Vacaciones en la playa II. Capítulo 8

Vacaciones en la playa II. Capítulo 8


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PARTE I. CAPITULO 1

Tras un primer verano con sus amigas en la costa, Cintia está segura que el segundo año será mejor, con muchas más anécdotas, diversión y sobre todo historias ardientes para contar. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…

Capítulo 8: Todo por placer
   Las chicas supieron que algo había pasado con Germán la noche anterior, por lo que al día siguiente ni bien despertamos me atosigaron a preguntas. "¿Qué onda?", "¿Qué hiciste?", "¿Quién era?" me dijeron Natalia, Clarisa y Lorena mientras que Paula e Ingrid miraban intrigadas. Les conté resumidamente lo que pasó y como terminamos estando juntos en la playa algo que llamó mucho la atención de algunas de las chicas. Obviamente omití algunos detalles, como la arena pegándose por todo el cuerpo o las miradas hacia los costados para que no nos descubrieran, pero les dejé bien en claro que Germán era un excelente amante.
   El día comenzó con un mensaje de Cristian en el que nuevamente me pedía disculpas y me decía que quería verme y hablar. Aprovechando que el día estaba nublado y ventoso le propuse que me pasara a buscar y que fuéramos a algún bar a hablar. A pesar de que Cris insistió en que nos juntáramos en nuestra casa, terminamos yendo a tomar algo a un barcito del centro. La conversación en ese momento fue bastante escueta puesto que él se sentía algo intimidado por la gente que nos rodeaba. Es por eso que ni bien terminamos lo que habíamos pedido volvimos al auto y él se alejó un poco de la zona para frenar en una calle donde había solo viviendas y seguir la conversación.
   - Te extraño.- Me dijo sinceramente.- Extraño estar con vos, hablar con vos, dormir con vos.- Se lo notaba muy arrepentido y algo triste.- Los meses que pasamos juntos fueron excelentes para mí y la verdad me gustaría que pudiéramos volver a intentarlo.
   En ese momento lo abracé y después volví a colocarme frente a él, frente a su cara y le dije que yo también lo extrañaba. Era la verdad, pensar en él era pensar en hermosos recuerdos y en excelentes momentos. Pero en ese momento mi cabeza estaba en otra cosa. Era verano y quería disfrutar y pasarla bien, pero por sobre todas las cosas quería seguir teniendo sexo de la manera que lo estaba haciendo, completamente despreocupada, sin compromiso. Cuando se lo dije él se puso algo celoso y me dijo que no le gustaba para nada Diego, algo que me sacó una pequeña sonrisa.
   - Hagamos una cosa.- Le propuse.- Sigamos disfrutando los dos del verano y cuando volvemos a nuestras casa, soy toda tuya.
   La propuesta sonaba rara, de hecho era un compromiso a futuro muy grande, pero estaba convencida de que podía llegar a hacerlo. En ese momento nos besamos y Cristian me dijo que él solo quería hacerme feliz, algo que me encantó y que nos llevó a trasladarnos al asiento trasero del auto para tener una cesión rápida de sexo. Fue corto y bastante conciso, pero sentó la calentura que iba a durar hasta esa noche, en la que nos íbamos a matar en la cama.

   Cuando volví a la casa la lluvia comenzó a caer. No era una tormenta torrencial, pero el agua en las vacaciones no es lo mejor y obviamente quita las ganas de hacer cosas. “Que ganas de cogerte con esta lluvia” me escribió Diego y a pesar de que me moría de ganas de sentir su lengua en mi cuerpo esa noche moría de ganas de volver a estar con Cristian. A pesar de eso, le seguí el juego a Diego pues todavía tenía ganas de pasar una noche más con él antes de que terminaran mis vacaciones.
   Quien también me mandó un mensaje fue Germán, preguntándome si esa noche hacía algo y a pesar de que le respondí, la conversación quedó en la nada cuando Paula subió a mi habitación enojada. Le pregunté que pasaba y me dijo que las chicas querían quedarse en la casa pero que ella quería salir de todas formas. La lluvia golpeaba fuerte sobre el techo de mi habitación pero verla a mi amiga convencida por salir de joda, hizo que me dieran ganas de acompañarla y de festejar junto a ella. “¡Vamos a salir nosotras dos!” le dije riendo y ella me abrazó feliz.
   Pero al parecer las chicas no eran las únicas que se quedaban esa noche en la casa, puesto que cuando Pau le mandó un mensajito a Martín, Javier, Lorenzo y Diego, estos le respondieron que esa noche no iban a ir a ningún boliche y se iban a quedar en la casa haciendo una previa eterna con otros grupos de amigos. Nos invitaron, pero con Paula teníamos ganas de salir a bailar y mover un poco el cuerpo. Los otros chicos tampoco tenían muchas ganas de salir. Gastón había arreglado con Lorena para verse y Juan Ignacio se quedaba junto a Santiago y Patricio. El único que se sumó a la salida fue Cristian.
   - Ya fue, salgan ustedes dos solos.- Me dijo mi amiga al enterarse que iba a ser una salida de a tres.
   - ¡No, boluda!- Le contesté yo.- ¡Vení con nosotros, te prometo que no me lo voy a chapar en frente tuyo!
   Pau echó una carcajada y luego de volver a insistirle terminó aceptando. El agua seguía cayendo cuando Cristian nos pasó a buscar a las dos en el auto. "¿No vas a tomar, vos?" le preguntó ella y él le dijo que con esa lluvia prefería ir y volver en auto a ponerse en pedo. Pero yo tenía ganas de que los tres nos divirtiéramos al máximo por lo que lo obligué a dejar el auto ahí y nos tomamos un taxi hasta el boliche que estaba a unas diez cuadras de la casa.
   Nos mojamos un poco mientras esperábamos a entrar, pero una vez que estuvimos adentro solo queríamos bailar y divertirnos. Cristian nos invitó un trago a cada una y como agradecimiento yo le di un beso en el cachete. Pero ante la mirada fulminante de mi amiga, le dije que esa noche no íbamos a hacer nada hasta que Pau no se fuera y él entendió. Es por eso que en todo momento me dediqué a bailar con ella, para que no se sintiera excluida y en más de una oportunidad las dos rodeamos a nuestro amigo para ponerlo a bailar.
   Una tercera ronda de tragos siguió después de la segunda y la cuarta, con un poco de ayuda del escote de Paula, vino de regalo del barman. Cuando nos dimos cuenta los tres habíamos tomado muchísimo y estábamos bastante alcoholizados. En ese momento abracé a Cristian y lo besé apasionadamente pero un golpe en el brazo de parte de mi amiga me hizo reaccionar. “No te pongas celosa” le dije y le encajé un beso a ella que la tomó completamente por sorpresa. Cristian rio en frente nuestro y Pau y yo volvimos a bailar, pero en esa oportunidad mucho más pegadas y rozando constantemente nuestro cuerpo.
   En medio de una canción el franeleo fue tal que sentí como el calor se iba apoderando de mí. Giré mi cabeza para mirar a Cristian que nos observaba anonadado y sin poder creer lo que sus ojos veían. Entonces recordé la conversación con Diego, quien era una especie de rival de Cristian, en la que me había propuesto un trío con otra mujer y recordé mis aventuras con Paula. Volví a girar la cabeza para quedar frente a ella y la besé. Mi amiga enseguida me devolvió el beso y nuestros cuerpos se entrelazaron al igual que nuestras lenguas. Segundos después volví a mirar a Cristian que nos admiraba con una sonrisa de oreja a oreja.
   Continuando con el baile, me acerqué al oído de mi amiga y le dije algo en secreto para que él no pudiera oír. Ella luego de escucharme me dijo que sí y continuamos bailando como si nada hubiera pasado, pero yo sabía que en ese momento Cris estaba completamente al palo y eso me gustaba. La noche siguió entre toqueteo y alguna que otra apoyada de mi cola a su cuerpo pero no hubo ningún otro beso, al fin y al cabo le había prometido a Pau que no lo iba a hacer en frente suyo. Sin embargo el calor fue subiendo entre los tres a tal punto que en un momento rodeamos a Cristian (yo por delante y ella por detrás) y nos pegamos a su cuerpo para que nuestras pieles se rozaran.
   Cerca de las cinco de la mañana salimos del lugar, totalmente borrachos y empezamos a caminar por la calle a pesar de que la lluvia seguía cayendo. Cris caminaba entre medio de nosotras dos y nos ayudaba a mantenernos paradas pues él era el que menos había tomado, y eso que había tomado mucho. Luego de unos minutos llegamos a la casa donde nosotras estábamos parando y entramos tratando de hacer el menor ruido posible. Paula propuso que fuéramos al segundo piso a recostarnos en los sillones y empezó a subir la escalera mientras yo me quedaba unos segundos en la planta baja apretando con Cristian. Sin embargo ella bajó casi al instante, totalmente tentada y diciéndonos que en el living pequeño del segundo piso estaban Clarisa y Lorenzo teniendo sexo.
   Nos empezamos a reír entre los tres y de a poco nos fuimos trasladando hasta el sillón grande, el mismo que habían usado Clari y Lorenzo para tener sexo la noche que los encontré con Diego. Cuando nos sentamos le lancé una mirada cómplice a mi amiga y después observé a Cristian que nos miraba aún fascinado. “¿Sabés que le dije a Pau en el boliche?” le pregunté a Cris y él me dijo que no tenía idea. “Le dije que me encantaría verlos a ustedes dos besándose” le comenté y a pesar de que eso no había sido lo que le había dicho, ella no se sorprendió en lo más mínimo.
   Cristian dudó enseguida, pues no sabía si se trataba de una broma o no, pero como ni Pau ni yo nos reímos supuso que hablaba en serio. “Dale, un besito” le volví a insistir como si estuviese rogándole. Mi amiga se acercó a él, estiró su cuello y puso sus labios en posición esperando la respuesta de él. Cristian me miró y al ver mi sonrisa se dio media vuelta y besó a mi amiga, tocando suavemente sus labios con los de ella y enseguida los despegó. “¡Ay pero que amarrete!” le dije yo y le pedí que le diera un mejor beso, uno con más pasión y ganas. Él se rio, pero volvió a girar la cabeza para encontrarse nuevamente con la boca de mi amiga y juntar sus labios nuevamente en un beso que fue mucho más duradero que el anterior.
   Ese beso me encantó, me volvió loca y me puso muy caliente en cuestión de segundos. “¡Compartilo!” le dije a Pau que se tiró hacia atrás riendo y dejó que yo me sentara encima de Cristian. Lo besé sujetándolo de la cara y metí mi lengua en su boca. Él parecía no entender muy bien lo que sucedía alrededor suyo, pero me siguió la corriente besándome y apoyando sus manos en la parte baja de mi espalda. Pero cuando mi amiga se acercó y pasó su mano por la cabeza de él llevándola hasta su nuca, Cris miró hacia el costado y la observó sintiéndose algo incómodo.
   - Tranquilo, mi amor.- Le dije yo girándole la cabeza para que me observara a mí.- Vamos a ser buenas con vos.- Le dije después aclarándole que esa noche, Paula iba a disfrutar con nosotros.
   Cristian rio pero no llegó a responder ya que yo lo volví a besar metiendo nuevamente mi lengua adentro de su boca. Comenzamos a transar de manera bien caliente y sentí como sus manos me sujetaban con más fuerza. Mientras tanto mi amiga seguía sentada al lado mío, observándonos de cerca y acariciando el cello de mi amante. Entonces me alejé y le dije que volvieran a besarse. En esa oportunidad no hizo falta aclarar que tenían que hacerlo de manera mucho más caliente, ya que solitos se comieron la boca con ganas, al mismo tiempo que yo seguía sentada encima de él y me deshacía de la remera.
   Me dejé caer hacia el costado contrario sobre el que estaba sentada Pau, apoyando la mitad de mi cuerpo en el sillón y ella subió parte del suyo a las piernas de Cristian. Entonces las dos nos encontramos tiradas sobre él, cada una con una mano de nuestro chico en la espalda y comiéndole la boca. Primero me besaba a mí y después buscaba los labios de mi amiga para encontrarnos los tres al final en un beso muy caliente. Nosotras aprovechábamos mientras él se entretenía con la otra para sacarnos parte de la ropa y así nos fuimos quedando más desnuditas.
   Luego de varios minutos de volverlo loco nos paramos en frente suyo y nos pegamos frente a frente para darnos un beso muy baboso. Durante ese beso, nuestras manos recorrían el cuerpo de la otra, acariciándonos la espalda, el cuello y obviamente la cola. Cristian observaba todo sentado delante de nosotras, mirando muy relajado y disfrutando del show. Nuestros cuerpos empapados resbalaban y nuestros pezones se endurecían con cada fricción. Con Pau nos seguimos besando y acariciando hasta que las dos no pudimos aguantarnos mucho más y volvimos a mirarlo a él, con ganas de comérnoslo entero.
   Ella se arrodilló primero adelante suyo y fue directo a su pantalón, mientras yo me inclinaba sobre su pecho para desabrocharle la camisa y volver a besarlo. Al mismo tiempo que Paula le basaba el pantalón y pasaba su mano por el bóxer que dejaba entrever una erección muy evidente, yo me sacaba el short mojado para quedarme con una tanguita negra que le mostré a Cristian dando la vuelta adelante suyo. Mi amiga terminó de desvestir a nuestra víctima para dejarlo totalmente desnudo y sujetó su enorme y gruesa pija con la mano para luego metérsela en la boca.
   Pau comenzó a chupársela lentamente, sujetándosela con la mano y metiéndosela en la boca bien despacio hasta donde podía. Yo me arrodillé al lado suyo y ella enseguida alejó so cabeza y me la compartió sin soltarla con sus dedos. Entonces empezamos a compartirla de la misma manera que habíamos compartido ya una pija hacía tiempo, chupándola primero una y después la otra. Nuestras manos recorrían todo el cuerpo de Cristian que seguía inmóvil en el sillón, desde sus tobillos hasta su rostro, rozando cada centímetro de su piel. Al final cada una apoyó sus labios a un lado de la verga bien dura y gigante de Cristian, para saborearla las dos a la vez, desde la base hasta la cabeza, al igual que lo habíamos hecho con Tobías el verano pasado.
   Me subí al sillón como lo había hecho al principio, sentándome de frente a Cristian y corriendo a mi amiga de lugar. Moví mi tanguita hacia un costado y fui sintiendo como su pija bien dura iba entrando en mi cuerpo, volviéndome loca de placer. Lancé un gemido y comencé a moverme despacio, disfrutando de su cuerpo, de sus besos sobre mi pecho y de sus manos recorriendo mi espalda. Paula también se sentó en el sillón como antes y apoyó sus dedos sobre mi piel para ir recorriendo mi cuerpo mientras sus labios besaban los míos.
   Pero por alguna razón (que seguramente era el alcohol) me moría de ganas de ver como mi amante se cogía a mi amiga. Me liberé de los besos de Paula y busqué el oído de Cristian para decírselo en un susurro para que solo él pudiera escuchar. “Quiero que te cojas a Pau como me cogiste a mí la otra noche” pronuncié lo más silencioso que pude mientras que ella besaba mi espalda. Luego de eso lo miré y el brillo de sus ojos fue inmenso.
   Nos levantamos y le ordené a mi amiga que se recostara en el sillón y ella obedeció sin dar muchas vueltas. Él se acomodó sobre ella y luego de darle un beso introdujo su pija en la concha de Pau, que ahogó un grito abriendo bien grande la boca. Empezó a cogérsela despacio, lento, tal cual lo había hecho conmigo hacía unas noches en los sillones del segundo piso. Pero enseguida fue aumentando la velocidad haciendo que su verga entrara y saliera cada vez más rápido de la conchita empapada de mi amiga. Ella no pudo aguantarse y comenzó a gemir como loca, disfrutando al máximo y gozando como loca de lo bien que él se la cogía.
   En un principio yo me arrodillé al lado de ellos, apreciando ese hermoso espectáculo y disfrutando de como mi amante volvía loca a mi amiga. Luego llevé mi mano a la espalda de Cristian y la empecé a acariciar mientras besaba su brazo y su cuello. Pero las ganas de participar fueron más grandes y le tuve que pedir a él que elevara su cuerpo para que yo pudiera sentarme sobre el cuerpo de mi amiga. Cuando lo hice apoyé mi espalda sobre el pecho de Cris y mis manos fueron directo a las tetas de Pau que no paraba de gemir y disfrutar. Poco a poco mi cuerpo se fue moviendo hacia adelante, despegándose del de mi amante y ascendiendo por el cuerpo de mi compañera de aventuras hasta llegar a su rostro.
   Ni bien me senté sobre la cara de ella sentí el calor de su respiración sobre mi entrepierna y eso me volvió loca. Pero no fue hasta que la lengua de Paula comenzó a recorrer mi conchita, que me tuve que sujetar con fuerza del sillón para no caerme. Mi cuerpo se empezó a mover de manera eléctrica hacia adelante y hacia atrás. La boca de mi amiga me volvía loca, me provocaba gemidos que salían de mi garganta con toda claridad y hacían que mi piel se prendiera fuego. “¡Que hermosura!” dijo entonces Cristian y sentí como todo mi cuerpo temblaba.
   - ¡Cogeme!- Le ordené a él bajándome del sillón y colocándome en cuatro sobre la alfombra del piso.
   Cris enseguida se levantó y se arrodilló detrás de mí para meterme la pija bien a fondo y comenzar a cogerme con todas sus ganas. No pude aguantarme los gritos de placer que salían de mi boca y empecé a gemir como loca mientras que Pau se acostaba en frente mío dejando su concha empapada frente a mi cara. Obviamente estaba esperando que le devolviera el favor pero Cristian me daba tan duro y me ponía tan loca que me era imposible pensar en chupársela en ese momento. Sentía todo mi cuerpo moverse y como el fuego se apoderaba de mí.
   Entonces le dije a mi amante que frenara unos segundos y cuando lo hizo fui trepando sobre el cuerpo de mi amiga hasta quedar acostada encima de ella. Nuestros labios se encontraron nuevamente y sentí el calor de su entrepierna sobre la mía. Cristian también se acercó y cuando lo hizo me siguió cogiendo, pero en esa oportunidad lo hizo mucho más lento, dejando que yo pudiera disfrutar de los besos que en ese momento me daba con Paula. Las manos de ella recorrían toda mi piel, pasaban de mi cuello a mis tetas, de mis tetas a mi cintura y de mi cintura a mi espalda para volver a mi cuello. Era un momento sumamente excitante.
   Minutos después Cristian se la empezó a coger a ella, que seguía acostada debajo de mí, pero lo hizo mucho más rápido, mucho más fuerte, tal como lo había hecho conmigo cuando estaba en cuatro. Los gemidos de Paula no tardaron en sonar frente a mi rostro y se intensificaron cuando yo metí mi mano entre nuestros cuerpos y llegué con mis dedos a su clítoris para estimularla aún más. Ella cerró los ojos, se mordió el labio inferior y empezó a temblar para segundos después exhalar un suspiro bien profundo que nos hizo saber que había llegado al orgasmo. Ni bien acabó, Cris sacó su pija del cuerpo de ella y lo metió en el mío, haciéndome temblar de golpe.
   Cristian me empezó a coger igual que antes, dándome bien fuerte y agarrándome con firmeza de la cintura. Su pija entraba y salía de mi cuerpo a toda velocidad y eso me volvía loca, me hacía gritar de placer. Poco me importaba si alguien podía escucharme en ese momento, solo quería disfrutar y gozar de esa manera. Paula permanecía acostada debajo de mí, besándome el cuello y acariciándome el cuero, estirando sus manos para llegar a mi cola. El momento fue tan estimulante que no tardé en acabar y cuando lo hice, gemí de manera bien intensa frente al rostro de mi amiga y le mojé todo su cuerpo acabando encima de ella.
   Obviamente quisimos retribuirle el favor a Cris de habernos hecho acabar de esa manera y segundos después de dejarnos totalmente complacidas volvimos a decirle que se siente en el sillón y nos arrodillamos frente a él. Nuevamente nos metimos su pija en la boca, primero ella y después yo. Se la chupamos toda, lamiéndosela por completo, sintiendo el sabor de nuestros orgasmos y dejándosela totalmente al palo. Cuando vimos que no daba más volvimos a ponernos una de cada lado y con nuestros labios le fuimos haciendo una paja hasta que acabó a chorros sobre nuestros rostros. La leche le salió disparando de la punta de la pija y voló por los aires cayendo en el piso, la alfombra, el cuerpo de Pau, el mío y también el suyo. En ese momento tuvimos una hermosa conexión mental con mi amiga y entre las dos, nos fuimos limpiando todo el semen de Cristian de nuestros cuerpos para terminar lamiéndole el suyo hasta que quedó bien limpito.
   Paula fue la primera en irse a bañar y nosotros nos recostamos en el sillón y nos tapamos con una mantita mientras escuchábamos el ruido de la lluvia caer sobre el techo de la casa y las ventanas. Luego de varios minutos él me agradeció por el regalo que le había dado y yo le dije que era la compensación por el trío que habíamos tenido el año pasado con él y Juan Ignacio en la estación de servicio. Después de eso volvimos a quedarnos en silencio hasta que oímos ruidos en la escalera y vimos como Lorenzo y Clarisa bajaban del segundo piso para irse a dormir a la pieza de ella. En ese entonces aprovechamos para subir y poder acostarnos los dos juntos, desnudos y satisfechos.


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1 comentario - Vacaciones en la playa II. Capítulo 8

daros82 +1
cosas que no me van a pasar en mi vida 😆
HistoriasDe +1
Jajaja gracias por comentar!