Cosas de la cuarentena parte 2

(el relato se llama así de ahora en más).
Sigo recordando. Me "ayuda", o por lo menos controlo mis ganas así. Ya sé, porque tanto recelo con un hermano si ya hiciste todo eso con tus primos, pero bueno, no es lo mismo y lo saben. En fin drama, mucho drama de encierro.
La paja se volvió algo cotidiano en mí de manera instantánea. Momento que tenía a solas, momento que mí mano iba a hurgar en las profundidades de mí sexo. Al principio era solo acariciar mí clítoris con unos dedos, mientras que con la otra mano apretaba las sábanas o me tapaba la boca por miedo a que me escuchen gemir. Con el tiempo empecé a explorar un poco más mí cuerpo y descubrí para mí agradable sorpresa que mis pechos también eran capaces de generarme placer, sobre todo si apretaba de determinada forma mis pezones. El truco era acariciarlos hasta que estén duros, una vez así con dos dedos haría una leve presión y giraría los dedos frotando apenas mis sensibles pezones. En el acto se me humedecía la bombacha y la paja era inevitable.
Lamentablemente mis primos viajaron al otro día de esa noche reveladora, así que no los pude ver hasta unos meses después. Mis ganas de repetir era grandísimas, pero a esa edad y con su propia timidez no me iba a preocupar en buscar reemplazo, así que solo esperé a volver a verlos.
Y cuando nos volvimos a ver. Teníamos la suerte que toda nuestra vida habíamos compartido pieza así que cuando los fui a visitar dormía en su habitación. Para ese entonces ellos ya tenían un hermanito nuevo, pero al igual que el mío era un niño, así que dormía con sus padres cuando yo estaba de visita.
Las pajas colectivas sucedieron de forma tan natural. Cómo estuvimos juntxs toda nuestra niñez, yo crecí siendo uno más de sus amigos, no hacían diferencia conmigo en nada, era su amigo con tetas y vulva nada más, lo que significaba que jugábamos a la pelota y que nos cambiamos en la misma habitación, nos peleábamos a golpes y compartíamos cama. Nuestros padres? Acostumbrados años de esta relación los acostumbró a qué así eran las cosas, y no estaba mal que culpa tenían ellos de que yo fuera una degenerada desde chica.
En fin, nuestra primera noche juntos desde aquella vez, fue igual a todas las anteriores salvo un pequeño detalle, presos de la curiosidad adolescente pusimos el tele en nuestro dios y señor ISAT, pero estaban dando una película de gente hablando, igual dejamos la tele ahí y nos pusimos a charlar. Yo quería repetir lo de esa noche, pero no tenía idea de cómo pedirlo. Al final me resigne a charlar y ver la película que estaban dando con la esperanza de que tuviera aunque sea una escena de sexo algo para calentar el ambiente.
Finalmente fue mí primo Elías el que dijo algo, en medio de todas las cosas que nos íbamos contento me preguntó si eso que yo hacía frotandome con las cosas, era una paja.
- Se siente parecido, pero no sé si es una paja, porque nunca sentí algo como lo que siento cuando me hago una.
- O sea que se siente mejor la paja? -pregunto Eze.
- Si, muchísimo.- Ni lerda no perezosa baje un poco el short con el que dormía y mostrando mí concha como si nada llevé un dedo a mí clítoris y dije - cuando toco acá, se siente muy bien. - y tímidamente acaricié con la yema de mí dedo índice de arriba a abajo solo para provocarlos un poco.
Compartía cama con el más chico por una cuestión de comodidad, así que Elías se levantó de su cama y se sentó en la nuestra para ver mejor como me acariciaba tiernamente el clítoris.
-Te haces muchas pajas? - preguntó acercando su cara.
-Si, todos los días casi.
- Sos como nosotros entonces.
- Y si, por qué iba a ser distinta?
Yo ya estaba muy excitada, recuerdo como mí pecho se inflaba con cada respiración. Entonces vi como mí primo más chico, mientras se acariciaba por encima del pantalón, se sentaba en la cama, con una mano se tocaba y con la otra se apoyó en mí cuerpo para estar más cómodo. Puso su mano en mis costillas, tocandome casi sin darse cuenta, pero eso fue suficiente para que yo me de cuenta de que quería que me toquen ellos, quería sentir sus manos en mí cuerpo mientras se tocaban y mientras me tocaba. Pero antes de si quiera pensar en decirles algo, Elías levantó su mano y señaló así mí, más precisamente hacía mis pechos, mis pezones en realidad. Pasa que mí excitación los había endurecido y como yo estaba durmiendo solo con una remera blanca se notaban mucho, es que para ese entonces nos tetas eran una novedad incluso para mí, así que no tenía en consideración taparlas.
- Se te pararon los pezones- dijo Eze.
- Si, me pasa cuando me toco. - su cara de asombro me enternecio tanto que quise besarlos a los dos.
- Nos mostras?
- Son chicas aún, no son como en las películas todavía.
-No importa nuestros pitos tampoco y ya los viste- dijo Elías.
-Bueno - dije sin necesitar más convencimiento- pero ustedes me muestran como se hacen una paja otra vez.
Los dos asintieron y yo sin más preámbulo me senté en la cama y levante mi remera mostrando mis pechos, no eran lo que son ahora, capaces de atraer cualquier tipo de miradas con solo un escote en v, pero ya tenían lo suyo, de todas maneras para ellos fue como ver la cara de dios.
Sus ojos quedaron abiertos, parecían no ser capaces de pestañar, sin despegar la mirada sacaron sus penes y empezaron a pajearse delante mío (habían pasado unos 6meses de la otra vez, y juro que estaban más grandes).
Mí calentura estaba por las nubes, tener a esos dos tontos pajaeandose tan furiosamente, no solo delante mío, si no que por mí, era demasiado como pude me saque el pantalón y empecé a masturbarme yo también.
Sus ojos iban de mí vulva a mis pechos, mientras mis ojos iban de un pene al otro, ya presa de la excitación y sintiendo venir el orgasmo con a penas un hilo de voz, dije.
- Toquen...me.
En el acto ambos se movieron su mano libre, esas manos con las que había jugado a las cartas, a las pelotas, a las peleas, que me habían tirado del pelo, pellizcado los brazos, pegado chirlos en las manos, que habían atajado mis disparos al arco, esas mismas manos se posaron cada una en uno de mis pechos y eso fue suficiente. Ellos acabaron casi al instante, por suerte siguieron tocandome, eran brutos y no sabían que hacer, pero no me importaba. Mis dedos de movían a una velocidad inédita, mí calentura era más grande que mis capacidades físicas, porque aún así necesitaba moverlos más rápido. De todas formas alcanzó ver cómo de uno de esos puños que sostenían sus penes recién acabados chorreaba un líquido blanco, que yo ya conocía, pero que nunca había visto en vivo, acabé en ese momento. Fue tan intenso que no pude controlar mí cuerpo y un gemido fuerte escapó de mí boca, igual el problema no fue que yo haya gemido, el problema fue que mí primo a puro reflejo me quiso tapar la boca, pero lo hizo con la mano que había atajado su semen. Y yo con la boca abierta.
Nos reímos los tres de lo que había pasado, de como había terminado con la cara manchada por eso, éramos tan inocentes que eso parecía una pasada de comedia hilarante. Yo me limpié y reí con ellos. Pero por dentro estaba pensando en ese sabor salado, que probé sin querer y que quería volver a probar, pero sabía que no me iba a animar a pedir, no por entonces al menos.
Al final nos acostamos a dormir de vuelta, charlamos un rato más en el oscuro y uno a uno fueron durmiendose. Girando esperando dormirme yo también, sentí la cara de Eze contra mí y una mano en mí espalda, agarré su mano, la pasé por debajo de mí remera y la pose en una de mis tetas, dormimos así.

2 comentarios - Cosas de la cuarentena parte 2