Mis vecinas. Capítulo 7

Mis vecinas. Capítulo 7

Esta es la historia de Juan Manuel, un hombre que descubre que la vida sexual de sus vecinas es sumamente activa y disfruta viéndolas mientras ellas viven excitantes momentos junto a diferentes compañeros. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

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Capítulo 7: Morbos
   Me crucé a Clara a los pocos días del encuentro que tuvo con Rodrigo y me preguntó qué me había parecido. “Sin dudas ese pibe tiene mucha suerte de poder cogerte así” le dije y ella me sonrió. Por alguna razón no me calentaba la idea de estar con ella, pues lo que me excitaba era poder verla disfrutar teniendo sexo, algo raro pero que no me cuestionaba. Aparte ella ya tenía a su amante y a su novio, Nicolás, el cual me daba pena porque debía de ser un pibe bastante bobo y encima cornudo. Me tentó la idea de preguntarle si pensaba en Rodrigo cuando se cogía a su novio, pero no había la confianza suficiente como para hacerlo, por lo que decidí pensar yo mismo la respuesta. “Es obvio que piensa en el pendejo musculoso y pijudo mientras se coge al cornudito de su novio” me dije a mi mismo y sonreí mientras ella se baja en el séptimo piso.
   Igualmente por la cabeza de Clara debía de pasar alguna duda similar a la mía, pues ella debía estar pensando si cuando cogía con Antonella pensaba en Yanela, nuestra vecina de Brasil. La realidad es que no me pasaba eso, pues las dos me calentaban muchísimo y eran distintas a la hora de la acción. Mi novia era más proactiva, participativa y de vez en cuando le gustaba hacerme su esclavo a la hora del sexo. La chica brasileña por su parte era más bien sumisa y se entregaba a mí por completo, sacando así de mí una bestia que se la cogía con todas sus fuerzas.
   Sin embargo las posibilidades de vernos con Yanela eran cada vez más escasas y se redujeron cuando casi nos descubren. Una tarde estábamos cogiendo como locos en el comedor y de golpe la vecina del piso de arriba bajó y le tocó el timbre para pedirle que por favor dejara de gritar. Obviamente yo salí corriendo a esconderme a la pieza, pero ella quedó algo preocupada por la situación, por lo que dejamos de vernos tan seguido. Además tenía la seguridad de que ella había encontrado alguien más para que se la cogiera, seguramente algún compañerito de la facultad o alguien que había conocido en alguna noche de boliche y alcohol. Por lo que de vernos una vez cada diez días aproximadamente, pasamos a una o dos veces al mes y siempre y cuando estuviéramos seguros de que nadie iba a molestarnos o descubrirnos.
   Dadas las circunstancias volvimos a tener un revivir de nuestra sexualidad con Antonella. Paria fines de Abril el sexo se había vuelto cosa de todos los días con contadas excepciones que se daban porque alguno de los dos salía o no podíamos. Entonces volví a enamorarme de mi novia como la primera vez y las necesidades de estar con Yanela o de ver como se cogían a Clara fueron desapareciendo. Era como si de un día para el otro dejaron de interesarme mis vecinas y solo quería llegar a mi casa para estar con mi novia y hacerle de todo.
   Con quienes nos llevábamos cada vez mejor era con Guillermina y Patricio, la pareja del quinto piso de la cual nos habíamos hecho muy amigos. Al menos una vez a la semana nos juntábamos a comer en la casa de ellos o de nosotros con la idea de pasar un buen rato y charlar. Anto y Guille a su vez se veían muy seguido y mi novia había sumado a nuestra vecina a un grupo de amigas suya con la que se juntaban todos los fines de semana. “Guille nos hace morir de la risa. Aparte no sabés los secretos de pareja que me enteré” me dijo un día después de cenar con sus amigas y me empezó a contar que al parecer Patricio venía muy bien dotado.
   - Según nos dijo, Patricio mantiene la misma relación en todo su cuerpo.- Me dijo con una sonrisa pícara y haciendo referencia a que era igual de grande en altura que en sus partes íntimas.- Y también nos contó que les encanta coger en lugares públicos, onda el cine parques y esas cosas. ¡Están re locos!- Agregó riéndose.
   Lo que no nos dimos cuenta con Anto es que Patricio y Guillermina en realidad estaban actuando de esa manera porque tenían pensado algo más grande. Ese viernes a mediados de Abril cuando nos juntamos a cenar los cuatro en el departamento de ellos, en el ambiente ya se percibía algo raro. Patricio estaba mucho más agradable que de costumbre y Guillermina lucía una remera suelta y corta que dejaba al descubierta parte de su pancita y casi toda su espalda. Las tres botellas de vino sobre la mesada me llamaron la atención, ya que por lo general tomábamos una o una y media. De entrada habían preparado unas tostaditas con una pasta de champiñones, de plato principal un carré de cerdo con un mix de cebollas caramelizadas y papas y batatas al horno. De postre unas frutillas y trozos de banana para cubrir con una mini fondue de chocolate. Toda comida afrodisíaca.
   La noche se fue dando con total naturalidad. Patricio se encargó en todo momento que mi copa y la de Anto estuvieran llenas, mientras que Guillermina mantenía viva la conversación. De un momento para el otro nos preguntó algo relacionado al sexo y sin que nos diéramos cuenta estábamos hablando del tema sin ningún problema. “¿La noche más fogosa que hayas tenido?” le preguntó nuestra vecina a mi novia que iba por la cuarta o quinta copa de vino. Ella le resumió una experiencia que habíamos tenido durante un viaje al caribe, en la cual nos pasamos todo un día de lluvia encerrados en la habitación teniendo sexo a lo loco.
   - Acababa una vez atrás de la otra.- Le dijo Antonella riéndose.- ¡Fue increíble!... ¿Ustedes?
   - Nosotros tuvimos una experiencia parecida.- Comenzó Guillermina y apoyó suavemente su mano sobre la pierna de su novio.- Hace unos años nos fuimos de viaje a las sierras con una pareja amiga y un día de mucha lluvia no nos aguantamos las ganas y terminamos estando en frente de los otros dos… Nos encantó tanto que al otro día lo repetimos.
   El silencio se hizo presente durante unos segundos en los cuales Anto y yo cruzamos una mirada cómplice. Habíamos hablado de ese tema y estábamos convencidos de que Guillermina y Patricio tenían algún morbo oculto que nosotros no conocíamos. La cuestión era que ese morbo se trataba del mismo que nosotros habíamos presumido en una conversación cualquiera que habíamos tenido hacía no mucho tiempo. Entonces era real, nuestros vecinos disfrutaban de tener sexo frente a otras personas. La pregunta ahora era… ¿Querían que fuéramos nosotros sus próximos espectadores?
   - ¿Y después ellos lo hicieron delante de ustedes?- Les pregunté yo dado que ninguno de ellos emitió más palabras.
   - No.- Dijo enseguida Guillermina.- No se animaban a hacer lo mismo. Pero a nosotros no nos molestó en lo más mínimo. A nosotros nos gusta que nos vean, no tanto ver a otras parejas.
   - O sea que si ahora ustedes empiezan a hacerlo y nosotros los vemos… ¿Eso les calienta?- Les preguntó Antonella.
   - Si.- Respondió Patricio y mi novia y yo volvimos a cruzar miradas.
   - ¿A ustedes les interesaría vernos?- Preguntó su novia.
   - Dale.- Respondió mi novia sin que yo pudiera contestar.
   Guillermina reaccionó casi al instante. Se levantó y se paró detrás de su pareja que estiró la mano para llenar nuestras copas con más vino. Ella comenzó a hacerle masajes en los hombros a Patricio que luego de apoyar la botella en la mesa, cerró los ojos y se dedicó a disfrutar de cómo se movían los dedos de su novia. “Saben, por lo general Pato es bastante calladito y silencioso. Pero en el sexo se vuelve un poquito dominante y agresivo” dijo Guillermina mientras bajaba una de sus manos por el pecho de su novio y la metía adentro de su camisa. “Ya van a ver” agregó después sacando la mano y pasándola por el cuello de su pareja que seguía relajado sobre la silla.
   Pero luego de unos pocos segundos él se paró y reaccionó de golpe. Su cara cambió y en su rostro se notó el deseo de hacerle a su novia miles de cosas, expresión que enseguida me di cuenta por yo la había visto Rodrigo, el amante de Clara. La sujetó de la cintura e inclinó su cabeza hacia abajo para comerle la boca de un beso bien apasionado. Se fueron moviendo lentamente, alejándose un poco de la mesa y acercándose hasta el sillón que estaba contra la pared. En ese momento yo aproveché para correr mi silla y sentarme bien al lado de Antonella que observaba la escena sin comprender muy bien que sucedía.
   Sin embargo nuestros vecinos no se habían percatado de eso pues ellos seguían con lo suyo como si nada, como si no estuviésemos allí. Patricio le ordenó a Guillermina con sus manos que se sentara en el sillón y cuando ella lo hizo quedó bien en frente de la cintura de su novio. El solo hecho de pensar lo que iba a suceder me calentó y sentí como mi pija empezaba a endurecerse adentro de mi pantalón. Nuestra vecina fue directo al cierre de su pareja y se lo desabrochó aceleradamente para bajárselo y dejar al descubierto un bóxer negro que escondía un bulto bien grande. “¡Que hijo de puta!” pensé yo al ver que el comentario que había escuchado sobre el paquete de Patricio era verdad. Guillermina le bajó el bóxer y enseguida su inmensa verga salió al aire y pude notar que a pesar de que no estaba totalmente parada, era inmensa.
   - ¡Dale! ¡Chupala! ¡Cometela como a vos te gusta!- Le dijo entonces él y su voz sonó bien firme.
   Ella sonrió y luego de masturbarlo por unos segundos se dedicó a mamarle la verga a su novio. Era muy provocadora la manera en la que lo hacía, como movía su cabeza en todas direcciones, como jugaba con la lengua por encima de su cabeza y como lo miraba a los ojos mientras lo hacía. Él disfrutaba al máximo, exhalando profundos suspiros y apreciando la carita angelical de Guillermina que se llenaba la boca. A medida que pasaban los minutos, la pija se le iba poniendo más y más dura e iba creciendo entre los dedos de la chica que ya no llegaba a comérsela toda. “¡Como te gusta nena!” le dijo él y no pude evitar una leven sonrisa mientras cruzaba mi brazo por detrás de mi novia para apoyarlo en el respaldar de su silla.
   Guillermina estuvo varios minutos entreteniéndose con la verga de Patricio hasta ponerla al palo y ahí llegué a ver lo inmensa que era, fácil unos veinte centímetros y bien gruesa. Luego de eso, ella se paró y volvieron a besarse. Entre besos y caricias se fueron sacando la ropa y a medida que Guillermina se iba desnudando, me di cuenta de que la piba estaba fuertísima. Había podido apreciar su figura en más de una oportunidad en el solárium del edificio, pero tenerla completamente desnuda en frente de mis ojos, me dejó anonadado. Giré la cabeza para mirar a mi novia y me di cuenta que ella seguía sorprendida con el tamaño de la pija de Patricio.
   La chica se fue recostando sobre el sillón hasta quedar totalmente rendida en él y Patricio se agachó frente a su cuerpo mientras que ella abría las piernas. Él fue recorriendo con su boca la piel de su amante, mientras que ella le acariciaba la espalda que cada vez quedaba más abajo. Nuestro vecino terminó agachado a la altura de la cintura de su novia y no tardó en darle una primera lamida a la conchita que se vía completamente hermosa. Bien rosadita y expuesta entre sus piernas flacas, Patricio se dedicó a jugar unos segundos con ella antes de comenzar a chuparla con ganas, lamiéndola de arriba hacia abajo y rozándole el clítoris con la yema de los dedos.
   Sin embargo no se mantuvo tanto tiempo entretenido entre las piernas de su novia, ya que a los pocos segundos se levantó, se limpió el hilo de baba que le quedó colgando y apoyó la punta de su pija en la concha empapada de Guillermina. Ella sonrió y se mordió los labios para luego abrir la boca bien grande y ahogar un grito a medida que él lo iba penetrando. Entonces Antonella apoyó su mano sobre mi pierna y la apretó con fuerza, impactada de ver como esa enorme y gruesa verga iba desapareciendo adentro del cuerpo de nuestra vecina. “¡Qué lindo como te entra toda, mi amor!” dijo Patricio y se la empezó a coger con ganas.
   Tal cual nos había advertido Guillermina, y de la misma manera en la que nosotros nos habíamos imaginado, Patricio se volvía bien violento y dominante a la hora del sexo. El tipo empezó a mover su cintura hacia adelante y hacia atrás a toda velocidad y veíamos como su pija entraba y salía de la conchita de su novia que no pudo contener sus gemidos. A su vez él le sujetaba una de sus piernas en el aire y la apoyaba contra su cuerpo, para que ella estuviera completamente abierta. Era fascinante ver como la tenía a su merced y como se la cogía con locura, como la hacía gozar con cada golpe que daba. La mano de mi novia subió lentamente por mi pierna hasta llegar a mi bulto, el cual se había formado con todo el espectáculo que estábamos viendo.
   - ¡Ay sí! ¡Me encanta! ¡Cogeme!- Le decía Guillermina a su novio cada vez que le preguntaba si le gustaba la forma en la que le practicaba sexo.
De golpe el tipo con el que nos juntábamos a comer y solía ser bastante callado y reservado, se había convertido en un animal que le daba con todas sus fuerzas a su novia en frente de nosotros. Con brusquedad soltó la pierna de Guillermina que cayó hacia un costado y llevó sus manos a la cintura de ella para sujetarla con fuerza. Despacito la fue levantando del sillón hasta que solo quedó la parte superior de su espalda y su cabeza apoyada sobre los almohadones, ya que el resto de su cuerpo estaba en el aire. “¿Te gusta trolita? ¿Te gusta mi pija?” le preguntaba él con voz firme y ella le respondía que sí entre gemidos.
   Entonces Patricio empezó a dar pasos hacia atrás y el cuerpo de Guillermina se fue alejando del sillón hasta quedar completamente suspendido en el aire. Su único punto de apoyo era la cintura de su novio que él sujetaba con firmeza con sus manos. Ella se fue levantando poco a poco hasta apoyar sus brazos sobre los hombros de él y Patricio automáticamente bajó sus manos a la cola de ella. Le apretó con fuerza las nalgas y empezó a mover el cuerpo liviano de su novia hacia arriba y hacia abajo, provocando que esta saltara y callera violenta sobre la pija de él.
   - ¡Ay sí! ¡Si mi amor! ¡Me encanta!- Gritaba desconsoladamente mientras él movía su cuerpo con fuerza.
   Si la situación ya era extremadamente excitante, a eso había que sumarle el hecho de que mi novia me estaba acariciando la verga por encima del pantalón. Ver a nuestros vecinos coger de esa manera frente a nosotros me puso al palo y que Anto me provocara de esa manera, me hizo estallar. No me pude aguantar y al mismo tiempo que Patricio estampaba el cuerpo de novia contra la pared, yo me bajé el cierre y saqué mi verga para que Antonella pudiera tocarla piel a piel.
   Nuestro vecino seguía cogiéndose a su novia como loco, haciéndola saltar por los aires y clavándose su pija, mientras que yo disfrutaba de los dedos de mi novia recorriendo mi cuerpo. Era increíble como la noche había dado ese giro tan estimulante y como el alcohol nos había desinhibido hasta ese punto. Nuestros vecinos volvieron a acercarse al sillón y ella se colocó en cuatro sobre este mientras que Patricio se paró detrás de ella y volvió a clavarle la pija en la conchita empapada de ella. Guillermina pegó un grito seco y volvió a gemir como loca cuando él comenzó a moverse con brusquedad.
   - ¿Te gusta? ¿Te gusta cómo te cojo delante de los vecinos?- Le preguntó él y ella le respondió afirmativamente en ambas oportunidades.- ¿Querés que te de la leche delante de los chicos?
   - Si, la quiero. ¡La quiero toda!- Le respondió ella con voz de golosa.
   Entonces Patricio sacó su pija del cuerpo de su novia y comenzó a pajearse a toda velocidad mientras que ella agachaba su cuerpo y su cola quedaba en primer plano. La escena me calentó tanto que no me pude aguantar y le pedí a Antonella que me pajeara más rápido. Ella no dejaba de mirar el espectáculo que estábamos viendo y al parecer seguía fascinada por lo que nuestros vecinos hacían. Al cabo de unos segundos Patricio acabó y largó una cantidad de semen increíble sobre las nalgas de Guillermina que no paraba de gemir y gozar a cada momento.
   Entonces nos miramos con mi novia y les preguntamos a los chicos si les molestaba que nos retiráramos y ellos dijeron que no había ningún problema. “No aguanto a llegar a casa, mi amor” me dijo Anto que siguió tocándome la pija cuando salimos al palier y dejamos a nuestros vecinos totalmente desnudos, transpirados y extasiados. Había quedado claro que a ellos les calentaba muchísimo que los vieran teniendo sexo, lo que no sabíamos era que tanto nos iba a gustar a nosotros. A juzgar por como Antonella se arrodilló a chuparme la pija en el ascensor mientras esperábamos a matarnos en nuestra casa, también nos había excitado muchísimo.


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2 comentarios - Mis vecinas. Capítulo 7

sobralargo +1
AMO ESTA SAGA!!! LA MEJOR!!!!! Segui asi...genia!!
HistoriasDe +1
Gracias!! Me alegro que te guste tanto!
sobralargo +1
La cantidad de leche que me saca esta saga...no te das una idea!!!
HistoriasDe +1
Ufff se ve que te gusta mucho!