Vecinos. Capítulo 3

Vecinos. Capítulo 3

En un edificio donde todo puede pasar, sus vecinos se irán relacionando entre ellos creando nuevos lazos con el fin de experimentar nuevas sensaciones y darse placer mutuamente. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

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Capítulo 3: 10mo A (Leonardo)
   Sofía dormía en la cama matrimonial y Emanuel descansaba al lado de ella. Los dos se veían sumamente pacíficos y la escena me llegaba al corazón, por lo que decidí dejarlos tranquilos e irme a acostar al sillón como lo había hecho en más de una oportunidad. En la casa reinaba un silencio total y la oscuridad solo se rompía por la luz proveniente del departamento de al lado que entraba por la ventana de la cocina. Me senté en el sillón y comencé a ver las redes sociales con mi celular mientras que en la habitación dormía mi esposa junto a mi bebé recién nacido.
   Me llamo Leonardo, tengo 30 años y vivo en el 10mo A desde hace ocho meses. Nos mudamos con Sofía, mi esposa, al año de habernos casado y cuando Emanuel, nuestro hijo, tenía tan solo 3 meses de vida. El departamento en el que solíamos vivir nos había quedado chico y necesitábamos un lugar más grande y más cerca del centro. El edificio nos encantó de entrada. La vista que tenía, las comodidades, el departamento amplio y los vecinos tranquilos, nos convencieron de mudarnos y comenzar nuestra nueva etapa de vida ahí. Además la habitación extra que iba a funcionar en un principio como mi estudio, ya estaba siendo programada como cuarto de Emanuel.
   Sin embargo Sofi atravesaba una fuerte depresión post parto que no habíamos programado y para poder apaciguarla un poco decidimos que Ema durmiera en la cama con nosotros. El problema era que yo no podía acostarme al lado de ellos pues por alguna extraña razón tenía miedo de moverme y aplastarlo. Sí, sé que suena exagerado, pero yo me muevo mucho a la noche y por ende preferí no correr riesgos. A su vez yo me levanto muy temprano y la alarma podría molestar a mi mujer y mi hijo, entonces decidí armarme una camita simple en el sillón.
   No me molesta dormir ahí. El lugar es cómodo y puedo quedarme leyendo o viendo alguna serie hasta tarde sin molestar a nadie. Pero lo que más me gusta es que puedo ver algunas chicas en las redes y algún que otro video porno. Desde que Sofi quedó embarazada y tuvo a Ema el sexo decayó bastante, no en calidad sino en cantidad. Los dos siempre fuimos muy apasionados y calientes, pero es entendible que un embarazo y el nacimiento de tu hijo haga que esos encuentros sean más esporádicos. Teniendo en cuenta que yo soy muy calentón, me es casi inevitable querer tocarme luego de unos cuantos días de no tener acción.
   Patricio y Andrea, nuestros vecinos del 5to piso, vivieron una experiencia similar cuando nació Anabella hace ya dos años. Nos hicimos muy amigos de ellos ni bien nos mudamos y empezamos a juntarnos bastante seguido. En una noche de confesiones, Sofía les contó que nos costaba mucho tener sexo, pues estábamos más cansados y con menos ánimos y ellos nos confesaron que les pasó lo mismo. “Es súper entendible. Llegan cansados del trabajo y tener un hijo es un trabajo extra” nos dijo ella mientras le daba de comer a Anabella. Sin embargo nos dijeron que ellos sobrepasaron la situación masturbándose mucho más de lo que solían hacerlo y disfrutando de ese momento de soledad.
   Fue desde entonces que comencé a disfrutar las noches en el sillón y a calentarme viendo algunas chicas en Instagram para terminar mirando videos en diferentes páginas porno. Me calentaba muchísimo viendo las fotos una compañera de trabajo que estaba buenísima. Una morocha hermosa, con piel bronceada y una cola descomunal que le encantaba mostrar en las fotos. También miraba las imágenes de las pendejas del 4to, las hermanitas Ferrari, así como también la nueva chica del 3ro, Romina, una rubia divina que estaba convencido que le gustaban tanto los hombres como las mujeres. Pero quien más me volvía loco era la vecina de en frente, Estefanía del 10mo B.
   Facundo y ella vivían desde antes de que nosotros nos mudáramos y al parecer eran de los primeros en ocupar el edificio. Él era unos cinco años mayor que yo y ella tenía mi misma edad. Estaban juntos desde hacía bastante tiempo y se mostraban como una pareja sólida y feliz. ¿Y cómo no ser feliz al lado de semejante mujer? Estefanía tenía un cuerpo perfecto, una cola descomunal, un pelo rubio que le llegaba a la mitad de la espalda y una boquita divina. Era una mina preciosa y que para colmo disfrutaba de tomar sol en el solárium con unas bikinis diminutas que se perdían en los cachetes de su cola.
   Esa noche entré a su Instagram y descubrí que había subido una nueva foto en la pileta del edificio en la cual se la podía ver apoyada contra el borde de esta y sacando la colita por encima del agua. “¿Cómo hace el pibe?” me preguntaba yo y pensaba que Facundo debía de vivir caliente al lado de terrible mina. Luego de esa volví a apreciar algunas fotos viejas que ya me conocía de memoria. Una en la playa del verano anterior, otra en el solárium en la que parecía que no tenía puesto nada, una con uniforme de trabajo en la cual la camisa parecía que iba a estallar. ¡Me volvía loco!
   Pero de golpe escuché un ruido y cerré la aplicación pensando que Sofía se había levantado. Me quedé unos segundos quieto y como vi que la puerta de la pieza no se abría decidí ir a ver. Mi mujer y mi hijo dormían profundamente y no inmutaron cuando asomé la cabeza para ver que sucedía. De curioso me fui hasta la cocina para ver si se había caído algo y me quedé un poco ciego al ver que la luz del departamento de en frente entraba por la ventanita pequeña de allí. Me asomé para espiar y la imagen me dejó totalmente helado.
   Sabía que desde esa ventana podía ver el living comedor de la casa de Facundo y Estefanía. En más de una oportunidad me había asomado y los había descubierto cenando o recostados en el sillón mirando alguna película. Otras veces me había encontrado con ella reunida con algunas amigas o con él y su grupo de futbol. Pero en esa oportunidad la escena que pude ver desde la ventanita de la cocina fue mucho más interesante que todas. Esa noche pude ver como Estefanía le estaba haciendo un pete a Facundo.
   Él se encontraba sentado en el sillón, completamente desnudo y ella estaba arrodillara en frente suyo con una tanguita negra que le quedaba pintada. Sus manos se aferraban con fuerza a la pija de su novio la cual era inmensa y sus labios la recorrían de arriba a abajo y de un costado al otro. Me quedé inmóvil al ver la escena, sin poder reaccionar y sin poder pensar por un segundo. Sin lugar a dudas ninguno de los dos se había percatado que a unos tres o cuatro metros yo me había asomado por la ventana para ver de dónde provenía la luz y me había encontrado con es escena. No podía creerlo.
   Agaché la cabeza y salí de la cocina lo más rápido que pude, pues no quería que me vieran espiándolos. Volví al living, me acosté nuevamente en sillón y volví a entrar a Instagram para seguir viendo las redes sociales. Sin embargo el destino me tiró una señal muy clara cuando la primera historia que vi fue la de Estefanía. En la foto ella estaba acostada en el sillón al lado de su novio, ambos con ropa y mirando a la cámara sonriendo. “Por ver una peli. Ojalá no se quede dormido” había escrito ella en el margen inferior izquierdo de la foto. Ni bien leí eso la imagen de ella complaciendo a su novio volvió a mi cabeza y no pude evitar que se me parara la pija.
   Rápidamente me levanté y tratando de hacer el menor ruido posible volví a entrar en la cocina y arrimé la puerta en caso de que Sofía se levantara para ir al baño y no me viera acostado en el sillón. La luz seguía entrando por la ventanita diminuto que se encontraba arriba de la mesada y eso ya me calentó. Intentando no mover dejé el celular al lado de la tostadora y me paré lo más cerca a la ventana que pude. Respiré profundamente y volví a mirar rogando que nuestros vecinos no se hubieran marchado a la habitación.
   Por suerte para mí, seguían tal cual los había dejado. Facundo permanecía recostado en el sillón con los pies en el piso y Estefanía arrodillada en frente de él, los dos completamente desnudos a excepción de la tanguita negra de ella. La chica sostenía con ambas manos la verga de su novio y lo pajeaba con ganas, mientras que su lengua dibujaba pequeños círculos sobre la cabeza de esta. Él tenía los ojos cerrados y parecía disfrutar al máximo lo que su novia hacía, sin darse cuenta que ella de vez en cuando alzaba la mirada para verlo. No pude evitar empezar a tocarme por encima del bóxer que usaba para dormir.
   Estefanía volvía loco a su pareja con el pete que le estaba haciendo. Con sus manos lo pajeaba y de vez en cuando recorría su cuerpo al mismo tiempo que sus labios se enfocaban en la pija. Se la metía en la boca casi hasta el fondo, la lamía como si fuese un chupetín, la besaba por todos lados y dejaba caer un hilito de baba en la punta para lubricarla con sus dedos. Cuando bajó hasta los huevos Facundo dejó escapar un pequeño suspiro de placer que en la silenciosa noche logré escuchar. Ella alzó la vista para verlo pero él seguía con los ojos cerrados y se perdió su mirada de gatita. En mi bóxer, mi pija ya se encontraba totalmente parada y mis dedos comenzaron a apretarla con fuerza, pues se moría por salir.
   Luego de varios minutos de darle placer oral a su novio, Estefanía se levantó y subió a su cuerpo para besarlo apasionadamente. Él le devolvió el beso y luego de lanzarle una sonrisa le dijo algo que no llegué a entender. Estefanía le hizo lugar y Facundo se levantó mientras ella se acomodaba en cuatro sobre el sillón. Su culo era increíble y mucho más con esa tanguita que se perdía entre sus nalgas. Su novio se acomodó detrás suyo y luego de acariciarle la cola con ambas manos, se agachó detrás suyo, le corrió la tanga hacia un costado y hundió su cara.
   Poco podía ver desde mi perspectiva, pero era evidente que el loco sabía cómo complacer a su novia, pues ella no tardó en comenzar a gemir. A pesar de la distancia y de que nos encontrábamos en habitaciones separadas, pude escuchar sus gemidos muy por lo bajo gracias a que las ventanas estaban abiertas. Su vocecita penetraba en mi cabeza con cada movimiento que él hacía. Cuando Facundo alejaba su cabeza un poco podía ver su lengua y el hilo de saliva que quedaba colgando. La calentura que sentí en ese momento fue tan grande que no pude evitar sacar mi pija de adentro de mi bóxer y empezar a tocarme.
   Facundo se paró y sin previo aviso metió su verga adentro de la conchita de Estefanía, la cual debía de estar toda mojada. Ella ahogó un grito y giró la cabeza para mirar a su amante con una sonrisa de puta totalmente complacida. Él enseguida la sujetó de la cintura con firmeza y empezó a cogérsela de manera suave, pero bien profunda, hundiendo toda su pija adentro del cuerpo de la chica. Su cintura golpeaba contra la cola de Estefanía, haciéndola rebotar de una manera increíble mientras que su mirada subía de las nalgas hasta los ojos.
   Poco a poco empezó a acelerar el ritmo y ella no pudo contenerse los gemidos de placer, los cuales se oían por lo bajo pero de manera bien clara. Facundo se movía a toda velocidad, sujetándola con fuerza por la cintura y enterrando su enorme y dura pija en la conchita empapada de su novia. Ella de vez en cuando giraba la cabeza para mirarlo con esa sonrisa complaciente y dirigirle una mirada de deseo que yo notaba claramente. Mientras observaba esa escena me pajeaba cada vez con más ganas, sin poder creer lo que mis ojos veían y envidiando sanamente a mi vecino.
   Cuando él se alejó paso hacia atrás, ella se dio vuelta y quedó acostada boca arriba contra el borde del sillón y abrió sus piernas para llamar con sus manos a su novio. Él enseguida re agachó frente a ella y volvió a penetrarla con ganas, sacándole un grito que mezclaba placer y dolor. “¡Mmm mi amor!” dijo ella cuando Facundo volvió a cogérsela con ganas y a pesar de que no pude escuchar las palabras, pude leer sus labios. Él se abalanzó sobre el cuerpo de su novia y la besó apasionadamente comenzando a mover su cintura a toda velocidad.
   Entonces la cosa se puso mucho más caliente y violenta que antes, cuando Estefanía estiró su mano hasta la nuca de su novio y tiró del pelo de él. Facundo no reaccionó y en su lugar empezó a azotar su cintura contra la de su novia, clavándole la pija con mayor fuerza. Automáticamente ella abrió la boca y dejó salir un grito de placer detrás de otro, siendo estos mucho más fuerte que los anteriores. Él colocó una de sus manos sobre las tetas de ella y las apretó con fuerza mientras jugueteaba con sus pezones. La escena se volvió mucho más ardiente y mi cuerpo sentía el calor proveniente del living de mis vecinos que se mezclaba con el del caluroso verano. Mi mano se movía sobre mi pija a toda velocidad, motivada por el show que mis ojos veían.
   Tras varios minutos de coger bien duro, Facundo aminoró la marcha y volvió a hacerlo de una manera más constante y pasiva. Ella soltó el pelo de su novio y bajó su mano hasta la cintura para pedirle que no se alejara tanto. Entonces él se quedó quieto por unos segundos y ella giró su cabeza en dirección hacia mí. Ahí comprendí que Estefanía acababa de tener un orgasmo, pues su cara de placer era increíble y respiraba de manera muy agitada. Saber eso me calentó de tal manera que me empecé a masturbar aún más rápido y sentí que la leche estaba a punto de saltar de mi pija.
   Pero la pareja parecía tener ganas de seguir por más tiempo y yo estaba decidido a ver el show completo. Él se levantó y luego ella hizo lo mismo. Se dieron unos besos y unas caricias estando los dos parados frente al sillón, para después Facundo pasar a sentarse en él, de la misma manera que cuando los descubrí. Ella enseguida se subió al sillón de frente a su novio con una pierna de cada lado y despacito se fue acomodando sobre su cuerpo, recibiendo una vez más esa enorme pija en su conchita.
   Estefanía no solo la chupaba de una manera increíble, sino que también cabalgaba como una verdadera cowgirl. Apoyando sus manos en los hombros de su amante, tiró su cuerpo hacia atrás y dejó caer su pelo lacio. Facundo en un principio apoyó sus dos manos sobre la cintura de su novia, acompañando sus movimientos. Pero enseguida elevó una de ellas hasta las preciosas tetas de mi vecina y se las empezó a manosear con ganas, al mismo tiempo que ella se movía descontroladamente hacia adelante y hacia atrás. La escena era fascinante y me volaba la cabeza verlos coger de esa forma, sabiendo aún que ella ya había acabado.
   Facundo le dijo algo que no llegué a entender y entonces Estefanía se levantó de manera acelerada y se arrodilló nuevamente. Él se incorporó enseguida y se paró delante de ella, dándome la espalda a mí y no dejándome ver nada de lo que sucedía. “Correte” pensé y rogué porque él se moviera. El tipo levantó la cabeza hacia el techo y noté que volvía a tener los ojos cerrados y que su expresión era de placer puro. “¡Dale! Movete boludo” volví a decir en mi cabeza deseando con todas mis fuerzas que se corriera y me dejara ver.
   Casi como si el destino estuviera de mi lado, Estefanía agarró a su novio de la cintura y lo fue llevando hasta el sillón, haciendo que se sentara en él. Al igual que en el principio, ella se la chupaba con ganas y lo pajeaba a toda velocidad mientras que él gozaba con los ojos cerrados y una sonrisa de oreja a oreja. Admiré el cuerpo de mi vecina de arriba a abajo y me llevé una hermosa sorpresa al comprobar que aún tenía la tanga negra puesta ya que nunca se la había sacado.
   - Que trolita hermosa que sos.- Dije en un susurro pajeándome como loco.
   Facundo se estiró sobre el sillón y ella se sacó la pija de la boca pero la sujetó aún más firme con su mano. Lo empezó a pajear a toda velocidad y la leche comenzó a salir a chorros desde su cabeza. Saltaba por los aires y caía sobre su pecho y sus piernas, manchándole también la mano a Estefanía que se seguía moviendo como loca. Esa imagen me voló de tal manera la cabeza que yo también empecé a acabar, llenando la mesada de semen y sintiendo un placer increíble, casi como si fuera Facundo.
   Los vecinos se quedaron unos segundos sobre el sillón hasta que se levantaron y desaparecieron luego de apagar la luz. Yo limpié como pude la mesada y agarré el celular para volver al living y recostarme en el sillón, completamente relajado. Volví a entrar a Instagram y fui directo al perfil de Estefanía para quedarme viendo una imagen de ella con la tanguita negra que acababa de usar para coger con Facundo. “¡Que suerte que tenés hijo de puta!” me dije a mi mismo pensando en mi vecino y rogando por volver a verlos en el sillón en un futuro no muy lejano.


SIGUIENTE


OTRAS HISTORIAS:
MIS VECINAS. CAPÍTULO 1
A ESCONDIDAS (FANTASÍA)
LA APUESTA (HISTORIA CORTA)

2 comentarios - Vecinos. Capítulo 3

juuli88 +2
que miron.. ajaj
HistoriasDe +1
Jajaja gracias por comentar!
martinfcd +1
Shhh que no se vaya a decir que a la gente le gusta mirar esas cosas! 😉
HistoriasDe
Jajaja gracias por pasar!