Nuevos amantes. Capítulo 5

Nuevos amantes. Capítulo 5

Esta es la historia de Diego y Mariana, dos chicos que comienzan una relación que poco a poco se va enredando entre amor y engaños y en la cual el sexo juega un papel principal que va a definirlo todo. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 5: Otra noche más (Diego)
   Me desperté y Mariana seguía dormida al lado mío. Me acerqué a ella y muy suavemente la abracé para luego besarla. Fue en ese momento cuando recordé que me dolía el labio pues ella me lo había destruido hacía unas horas en un encuentro sumamente caliente y placentero. Ella abrió los ojos despacio y pude ver en su mirada la misma esencia que había visto cuando entró en la ronda a bailar conmigo la noche anterior. Su sonrisa fue perfecta y su mano acariciando mi rostro se sintió sumamente cálido a pesar del frío de Junio. Por un momento quise que todas mis mañanas fueran iguales, que todos los días pudiera despertarme con Mariana al lado mío. Por un segundo la amé.
   Pero la felicidad duró muy poco, pues al día siguiente me enteré que así como yo tenía a Belén en mi vida, Mariana tenía un hombre que entraba en el juego. Lucas era un compañero suyo de la facultad y con quien ella se estaba viendo hacía ya varios meses. Me enteré gracias a que Manuel habló con su amiga, que Mariana había sufrido mucho por él y que por ende, Sabrina y Soledad, amigas de ella, lo detestaban a él y me apoyaban a pesar de no conocerme. Pero la cabeza a veces nos juega malas pasadas y el corazón se interpone en nuestras decisiones, haciendo que Mariana termina poniéndose de novia con Lucas a los tres días de mi cumpleaños.
   “No puede ser, es imposible que se haya sentido atraída a vos si ahora está de novia” me decía a mí mismo sin poder entender cómo es que un día me dijo que nadie la había hecho acabar de la misma manera que yo lo había hecho y 72 horas después estaba de novia. Entonces mi cabeza empezó a maquinar y lo primero que se me vino a la mente es que Mariana me había mentido y me había usado para su satisfacción. Me dolía muchísimo pensar eso, pero era lo único que se me ocurría pues no podía encontrar una razón lógica para justificar su noviazgo con Lucas después de lo que vivimos esa noche.
   Mariana obviamente intentó hablarme y de hecho me siguió mandando mensajes después de confesarme que se había puesto de novia, peor sus mensajes me confundían más. “La pasé excelente con vos y no quiero que se termine nuestra relación por esto” me dijo después de contarme que estaba de novia con Lucas. En un principio pensé que lo decía solamente por compromiso, pero a los pocos días me invitó a su casa a “tomar unos mates” y fue entonces cuando me di cuenta que hablaba en serio. Le dije que no, que prefería mantener la distancia pues a mí no me interesaba una simple amistad con ella, yo quería algo más y Mariana lo sabía.
   Pasamos varios días sin hablarnos y fue ahí cuando me di cuenta que lo nuestro iba a ser solo una anécdota de la vida. En realidad a mí me quedaba un excelente recuerdo suyo y una enseñanza sexual increíble que iba a cambiar mi forma de ver y tener las relaciones sexuales. Me moría de ganas de volver a probar algunas de las cosas que había probado con ella e inclusive de experimentar un poco más. También tenía ganas de ser yo quien se animara a dominar a la mujer y por qué no atarla y hacerla mi esclava sexual tal como Mariana había hecho conmigo.
   Pensé en Belén, pero estaba tan ofendida conmigo porque la noche de mi cumpleaños me había ido con otra chica que enseguida supe que iba a tener que remarla mucho para que volviera a pasar algo. Ramiro y Leandro me hicieron saber que Belén no solo estaba ofendida conmigo, sino que estaba saliendo con un chico que había conocido en la facultad y que era un año mayor que nosotros. “Según me dijo Carla, por ahora solo salieron un par de veces pero no pasó nada” me contó Leandro quien era el que tenía la mejor información. Esa pelea entre Belén y yo dividió al resto del grupo, haciendo que los chicos se pusieran de mi lado y Carla y Macarena del lado de Mariana.
   Fue entonces cuando los chicos decidimos juntarnos una noche los cuatro solos, algo que no hacíamos hacía mucho tiempo. Manuel fue el motor de esa reunión y su propuesta incluía tomar mucho alcohol y salir a buscar una chica para que yo estuviera con ella. Lo que ninguno de los tres sabía era que yo ya había avanzado sin su ayuda pues me había descargado Tinder y había empezado a hablar con Clarisa. Era una chica de veinticuatro años que al parecer tenía varios morbos sexuales que encajaban a la perfección con lo que en ese momento pasaba por mi cabeza. “Me gusta el sexo más bien fuerte, duro, pocos besos y muchos gritos” me escribió ese día mientras coordinábamos para encontrarnos en el boliche y ver si después nos íbamos juntos.
   Cuando les conté esto a Manuel, Leandro y Ramiro, ellos enseguida entendieron porque insistía tanto con un boliche en especial y me ayudaron a encontrarme con Clarisa. Luego de aproximadamente una hora, ella me tomó del brazo agarrándome por sorpresa y me dio vuelta para saludarme. “Hola Diego” me dijo con una sonrisa y me quedé algo impresionado. Las fotos que había publicado en Tinder no reflejaban en lo más mínimo lo que la chica que estaba en frente mío me demostraba. En la aplicación se mostraba como una chica sencilla, que se vestía de manera natural y que lo único fuera de lo convencional eran sus morbos sexuales. Pero frente a mis ojos veía una chica alta y flaca totalmente vestida de negro, con los labios pintados de un violeta oscuro y los ojos totalmente delineados. Tenía puesto un collar bien ajustado al cuello con tachas y se notaba que jugaba con u piercing en su lengua. Era una chica punk y por alguna razón eso me encantó.
   Nos alejamos un poco de los chicos que miraban sorprendidos y nos terminamos yendo a la barra en donde la invité un trago. Me contó que las fotos que publicó en Tinder en realidad eran más naturales para no espantar tanto a los “mente cerrada”, pero que esa chica que estaba viendo en ese momento era quien ella era de verdad. Noté entonces que tenía el pelo parcialmente pintado de violeta el cual combinaba con sus labios. Clarisa era sumamente agradable y divertida y no tardamos en besarnos de manera bien apasionada. Cuando tan solo llevábamos una hora los dos solos, me propuso de irnos a su casa para estar más cómodos, a lo que yo acepté sin ningún problema.
   Llegamos a una casa inmensa en una zona tranquila de la ciudad y ella entró indicándome que hiciera silencio. Avanzamos por un living comedor gigante hasta llegar a su habitación. Me explicó que vivía con sus padres y su hermano pero que las habitaciones de ellos estaban en el primer piso por lo que no tenía que preocuparme. Cerró con cuidado la puerta mientras yo admiraba las paredes repletas de imágenes de bandas de rock y de fotos suyas con sus amigas. El escritorio que estaba al lado de la ventana se encontraba totalmente desordenado y sobre la cama había muchísima ropa que ella recogió enseguida y puso sobre la silla.
   Sin previo aviso se abalanzó sobre mí y me besó de manera bien zarpada haciendo que cayera sobre su cama. Clarisa enseguida se puso toquetona y comenzó a levantarme la remera mientras que yo apoyaba mis brazos sobre su espalda. Pero no había tiempo que perder y luego de deshacerse de mi remera, fue bajando por mi pecho, besándome y lamiéndome el cuerpo al mismo tiempo que sus manos seguían recorriendo mi piel. Me di cuenta al instante que Clarisa era una chica bien dominante y no tardó en ordenarme que me recostara sobre la cama mientras que ella se acomodaba entre mis piernas. Me desabrochó el pantalón aceleradamente para luego sacármelo y volver a apoyar su boca sobre mis piernas. Su lengua humedecía mi piel mientras que sus manos jugaban a la altura de mi cintura y poco a poco se acercaban a mi pija que ya no daba más adentro del bóxer.
   Me desnudó de una manera brusca, tirando mi ropa interior al aire y luego se agachó nuevamente. Tomó mi pija con su mano, me miró fijo a los ojos y a pesar de que la oscuridad reinaba en la pieza pude ver el brillo en su mirada. Clarisa lamió mi verga de abajo hacia arriba lentamente y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y sentí como mi cuerpo se relajaba por completo. Cuando llegó a la cabeza, su lengua dibujó unos círculos pequeños que se formaban cada vez más rápido y provocaban que mi pija latiera en su mano. Después de eso comenzó a chuparla entera, metiéndosela en la boca por completo, recorriéndola toda con sus labios y llenándomela de saliva. Era excelente, me volvía loco de placer. Sentía como su boquita hermosa recorría cada centímetro de mi pija desde la punta hasta la base y como me calentaba con su lengua.
   Tras varios minutos de ponérmela bien al palo, la chuca punk se levantó y me ordenó que se la chupara a ella. Se paró frente a mí a un lado de la cama y se desnudó aceleradamente hasta quedar completamente desnuda. Sus pequeñas tetas me llamaron y las sujeté con fuerza mientras mi boca se colocaba entre ellas. Clarisa se fue recostando en la cama al lado mío y cuando lo hice me monté sobre su cuerpo para bajar como ella lo había hecho sobre el mío. Fui besando su piel, lamiendo sus pezones y acariciando su cintura hasta llegar a sus muslos, los cuales abrió para regalarme su cuerpo.
   Comencé a chuparle la conchita bien despacio, lamiéndosela una vez y luego otra para terminar posando mi lengua sobre su clítoris. Pero enseguida Clarisa me hizo prisionero de su voluntad, cerrando sus piernas sobre mi cuello y dejándome inmóvil con mi boca posaba en su conchita. “¡Dale! ¡Chupámela!” me ordenó y yo no pude hacer otra cosa más que mover mi lengua de un lado al otro. Con mis manos intentaba liberarme, pero a su vez no quería que ella me soltara. Mi boca producía saliva que caía sobre su cuerpo y se derramaba por mi mentón. Con mi lengua seguía frotando su clítoris que se había puesto bien durito, demostrándome que le encantaba lo que estábamos haciendo.
   Me liberó luego de unos minutos y cuando lo hizo me arrodillé y me limpié la boca. “¡Acostate!” me volvió a ordenar Clarisa que por más que lo hacía entre susurros, su voz sonaba fuerte y clara. Yo lo hice sin entender muy bien lo que sucedía, pues aún estaba algo aturdido y recuperando la respiración. Cuando me recosté sobre el colchón, ella se colocó encima de mí y volvió a besarme de manera bien apasionada para luego meter su lengua en mi boca. Sentía como mi pija al palo rebotaba contra su conchita mojada y como ella intentaba hacerla entrar con una de sus manos.
   Una vez que mi verga entró en su cuerpo, Clarisa se levantó y se sentó sobre mi cintura para empezar a moverse. Enseguida apoyó sus manos sobre mi pecho con fuerza y comenzó a bambolear su cintura en todas direcciones. Una sonrisa macabra se dibujó en su rostro mientras que se movía y con la poca luz que entraba por la ventana pude ver como el violeta de sus labios aún resaltaba en su rostro más bien pálido. La presión que ejercía sobre mi cuerpo era cada vez mayor y la forma en la que se movía me gustaba más y más. Su cuerpo se sacudía en todas direcciones y su cintura se volvía loca encima de mi pija que no daba más de lo dura que estaba.
   Entonces ella llevó sus manos a su cuerpo y lentamente empezó a subirlas por su piel hasta llegar a sus tetas, las cuales apretó con fuerza. En ese momento intenté levantarme para besarla y abrazarla pero ella rápidamente me empujó hacia abajo y me ordenó que me quedara quieto. Para impedir que me moviera llevó nuevamente sus manos a mi pecho y fue entonces cuando yo apoyé las mías sobre sus muñecas y suavecito las fui movilizando hasta mi cuello. A mitad de camino Clarisa se dio cuenta de lo que estaba haciendo y sin dejar de cogerme con ganas, colocó una de sus manos sobre mi garganta y me la apretó con fuerza.
   - ¿Querés que te ahorque?- Me preguntó y cuando lo hizo sentí sus dedos clavarse en mi piel.
   - ¡Sí!- Le respondí yo entre jadeos y sin poder respirar.
   En ese momento sentí un placer inmenso y un calor agobiante que quemaba todo mi cuerpo. Clarisa siguió forzando sus dedos sobre mi garganta y al mismo tiempo moviendo su cintura frenéticamente sobre mi pija. Su mano me sujetaba con tanta fuerza que el aire dejó de pasar y noté como mi vista se nublaba. Entonces, sin poder controlar mis movimientos, llevé ambas manos a mi garganta e intenté liberarme con fuerza pero no pude hacerlo. No veía claramente y las figuras se ponían borrosas. Clarisa no paraba de moverse descontroladamente sobre mi pija y sentía como todas mis sensaciones se dirigían a esa parte. Cerré los ojos y vi negro.
   Ella me soltó y abrí la boca bien grande para aspirar una bocanada que fue directo a mis pulmones al mismo momento que sentí como mi verga estallaba adentro de mi amante. Ella comenzó a gemir de una manera exagerada y noté como se apretaba nuevamente las tetas con fuerza mientras zarandeaba su cuerpo de lado a lado disfrutando de como eyaculaba adentro suyo. Entonces solo pude reír y respirar agitadamente. Mientras mi vista se aclaraba y mis pulmones se llenaban de aire noté como el placer me llenaba por completo mientras que largaba una cantidad de semen impresionante sobre la conchita totalmente mojada de Clarisa. Ella se siguió moviéndose cada vez más despacio hasta que de golpe frenó y me miró con una sonrisa macabra y un brillo increíble en sus ojos.
   Salí de su casa a los pocos minutos, con el corazón latiendo a mil y sin poder dejar de sonreír por el orgasmo increíble que me había provocado. Me dolía el cuello y me quemaba en donde ella me había sujetado, sin embargo disfrutaba aún y me relamía de placer cuando recordaba lo bien que había acabado. Después de esa noche no volví a verme con Clarisa, cada uno siguió su vida a pesar de que nos hablamos un par de veces. Pero esa noche increíble en la que superamos cualquier punto entre el dolor y el placer, iba a quedar grabada en mi mente para siempre.


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1 comentario - Nuevos amantes. Capítulo 5

Pervberto +1
Con la intensidad de la búsqueda de los límites.
HistoriasDe +1
Nunca mejor dicho!
Gracias!