Departamento de soltero. Capítulo 10

Departamento de soltero. Capítulo 10

Esta es la historia de Lautaro, un chico que se muda solo a un departamento en el que va a vivir muchísimas experiencias nuevas, disfrutando del sexo con amigas, desconocidas y sus vecinas, sin saber que algunas mujeres ocultan secretos muy oscuros. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

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Capítulo 10: Departamento de soltera
   La noticia de que Leticia y yo habíamos cogido no una, ni dos, sino tres veces en una misma noche llegó rápidamente a los oídos de mis amigos, al fin y al cabo ella era muy amiga de Julia, la chica con la que Franco estaba saliendo. Cuando nos juntamos a los pocos días, Javier, Lucas y Franco me hicieron varias preguntas sobre cómo se había dado la noche, sin embargo yo me limité a contarles algunos detalles, pues no quería ser muy explícito. Sin embargo, Franco tenía muchos más datos de los que yo pensaba y terminó contándoles algunas intimidades que al parecer Leticia le había comentado a Julia, como que yo era muy agresivo verbalmente a la hora del sexo. No pude negar eso, al fin y al cabo era algo que me encantaba hacer, pero mis amigos no perdieron la oportunidad para hacer chistes al respecto.
   Volví a verme con Leticia dos semanas más tarde, luego de que Franco nos hiciera ir al mismo boliche en el que estaba Julia solo para encontrarse con ella. Su relación se había vuelto algo más seria, pero seguían ocultándosea al padre de él, pues era el jefe de ambos y querían evitar problemas. Volviendo a Leticia, en esa oportunidad ella estaba mucho más serie y actuó como si apenas me conociera. “Bien que cogimos por casi dos horas hace unos días” pensaba yo cada vez que nuestras miradas se cruzaban y Leticia me ignoraba por completo. A pesar de ello, cuando nos estábamos yendo se me acercó y me preguntó si podía volverse conmigo a pesar de que ella vivía para otra dirección. Obviamente le dije que sí, pues sabía que eso en realidad significaba que íbamos a terminar tirados en mi cama satisfechos y felices.
   Quien también se enteró de lo que había pasado con la amiga de Julia, fue Ana Laura. En una juntada con todos los chicos de la secundaria para despedir el año, a Franco se le escapó un comentario y ella no hizo oídos sordos. A pesar de las miradas preocupantes de Elisa y Natalia, Ana demostró que la historia no le afectaba en lo más mínimo (o al menos lo disimuló muy bien). Lo que nadie sabía era que ella se estaba viendo con un chico del trabajo desde hacía unas pocas semanas y que estaba sintiéndose muy atraída hacia él. Pero a pesar de las insistencias de parte de Franco para que yo me pusiera en algo más serio con la amiga de su chica, lo mío con Leticia era algo del pasado, ya que tras esa segunda vez, no volvimos a vernos por mucho tiempo.
   Con los chicos de la facultad la cosa se puso un poco más compleja en esa época del año. A mediados de Noviembre, Luciano y Estefanía tuvieron una discusión de pareja bastante grande que llevó a que no se hablaran por algunos días, haciéndonos pensar a todos que su noviazgo había terminado. Con Facundo y Juan Pablo le hablamos en varias oportunidades, con la idea de convencerlo que él y Estefanía eran el uno para el otro. Mientras tanto, Macarena y Lucía hicieron lo propio con ella. No fue hasta la primera semana de Diciembre que todos volvimos a vernos y los chicos nos contaron que estaban bien y que habían vuelto al plan original de mudarse juntos, marcando así que los problemas habían quedado atrás.
   Quien reapareció por esa semana fue Daniela, la colorada que había tenido como alumna en la materia que era ayudante de cátedra. Me escribió un mensaje luego de casi un mes de no hablarme y de haberme bloqueado para decirme que había reaccionado mal y que quería volver a verme. Obviamente yo le dije que sí, al fin y al cabo yo estaba caliente y ella sabía muy bien como complacerme, por lo que organizamos para encontrarnos un jueves a la tarde luego de que yo saliera del trabajo. Daniela había aprobado la materia y no era más alumna mía, pero decidimos seguir manteniendo lo nuestro en secreto, pues eso le generaba un morbo extra.
   Llegó a mi casa y tras una conversación corta en la que acordamos que simplemente íbamos a tener sexo y lo íbamos a hacer siempre y cuando los dos tuviéramos ganas, ella volvió a pedirme disculpas. “Vas a tener que hacer algo más para resarcir tu actitud” le dije y una sonrisa morbosa se dibujó en mi rostro. Daniela entendió enseguida y devolviéndome la sonrisa, se arrodillé en frente mío y empezó a desabrocharme el cierre del pantalón a toda velocidad. “¡Me encanta lo directa que sos pendeja!” le dije sonriendo y ella empezó a pajearme delicadamente con sus manos hasta ponerme la pija bien dura. Una vez que la tuvo completamente al palo entre sus dedos, dejó caer un hilito de baba sobre ella y lo fue esparciendo por todo el tronco para dejarla bien babosa.
   Empezó a chupármela de una manera increíble, lamiéndola de arriba abajo y de abaja hacia arriba hasta dejarla toda empapada. Su lengua dibujaba diferentes formas encima de mi pija y recorría la cabecita por todos lados. Cuando sus labios hicieron contacto, estos fueron subiendo y bajando por mi cuerpo una y otra vez, provocándome un placer hermoso que se intensificaba a medida que los segundos pasaban. “¡Uff sí pendeja! ¡Así!” le decía yo sintiendo como su boca hacía desaparecer mi verga por completo. Me encantaba la manera en la que Daniela me ponía al palo en cuestión de segundos. La tenía completamente dura y no veía la hora de cogérmela como a mí me gustaba.
   - ¡Vamos a la pieza que te quiero hacer gritar como a vos te gusta!- Le dije e intenté levantarme.
   Pero ella me dijo que no con voz firme y siguió chupándomela a pesar de la orden que yo le había dado. “Quiero hacerte acabar con la boquita primero” me confesó después y esas palabras me volvieron tan loco que sentí como mi verga latía en sus labios. Volvió a chupármela con ganas, haciendo que su cabeza subiera y bajara a toda velocidad y causándome un calor que iba por todo mi cuerpo. “¡Uff que pendeja increíble que sos! ¡Te voy a dar toda la leche, putita!” le dije y dejé que ella me pajeara hasta sacarme hasta la última gota de semen con su boca. Luego de eso, fuimos a la habitación y cogimos por un buen rato, haciendo que la colorada se pusiera a gritar de una manera increíble.

   Daniela se volvió al pueblo unos días después y me contó que no iba a volver hasta que comenzaran las clases el año entrante, por lo que durante el verano no iba a estar allí para poder hacerlo. “Puede que me vuelva alguna vez, pero todo depende” me dijo por mensaje mientras viajaba en colectivo hasta su pueblo. Eso significaba que por los próximos meses no íbamos a tener sexo, pero yo tenía una puerta abierta que no iba a desaprovechar. Se trataba ni más ni menos que de una de mis vecinas, con la cual había establecido contacto durante esos meses y que estaba seguro que quería que algo pasara entre nosotros dos.
   Cuando le conté a Victoria que Daniela se había vuelto al pueblo, lo primero que ella dijo fue que por fin iba a poder estar en su habitación tranquila sin tener que aguantarse los gemidos de mi amante. “En serio te digo, no es normal que una mina grite así cuando coge” insistió ella que había vuelto a escuchar los alaridos de mi ex alumna cuando volvimos a coger antes de que ella se fuera. Yo le respondí diciendo que era porque yo la hacía gozar mucho y aproveché el momento para agrandarme frente a ella, pero Victoria era mucho más rápida que yo. “A pendejitas de 18 años que cogieron dos veces cualquiera pone a gritar de esa manera. Te quiero ver con una mina de verdad” me dijo y una sonrisa macabra se dibujó en su rostro.
   Esa fue la primera vez que la vi con otros ojos. Victoria era una mina hermosa, con unos ojos color miel y un pelo marrón oscuro que le caía delicadamente sobre el rostro y los hombros. Su sonrisa me encantaba y parecía ser que esta aparecía contantemente en su rostro. En esa oportunidad, vi en ella algo que nunca había visto y me quedé mudo por unos segundos, cambiando mi cara por completo y volviéndome totalmente serio. No era la primera vez que nos lanzábamos alguna que otra indirecta, sin embargo en esa oportunidad las palabras hicieron que por mi cabeza pasaran otras ideas.
   - ¿Qué sería una mina de verdad? ¿Alguien como vos?- Le pregunté mirándola fijo.
   Ella se mordió el labio respondiendo mi mirada y se quedó en silencio luego de ello. “Si no supiera que te gustan las pendejitas, capaz que te daría bola” me respondió y se levantó a buscar un vaso de agua en la cocina, dejándome con las ganas de responderle. Victoria volvió segundos más tarde pero traía con ella un nuevo tema de conversación, por lo que no pude decirle que de ser por mí, yo le daba toda la bola que ella quería. Fue en ese momento cuando me di cuenta que veía a mi vecina como algo más que una simple amiga y me quedé convencido de que ella sentía lo mismo por mí.
   Pero las cosas habían cambiado y todo era gracias a la aparición de Sofía. Luego de cruzarnos ese domingo a la mañana en el que yo despedía a Leticia, arreglamos para juntarnos a tomar algo, evento que fuimos pateando hasta mediados de Diciembre por alguna que otra excusa. “Basta! Este domingo te venís a casa, te cocino unas pizas y tomamos algo” me escribió ella luego de que le dijera que el viernes no podía porque tenía la despedida del trabajo. Acepté su invitación enseguida y le propuse llevar las cervezas, teniendo en cuenta que era ella la que iba a cocinar.
   Ese domingo, salí de mi departamento con las latas en la mano y bajé las escaleras luego de observar por unos segundos la puerta del departamento de Victoria. Tuve ganas de tocarle el timbre a ella y de decirle que estaba dispuesto a dejar de verme con cualquier mina que ella me dijera solo para poder pasar una noche juntos. Pero me contuve el impulso y bajé las escaleras para tocar el timbre del departamento que estaba exactamente abajo del mío. Sofía me abrió segundos más tarde y con una sonrisa me propuso que pasara a su casa. El departamento era igual al mío, pero ella lo había acomodado de una manera distinta, haciendo que el comedor pareciera mucho más grande.
   Dejé las cervezas en la heladera y nos pusimos a conversar mientras Sofía terminaba de preparar las pizzas. Aprovechó para contarme que era oriunda de un pueblo del sur del país y que estaba viviendo allí por cuestiones de trabajo. “¿De qué trabajás?” le pregunté recordando que el día que había aprendido su nombre y su edad, ella se había puesto tan nerviosa por haberse quedado encerrada en el ascensor que no pudo responderme. “Soy policía” me dijo mirándome preocupada a ver que podía llegar a decir después de ello. Rápidamente le pregunté qué era lo que hacía y nos pusimos a conversar un poco sobre su trabajo y luego pasé a contarle del mío.
   Cuando la comida estuvo lista, pasamos a la mesa, abrimos las cervezas y seguimos con la conversación. “¿Estás en algo con alguien?” me preguntó ella y por mi cabeza pasó la vaga imagen de Victoria por un segundo. Le dije que no, que no estaba en nada formal con nadie y que simplemente me veía con algunas chicas, pero nada serie. Cuando le hice la misma pregunta, Sofía me confesó que había tenido un novio durante muchos años en el sur y que luego de pelearse, ella quedó tan mal que se terminó yendo de allí porque no podía estar cerca de él. “Me costó mucho superarlo. Fue muy importante para mí” me dijo y yo escuché sus palabras sin saber muy bien que decirle.
   Luego de eso, nos trasladamos a un sillón que tenía contra la pared y seguimos tomando mientras conversamos un poco más. La tensión sexual apareció tan de golpe que casi ni me di cuenta. Mis ojos bajaron por un segundo a su hermoso escote y ella se dio cuenta, por lo que sacó pecho para que pudiera verlas mejor. Fue entonces cuando nos hicimos algunas insinuaciones y poco a poco nos acercamos para darnos un beso bastante caliente. La cosa se prendió rápidamente, obligándonos a dejar las cervezas a un lado para poder utilizar las manos por encima del cuerpo del otro. Sofía me propuso de trasladar la acción a la pieza y yo acepté.
   Pero ni bien entramos a la habitación, todo se desvirtuó de golpe. Ella me tomó con fuera, me lanzó a la cama y se acostó encima de mí, dejándome inmovilizado. “Tengo que confesarte algo. Tengo un morbo muy fuerte” me dijo al oído y me explicó de qué estaba hablando. A medida que sus palabras salían de su boca podía notar como su voz sonaba emocionada y como una sonrisa se iba dibujando en su rostro. Yo escuché atentamente las palabras de Sofía y el morbo se encendió en mi cabeza cuanto más detallista se ponía. “Me encanta la idea” le dije y en ese momento me percaté que debía de ser la primera vez en mucho tiempo que no cogía en mi propia casa.
   Volvimos a los besos con mi vecina y estos nos prendieron en cuestión de segundos. Empezamos a sacarnos la ropa y a toquetearnos alevosamente. Ella se desprendió del corpiño y llevó sus tetas a mi cara, franeleándome con ellas y ahogándome por momentos. Mis manos recorrían todo su cuerpo, desde sus hermosos pechos hasta su cola firma y parada. Los besos siguieron cada vez más y más y cuando no hubo otra prenda que sacar, Sofía se paró y fue al placar a buscar las herramientas necesarias para poder cumplir su morbo. Sacó un par de esposas, un pañuelo y un consolador que tenía muy bien guardados entre sus ropas. “El último para más adelante” le dije yo mirando lo ancho que ese consolador era, pero ella rio y rápidamente me aclaró que no lo iba a usar conmigo.
   Estiré las manos hacia el borde de la cama y la policía me ató las muñecas, dejándome completamente inmóvil. Con el pañuelo ató una de mis piernas a la otra punta y yo apenas pude moverme. “¡Sos increíble!” le dije por más que la noche recién estaba empezando, pero ella enseguida me cayó colocando uno de sus dedos en mi boca. “Podes hablar cuando yo te lo permita” me dijo y esas palabras me terminaron de descolocar. Sofía siguió besándome apasionadamente y fue bajando por mi cuerpo hasta acomodarse entre mis piernas. Tomó mi pija con una de sus manos y empezó a pajearme a toda velocidad, haciéndome sentir la firmeza de sus dedos en mi cuerpo.
   - ¡Quietito y calladito!- Me dijo Sofía haciéndome temblar de arriba a abajo.
   Su boca comenzó a rozar mi verga y noté como está latía a medida que sus labios subían y bajaban por ella. Poco a poco fue humedeciendo la zona y su lengua apareció un rato más tarde para darme oleadas de placer. Yo me mordía la lengua para no decirle cientos de cosas que se me iban cruzando por la cabeza, pues no quería arruinar el momento. Me encantaba ser dominante, posesivo y agresivo a la hora del sexo, pero por alguna razón mi vecina me estaba demostrando que se podía ser todo lo contrario y disfrutar de una manera increíble. Su boca siguió recorriendo mi pija en todas direcciones, de arriba a abajo, de un lado al otro y en forma de círculos, volviéndome completamente loco. Respiraba de forma acelerada y me contenía los gemidos para no mostrarle el más mínimo grado de debilidad ante su actitud dominante.
   Luego de dejarme toda la verga llena de saliva, Sofía se sentí encima de mi cintura y comenzó a cogerme de una forma increíble. Al principio se movía lentamente, acomodándose a mi cuerpo y calentando el ambiente. Pero en cuestión de segundos aceleró el ritmo y me llevó a sentir la humedad de su cuerpo de forma bien profunda, clavándose mi pija con violencia. Pegaba saltos y saltos cada vez más fuertes, generando que la cama rechinara y que mi cuerpo se moviera al ritmo del suyo. “¡Ay sí! ¡Hijo de puta! ¡Qué buena pija que tenés!” me dijo gritando como loca y clavándose una y otra ver mi cuerpo. Me encantaba ver como sus enormes tetas se bamboleaban con cada salto que daba y como su mirada se clavaba en la mía con odio.
   - ¿Te gusta? ¿Te gusta cómo te estoy cogiendo, hijo de puta?- Me preguntó y estiró una de sus manos para agarrarme la cara alrededor de la boca.
   Como pude le dije que sí, que me gustaba como me estaba cogiendo y eso hizo que Sofía se volviera más loca. Volvió a saltar desesperadamente y con cada caída que daba mi pija bien dura se clavaba bien a fondo en su conchita empapada. El momento era delicioso y me encantaba. Nunca antes me habían atado a la hora del sexo y nunca me habían dominado con esa actitud agresiva y violenta que por lo general yo solía presentar a la hora del sexo. Me fascinaba, me volaba la cabeza. Su cuerpo se movía descontroladamente, su rostro no dejaba de exhibir expresiones de placer puro y de su boca salían constantes gemidos e insultos hacia mi persona que me ponían más y más duro.
   Sofía bajó sus manos a mi cuerpo y las apoyó sobre mi pecho para hacerme sentir con presión el peso de tu cuerpo. “¿Te gusta cómo te coge la vecina?” volvió a preguntarme y obviamente yo le dije que sí, a pesar de que me costaba hablar con sus manos presionando mi pecho. Ella empezó a mover su cintura a máxima velocidad, subiéndola y bajándola. Podía sentir su cola contundente chocando contra mis muslos cada vez que esta caía de golpe en mi cuerpo. Notaba como se mordía los labios para ahogar sus gemidos y eso me volvía loco. Tenía ganas de dejar salir la bestia que vivía en mí y que se hacía presente en cada acto sexual. Sin poder controlarme, sin pensarlo, abrí la boca y…
   - ¡Dale pedazo de puta! ¡Cogeme bien duro!- Le dije sin aguantarme las ganas.
   Su mano se elevó por los aires y azotó mi mejilla a una velocidad tremenda que no pude hacer nada para soportar el golpe. Mi cabeza se dio vuelta y sentí como la mitad de mi cara se calentaba frente a la tremenda cachetada que Sofía acababa de darme. “¡Te dije que no hablar! ¡Pedazo de mierda!” me dijo ella sin dejar de cogerme a toda velocidad. Con la misma mano que me había pegado, me sujetó nuevamente la cara y me amenazó diciéndome que si volví a decirle algo, me iba a poner la concha en la cara para que no emitiera una sola palabra. Esa escena hizo que la pija se me pusiera tan dura que sentí que podía acabar en cualquier momento. Pero la idea de tener a mi vecina sentada encima de mi cara me generó tanto morbo que, con sus dedos aún alrededor de mi boca, le dije que era una puta tremenda y su mirada lo dijo todo.
   Sofía se levantó rápidamente y colocando una rodilla a cada lado de mi cabeza, se sentó encima de mi cara y me llevó a sentir su concha empapada en mi boca. Rápidamente saqué la lengua y empecé a chupársela a una velocidad increíble, sintiendo como sus labios se abrían frente a mi cuerpo. Su cintura empezó a temblar cada vez más y más y elevé mi lengua hasta llegar a su clítoris y así poder saborearlo por completo. Ella se agarraba contra el respaldar de la cama y se movía como loca con cada movimiento que yo daba por debajo de su cuerpo. Me encantaba como se había sentado encima de mí y como me había hecho su prisionero para demostrarme quien era la que verdaderamente mandaba allí.
   - ¡Ay sí hijo de puta! ¡Haceme acabar con la lengua!- Me dijo dándome una orden directa que obviamente yo iba a obedecer.
   Mientras seguía chupándole la concha con todas mis ganas y respirando entrecortadamente por tener el peso de su cuerpo en mi cara, Sofía me liberó la mano derecha y me ordenó que me pajeara con ella. Obviamente quería verme acabar mientras disfrutaba del sabor de su concha, algo que me seguía volviendo loco. Sin dudarlo, tomé mi pija completamente empapada por su saliva y sus jugos y me empecé a masturbar mientras seguía lamiéndole el clítoris a mi vecina. Debía de ser una escena sumamente placentera para ver, pues Sofía no dejaba de agarrarse al respaldar de la cama mientras seguía gimiendo como loca y lanzaba insultos al aire.
   - ¡Ay sí! ¡Voy a acabar! ¡No pares!- Empezó a gritar entrecortadamente y noté como mi mano también aceleraba el movimiento.
   Seguí chupándosela como loco, llegando a sentir dolor en mi lengua de lo rápido que la movía. De golpe un chorro de líquido espeso y dulce llenó mi boca e hizo que me ahogara a pesar de que yo no dejé de mover mi lengua aceleradamente. Sofía empezó a temblar y su cintura se corrió hacia abajo, liberando mi boca y permitiéndome respirar de manera profunda y sintiendo el sabor de su cuerpo en mis labios. Mi mano, no dejó de moverse hasta que noté el alivio de mi semen saliendo a chorros y cayendo sobre todo mi cuerpo, haciéndome sentir el calor de una excelente acabada. Ella continuó disfrutando de su orgasmo encima de mi pecho y manchándome por completo, haciéndome saber lo mucho que había disfrutado de ese encuentro.
   Sofía me desató y se fue al baño a bañarse, no sin antes invitarme a que me uniera. “Ahora voy” le dije yo que seguía disfrutando de mi orgasmo y que no podía sacarme la sonrisa de la cara. Había sido una experiencia increíble, la cual había disfrutado plenamente gracias a el cambio de roles que se había dado en lo que era habitual para mí. Sofía me había demostrado que podía hacerme sentir muchísimo placer dominándome de forma agresiva y salvaje y que siendo sumiso se la pasaba muy bien. Escuché como abría el agua de la canilla y como me invitaba nuevamente a que me sumara a la ducha con ella, algo que obviamente iba a hacer para sacarme el semen y sus fluidos de mi cuerpo.
   Antes de salir de la habitación, tomé mi celular y lo revisé para comprobar que tenía un mensaje de nada más y nada menos que Victoria. Con curiosidad decidí abrirlo para comprobar que me había enviado dos mensajes, uno hacía media hora y otro hacía no más de cinco minutos. El primero decía: “Me quedé pensando en lo que hablamos el otro día. Sí, yo soy una mina de verdad y me encantaría ver si te la bancás conmigo”. El problema fue que el segundo mensaje cambiaba completamente de tema, como si se hubiese olvidado del anterior y decía: “¿Escuchás los gritos de la vecina de abajo? ¡Peor que tu amiguita la colorada!”. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al saber que, de haber esperado tan solo unos minutos podría haber terminado en la cama de Victoria en vez de la de Sofía.


CONTINUARÁ...
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OTRAS HISTORIAS:
LA TANGA VERDE (FANTASÍA)
HISTORIAS INVENTADAS (HISTORIA CORTA)
CUARENTENA TOTAL. CAPÍTULO 1

5 comentarios - Departamento de soltero. Capítulo 10

juuli88 +1
ahh pero que puterio ese edificiooo!!
HistoriasDe +1
Jajaja gracias por comentar!
juanp4288 +1
Buen final, muy excitante,
aunque me quedé con las ganas de que Victoria entre en acción jajaja
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Todo a su tiempo!
Gracias por pasar!
daros82 +1
Se viene la temporada 2... Veremos si garcha bien o solo porq era una pendejita ZX 😆😆
HistoriasDe +1
Habrá que esperar para saberlo...
garcheskikpo +1
Me gusto mucho esa serie, le dio buen uso al depto ese muchacho, cogió más de lo que estudió jaja
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Jajajaja gracias por comentar!
garcheskikpo
Supongo que luego en algún momento se vendra la segunda temporada donde Victoria tambien pasa para el metro ¿no?
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Va a haber segunda parte, obviamente! Pero no puedo dar ningún spoiler de lo que va a pasar!
duketec +1
Nooo increíble!! El continuará me hace pensar que hará victoria ahora..juju...se calentó el asunto!
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Gracias!! Ya vendrán capítulos nuevos! A estar atentos!!