Un velorio encendió la llama.

Era el velorio de mi abuela, por parte de mi madre. Al vivir bastante lejos nunca tuve mucho contacto con esa rama de la familia, sólo nos veíamos en algún que otro cumpleaños, fiesta navideña o velorio, como en esta ocasión. Estábamos en la sala velatoria con mi hermana y mi madre, sentados en un sillón grande. Alrededor, algunos primos, primas y vecinos de la cuadra charlan entre ellos. En eso llega la hermana más chica de mi mamá, mi tía. Tiene 37 años y muy bien llevados. La última vez que la vi tenía 28, estaba casada y estudiaba medicina en la UBA; yo tenía 12 en esos tiempos y recuerdo: le dedicaba varias pajas. Una vez nos fuimos de vacaciones en familia a San Clemente. Yo salía de bañarme después de un día de playa, me estaba secando para cambiarme y ella abrió la puerta. Miró directamente a mi pija, se tapo los ojos con la mano, se disculpó y se fue.
Volviendo al velorio: llega mi tía llorando, con un pañuelo en la mano, atrás el marido sosteniéndole la cartera. Se acerca al sillón y la abraza a mi vieja. De costado puedo ver como le cuelgan esos pechos hermosos. Sigue saludando gente y llorando, aún no me vio.
Después de un rato, ya más relajada, se acerca al sillón y le hacemos un lugar. Mi madre nos presenta como si fuéramos desconocidos.
- Mati, ¡tanto tiempo! ¡¡¡qué grande estás!!!! - me dice, acariciándome la pierna derecha.
Yo, intimidado y ya caliente, me sonrojo como un idiota. Charlamos entre todos y no puedo parar de mirarle las tetas, discimulo bien pero ella no es tonta. Cuenta que es proferosa de zumba y está practicando reiki, que está pensando en ser mamá y en casarse con Carlos. Carlos desde el otro lado de la sala vigila y sonríe sin escuchar. Después de un rato se acerca, le da un beso a mi tía y se despide; entra a trabajar a las 22:00hs.
Mi hermana y unas amigas de ella van a pasar la noche en el velatorio acompañando a mi vieja. Yo tenía un parcial a la mañana que no podía dejar pasar, así que necesitaba dormir un rato al menos. Voy preparando las cosas para irme y mi vieja me pide si puedo llevar a la tía para casa así duerme un rato. Obviamente dije que si.
Ya en el auto, vamos charlando:
- Y vos Mati, tenés novia? ¡no puedo creer que estés tan grande!
- No tía, corté hace unos meses.
- Uh, ¿por? ¿qué pasó? Tan lindo que sos!
- Una pendeja, nada, qué se yo!
- Las pendejas no saben aprovechar nada. - dice, mirando por la ventana.
Llegamos a casa y apenas entramos se larga a llorar con todo, desconsoladamente. Me acerco y la abrazo.
-Bueno tía, ya está, tenés que ser fuerte.
- Si, pero la voy a extrañar - sigue llorando.
La abrazo más fuerte y siento como sus tetas se refriegan en mi pecho y: ¿cómo evitarlo? Se me empieza a parar la pija. Ella la siente y en lugar de separarse, hace presión con las caderas aplastando mi pija.
- Ay gracias, Mati. Sos tan bueno!
- No hay drama, Tía, somos familia y tenemos que apoyarnos.
Le doy una toalla para que se pueda secar. Mientras se baña yo aprovecho a repasar algo de las fotocopias. Cuando termina, la veo pasar desde el baño a la habitación de mi hermana, con la toalla cubriéndola, desde las tetas hasta apenas debajo de la cola. Vuelve a pasar para el baño y de nuevo a la habitación, esta vez con una tanga negra en la mano. "Hasta mañana Mati" me dice al pasar. Yo, al palo totalmente: "hasta mañana tía, que descances". Apago la luz, me acuesto y escucho que empieza a llorar otra vez. No puedo dejarla sola. Abro la puerta y le pregunto si está todo bien, si necesita algo...
- Dejá Mati, andá a dormir que tenés que rendir.- me dice, sin dejar de llorar un segundo.
- No pasa nada, no es tan tarde. - me acerco y me recuesto en el respaldo de la cama con una pierna en el piso.
- Gracias Mati, sos un genio! - me dice y se da vuelta dándome la espalda.
Hace mucho calor, mi tía tiene puesta la misma musculosa pero sin corpiño, la calza está sobre la cama así que está en tanga o desnuda. Ella no puede parar de llorar así que me acuesto en la misma posición que ella y me acerco a su cuerpo abrazándola. "Tranquila tía, ya está" .
De a poco se va calmando y se tranquiliza. Yo me quedo quieto en la misma posición. Siento como se empieza a mover y a empujarme con la cola para atrás. Yo pienso que me quiere apartar y me corro un poco, pero me dice que la abrace. Agarra mi mano, luego uno de mis dedos, y se lo lleva a la boca, lo rodea con la lengua y lo saca dándole un beso suave, mientras sigue tirando la cola para atrás para sentirme. Yo me quedo quieto, inmutado y ella, sigue: mete mi mano abajo de su remera y comienza a masajearse las tetas, con su mano encima de la mía, como si estuviera enseñándome como se hace. Cada vez se mueve más y con más ritmo, de arriba hacia abajo y otra vez lleva mi mano a su boca y a sus pechos, y sigue jugando, empezando a respirar cada vez más fuerte y a gemir despacio. Yo estoy con la pija que me explota queriendo salir del boxer, la cabeza choca, entre sus piernas y su concha buscando lugar...


Me tengo que ir, luego sigo con la historia y con el final. Mientras tanto, cuéntenme si les gustó.
Saludos.

4 comentarios - Un velorio encendió la llama.

fissuradisimo
Me dejaste mal termina la historia por favor van mis puntos
Parejazar
Estoy en el laburo empijadisimo con tu historia!!!
juanlaboudigue
Que relato más pedorro no supiste terminarlo o estás fumado amigo anda a cagar con tu tia