Regalos de cumpleaños – Parte 1 (Historia corta)

Regalos de cumpleaños – Parte 1 (Historia corta)

   Me desperté antés que él como de costumbre. En silencio, me levanté de la cama y me fui hasta el baño para arreglarme lo mejor posible y cepillarme los dientes. Volví a la habitación y agarré el body que había dejado escondido en la silla debajo de la ropa y me lo puse tratando de hacer el menor ruido posible. Él dormía pacíficamente sobre la cama sin tener idea que yo le estaba preparando el siguiente regalo de su cumpleaños. Una vez que tuve solamente el body puesto me subí a la cama tratando de moverme lo menos posible y me senté suavemente en su cintura. Agaché mi cuerpo hacia adelante y comencé a besarle el pecho despacio, acariciando su cuerpo con mis manos. Entonces noté como algo crecía entre sus piernas y chocaba contra mi cuerpo al momento exacto en el que mi novio abría los ojos.
   - ¡Feliz cumpleaños, mi amor! – Le dije con una sonrisa y empecé a mover mi cintura.
   Me llamo Julia, tengo 23 años y estoy de novia con Javier hace ya dos años. Comenzamos a salir cuando yo terminé de cursar la materia en la que él era ayudante de cátedra y enseguida me enamoré perdidamente de él. Siempre fue muy romántico conmigo y logró sacar el lado más tierno de mi persona, el cual parecía bastante oculto. Poco a poco me fui volviendo más sensible a su persona y terminé aceptando que amaba los gestos románticos que tenía conmigo y la forma en la nuestra relación se desarrollaba. Para algunas de mis amigas eso era estúpido, decían que éramos demasiado melosos, pero desde mi punto de vista éramos la pareja más tierna que podía existir.
   Esa ternura y romanticismo se plasmaba de manera plena en la fecha de cumpleaños de cualquiera de los dos. La primera que viví dicha experiencia fui yo, cuando cumplí 21 años y festejé mi primer cumpleaños de novia con Javier. Todavía vivía con mis padres y él llegó a mi casa a las siete de la mañana con un ramo de flores y una caja de bombones. Pero la cosa no terminó ahí, pues a lo largo del día me fue dando diferentes tipos de sorpresas y regalos que hicieron que ese día fuera uno de los más felices de mi vida. Cuando llegó su cumpleaños a los pocos meses, fue mi turno de ser romántica y tierna y para sorpresa de todos (inclusive de Javier) logré asombrar a mi novio con varios regalos a lo largo de día.
   Fue ahí cuando iniciamos una especie de tradición que se basaba en sorprender y maravillar a quien cumplía los años a lo largo de las 24 hs que tenía el día. Cuando cumplí 22, Javier me dio mi primer regalo a las 00 en punto y concluyó el día con un último regalo a las 23:59, haciendo un total de doce obsequios. Algo similar hice yo en su siguiente cumpleaños, ya que decidí darle doce sorpresas ese día, una a cada hora. Él redobló la apuesta el día que cumplí 23 años, haciéndome doce regalos a lo largo de todo el día, pero incluyendo entre medio de estos diferentes sorpresas como una salida a merendar, una cena romántica a la luz de las velas y un paseo en bote por el lago del parque. Es por eso que el día que él cumplía 27 años yo debía lucirme.
   Vale aclarar que no siempre los regalos son algo material. Por ejemplo el día que cumplí 22 Javier me regaló una sesión de masajes hecha por él mismo, la cual incluía velas aromáticas y diferentes lociones que me dejaron sonriendo por el resto del día. En su último cumpleaños yo le regalé una noche de cine en su casa en la que vimos una de sus películas favoritas con el proyector y comimos pochoclo casero. Sin embargo los regalos más comunes estaban relacionados con el sexo. Era algo más que obvio, que entre medio de los objetos materiales, se colaban algunos presentes sexuales como un rapidito en el auto, un pete sorpresa en cualquier lado o un toqueteo intenso que se daba de golpe.
   Así fue como Javier comenzó su cumpleaños número 27. Habíamos salido a comer a un bar para recibir su día especial y a las 11:58 decidí ir al baño para volver tan solo dos minutos más tarde y poder darle un abrazo y decirle que le había dejado una sorpresa en la puerta del baño de hombres. Una jugada muy arriesgada, pues cualquier podría haberlo visto, sin embargo fue mi novio quien se encontró con la sorpresa de hallar mi tanga colgada de la perilla del baño. Ese fue mi primer regalo, hacerle saber que no tenía nada puesto abajo y que eso me estaba calentando mucho.
   Durante la siguiente media hora no paré de lanzarle frases para hacerle saber lo mucho que me excitaba el roce de mis piernas y lo bien que se sentía estar así desnuda, todo mientras mi tanga permanecía guardada en su bolsillo y él tocaba con ganas. A eso de la una de la mañana llegamos a su casa y decidí darle su segundo regalo, una hermosa noche de sexo bien caliente en la cual estuvimos cogiendo por casi media hora y dejé que él me hiciera de todo. Luego de eso nos fuimos a dormir bien abrazaditos y felices, sabiendo que su día especial había comenzado de una manera increíble.
   Los siguientes regalos tuvieron que esperar, pues dormimos durante unas cuantas horas hasta que yo me levanté a las nueve de la mañana. En silencio me escabullí hasta el baño para arreglarme un poco el pelo, pintarme ligeramente el rostro y cepillarme los dientes, pues la siguiente sorpresa se la iba a dar mientras él seguía acostado. Había dejado un body bien sexy preparado en la silla que está sobre la habitación de la casa en la que ahora vivimos juntos y me lo puse sin hacer el más mínimo ruido. Me subí a la cama y me acomodé sobre su cintura para inclinar mi cuerpo hacia adelante y comenzar a besar y acariciar su pecho de manera delicada.
   Javier abrió los ojos lentamente y al encontrarse con esa escena me regaló una sonrisa preciosa que me derritió por completo. Él seguía desnudo, sin embargo le fascinó el hecho de que yo estuviera usando un body el cual me resaltara las tetas y dejara al descubierto mi cintura. Obviamente pude sentir su erección chocar contra mi entrepierna y a pesar de que me sentí muy tentada de desnudarme para que su pija entrara en mi conchita, eso no era parte del regalo. Al menos no de ese que le estaba dando en ese momento.
   Continué acariciándolo de manera delicada entre medio de un “Buenos días” y un “¿Cómo dormiste?” y él me respondió que había dormido muy feliz abrazado a mí. Entonces le confesé que ese era otro regalito que le había preparado y que incluía unos masajitos así vestida. “¿Puedo acostarme con la masajista después?” me preguntó el riéndose y le contesté que lamentablemente iba a tener que esperar para eso. Sin embargo dejé que apoyara sus manos sobre mi cuerpo y que disfrutara del roce de sus dedos sobre la tela liviana que me cubría en ese momento.
   Los masajes siguieron por su pecho y sus brazos hasta que le pedí que se diera vuelta. Cuando lo hizo me dediqué a pasar mis manos por su espalda y a tocar todo su cuerpo con mis manos, las cuales humedecía con crema a cada rato. Me encantaba poder despertar a mi novio de esa manera y poder complacerlo con algo tan simple como un masaje. Aunque sabía que en realidad lo que más le gustaba a él era verme vestida de esa manera, usando ese body de color blanco que me remarcaba la cintura, me resaltaba las tetas y se hundía en mi cola.
   - ¿Te gustó tu regalito, mi amor?- Le pregunté agachándome sobre su cuerpo y hablándole suavemente al oído.
   - Me encantó.- Me dijo él en tono bien relajado.
   Después de eso nos levantamos y a pesar de sus ruegos de acostarse con la masajista, nos vestimos y nos fuimos a desayunar a un barcito a la vuelta del departamento. Ese fue su siguiente regalo, aprovechando que era domingo y que no teníamos nada que hacer, nos pedimos un desayuno bien amplio el cual incluía medialunas, jugo de naranja y un buen café con leche. A eso de las once volvimos al departamento y le di su primer regalo material del día, una camisa hermosa que habíamos visto hacía unas semanas y que él al final había decidido no comprarse en reemplazo de otra cosa. Obviamente le encantó y me dijo que la iba a usar esa misma noche en la salida que yo le había prometido que íbamos a hacer.
   A las doce del mediodía me fui al baño y tapé la bañera para empezar a armar una ducha romántica que incluía espuma de colores, velas aromáticas y obviamente más mimos y masajes. Los dos nos desnudamos y nos metimos despacito sintiendo como el agua tibia iba calentando nuestros cuerpos. En medio de la ducha de espuma le di varios besos y le acaricié el pecho aprovechando que él estaba recostado sobre mi cuerpo. Poco a poco fui bajando mi mano por su cuerpo hasta llegar a su cintura y no me pude aguantar las ganas de agarrarle la pija, la cual se encontraba bastante firme flotando en el agua.
   - ¿Qué pasa mi amor? ¿Seguís pensando en el body que me puse?- Le pregunté con una risita tonta hablándole al oído.
   Él no contestó y simplemente se rio. Su respuesta me dio a entender que podía seguir tocándolo con su permiso, por lo que me dediqué a pajearlo lenta y suavemente mientras seguíamos recostados en la ducha. Javier había cerrado los ojos y se había recostado sobre mi pecho, apoyando su espalda en mi cuerpo y estirando las piernas a lo largo de la bañera. Yo disfrutaba de acariciar su cuerpo con una de mis manos y de tocar su enorme y dura pija con la otra. Era un momento muy sensual, en el cual los dos nos encontrábamos totalmente relajados y gozábamos del calor del cuerpo del otro. Nuevamente sentí el impulso de inclinarme sobre su cuerpo, de besarlo y hacerle el amor adentro de esa bañera repleta de agua, sin embargo no quería adelantar los regalos.
   Luego de eso Javier y yo tuvimos un almuerzo tranquilo en el departamento, en el cual yo le cociné su comida favorita y almorzamos con música de fondo. A las dos de la tarde le di el segundo obsequio el cual era un par de zapatillas que combinaba perfectamente con la camisa que había recibido hacía unas horas. Él me abrazó y me besó en forma de agradecimiento y yo le hice saber que aún quedaban varios regalos para darle. En ese momento Javier me lanzó una mirada morbosa que yo le devolví con una sonrisita macabra, pues los dos sabíamos que los regalos también iban a ponerse cada vez más calientes.
   Aprovechamos el sol del domingo para salir a caminar al parque. Obviamente el lugar estaba lleno de gente, sin embargo eso no nos impidió sentarnos debajo de un árbol y comenzar a besarnos apasionadamente mientras que las personas pasaban alrededor nuestro. Entre medio de esos besos me arriesgué a meterle la mano debajo de la remera de mi novio y comencé a acariciarle el pecho, apoyando mis dedos de forma intensa sobre su piel. Él enseguida me regaló una sonrisa que me derritió casi instantáneamente y decidí jugármela un poco más, bajando mi mano por su cuerpo y metiéndosela adentro de la bermuda.
   Javier no me dijo nada, a pesar de que noté un poco su incomodidad, pero en el parque parecía haber tanta gente que nadie se daba cuenta que apoyados contra el tronco de ese árbol había una pareja que se estaba calentando. Enseguida llegué a apoyar mi mano sobre el bulto que se estaba formando debajo de su bóxer y noté que a pesar de la exposición, la calentura estaba haciendo su efecto. “¿Qué pasa, mi amor? ¿Te gusta cómo te estoy tocando?” le pregunté y él me respondió que sí entre dientes. Yo no me pude aguantar las ganas y metí mi mano adentro de su ropa interior.
   Nuestras miradas cómplices se cruzaron en el momento en el que mis dedos rozaron su pija, la cual ya se encontraba bastante firme. Era evidente que sentía miedo de que alguien pudiera vernos, pues no paraba de girar la cabeza en todas direcciones. Sin embargo también quedaba claro que no quería dejar de disfrutar de ese pequeño regalo que le estaba dando a la sombra de ese árbol. “¡Ufff, mi amor!” dijo de golpe cuando lo empecé a pajear lentamente por debajo de la ropa. Esas palabras me motivaron a seguir tocándolo y a seguir dándole una alegría y un adelanto de lo que se venía dentro de unas horas.
   Al cabo de un rato decidimos dejar todo ahí pues la calentura se estaba apoderando de nosotros y no queríamos irnos de las manos. Nos levantamos y lo invité a tomar algo fresco en uno de los bares de la costa. Nos sentamos en el último cubículo que había contra la pared y aprovechando la soledad que este nos brindaba decidimos volver a las caricias. Ya no podíamos controlarnos y nos dejamos llevar por la calentura. Metí nuevamente mi mano adentro de su pantalón luego de que la moza trajera las bebidas y continué haciéndole la paja con total tranquilidad.
   - ¡Mi amor! Me vas a volver loco.- Me dijo sin poder aguantarse.
   Javier me miró a los ojos y me besó apasionadamente metiendo su lengua adentro de mi boca. Entonces yo también comencé a sentirme caliente y el impulso de avanzarme sobre su cuerpo y hacerlo mío ahí mismo se hizo cada vez más grande. Sin embargo decidí poner un paño frío a la situación y saqué rápidamente mi mano de su bermuda para no seguir calentándolo. El problema fue que él entonces entró en juego y metió su mano adentro de mi short para empezar a tocarme por encima de la bombacha. “¡Javier!” le dije rápidamente como si lo estuviera retando y miré alrededor para comprar que nadie nos observaba.
   Sin embargo mi novio no pareció intimidarse por las dos personas que justo aparecieron para sentarse en una mesa que estaba cerca del cubículo y siguió con su mane adentro de mi ropa. Corriendo la bombacha hacia un costado apoyó su dedo con suavidad encima de mi clítoris y lo empezó a masajear de forma suave. “¿Te gusta? ¿Te gusta, mi amor?” me preguntó al oído en un susurro y sus palabras hicieron que mi piel temblara. Se sentía tan bien y tan agradable que no quise que se detuviera y dejé que siguiera haciéndolo de esa manera. Su dedo se movía delicadamente, lento y suave y me provocaba pequeños espasmos que iban haciendo que mi cuerpo se mojara lentamente.
   Estuvimos así un buen rato hasta que vimos que la moza se acercaba y él rápidamente sacó la mano de adentro de mis ropas. La chica se paró frente a la mesa y nos preguntó si estaba todo bien y si necesitábamos algo más. Yo enseguida le dije que no, que los licuados que nos había traído estaban bien. Sin embargo Javier hizo algo que me calentó muchísimo. Luego de que yo le contestara a la chica, ella lo miró a él para ver si le decía algo y Javier le dijo que los licuados estaban riquísimos y luego se metió en la boca el dedo con el que me había estado tocando y se lo chupó. La moza se marchó luego de eso y él giró la cabeza para mirarme a mí con una sonrisa morbosa.
   - ¡Delicioso!- Dijo lamiéndose la punta del dedo.
   Salimos del bar y volvimos caminando a nuestra casa. Ya eran cerca de las dieciocho y la calentura nos dominaba a los dos por completo. Llegamos al edificio, entramos al palier y mientras esperábamos que llegara el ascensor nos besamos con ganas. Ni bien se abrió la puerta entramos y yo automáticamente lo empujé a Javier contra una de las paredes del ascensor. Antes de que la puerta se cerrara luego de marcar el 8vo piso, yo ya me había arrodillado adelante suyo y le había desabrochado la bermuda. En cuestión de segundos agarré su pija con mi mano y la saqué de adentro del bóxer para metérmela en la boca y regalarle un pete express.
   Se la empecé a chupar a toda velocidad pues el tiempo que teníamos era muy poco y quería aprovecharlo al máximo. La verga de Javier se endureció en cuestión de segundos adentro de mi boca y yo la fui saboreando con ganas. Mi cabeza se movía muy velozmente hacia adelante y hacia atrás recorriendo el tronco de su pija que se humedecía con el pasar de mis labios. Mi lengua relamía su cabecita cada vez que llegaba a la punta y en esos momentos alzaba la vista para mirar a mi novio a los ojos y comprobar el placer que eso le generaba. Cuando sentí que el ascensor aminoró la marcha y estaba a punto de frenar, le guarde la verga a toda velocidad adentro del bóxer, le cerré la bermuda y me paré para limpiarme la boca con el brazo.
   Tuvimos suerte, porque nuestra vecina estaba parada al otro lado de la puerta y nos miró con una sonrisa ni bien esta se abrió. Salimos del ascensor y cuando entramos a nuestro departamento nos empezamos a reír a carcajadas sin creer la suerte que acabábamos de tener. Estuvimos a unos pocos segundos de que nos encontraran en esa situación y eso obviamente nos calentó muchísimo. Sin embargo yo seguí el día como si nada y fui a la pieza a buscar un nuevo regalo para mi novio, el cual le di aproximadamente a las diecinueve de la tarde. Se trataba de un par de entradas para ver a un cantante que a él le encantaba y que daría un show en la ciudad el próximo mes.
   - ¡Muchas gracias, hermosa!- Me dijo dándome un abrazo y besándome apasionadamente.
   Luego de estar tirados un rato y faltando aproximadamente una hora para que nos tuviéramos que ir a cenar, él entró a bañarse y yo lo sorprendí entrando en la ducha unos segundos más tarde. Enseguida me abalancé sobre su cuerpo y comencé a besarlo de manera bien apasionada, estampando su espalda contra la pared y buscando su verga con mi mano. Ya no me aguantaba más la calentura y sabía que él tampoco. El día había sido demasiado ardiente y con muchas provocaciones como para no darle una satisfacción que lo aliviara un poco. Nos miramos frente a frente y nos comimos la boca dejándonos llevar por el placer.
   Comencé a pajearlo con ganas mientras que él me manoseaba la cola con una mano y las tetas con la otra. Era evidente que quería que cogiéramos en ese momento, pero eso estaba programado para después, por lo que en el momento que intentó darme vuelta, yo lo empujé con fuerza contra la pared y lo seguí pajeando a toda velocidad. “¡Ufff, mi amor!” dijo él cerrando los ojos y entreabriendo la boca. Mi mano se movía a lo largo de su pija, la cual se encontraba totalmente parada. Me encantaba sentirla así de firme entre mis dedos. Disfrutaba de cada segundo que teníamos abajo del agua caliente. Nuestros cuerpos rozaban y emanaban calor que nos invadía por completo. Me acerqué a su oído y con voz bien suave le dije:
   - Quiero que me des la lechita, mi amor.
   Javier no pudo contenerse a semejante pedido y relajó su cuerpo, quebrando sus rodillas y rindiéndose ante mis palabras. Yo seguí moviendo mi mano a toda velocidad y noté como de su verga comenzaba a salir mucho semen el cual iba a parar al piso de la ducha. “¡Mmm sí, mi amor! ¡Que rico!” festejé su acabada y lo seguí pajeando hasta asegurarme de que mi novio no tenía más leche adentro de su cuerpo. Entonces abrió los ojos y me miró completamente satisfecho para besarme de manera bien caliente y meter su lengua adentro de mi boca.
   Nos terminamos de bañar y nos fuimos a la pieza a cambiarnos pues teníamos aproximadamente una hora antes de que cancelaran la reserva. Él se vistió apurado y fue a la cochera a buscar el auto mientras yo me terminaba de acomodar. En ese momento aproveché para desvestirme de nuevo y ponerme el body que tanto le había gustado a mi novio debajo de un vestido que se podía sacar muy fácilmente. Me miré al espejo y me maquillé lo más rápido que pudo para después salir del departamento y bajar hasta el auto donde el chico del cumpleaños me esperaba sin tener la más mínima idea de que se venían muchas sorpresas más.


Parte 2


OTRAS HISTORIAS:
CASTIGADA (HISTORIA CORTA)
HISTORIAS INVENTADAS (HISTORIA CORTA)
LA CASA DE LAS BRUJAS. CAPÍTULO 1

5 comentarios - Regalos de cumpleaños – Parte 1 (Historia corta)

Tartanico +1
Ufffff quede hirviendo desde el principio hasta el final. Necesito la segunda parte!!!
HistoriasDe +1
Ya sale! Ya sale!
juuli88 +1
cuantas buenas ideas salen de este relato!! 🙂
juuli88 +1
imagino que habra devuelto con creces semejante regalo!!! 😃
HistoriasDe +1
Es parte de un relato fantástico... Pero digamos que toda fantasía se basa en parte en realidad y... Sí, siempre hay devoluciones acordes!
juuli88 +1
sii!! ya lei otros relatos tuyos. admiro esa creatividad que tenes. me imagino las situaciones reales en las que te basas jajaja... segui asi!
daros82 +1
Belleza. Quiero
HistoriasDe +1
Jaja gracias por comentar!