Departamento de soltero. Capítulo 1

Departamento de soltero. Capítulo 1

Esta es la historia de Lautaro, un chico que se muda solo a un departamento en el que va a vivir muchísimas experiencias nuevas, disfrutando del sexo con amigas, desconocidas y sus vecinas, sin saber que algunas mujeres ocultan secretos muy oscuros. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

Capítulo 1: La primara fiesta
   Como era de esperar, el primer sábado a la noche después de haberme mudado, organizamos con los chicos una joda en el departamento con la idea de estrenar lo que sería nuestro nuevo lugar de encuentros. Coincidía con el cumpleaños número veintiséis de Javier, quien bautizó a mi casa como el nuevo departamento de soltero. Él y Franco se ocuparon de comprar toda la bebida, mientras que Lucas y yo nos encargamos de ordenar la casa, preparar el equipo de sonido y armar una buen playlist para cuando llegaran los demás. A eso de las ocho de la noche la heladera estaba que rebalsaba de cervezas y las cumbias sonaban fuerte en el comedor de mi nuevo departamento.
   Me llamo Lautaro, tengo veintiséis años y después de mucho tiempo, pude mudarme solo. Con la ayuda de mis viejos, ni bien me recibí de contador empecé a laburar en una empresa grande de la ciudad y al poco tiempo estaba ganando la plata suficiente como para poder pensar en vivir solo. Mis padres me ayudaron a buscar un buen departamento en la zona centro de la ciudad y luego de unas semanas habíamos encontrado uno que me encantó. Ubicado en el noveno piso y con vista a la calle, el departamento de un dormitorio con una cocina comedor amplia y un baño grande, me encantó. El costo del alquiler era razonable y las expensas eran bajas, por lo que no lo dudé ni un segundo y firmé el contrato para mudarme el 1ro de Enero de ese año.
   Luego de festejar con mi familia la llegada de un nuevo año, con la ayuda de mis tres amigos de la secundaria, trajimos los muebles y algunas cosas que ya había embalado para pasar esa primera noche en mi nuevo departamento. Obviamente festejamos con una pizza y unas cervezas junto a los chicos y ahí fue cuando los cuatro nos pusimos a organizar una buena joda para el siguiente fin de semana, con la idea de celebrar esta nueva etapa de mi vida y festejar el cumpleaños de Javi. Esa misma noche fue cuando él bautizó al lugar como mi nuevo departamento de soltero. El nombre me gustaba y a pesar de que las primeras veces sonaba tonto, con el tiempo podías acostumbrarte a ello.
   La razón para darle ese nombre es que nunca estuve de novio y nunca tuve una relación formal con alguien. Durante la secundaria fui en gran parte el galán del curso y el rompe corazones, aprovechando para estar con más de una chica. Cuando arranqué la facultad seguí por el mismo camino y terminé estando con Macarena, una de las chicas del grupo y con quien tuvimos un ida y vuelta. Sin embargo nunca llegué a concretar alguna relación formal y mucho menos a ponerme de novio. No estaba en mis planes hacerlo y tenía todas las intenciones de aprovechar ese nuevo espacio para seguís disfrutando de mi soltería.
   Cuando llegó el primer sábado a la noche, Javier, Franco y Lucas llegaron a mi casa y preparamos todo para lo que iba a ser una noche inolvidable. Las ex compañeras de la secundaria que formaban parte del grupo y con quienes todavía teníamos relación eran Natalia, Elisa y Ana Laura. Con esta última yo tenía algo de historia, pues habíamos estado juntos el último año de la secundaria y Ana se había enganchado conmigo. Yo me aproveché un poco de la situación y la usé para sacarme la calentura que tenía en ese entonces como buen pendejo de dieciocho años. Sin embargo después de eso le aclaré que solo la veía como una amiga y Ana Laura se enojó conmigo y me terminó mandando a la mierda. A pesar de ello, volvimos a estar juntos con el correr de los meses pero en una relación más sexual que otra cosa. De vez en cuando teníamos sexo y seguimos manteniendo la amistad a pesar de que, según me dijeron Natalia y Elisa, ella todavía espera que algo más suceda entre nosotros dos.
   Pero ese sábado a la noche había mucha más gente, ya que también estaban mis amigos de la facultad. Facundo, Luciano y Juan Pablo eran los tres con los que más había establecido relación a lo largo de la carrera y Macarena, Estefanía y Lucía eran las chicas que completaban el grupo. Luciano y Estefanía se habían puesto de novios hacía ya cuatro años y eran la pareja del grupo. Lucía salía hacía ya unos meses con Cristian, un pibe que conoció en Tinder y que a ninguno de los demás le caía bien. Facundo y Juan Pablo, al igual que yo, disfrutaban de la soltería, este último acostándose con hombres ya que era gay. A su vez había algunos amigos de Javi que iban a ir a la joda, considerando que era su cumpleaños. En total debíamos de ser unas quince personas en el departamento.
   El alcohol no tardó en empezar a correr a toda velocidad, lo que hizo que Ana Laura enseguida se pusiera en pedo y me viniera a encarar. “¿Querés que estrenemos la pieza de tu departamento?” me preguntó riéndose y tirándose sobre mí cuando yo me fui a la cocina a buscar otra cerveza. Pero lo que ella no se había dado cuenta era que esa noche yo había estado todo el tiempo buscando a Macarena con la idea de volver a estar juntos. Hacía un tiempo que Maca y yo veníamos dándonos vueltas a pesar de que nada pasaba, pero en esa noche ella me lanzó un par de comentarios que hicieron que me dieran muchas ganas de estar con ella.
   Cuando le dije a Ana que no quería estar con ella y le rechacé el beso que intentó darme, ella se volvió re enojada al comedor y empezó a gritar y a putear como loca. Todos habíamos tomado mucho a esa altura pero nadie como ella, por lo que no pudo controlarse y se empezó a pelear con sus propias amigas que trataban de calmarla. Era evidente que el rechazo le había caído muy mal y por ende se largó a llorar en el sillón mientras lo golpeaba con fuerza. Le lancé una mirada a Natalia y Elisa y ella levantaron a la chica y la sacaron del departamento. Cuando Ana Laura se calmó, Nati me vino a buscar para avisarme que las tres se iban.

   - ¡Que carácter que tiene tu amiguita!- Me dijo Macarena abrazándome por encima de los hombros luego de que bajara a abrirle la puerta a Ana Laura, Natalia y Elisa, quienes se fueron entre gritos y protestas
   Los dos empezamos a bailar en un costado mientras que el resto de los chicos seguía de fiesta y comenzamos a besarnos y a toquetearnos con ganas. Era evidente que los dos nos moríamos por irnos a la pieza y encerrarnos para matarnos mutuamente, pero nos quedamos bailando un buen rato para dejar que pasara la locura del momento. Sin embargo poco a poco nos fuimos perfilando para el pasillo que conducía al baño y a la habitación y en un momento en el que nadie nos estaba mirando, nos escabullimos para encerrarnos en mi cuarto.
   Enseguida fuimos a la cama y me recosté encima de ella. Maca era una chica divina, bien flaquita, con una colita preciosa y unas tetitas diminutas pero hermosas. Tenía pelo y ojos color negro y una boquita bien carnosa que te morías de ganas de besar. Esos labios eran excelentes y yo no me pude aguantar las ganas de comerlos enteros. Pero lo que más me gustaba era que cuando recorrían tu cuerpo te dejaban loco y cuando te comían la pija te la ponía al palo. Es por eso que enseguida me empecé a desvestir con la idea de que ella me comiera vivo.
   Macarena era calladita, pero bien sarpada y le encantaba que jugaran con su cuerpo. Eso contrastaba conmigo, que siempre fui muy dominante, agresivo y de riendas tomar a la hora de un encuentro sexual. A medida que nos íbamos desnudando, la fui besando y acariciando por todos lados y ella hacía lo mismo. Cuando le saqué el top me dediqué a comerle las tetitas que tanto me gustaban, lamiéndoselas por completo y pasándole mi lengua por los pezones. “¡Como me gustan tus gomas, nena!” le dije luego de lamérselas como loco y de besarlas por todos lados. Ella apenas lanzaba un suspiro de placer, pero sabía que le encantaba por la forma en la que se movía y se mordía los labios. Yo me levanté para sacarme el pantalón y ella se acercó al borde de la cama y me ayudó a desprenderme lo que me quedaba de ropa hasta dejarme completamente desnudo.
   Entonces me agarró la pija con firmeza y empezó a pajearme mirándome a los ojos y esbozando una sonrisa de pícara que me la puso al palo. “¡Que linda boquitas de putita que tenés!” le dije recordándole una frase que ella me había escuchado decir en más de una oportunidad. Yo le acaricié el rostro y luego de eso dejó caer un hilito de baba sobre mi verga que ya estaba como un fierro. Le pasó la lengua delicadamente a la cabeza y sentí como todo mi ser vibraba. “¡Ufff si Maca! ¡Cómo me gusta tu lengua!” le dije cerrando los ojos y dejándome consumir por el placer. Ella repitió el movimiento, que fue mucho más largo y amplio, y terminó con sus labios apoyados sobre la cabeza que estaba toda roja.
   Comenzó a chupármela de una manera única, como ella solo sabía hacerlo, comiéndomela entera y saboreándola por completo. “¡Sí así!” le decía yo con voz bien fuerte y clara para que pudiera escucharme por encima de la música que sonaba a todo volumen en el comedor. Me encantaba como lo hacía y me volvía loco. Sus labios bien carnosos recorrían mi verga desde la base hasta la punta mojándola toda. La habitación estaba completamente a oscuras pero podía ver gracias a la luz de la luna como su mirada se alzaba en busca de mis ojos. Me encantaba como su lengüita saboreaba mi verga y como sus labios la chupaban toda, llenándose la boca con ella.
   - ¡Sacate todo y ponete en cuatro!- Le dije sin poder aguantarme la calentura.
   Maca obedeció y se desprendió lo que le quedaba de ropa para después desnudarse y colocarse en la posición que le había pedido contra el borde de la cama. Entonces me agaché detrás de ella y abriéndole los cachetes de par en par, pasé mi lengua por su conchita. “¡Que deliciosa conchita que tenés, Maca!” le dije pasando de nuevo mi lengua por encima de su cuerpo y saboreando la humedad de este. Noté como ella se estremecía de placer y cuando repetí el movimiento sentí su respiración agitada hacerse más profunda que antes. Me dediqué a lamerle la conchita por un rato, a comérsela entera y a mojársela toda hasta dejarla bien lubricada para después poder penetrarla. De vez en cuando le decía algo, le aclaraba lo mucho que me gustaba su cuerpo y la manera en la que disfrutaba esa conchita deliciosa. Obviamente, jugué con un dedito mientras lo hacía, el cual se lo iba metiendo y sacando al mismo tiempo que le pasaba la lengua. Ella respondía con gemidos casi inaudibles, los cuales quedaban apagados por la música que sonaba de fondo.
   Me levanté, me puse un preservativo a las apuradas y le clavé mi pija bien hasta el fondo. “¡Mmm como te entró toda, putita!” le dije después de ver mi verga desaparecer adentro de su cuerpo. Macarena no emitió ni un solo grito, aunque noté como se ahogaba el mismo al momento en el que mi verga la penetró hasta el fondo. La sujeté con fuerza de la cintura y me empecé a mover a toda velocidad, cogiéndola como loco. Estaba muy caliente y motivado por el alcohol que me había desinhibido en su totalidad. Mi verga entraba y salía de su conchita mientras que mi cuerpo golpeaba contra su cola. “¡Cometela toda, puta! ¡Quiero que la sientas bien a fondo!” le decía con cada golpe que dab. Ella seguía en silencio, aunque le costaba mucho contener los gemidos que se le escapaban de vez en cuando y que se perdían con el sonido de la música que provenía del comedor.
   Aprovechando todo el ruedo de fondo, le pegué un buen chirlo que quedó opacado por la música. Ella exhaló un suspiro y luego le encajé un segundo chirlo que fue mucho más fuerte que el anterior y se oyó mucho más claro. “¿Te gusta, eh putita?” le pregunté y ella asintió con la cabeza. Entonces me la seguí cogiendo con violencia, metiéndole la pija bien hasta el fondo y agarrándola con fuerza de la cintura. Por alguna razón la situación de estar con ella encerrados en la pieza mientras que afuera todos seguían de fiesta me calentaba muchísimo. Era como si el morbo de que alguien pudiera entrar en cualquier momento me excitara aún más.
   Me acosté sobre la cama y le ordené a Maca que se sentara encima de mí, lo cual hizo enseguida. Me volvía loco la manera en la que apoyaba sus manos con fuerza sobre mi pecho y me cabalgaba con locura. Yo la sujeté de las muñecas y dejé que ella se fuera moviendo como una cowgirl sobre mi verga que estaba completamente enterrada en su conchita. “¡Si Maca! ¡Me encanta! ¡Cogeme la pija!” le dije de golpe estirando las manos y llevándolas hasta su culito. Ella reclinó su cuerpo hacia adelante y apoyó sus tetas sobre mi pecho para besarme apasionadamente y meter su lengua en mi boca. Entonces sentí su respiración agitada en frente de mi cara y pude escuchar unos leves gemidos de placer que me indicaban que la estaba pasando muy bien.
   De golpe la empujé hacia atrás y le dije que se recostara de lado sobre la cama. Yo me acosté detrás de ella como haciendo cucharita y Maca levantó la colita para que mi pija pudiera entrar de nuevo en su conchita empapada. Ella levantó uno de sus brazos y lo pasó para atrás por encima de su cabeza hasta colocarlo en mi cuello y yo la abracé con fuerza para que no se escapara. Lentamente me la empecé a coger con ganas y sentía el calor de su cuerpo sobre el mío que se movía cada vez más rápido. Acerqué mi boca a su oído y le pregunté si le gustaba la manera en la que me la cogía, a lo que ella respondió que sí asintiendo nuevamente con la cabeza.
   Su mano me sujetó con fuerza el cuello y vi como con la otra se aferraba con firmeza a la sábana. Yo no paraba de mover mi cintura hacia adelante y hacia atrás, cogiéndomela a toda velocidad y sintiendo el placer de su conchita empapada. “¡Acabá putita! ¡Acabame toda la pija!” le dije notando como su cuerpo temblaba cada vez más. Entonces ella lanzó un gemido corto y agudo que me dio a entender que acababa de llegar al orgasmo y al notar como mi verga se empapaba de sus fluidos llegué yo también al orgasmo. Acabé mordiéndole el cuello y apretándole las tetas con fuerza para luego soltarla y dedicarme a disfrutar del orgasmo. Ella se dio media vuelta y me besó con ganas para después decirme que le había encantado coger conmigo en mi nueva casa.
   Nos cambiamos en silencio y salimos de la habitación para notar como todos los demás nos miraban con una risita cómplice en sus rostros. Sin decir una palabra, me acerqué a Javier y a Franco y agarré una lata de cerveza para destaparla frente a ellos y beberla casi de un sorbo. Ellos dos me observaron y después volvieron a mirar a Macarena, la cual tenía la marca de mis dientes en el cuello. La música siguió sonando, el alcohol siguió corriendo y la noche avanzó hasta que casi a las 7 de la mañana todos se terminaron yendo. Entonces me acosté en el sillón, miré el desorden que había quedado después de la fiesta y con una sonrisa en el rostro me fui quedando dormido.


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6 comentarios - Departamento de soltero. Capítulo 1

daros82 +1
que facil es la vida para algunos 🙂
HistoriasDe
Jajaja gracias por comentar!