Nuevos amantes. Capítulo 1

Nuevos amantes. Capítulo 1

Esta es la historia de Diego y Mariana, dos chicos que comienzan una relación que poco a poco se va enredando entre amor y engaños y en la cual el sexo juega un papel principal que va a definirlo todo. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

Capítulo 1: Apariencias engañosas (Diego)
   Todo comenzó hace aproximadamente un año cuando estaba en el boliche completamente en pedo. Sí, decir que esta historia sucedió de pura suerte es decir la verdad puesto que si esa noche no me hubiese emborrachado de esa manera todo habría terminado distinto. Belén me confesó meses más tarde que estaba dispuesta a encararme ella a mí en aquel boliche pero como yo nunca llegué a encontrarme con el grupo ella se quedó con las ganas. Cuando descubrió lo que había pasado me odió por varias semanas, sobre todo por como siguió la historia. Ella sabía que yo no estaba enamorado de ella y que otra chica tenía mi corazón por más complicada que fuese la relación. Las cosas se enredaron de tal manera que mucha gente iba a terminar lastimada.
   Mi nombre es Diego y cuando esta historia arrancó yo tenía veinticuatro años, estaba haciendo algunas materias de quinto año de la facultad y trabajaba por las tardes. Mis amigos Ramiro y Leandro me presentaron a Manuel a principios de ese año, un chico con el que ellos cursaban una materia que yo ya había rendido. Era un pibe sumamente fiestero y todo el tiempo quería divertirse, por lo que me llamaba la atención que hubiese llegado hasta ese nivel en la facultad. A su vez era muy aplicado e inteligente, pero eso recién me di cuenta meses después de conocerlo.
   Cuando Manuel cumplió veinticinco a mediados de Mayo de ese año me invitó a mí también a festejarlo en su casa dado que la idea era incluirme en el grupo. “Pero si va a venir un montón de gente que ni yo conozco. ¿Cómo no vas a venir vos?” me dijo él que agarró confianza enseguida y me dijo que quería que estuviera junto a Ramiro y Leandro. Yo acepté la invitación y ese sábado a la noche fuimos con los chicos y algunas de las chicas de la facultad a su casa, donde hacíamos la previa antes de ir al boliche.
   Ahí estaba Belén, una de las chicas del grupo de la facu con quien teníamos algo de historia. Pero la mayoría de la historia se basa en histeriqueo puro pues ella estuvo de novia desde que terminó la secundaria con un chico que conocía del club. A mi ella me encantaba y se notaba que ella también estaba atrás mío, pero nunca pasó más nada que algunos besos sueltos. A principios de ese año cortó con su novio pues él la había estado engañando por muchísimo tiempo y fue en ese momento cuando supe que algo iba a pasar. Era cierto que tantos años de idas y vueltas me habían cansado, pero estaba convencido que esa era mi oportunidad.
   Pero la previa se descontroló y las cosas tomaron otro rumbo. Había cerveza, fernet, vodka, tequila y algunas otras cosas para tomar y Manuel nos desafió a todos a seguirle el ritmo y nosotros tres entramos en la competencia. Leandro y Ramiro no llegaron a ponerse tan en pedo, sin embargo yo perdí la noción de lo que sucedía después del tercer shot de tequila y terminé completamente en pedo. Belén seguía con Carla y Macarena, otras dos chicas de la facu, por lo que era imposible acercarme a ella. Es por eso que decidí esperar hasta el boliche a ver si se me pasaba un poco el pedo.
   El problema fue que ni bien entré al boliche me perdí. Decidí ir al baño tras pasar la puerta y por alguna razón no pude volver a encontrar a los chicos. Estaba totalmente en pedo y por más que le mandaba mensajes al grupo preguntándoles donde estaban, no lograba entender las respuestas. Fue por eso que terminé sentándome en un sillón que había en un rincón y me dediqué a esperar que alguno de los chicos o Belén apareciera. De golpe alguien se sienta al lado mío y cuando levanto la mirada me quedé sorprendido.
   - Hola. ¿Vos también no das más del cansancio?- Me preguntó ella con voz dulce y acercándose a mi oído.
   Era una chica hermosa que me cautivó al instante. Tenía ojos celestes que brillaban en la oscuridad del boliche y pelo negro ondulado que caía por sobre sus hombros. Su nariz diminuta hacía juego con su cara preciosa y dejaba que su sonrisa hermosa resaltara. Era flaquita y peticita pero en ese sillón se notaba más su presencia que la mía. No sabía si era ante de magia (o era el alcohol haciendo su efecto) pero veía una especie de brillo a su alrededor y eso me dejó anonadado. Sin lugar a dudas me enamoré en tan solo un instante.
   Se llamaba Mariana y tenía veintitrés años. Era de un pueblo cercano y se había venido a la ciudad a estudiar arquitectura cosas que me contó en tan solo unos pocos minutos mientras yo apenas conseguía formular palabra alguna. La miraba sorprendido, con la boca entreabierta y escuchaba cada cosa que me decía. No podía creer que una mujer tan hermosa como ella se había sentado al lado mío de la nada y me estaba hablando como si fuera un amigo suyo de toda la vida.
   - Perdoname pero...- La interrumpí de golpe y ella se calló y me miró con una sonrisa.- Es que sos muy hermosa. En serio.- Le dije y ella se enrojeció mientras lanzaba una risita tierna.
   Estuvimos hablando con Mariana por un largo rato y me señaló a donde estaban sus amigas que no paraban de mirarnos entre risas. “Odio salir a bailar, pero como a mis amigas les gusta terminé viniendo” me dijo ella bostezando y entonces le propuse de irnos de ese lugar para poder hablar más tranquilos. Ella dudó al principio pero al ver como la miraba aún sorprendido por su belleza terminó aceptando la invitación. Se despidió de sus amigas y fuimos a la puerta para tomarnos un taxi que nos dejó en su departamento.
   A pesar de que llegamos cerca de las tres de la mañana, nos quedamos hablando hasta eso de las seis cuando él sol ya asomaba por la ventana. Conversamos de todo un poco lo cual ayudó a que la borrachera se me bajara un poco. Mariana era una chica súper interesante y que estaba dispuesta a hablar de cualquier tema, algo que me fascinó de ella. Además su sonrisa me seguía cautivando y cada palabra que salía de su boca sonaba sumamente delicada. No fue hasta que ella lanzó el primer bostezo que me di cuenta la hora que era. Entonces amagué a levantarme del sillón pero ella me sujetó del brazo y tirando hacia abajo hizo que volviera a sentarme.
   - No te vayas. Quiero que te quedes.- Me dijo ella mirándome y se acercó a mí.
   Me besó de sorpresa y sus labios se sentían sumamente cálidos sobre los míos. Me quedé completamente inmóvil sintiendo como su dulce boca se posaba sobre la mía y su mano acariciaba mi rostro. Entonces se alejó por unos segundos y me miró fijo a los ojos con su mirada color cielo. Nuevamente noté el brillo que salía alrededor de su cuerpo y sentí que no quería hacer otra cosa más que volver a besarla. Así que eso hice, acerqué mis labios a los suyos y nuevamente nos hundimos en un beso que fue mucho más pasional que el otro. Mariana apoyó nuevamente su mano en mi rostro pero este bajó lentamente hasta mi cuello y cuando me di cuenta hizo presión sobre el mismo.
   En tan solo un movimiento que no llegué a notar, se montó sobre mi cuerpo con una pierna de cada lado y su cara quedó unos centímetros arriba de la mía. De golpe su carita tierna y adorable había desaparecido y ahora me encontraba frente a una chica que me observaba completamente decidida. Volvió a besarme y cuando lo hizo sentí como su lengua entraba en mi boca y salía a gran velocidad. Yo estaba totalmente sorprendido de lo que estaba sucediendo, era como si de golpe el diablo se había apoderado de aquella chica amable y simpática. No podía moverme y la presión que su mano ejercía sobre mi cuello hacía que me costara respirar o hablar, pero no podía parar de besarla.
   Con la mano que tenía libre comenzó a desabrocharme la camisa y en ese momento caí en la cuenta de lo que estaba pasando. Intenté sacarme la mano del cuello pero ella me dijo que no con voz firme y me volvió a besar. “Dejate llevar” me dijo al oído mientras metía su mano por mi pecho y la bajaba por mi cuerpo. Entonces esta llegó a mi cintura y comenzó a desabrocharme el pantalón, pero como no pudo tuvo que soltar mi cuello y ayudarse con la otra. En ese momento respiré profundamente y me llevé las manos al cuello que se sentía caluroso. Pero Mariana ya había logrado desabrocharme el pantalón y volvía a la acción. En vez de ir a mi cuello llevó una mano a mi nuca y me tiró del pelo para atrás alzando mi cabeza y besándome con ganas.
   La situación me había agarrado totalmente por sorpresa y por alguna razón estaba completamente bloqueado. Mariana tenía el control total de la situación y hacía conmigo lo que quería. Siguió besándome apasionadamente y poco a poco se fue desprendiendo de mi ropa. Me sacó la camisa diciéndome que me despegara de sillón y después se levantó su remera para dejar al descubierto unas tetitas pequeñas pero preciosas. Las estampó contra mi cara y me obligó a lamérselas poco a poco mientras movía si cintura sobre mis piernas. Todo era sumamente excitante.
   - Abrí las piernas.- Me ordenó bajándose del sillón y colocándose entre ellas una vez que obedecí.
   Rápidamente Mariana metió las manos en mi pantalón y buscó debajo de mi bóxer para agarrarme la pija con fuerza. Mientras que con una mano me pajeaba a toda velocidad, con la otra fue bajándome la ropa hasta sacármela y tirarla a un costado. Me miró nuevamente con esos ojos celestes y divinos pero que ahora transmitían una mirada endiablada y luego se agachó para meterse mi pija en la boca.
   Tuve que contenerme para no gemir de golpe. La sensación de placer que sentí al momento en que su boca hizo contacto con mi cuerpo no la había sentido nunca antes. Su boca mojada recorrió mi verga de arriba a abajo y la bañó por completo mientras que con su lengua lamía todo el tronco. Veía su cabeza subir y bajar sobre mi cuerpo y me excitaba muchísimo lo que estaba haciendo. Su boquita preciosa se sentía increíble y cada vez que llegaba a mi cabeza la succionaba provocándome un cosquilleo que recorría todo mi cuerpo.
   Mariana levantó nuevamente la cabeza flameando su pelo hacia atrás y noté como un hilo de baba caía desde su boca hasta mi verga y eso hizo que me volviera loco. Intenté abalanzarme sobre ella para besarla pero con firmeza me empujó hacia atrás y me ordenó que me quedara quieto. Cada palabra que salía de su boca sonaba tan seria y directa que yo obedecía sin oponer resistencia alguna. Se paró y terminó de desvestirse quedando completamente desnuda frente a mi cuerpo y yo me dediqué admirarla. Era tan hermosa, tan única que me costaba creer que eso estaba sucediendo. Me tenía anonadado con su belleza.
   Se volvió a sentar sobre mi cuerpo y se lamió la mano para luego pasarla por su concha y humedecerla. Despacito se fue colocando encima de mi verga y al sentir como esta entraba en su cuerpo, no pude evitar volverme más loco. Su conchita empapada se sentía increíble bajando por mi pija que no daba más de lo dura que estaba. Ella colocó sus brazos sobre mis hombros y una vez que la tuvo toda adentro se empezó a mover suavemente hacia adelante y hacia atrás. “Poné tus manos en mi cola” me dijo mirándome fijo a los ojos y yo hice lo que ella me ordenó sin dudar. Su colita era chiquita, acorde con su cuerpo, pero era perfecta, bien redonda y durita, haciendo que se sintiera muy bien poder sujetársela con fuerza.
   Mariana se empezó a mover cada vez más rápido y nuevamente buscó mi boca con sus labios. Su cintura iba y venía por encima de mi cuerpo y yo acompañaba cada uno de sus movimientos con mis manos y mi cuerpo. El roce de su piel sobre la mía hizo que sus pezones se pusieran bien duritos y me calentaba muchísimo poder sentirlos por encima de mi pecho. A medida que su cuerpo comenzó a moverse de manera más acelerada, de su boca fueron saliendo suaves gemidos de placer que resonaban en mi cabeza y me ponían mucho más caliente de lo que ya estaba. Yo la seguía mirando con la boca entreabierta, aún sorprendido de la forma en la que esa niña buena y hasta tierna se había convertido en una diosa sexual.
   Al cabo de unos minutos se levantó y antes de que yo pudiera reaccionar se dio media vuelta y se sentó de nuevo en mi cuerpo. Mi verga entró directo en su conchita bien mojada y ella apoyó su espalda sobre mi pecho. Sin que me lo dijera llevé mis manos a sus tetas y ella apoyó las suyas encima de las mías que ya hacían presión sobre sus pezones. Martina se empezó a mover de nuevo a toda velocidad, hacia adelante y hacia atrás, saltando sobre mi cuerpo y volviéndome loco de placer. Gemía mucho más que antes y me decía entre gritos que le encantaba cogerme de esa manera. Tiró la cabeza hacia atrás y quedó casi de frente a mí que estiré el cuello para besarla pero ella me mordió el labio y cuando me quise escapar no pude. Una vez que me lo soltó sentí el gusto a sangre en mi boca y comprobé que me había arrancado un pedazo de piel.
   - ¡Tocame ahí abajo!- Me dijo intentando poner cara de seria pero se notaba la satisfacción en su expresión.
   Bajé rápidamente la mano y la metí entre sus piernas sintiendo el calor de su cuerpo. Llegué a su húmeda conchita y busqué entre sus labios su clítoris para acariciárselo suavemente. Al igual que cuando apoyé una mano sobre sus tetas, ella bajó sus dedos hasta encontrarse con los míos y los fue guiando en movimiento. Su respiración se aceleró y su cuerpo se empezó a mover descontroladamente en todas direcciones. Sabía que estaba a punto de acabar y me volaba cabeza pensar que en realidad yo no había hecho nada para lograrlo. Por alguna extraña razón eso me excitaba muchísimo. En realidad, toda la situación me calentaba al máximo.
   - ¡Ay sí! ¡Voy a acabar!- Gritó ella sin dejar de moverse.- ¡No pares! ¡Acabá conmigo!- Agregó después.
   Sus palabras penetraron en mi cabeza de una manera única e hicieron que mi cerebro estallara. Sin dejar de mover mis dedos por encima de su clítoris y apretándole con fuerza las tetas con la otra mano, dejé que ella se siguiera moviendo como loca encima de mí. Saltaba desaforadamente sobre mi cuerpo y se clavaba mi pija a toda velocidad. Sentí el semen venir e intenté advertirle que iba a acabar pero no pude y cuando lo hice, noté como la leche salía de mi cuerpo y mi pija explotó adentro suyo. Ella frenó casi de golpe y abrió bien grande la boca para exhalar un grito de placer puro que se escuchó en toda la habitación. Los dos habíamos acabado a la vez y había sido increíble.
   Mariana se levantó y salió corriendo al baño dejándome todo satisfecho en su sillón. Me limpié con una servilleta de papel que encontré sobre la mesa y me cambié aún sorprendido por lo que acaba de suceder. Ella volvió a los pocos segundos y me pareció notar un poco de vergüenza en su expresión, pues se cambió a toda velocidad y dándome la espalda. Luego de eso tomó las llaves y me dijo que me bajaba a abrir. El viaje en ascensor fue más bien silencioso, en el que ella hizo un comentario sobre lo cansada que estaba y yo solo le dije que no veía la hora de irme a dormir. Abrió la puerta y antes de que saliera, me frenó para darme un beso.
   - La pasé excelente.- Me dijo con una sonrisa increíble en su rostro.- Quiero volver a verte.- Acotó después con una voz suave y delicada y mi corazón estalló de amor.


SIGUIENTE


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6 comentarios - Nuevos amantes. Capítulo 1

masitasexxx +1
Buenisima historia! La sigo!
HistoriasDe +1
Muchas gracias! Ya se vendrán nuevos capítulos!
mdqpablo +1
muy prometedora zaga . nos atrapó la historia
HistoriasDe
Que bueno!! Gracias!
Pervberto +1
Dejate llevar... Las palabras que resumen toda sabiduría.
HistoriasDe +1
Nunca mejor dicho!
daros82 +1
rapidita ehhh.. puff.. hermoso
HistoriasDe +1
Jajaja como a los hombres les gusta!
daros82 +1
jaja no puedo decir que no 😛
Bicasado2016 +1
Buenisimo..voy por la 2 parte...van 10+..
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Muchísimas gracias!!
juanp4288 +1
Está muy buena la historia, re excitante! Sigo poniéndome al día con tus relatos
HistoriasDe
Muchas gracias!!