Alquiler en tiempos de Coronavirus #1


Buenas gente de P!
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Este es mi primer post, les dejo un relato de mi autoría.
Todos los personajes son ficticios y cumplen con la mayoría de edad.
Espero que lo disfruten y si es aceptado seguramente habrá próximas partes.

Se aceptan críticas y sugerencias, un saludo y sin más, al relato!


IMPORTANTE:
Todos los personajes son ficticios y cuentan con la mayoría de edad.




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Alquiler en tiempos de Coronavirus [Parte 1 ]
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Finalmente el tan temido coronavirus había llegado a la Argentina.
Tras dictaminar la cuarentena, cientos de personas estaban teniendo problemas laborales, por lo que decidí no cobrar el alquiler del pequeño departamento que tenía destinado a tal fin.
Quien lo alquilaba era Tatiana, una joven y hermosa mujer de 25 años, morocha de ojos marrones, 1,55 mts de altura, flaca, con una hermosa cola y pequeñas tetas.
Hasta donde sabía vivía con su novio, ya que usualmente yo no era el encargado de cobrar dicho alquiler.
Era 8 de abril y decidí ir personalmente a avisarle que no se haga problemas por los gastos del mes que no iba a ser cobrado.
Yo vivía cerca, a unas 10 cuadras, por lo que me dispuse a ir en mi moto.
Eran cerca de las 20hs, una tarde noche fresca y nublada, y en el cielo se veían los primeros destellos de unos relámpagos que indicaban que se acercaba una tormenta.
Fui a donde estaba guardada mi moto, tras darle arranque no quiso arrancar. Intenté cuanta idea se me ocurrió pero no hubo caso. Así que como yo ya estaba mentalizado en ir al departamento y dado que era cerca decidí ir igualmente caminando.
Miré la hora antes de salir 20:15hs, el barrio ya estaba oscuro y estando en cuarentena la calle era un total desierto, parecía una película de terror.
Un fuerte viento golpeaba contra mi cara y el sonido de los truenos marcaban que cada vez la tormenta estaba más cerca, más aún de lo que imaginaba.
Aceleré el paso, no tenía ganas de mojarme, pero por más veloz que pueda ir contra la naturaleza no pude competir y estando a 3 cuadras de mi destino se desató una lluvia intensa junto con el viento, cosa que no esperaba que suceda. 
En cuestión de segundos estaba empapado, pero a todo esto, ya estaba más cerca del departamento de Tatiana que del mío, así que decidí seguir mi camino.
Finalmente llegué, completamente mojado y una vez en la puerta me estaba arrepintiendo de mi decisión. 
En mi cabeza estaba la idea de esperar a que pase un poco la tormenta y volver a mi casa para ir luego a avisarle el asunto del alquiler otro día.
Pero mientras estaba debatiendo entre si golpear la puerta o no, la puerta se abrió.
Tatiana estaba detrás de la reja con unas calzas negras y un remerón blanco transparente que me permitía ver un corpiño negro que me enloqueció. 

— Disculpame, ¿buscabas a alguien? — Dijo la voz femenina de Tatiana.
— Emm, hola, soy Mariano, el que les alquiló el departamento — dije con voz firme.
— ¡Uy! No te reconocí, hace rato no te veía — Y me miró con sorpresa.
— Sí, es que ensima me agarró la lluvia y me arruinó.
— Vení, pasá que te doy una toalla así te secás un poco.
— No, no hace falta, venía solo a avisarte que con el tema este de la pandemia, te podés quedar tranquila que este mes no hace falta que pagués el alquiler.
— ¿Enserio me decís? — Sus ojos se pusieron brillosos.
— Sisi, quedate tranquila.
— Insisto, vení pasá. — Mientras abría la reja y una lágrima se le caía por la mejilla.


Una vez adentro noté lo cambiado que estaba el departamento. Hacía más de un año que no iba personalmente y no vi la presencia del novio de Tatiana.
Me prestó un toallón para que me seque y me invitó un café porque realmente estaba haciendo frío.
Tras charlar un poco me contó que se había separado de Juan, porque se enteró que le era infiel, hacía ya unos cuantos meses y que mientras tanto decidió seguir sola.
Al mismo tiempo me contó que su jefe le dijo que no iba a poder pagarle la totalidad del sueldo, por lo que estaba muy complicada con las cuentas y por eso sintió un gran alivio cuando le dije que no tenía que pagar.
Mientras charlábamos y terminaba mi café la tormenta afuera cada vez era peor, eran las 21hs y no parecía que vaya a cambiar el panorama.
Así que tras esa breve charla le dije que mejor me iba así la dejaba tranquila.

— Bueno, te agradezco por el café y la buena onda, pero por lo que veo el clima no va a cambiar así que me voy así te dejo tranquila. — Le dije mientras le acercaba la taza a la mesada.
— Está lloviendo peor que antes, ¿cómo te vas a ir con esta tormenta? — Mientras miraba la lluvia a través de la ventana.
— Sí, no pasa nada, solo es un poco de agua, aparte son 10 cuadras solamente.
— Hmm, tengo una mejor idea. — Me dijo con una sonrisa.
— ¿Cuál? — Pregunté sorprendido, mientras veía embobado su sonrisa perfecta.
—  Mirá alguna ropa que Juan nunca vino a buscar me quedó, así que mejor te la presto, vas te cambiás y esperás que pase un poco la tormenta.
— No, enserio, no quiero molestarte. Ya bastante con el café.
— No es molestia, aparte es lo mínimo que puedo hacer después del motivo de tu visita.


Finalmente acepté, después de todo no me molestaba quedarme un rato más con semejante mujer. 
Me dijo que la espere mientras buscaba la ropa en su habitación. Tras estar un rato sentado en el comedor la curiosidad fue más fuerte.
El departamento era realmente pequeño, la “cocina comedor” estaba separada de la “pieza” por una pared de ladrillos y una puerta así que ante su demora, me levanté sigilosamente y me acerqué a la puerta.
Vi rápidamente la habitación, una cama grande, paredes pintadas de verde, un televisor al frente de la cama, aire acondicionado y finalmente llegué a lo mejor, Tatiana estaba agachada frente a un ropero buscando en uno de los cajones inferiores la ropa.
Su culo se veía enorme y la calza se metía entre medio de sus dos cachetes de una forma impresionante. Realmente no había podido ver su cola con tanto lujo, pero esa imagen era digna de colgarse en un cuadro.
Mi pija empezó a reaccionar rápidamente, yo a mis 27 años aún tenía las hormonas funcionando a todo vapor, por lo que agradecía tener puesto un jean y no otro tipo de pantalón que no me iba a permitir ocultar mi erección.
Me quede unos segundos más viendo el espectáculo, que para mi habían sido gloriosos y eternos y me volví a la cocina por miedo de ser descubierto.
Tras unos segundos escuché que me llamaba, agradecí al cielo haber vuelto un instante antes y no ser descubierto.
Me pidió que pase a la habitación y me dio una remera y un shortcito que eran de su ex. Me dijo que me cambie tranquilo que ella me esperaba en el comedor,  lugar al que se fue tras cerrar la puerta.
Yo estaba completamente extasiado por lo que había visto y sumado al morbo de ser descubierto tenía una erección descomunal.
Me senté en su cama por unos instantes y me dispuse a cambiar con la ropa que me había prestado.
Una vez cambiado me tomé un poco más de tiempo para calmarme porque con el short no había mucho espacio a ocultar una erección, así que tras unos minutos salí de la habitación.
Ella estaba sentada en una de las cuatro sillas y había una fuente arriba de la mesa.
Colgué mi ropa mojada en las sillas y nos sentamos a charlar de nuevo.
Teníamos cierta química que hacía que la charla fluya y fluya como si nos conociéramos de años y años.
Me preguntó por mí, a qué me dedicaba, si tenía novia, la relación con mis padres, estudios, etc, lo típico cuando se conoce a una persona y yo pregunté lo mismo.
Me contó más a fondo de su separación y demás banalidades sin mucha importancia.
Cada tanto la mesa se iluminaba un poco más debido a los rayos. La tormenta era incesante y la hora seguía corriendo entre charla y charla.
Cerca de las 22hs me invitó si me quería quedar a cenar.

— Bueno, habrás visto que saqué una pizza del freezer, ya que la lluvia no para, ¿querés comer algo? — me dijo con intriga — bah, si no tenés nada que hacer.
— No, no tengo nada que hacer, pero no quiero molestarte.
— No me molestás, al contrario, me caes re bien, aparte en cuarentena tampoco hay mucho por hacer.
— Sí, es verdad, bueno, te acepto la propuesta entonces.


Evidentemente mi respuesta le cayo muy bien, porque una sonrisa nuevamente se dibujó en su cara y fue a encender el horno.
Nuevamente tuvo que agacharse para prenderlo y otra vez me quedó su culo a disposición. Esta vez estaba mucho más cerca y si antes me había parecido descomunal, ahora lo reafirmaba, se lo notaba duro, bien parado, firme, se le marcaba por arriba la tirita de una tanga de color negra también que me volvió loco. Nuevamente mi pene estaba que explotaba, pero esta vez lo cubría el short solamente así que lo escondí debajo de la mesa.
Finalmente estábamos cenando en tranquilidad y por primera vez desde que llegué hubo silencio. Pero ese pequeño oasis de paz fue interrumpido por el sonido de un trueno impresionante al punto de que hasta las paredes temblaron y tras breves instantes se volvió todo oscuro.
El rayo evidentemente había caído cerca, por lo que tanto el departamento, como todo el barrio se quedó sin suministro eléctrico.

— Bueno, si le faltaba algo a la tormenta era esto — dijo Tatiana con humor mientras se reía.
— Sí y sumale la cuarentena donde no hay ni un auto en la calle, parece de película de terror.
— ¡Hay!. No me digas así que me va a dar miedo.
— Jaja, no tranquila, pero de verdad justo en un momento así.
— Al final tenías razón, tenías que haber vuelto a tu casa antes.
— Sí, ahora va a estar buena la aventura de volver a oscuras —  dije mientras me reía.
— Mirá que no te estaba hechando, al contrario, todo pasa por algo… ¿Por qué no te quedás?
— ¿Quedarme?
— Y sí, ya son las 23 y pico, tormenta, cuarentena, ahora sin luz. Así no te vas a ir.
— No, no te preocupes que caminando despacio llego igual.
— No, y quedarme yo sola con esta tormenta, cuarentena, sin luz, sin nadie. Ahora te exijo que te quedes —  dijo en un tono divertido — Aparte habrás notado que mi cama es grande, podemos dormir los dos cómodamente y mañana te vas.
— La verdad que es muy tentadora tu oferta, aparte no tengo nada mejor que hacer.


La verdad fue que no esperaba tal situación, el morbo me explotaba la cabeza y el corazón me latía a mil.
No había mucho por hacer, nos iluminamos con nuestros celulares para limpiar la mesa y nos fuimos a su habitación.
Dentro mío estaba feliz pero muy nervioso. Tenía la pija durísima y temía que se de cuenta y se enoje o que dormido haga algo sin poder notarlo.
Nos acostamos cada uno de un lado de la cama. Realmente me sentía incómodo, si bien la situación me encantaba, Tatiana era hermosa, me daba mucho morbo, pero tampoco quería quedar como un desubicado.
Juro que la deseaba con todo mi ser, pero si no es mutuo, podía arruinar cualquier intento de algo.
Una vez acostados no podíamos dormir, aún en plena oscuridad y apenas iluminados por los destellos de los rayos que caían cada tanto seguíamos charlando y riéndonos de tal situación.
Luego de un rato, no se cuánto tiempo, al parecer mi compañera de cuarto se había dormido, había silencio así que me tranquilicé un poco, me acomodé lo mejor que pude y cerré mis ojos.
No podía conciliar el sueño, me seguía sintiendo un poco incómodo, así que me mentalicé en dejar de pensar tanto y que pase lo que pase. Total en el peor de los casos, yo no tenía por qué volver a ir a su departamento.
Con mi mente en paz, me quedé completamente dormido. No sé por cuánto tiempo, me despertó sentir una mano en mi brazo.
Tatiana aparentemente dormida estaba agarrando mi brazo y llevándolo hacia donde estaba ella, que a medida que me llevaba se iba acomodando en posición fetal, dejando reposada mi mano sobre su abdomen (el cual estaba plano, perfecto) y obligándome a hacer lo que conocemos como “cucharita”.
Yo no entendía muy bien qué pasaba, estaba entre dormido y despierto, no sabía si había sido sin querer o apropósito, pero un suave movimiento de su cadera dejó apoyada su hermosa cola aún en calzas justo sobre mi pija, que al sentir eso no pude controlar y se puso dura en un instante.
Me quedé quieto en el silencio de la habitación, al parecer la tormenta ya había calmado un poco y esta vez con otra mentalidad simplemente me dispuse a disfrutar de semejante regalo del cielo.
Sentir su panza chata y perfecta en mi mano, ella sujetándome, su enorme y maciza cola apoyada en mi pija, era hermoso.
Me quedé quieto a la espera de alguna señal, pero al parecer ella realmente estaba dormida.
Estaba yo tan tranquilo y relajado en esa situación que nuevamente me quedé dormido.
Otra vez no supe por cuánto tiempo cuando me despertó otra sensación.
Yo estaba acostado boca arriba y sentía como una mano subía y bajaba por todo el largo del tronco de mi chota.
No entendía muy bien la situación, me moví un poco como para despabilarme, la oscuridad invadía absolutamente todo.
Escuché el ruido de un auto pasando por afuera del departamento y la luz emitida entró por la ventana e iluminó un poco la habitación.
Tatiana estaba con su mano agarrando toda mi pija que ya estaba mojada y chorreante, su remerón blanco estaba a un costado y antes que pudiera emitir palabra alguna escucho su voz diciendo:

— Perdoname, pero te sentí cuando me apoyaste con semejante erección y no me pude contener las ganas. Enserio perdoname pero no puedo.

Escucharla decir eso me desconcertó…
¿Estaré viviendo un sueño? ¿Realmente está pasando lo que creo que está pasando?

Continuará...
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Bueno gente, es todo por el momento, espero que lo disfruten.
Como siempre, se aceptan críticas y sugerencias.
¡Próximamente la parte 2!
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5 comentarios - Alquiler en tiempos de Coronavirus #1

sobralargo +1
Buenisimooo!! No tardes en continuarlo
Juampe16 +1
Gracias, en breves minutos se sube la parte 2!
sobralargo
lo espero pija en mano 😉
pilyyy +1
Que bueno!
Juampe16
Gracias, en breves minutos se sube la parte 2!
YOSOYPELUK +1
muy buen relato. Esperando la continuacion
Juampe16
Gracias, en breves minutos se sube la parte 2!
Si-Nombre
Excelente Post muy bueno gracias por compartir
Waaaaaaaaooooooooooo que delicia de historia