HTH

Estaba atravesando por una racha adversa, luego de terminar con mi novia hubo un período alentador, donde enganche una serie de chicas dispuestas a todo, hasta que de repente el flujo se cortó, y empecé a vivir de recuerdos y masturbaciones.
Una tarde mi amigo Carlos me llamó por teléfono al trabajo, hacía casi 2 años que no hablábamos, se había mudado al otro extremo de la ciudad y no había oído más de él. Me contó que tenía un nuevo trabajo, que le iba muy bien, que aun no asentaba cabeza dado que vivía saliendo con hermosas chicas, y siempre aparecía una nueva. Reímos de nuestras suertes dispares, me dejó su nueva dirección y teléfono, y quedamos que un día nos juntaríamos.
Pasó casi otro mes, donde solo tuve sexo con una prostituta, no fue algo que se diga satisfactorio, dado que ella estaba interesada en su reloj, y poco pude hacer para cambiar la situación. Nunca me había sentido tan desgraciado.
Mi desesperación era tal que empecé a obsesionarme con el sexo, miraba a todas las personas en términos sexuales, vivía de erecciones y me masturbaba dos a tres veces por día. Me ayudaban los DVD porno que alquilaba, más mis navegaciones en internet. Me especialicé en películas de tríos, el mejor era el de dos chicas con un hombre. Soñaba con eso, quería encontrar mis dos chicas cachondas, de última una pareja distraída que quisiera compartir, o una chica bien puta, en realidad me servía lo que fuera, pero que me diera sexo.
Uno de tantos días, debía entregar unos documentos a la salida del trabajo, no me correspondía, pero a falta del mensajero, mi jefe me pidió delicadamente si me molestaba hasta la otra punta de la city, para entregar una carpeta.
De mala gana accedí, pero sin demostrarlo, así que tome un taxi a cargo de la empresa y me fui pensando que DVD vería antes de jalármela duro.
Antes de llegar leí el nombre de una calle que me llamó la atención, de inmediato recordé que era la calle donde vivía Carlos. Le dije al taxista que me esperara, entregué la carpeta y, luego de mirar mi agenda, le indiqué la dirección de Carlos.
Al llegar me sorprendió su casa, era una casa muy antigua, pero grande, quizás tenía poco mantenimiento, quizás hacía poco que la había comprado. Al lado se veía un terreno abandonado, y otras casa bastante deterioradas.
No estaba para pensar en eso, solo me interesaba entrar en contacto con Carlos, que según había dicho abundaba en mujeres.
Pensé en llamarlo desde mi celular, pero ya había despedido el taxi, así que opté por tocar el timbre con ganas.
Nada, ni un ruido. Imaginé que mi suerte me volvía a jugar una mala pasada, Carlos no estaba. Esperé, toqué de nuevo, dejé que sonara un buen rato. Nada, Toqué nuevamente, una y otra vez, maldiciendo mi suerte. Cuando ya me iba a retirar, oí una voz lejana que gritaba algo.
Esperé, bastante nerviosos, pensaba como explicar mi comportamiento infantil con el timbre.
La puerta se abrió y allí estaba Carlos, apenas me vio sonrió y nos abrazamos.

Qué haces tío, vaya sorpresa!
Pasaba por aquí, y pensé en saludarte.
Me agarraste en la ducha.
Disculpa que no llamé antes, pero ...
No importa, igualmente me agarras en mal momento, casi me estoy yendo... – Respondió antes de que pudiera terminar mi frase.
Ok, Solo pasaba por aquí...
Pues, déjate caer otro día. – Respondió con cierto nerviosismo, que me intrigó bastante.
Bien, te llamaré el fin de semana. - Respondí con cierta decepción, que no pude ocultar.
Mil disculpas, no sabía que venías, y... Tengo algo que hacer... – Balbuceó, intentando hallar una buena excusa. – Mira, pasa un momento, tengo unos minutos más. Anda, pasa. – Dijo a la vez que abría la puerta.
Gracias. – Dije, mientras entraba tras él.
LA sala era inmensa, un cómodo juego de sofás arreglados junto a un hogar, una pantalla gigante de plasma, y toda la chusma de los home theatres. No le iba nada mal. Observe que todo descansaba sobre una gruesa alfombra o moqueta.
Apenas nos sentamos nos miramos un instante, ni una palabra cruzamos, lo que llevó a que nos sonriéramos y luego riéramos con ganas.

Hombre, Joder! Cómo estás? - Preguntó Carlos.
Ando bien. Y tú?
Muy bien.
Un timbre profundo corto la incipiente conversación. Vi como Carlos se sobresaltaba, para luego de mirar la puerta sonrojarse. No entendía nada, solo miraba a Carlos y la puerta, alternativamente, buscando una explicación para su conducta.

Atiende. – Le dije, para ayudarlo a salir del trance.
Si, claro...
Se levantó y fue hacia la puerta. Carlos abrió, y solo pude distinguir una figura femenina ante la puerta, la posición donde estaba no me dejaba ver mucho más.
Hablaban rápido y en voz baja. Observé como Carlos miraba un par de veces hacia a mí, para luego retomar su conversación. Finalmente, él abrió la puerta y dejó que la visitante entrara.
Apenas la vi se me paró el corazón. Era una morocha cetrina, de pelo largo lacio, muy alta, con una figura de modelo.
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Te presento a René, Horacio. - Dijo mientras cerraba la puerta.
Miré como René maniobraba aquel cuerpazo entre los sofás, para darme un beso en la mejilla.

Encantada. – Dijo ella.
Un placer conocerte. – Respondí.
Ella tomó asiento en el sofá de tres cuerpos que estaba frente a mí, descargó su cartera al suelo, y cruzó sus piernas con gran naturalidad y sensualidad, robando mi aliento, cosa que creo era lo buscado.
René tenía un aspecto morisco, piel cetrina, ojos rasgados negros, pelo lacio largo, labios carnosos, facciones regulares, agradables y sensuales. Era delgada y curvilínea, piernas largas y torneadas, una cola redonda, cintura marcada, senos regulares (luego de un par de minutos descubrí que no llevaba sostén, lo que no me dejaba retirar mi vista de ellos) y una simpatía sin límites.
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No paraba de hablar, para desgracia de Carlos que le insistía en que debían partir. Yo la oía y la alentaba, me gustaba estar frente a esa hembra, soñaba a diario con algo así, creo que era mejor que lo que soñaba tener.
Ella insistió en que Carlos sirviera algo de beber, vodka pidió, lo que terminó haciendo a regañadientes. Brindamos, y bebimos.
René seguía hablando, y Carlos miraba el reloj. De golpe ella se levantó y lo llamó hacia otra habitación. No pude dejar de mirar aquel bello cuerpo, era todo nervio, vestía una t-shirt blanca muy ajustada y un jean capri que destacaba su figura, unas sandalias, y el clásico tatuaje en la espalda a la altura de la cintura.
Escuché como discutían, era el segundo round, primero en la puerta y ahora allí. Cada vez entendía menos, pero me excitaba más aquella niña. Carlos parecía seguir perdiendo, pues ella volvió a sentarse, mientras el se iba de la sala a hacer algo que no entendí.
Nos miramos un instante, no se me ocurría como seguir la conversación, pero ella sí sabía.
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Oye, necesito que me ayudes. –Dijo en un tono que era imposible negarle nada.
Dime. – Respondí presto.
Es aquí, arrímate, mi ojo, míralo. Algo me molesta. Dijo mientras se inclinaba un poco y con su índice derecho mantenía su ojo derecho abierto.
Me arrimé rápido. Me incliné hacia su ojo y lo miré. No veía nada extraño, pero no podía dejar de mirar su escote generoso, donde se veía más que el nacimiento de sus senos.

Me molesta, algo debe haber entrado. – Insistió ella.
No veo nada. – Dije sinceramente.
Mira bien que lo verás. – Insistió ella.
Yo solo miraba sus senos a esa altura, lo que no creo que pasara desapercibido para René.

No ves nada? – Preguntó con una voz con un tono de ironía o algo así.
Te juro que no. - Respondí como un tonto, con mi rostro a unos pocos centímetros del de ella.
Y ahora? – Dijo sacando uno de sus senos por el escote.
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Se ve excelente, apetitoso diría. – Atiné a responder.
Pues pruébalo entonces. – Me alentó René.
Y si vuelve Carlos? Creo que no le gustará. – Dije con cierta pena.
Le tendrá que gustar, pues a mi me gusta. Ok? – Dijo muy sería.
Ok. - Dije, mientras acercaba mis labios a aquel oscuro pezón.
Mmmmm, así me gusta, los tengo muy sensibles, mmmmmm.....
Sus manos acariciaban mi cabello, alentándome a chuparle el pezón. Mis manos acariciaron sus muslos y sentí la firmeza de sus carnes, tenía la verga como una roca.
Sus labios buscaron los míos, y me invitó a sentarme a su lado en el sofá. En un instante éramos un enredo de manos y besos recorriendo nuestros cuerpos con avidez.
Se sacó el top y desprendió mi camisa. Sus senos eran firmes, redonditos, pezones largos y oscuros, nada grandes, pero de los buenos. Mis manos los amasaban, mientras ella desprendía mi pantalón. Apenas lo hizo, mi verga brotó enhiesta por la cartera del boxer.

Uyyy! Qué linda verga! – Dijo René. Al tiempo que la besaba y la atrapaba con su cálida y húmeda boca.
Disfrútala amor. Mmmmmmm.
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La mamaba excelente, creo que jamás me lo habían hecho tan rico. Se las ingenió para sacarse el jean, y vi sus hermosas piernas y su perfecto trasero. Me desesperaba de calentura, la manosee como pude, era dinamita pura.
Cuando ya había perdido la noción de tiempo y lugar, oí una voz que me hablaba. Era Carlos, me sobresalté.
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Vaya que eres rápido! – Dijo.
Discúlpame. – Atiné a contestar, como disculpa.
Dale duro! Te traje lubricante para que le hagas el culo a esta puta. – Dijo al tiempo que me alargaba un frasco.
Si amor, dale que me encanta. – Me alentó René.
Era como un sueño, mi amigo me alentaba a follar su amiga o pareja y ella me entregaba el culito, era un sueño. Ella se puso en cuatro, mientras le entraba a mamar la verga a Carlos, dejando su culito a mi merced. Tomé lubricante y lo unté bien, luego hice lo propio con mi verga.
Estábamos los tres en el sofá, y la pasaríamos bomba. Su mano guió mi verga, que siendo respetable entró sin gran dificultad. Luego de llenarle el culo, me entré a mover despacio, ella gemía con la polla de Carlos en la boca. Decidí controlarme, no quería correrme de golpe, debía tener una buena actuación, sino quedaría al margen por tonto.
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Prolongué la follada, pensando en el trabajo en los deportes, en los impuestos, en cualquier cosa menos en que follaba un hermoso culo. La llevaba bien.

Cambiemos de posiciones. - Dijo ella. Así que pasé al frente donde ella me chupaba la verga y Carlos le daba por el culo.
Su boca era divina, succionaba como si fuera de otro mundo, sus manos acariciaban mis bolas y llegaban hasta mi culo, haciendo círculos en mi ano con su índice, lo que me excitaba más de los imaginado. Su lengua parecía que tenía vida propia, y sus labios parecían ser capaces de abrazar cualquier cosa.
Nuevamente quisieron cambiar de posición, yo ya quería correrme donde fuera, no me importaba. Así que se la metí de nuevo en el culo, mientras ella estaba en 4 patas y hacia un 69 con Calos.
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Ahí empecé a sentirme raro. Mientras le empujaba el culo con ganas sentí como la mano una mano me agarraba las bolas, era muy rico, pero me extraño como era que ella lo hacía si estaba en cuatro. Estaba tan excitado que no me importó, aunque sospechaba que era Carlos el de la mano. Seguí en lo mío, acercándome al fin, cuando ella me pide que la saque de su culo un momento. Su pedido era desesperante, casi me corría y ella me sacaba para afuera, ganas de llorar casi me dieron.

Aguanta! – Me gritó ella.
Pero... por favor! Justo ahora! – Me quejé, mientras mi verga palpitaba al borde del orgasmo.
Iba a agregar algo más, cuando ocurrió lo inexplicable. Sentí como una mano me la jalaba y una boca me apresaba la verga. Fue una sorpresa que me paralizó. Pero de inmediato sentí un inmenso placer, la mamada era tremenda y sentí como en lo profundo de mi ser algo estallaba y me corría en medio de gemidos. La leche salía a borbotones, y mi cuerpo se estremecía en espasmos de placer. Me di cuenta como René salí del medio, y vi como Carlos me mamaba y degustaba mi semen. No me importaba nada, solo quería correrme más y más.
Cerré los ojos y quise disfrutar de los últimos instantes, de repente sentí como una mano me tomaba de la nuca.

Dale, vos, que te toca. – Me apuraba René.
Abrí los ojos y me sorprendió una respetable verga erecta frente a mi boca. La miré a los ojos tratando de separarme de aquel garrote oscuro y duro, pero su mano firme me guió hacia su verga. Cerré los ojos y abrí la boca, que me importaba lo que pasara, estaba disfrutando aquello como loco, que se vayan todos a la mierda, verga esa verga. Mmmmm, era rico, que sensación, que suave, que tibia, me encantaba chuparla. Algo me decía que no lo hacía mal, mi experiencia propia me indicaba que le debería gustar, y los gemidos de René me motivaban más y más. Mamé con ganas, con placer, era como si lo hubiera hecho toda la vida, me encantaba. El primer chorro de semen me sorprendió, y perdí la coordinación, quise abandonar, pero ella no me dejo, me empujaba la verga con ganas, y no me dejaba separarme. Su corrida parecía no terminar nunca, era impresionante. Logre dejar que el semen escapara por la comisura de mis labios sin dejar de mamarla. Eso impidió que me ahogara, aunque debo confesar que tragué semen de lo lindo.
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Guauuuu, aquello era una historia, pero no se la po9dría contar a nadie, jamás de los jamases. Vaya si era una experiencia!!!
Terminamos de alguna forma, luego me enteré que Carlos fue el primero en llegar en la boca de René. Que todo fue planeado en la segunda conversación, dado que en la primera, la de la puerta, solo acordaron que verían como reaccionaba yo. También me enteré que no sabían bien como lograrían meterme adentro del tema, pero fueron improvisando y sin saberlo yo me los ayudé mucho, respondiendo a la perfección a sus estímulos, y el resultado fue excelente.
Yo me reía, los miraba y no salía de mi asombro.
Estábamos los tres desnudos, René y yo en el sofá, ella me abrazaba y me agarraba la mano, Carlos sentado en la alfombra. Comentábamos las sensaciones vividas y reíamos al recordar cada detalle. Yo miraba de reojo a René, no me entraba en la cabeza que aquel cuerpo perfecto de mujer tuviera además una verga grande de verdad. A simple vista andaría en los 15 a 20 centímetros, ya estaba blanda, pero no se achicaba. Miraba luego su cara y me decía que no sería prudente enamorarme de aquella criatura, por más linda que pareciera.
Al cabo de unos instantes sentí como la sangre empezaba a llenar las cavidades de mi miembro, consecuencia de una creciente excitación de oír detalles, experiencias, y ver aquellos cuerpos desnudos; ya sabes que los necesitaba mucho, desde hace mucho tiempo, y allí estaban, al alcance de mi mano.
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Carlos, mira esa verga! Este tío quiere más! Yo te dije apenas lo vi que valía la pena intentarlo. – Dijo René mientras sus finos dedos se cerraban sobre mi miembro.
Pero forma parte de la siguiente historia, donde les contaré como me dejé ir con esa fantasía que se hacía realidad, bueno, digamos que tenía algo más de lo que había imaginado, un pequeño detalle, bueno..., dos pequeños detalles, digamos que nunca había pensado en vergas, pero ahora eran una nueva y excitante opción.

2 comentarios - HTH

Eltekeee123
Excelente relato , me senti en el !!
ayayayuyuyuy2
Muy buen relato. Ella es Fabiana rubí de bs as