos se la limpies con tu lengua.- Le respondió a ella.
   - ¡Apa! Que depravado resultaste ser.- Le respondió ella levantándose y arrodillándose a su lado.- ¡Lo que vos quieras, cumpleañero!- Agregó después y lo beso en la boca.
   Entonces Tomás me empezó a coger bien duro, como lo hacía cuando estaba muy caliente y mis gritos no tardaron en llegar, llenando la habitación y poniéndolo cada vez más loco a él. Sus manos se aferraban fuertemente en mi cintura y las de Paulina abrían mis cachetes y me pegaban chirlos mientras que él me seguía cogiendo. Cuando su calentura llegó al máximo, sacó su verga de adentro de mi cuerpo y empezó a acabar encima de mi cola y de las manos de mi vecina que seguían abriendo mis cachetes. Mucho semen, muchísimo salió de su cuerpo y terminó sobre el mío.
   Cumpliendo con el pedido del chico del cumpleaños, Paulina se colocó detrás de mí una vez que él se corrió y sin ningún inconveniente pasó su lengua por entre mis nalgas limpiando toda la lechita que acababa de recibir. “¡Mmm que rico!” exclamó con la idea de calentar a Tomás que había vuelto a sentarse en la silla y lo hizo una segunda vez. “Limpiale todo” dijo él y ella continuó pasando su lengua por mi cuerpo hasta dejarlo todo lleno de saliva, pero sin una sola gota de semen. Sin embargo su fantasía no terminó ahí y una vez que en mi cola no quedó nada más que limpiar, Pauli se acostó nuevamente al lado mío nos besamos otra vez y pude sentir como la leche calentita pasaba de su boca a la mía y me la fui tragando hasta que no quedó nada más.
   Las dos nos recostamos exhaustas sobre el colchón y lo invitamos a él a que se acueste entre nosotras. “¿Te gustó, mi amor?” le pregunté y él me dijo que le había fascinado y luego me besó para agradecerme la sorpresa. Paulina nos miraba con una sonrisa en su rostro, mientras que nosotros nos besábamos y nos acariciábamos como si no hubiese nadie más en la habitación. Mientras que nosotros seguíamos ahí, ella se fue parando levemente y se cambió hasta que terminó saliendo de la habitación y se volvió a su departamento para dejarnos solos. Fue entonces cuando Tomás y yo nos quedamos más tranquilos y nos fuimos relajando hasta quedarnos dormidos. El regalo había sido perfecto.


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