Vacaciones en la playa II. Capítulo 7

Vacaciones en la playa II. Capítulo 7


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PARTE I. CAPITULO 1

Tras un primer verano con sus amigas en la costa, Cintia está segura que el segundo año será mejor, con muchas más anécdotas, diversión y sobre todo historias ardientes para contar. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…

Capítulo 7: Reencuentro en la arena
   El trío con Diego y su mejor amigo Bruno había sido perfecto, sumamente estimulante y excitante y en el cual había descubierto mi faceta más dominante, sobre todo con dos hombres. Fue por eso que la octava noche de mis vacaciones decidí descansar y quedarme en la casa en vez de salir. Para mi sorpresa, Paula, Ingrid y Clarisa decidieron acompañarme, mientras que Natalia y Lorena prefirieron salir con los chicos de la secundaria, Cristian, Gastón y Juani y sus dos amigos, Santiago y Patricio.
   Luego de cenar las seis juntas, Nati y Lore se fueron a cambiar y las otras cuatro nos quedamos en el living, encendimos el televisor para poner algo de música de fondo y comenzamos a hablar. Obviamente la relación de Ingrid con Fabián fue el primer tema en salir a la luz, ya que ella nos había confesado el día anterior que él le había propuesto un trío con otro hombre en el que él participaría poco y nada y a Ingrid no le había gustado la idea. Nuestra amiga se sentía no deseada por su novio y es por eso que ese verano aprovechó para hacer locuras y estar con otros hombres como Javier, compañero de la facultad mío, de Paula y Clarisa.
   Al parecer Javier venía muy bien cargado y era un muy buen amante, algo que yo había podido comprobar la tercera noche de nuestro viaje cuando la había visto a mi amiga teniendo sexo con él con la puerta abierta. Según palabras de Ingrid “¡La tiene enorme! No me entra en la boca cuando se la chupo y cuando me la mete siento que me va a partir al medio” nos dijo entre risas. Obviamente a las otras tres nos dio mucha risa ese comentario, porque nunca habíamos imaginado a Javier como algo más que un amigo. Pero ahora que sabíamos eso de él, iba a ser imposible verlo con los mismos ojos.
   Luego de eso pasamos a hablar de Clarisa y Lorenzo, romance que se había concretado en esas vacaciones a pesar de que venía con una historia de varios meses. Ella no fue tan precisa al hablar del tamaño de la pija de nuestro también compañero de la facultad, pero afirmó estar muy complacida por él. De más está decir que la fantasía que ambos tenían por ser observados fue un tema de conversación muy largo, en especial porque yo los había visto dos veces teniendo relaciones. La primera fue la cuarta noche, cuando yo había llegado a la casa con Diego y los habíamos encontrado desnudos en el living, ella encima de él. La segunda ocasión había pasado hacía unas horas, cuando esa mañana después de tener mi trío con Diego y Bruno llegué a la casa cerca de las siete de la mañana.
   Entré tratando de no hacer ruido y con la idea de acostarme en el sillón del living para no subir hasta el segundo piso y evitar pasar por las habitaciones de las chicas. Sin embargo cuando pasé por la puerta de la pieza de mi amiga, la encontré totalmente abierta y pude observar como ella volvía a cabalgar a Lorenzo que pasaba sus manos por todo el cuerpo de Clarisa. Ella no me vio en un principio, pero quien sí lo hizo fue él, que me miró a los ojos y me dedicó una sutil sonrisa. Fue en ese momento cuando ella giró la cabeza levemente para ver quién estaba detrás suyo y noté en su rostro el placer de esta cogiéndose a su nuevo amante. Por alguna razón decidí apoyarme en el marco de la puerta y observarlos por algunos minutos. Después de que ella lo montara por un buen rato cambiaron de posición y ella se puso en cuatro mirándome a mí y él se arrodilló detrás de ella para cogérsela con ganas. Los dos eran bastante silenciosos, ella gemía de vez en cuando, sin embargo se notaba que disfrutaban mucho de lo que hacían y era evidente que se sentían muy cómodos conmigo observándolos. Luego de un rato recordé lo cansada que estaba y me fui a dormir a mi pieza para poder descansar tranquila.
   Esa noche decidí no hacer ningún comentario sobre eso, preferí guardarme eso para mí y mi amiga optó por lo mismo, al fin y al cabo era su privacidad. Clarisa igualmente nos contó que por alguna razón se sentían mucho más estimulados cuando alguien los observaba teniendo sexo y que eso lo habían descubierto antes de estar juntos, pero que charlaron al respecto. Al parecer Lorenzo tenía mucha experiencia en el tema, mientras que ella solo había podido vivir esa fantasía en dos oportunidades y en ambas le había encantado.
   - Boluda, a mí me llegan a ver coger y me muero.- Dijo Ingrid y yo tuve que disimular la risa pues ella no sabía que yo la había encontrado con Javier.
   Ese día había recibido tanto mensajes de Diego como de Cristian. El primero me decía que la había pasado excelente en el trío con su amigo y que estaba deseoso de poder repetirlo y si era posible, de tener uno junto a una de mis amigas, algo que yo no veía posible. El otro fue mucho más extenso. De entrada me pidió disculpas por el papelón que había hecho la noche anterior y obviamente se excusó en que había tomado de más. Sin embargo después de eso me confesó que aún sentía cosas por mí y que los besos que yo le había dado habían revivido todos esos sentimientos que obviamente que habían concretado en nuestra noche juntos. Hablé con los dos durante ese día y esa noche y ambos trataron de convencerme en que nos viéramos entrada la luna, pero yo preferí quedarme con mis amigas y disfrutar de una noche de chicas.

   El noveno día comenzó distinto y como era de esperar, las cuatro que nos habíamos quedado estábamos repletas de energía y al parecer Nati y Lore también. Aprovechamos la tarde para ir a la playa y encontrarnos con Diego, Javier, Lorenzo y Martín. Mi amante obviamente buscó todo el tiempo estar cerca mío con el objetivo de que esa noche yo me fuera con él, sin embargo yo tenía dudas, pues ese mediodía había recibido nuevamente un mensaje de Cristian en el cual me invitaba a encontrarnos esa noche para hablar de todo. Dudé por varios minutos que debía hacer, pero cuando las chicas y los chicos arreglaron en ir esa noche al mismo boliche, supe que Diego había ganado el día.
   El problema fue que Diego se puso tan en pedo esa noche que Martín y Javier tuvieron que llevárselo a la casa a eso de las tres de la mañana y nosotras nos quedamos solas en el boliche. De más está decir que Clarisa acompañó a Lorenzo que supuestamente se iba con los chicos, pero todas supimos que iban a la casa a tener sexo. Al parecer esa noche iba a terminar temprano y tranquila, conmigo durmiendo sola en mi cama del segundo piso de nuestra casa. O eso era lo que yo pensaba, pues no sabía que en ese lugar había alguien que yo conocía muy bien.
   Fui al baño con Natalia y en ese momento lo vi. Al principio no lo reconocí, pues había pasado mucho tiempo desde nuestro último encuentro. Pero cuando volví a pasar por ese lugar me di cuenta que se trataba de Germán, el chico con el que había estado el verano anterior. Me quedé quieta observándolo y enseguida él hizo lo mismo y tardó unos segundos en venir hasta mí. Me saludó con una sonrisa y un fuerte abrazo mientras Nati miraba todo al lado mío. Él se alegró tanto de verme ahí que se me puso a hablar sin ningún problema y en ese entonces le dije a mi amiga que podía volver con las demás, que yo me quedaba con él.
   Germán seguía igual de hermoso que el año anterior, con la diferencia que en esa oportunidad se había dejado crecer una pequeña barba que le quedaba divina. Su pelo rubio seguía igual de desordenado que hacía un año, con la diferencia que lo tenía un poco más largo a tal punto que llegaba a taparle un poco sus preciosos ojos de color celeste. Su sonrisa seguía siendo muy cautivadora, con dientes perfectamente blancos y alineados. Su pecho resaltaba aún más y su espalda había crecido al igual que sus brazos, que se notaban enormes como la última vez que lo había visto. Entonces la duda me entró.
   - ¿Seguís teniendo el arito en el pezón?- Le pregunté.
   - ¿Querés averiguarlo?- Me preguntó él con velocidad.
   Entonces empezamos a besarnos de la misma manera que lo habíamos hecho hacía ya un año, bien apasionadamente y con su lengua y la mía entrelazándose. Sus amigos nos observaban y gritaban cosas parados a unos metros de nosotros, seguramente sin saber que yo había sido la chica que había tenido sexo con su amigo el verano anterior. Las manos de Germán se descontrolaron enseguida y fueron a mi cola al mismo tiempo que las mías recorrían su espalda. Era evidente que esa noche iba a terminar desnuda pegada a su cuerpo.

   Caminábamos por la playa que aún seguía oscura mientras que él me contaba un poco de su vida y yo le resumía algo de la mía. Habíamos ido a la casa de él para encontrarnos que varios de sus amigos estaban durmiendo, por lo que decidimos ir a la costa a ver el amanecer, un plan algo romántico pero que me pareció mejor que volverme sola a la casa donde estaba parando con las chicas que estaba en la otra punta de la ciudad. El problema era que faltaba un buen rato para el amanecer por lo que nos sentamos a oscuras en la arena y el ruido de las olas era lo único que se sentía además de nuestras palabras.
   Él se recostó sobre la arena y yo aproveché la oportunidad para acostarme levemente sobre él y volver a besarlo. Entonces los besos apasionados y calientes volvieron y noté como sus manos iban subiéndome la remera. Terminé de colocarme encima de él con una pierna a cada lado y llevé mis manos a su cara para comerle la boca con ganas. Germán siguió levantándome la remera hasta que esta terminó sobre la arena al lado nuestro y luego recorrió mi piel con sus dedos hasta que llegaron a mi cola y la apretó con fuerza. A pesar de la briza fresca que corría en el lugar, yo sentía un calor inmenso, provocado en parte por el reencuentro inesperado que se había dado y en parte por los besos calientes que me estaba dando con él en ese momento.
   Nos seguimos besando, la ropa fue desapareciendo poco a poco y nos recostamos sobre ella con el fin de que la arena molestara lo menos posible. Germán enseguida fue a mis tetas, para llevárselas a la boca después de manosearlas un rato. Me las lamió con ganas, mordisqueó un poco mis pezones hasta ponérmelos duros y volvió a lamerlas para dejármelas bien babosas. Cuando yo le saqué la remera a él comprobé que seguía teniendo el arito en el pecho y no me pude contener y se lo tuve que tocar. Después me dio lugar a mí a que pasara mis labios por su pecho y a que mi lengua dibujara distintas formas sobre sus pezones, en especial el que tenía el arito.
   Germán me dijo que me parara y aprovechó para sacarme el short y la tanga mientras él permanecía arrodillado. Me limpió un poco la arena de las piernas con su mano para después dedicarse a besarlas y a pasarles la lengua a medida que iba subiendo. Cuando llegó a mi entrepierna yo me abrí para darle lugar y él me comió la conchita sin dar muchas vueltas. Si algo recordaba de Germán era que sabía usar muy bien su boca y su lengua y ese verano iba a volver a dejarme súper caliente con ella.
   Recostado debajo de mi cuerpo y mirando para arriba me la empezó a lamer de manera muy acelerada, pasando su lengua por mis labios y abriéndose camino entre ellos para entrar a mi cuerpo. Sus dedos no tardaron en aparecer y cuando lo hicieron, mi cuerpo empezó a temblar. A medida que jugueteaba con mi clítoris y un poco con mi cola, su lengua hacia que me retorciera de placer y me moviera descontroladamente. Cuando uno de sus dedos entró a mi cuerpo y me empezó a coger, no pude contener mis gemidos que salieron de mi boca sincronizándose con su mano.
   No me aguanté las ganás y me tiré encima suyo para terminar de sacarle la ropa. El pete que le hice fue casi express, pues Germán ya tenía la pija al palo y yo no quería esperar mucho más para sentirla adentro. Entonces me puse en cuatro observando al mar y él se arrodilló detrás de mí para metérmela de una. En ese momento sentí como todo mi cuerpo temblaba y pensé que iba a acabar en ese instante. Él me empezó a coger con todas sus fuerzas, sujetándome de la cintura de la misma manera que lo había hecho el verano anterior sobre la mesa del comedor de la casa en la que estaban parando.
   Mis dedos se enterraban en la arena mientras que mi cuerpo se movía descontroladamente con cada golpe que Germán daba sobre el mío. Su pija entraba y salía a toda velocidad de mi concha y me volvía loca de placer. El pibe había logrado encenderme en cuestión de segundos con sus besos y luego con su lengua y sus dedos. Estaba completamente empapada mientras que él me cogía bien duro. “Pegame un chirlo” le pedí casi sin darme cuenta y esa palabra resonó por mi cabeza como si fuera un eco. Su mano soltó mi cintura y segundos más tarde sacudió todo mi cuerpo con un chirlo en la cola que me sacó un grito claro y fuerte. El segundo chirlo llegó al mismo tiempo que su pija entró de fondo en mi cuerpo y me provocó un hermoso orgasmo que demostré gimiendo y jadeando descontroladamente.
   - ¡Que hermosa cola que tenés!- Me dijo y me pegó un tercer chirlo que terminó con su mano apoyada sobre mi nalga sujetándola con fuerza.
   - ¿Querés llenármela de leche?- Le pregunté disfrutando de mi orgasmo.
   - Sí. Pero primero quiero cogerte un rato más.- Me respondió él y volvió a moverse hacia adelante y hacia atrás.
   Luego de que Germán me cogiera bien duro de esa manera me pidió que me sentara sobre su cuerpo mientras él volvía a recostarse sobre la arena. Enloquecida lo cabalgué moviéndome como loca por sobre su cuerpo trabajado y bronceado. Mi mano se detenía por momentos en su pezón y mis dedos jugaban con su arito mientras que su pija bailaba adentro de mi cuerpo. Mis gemidos salían de mi boca todo el tiempo mientras que él recorría mi cuerpo con sus manos y sujetaba con firmeza mis tetas.
   Volvimos a ponernos en cuatro y Germán me la metió de nuevo para seguir cogiéndome con ganas. Yo ya no daba más de la calentura que tenía, era todo placer para mí. El sol comenzaba a asomarse en el horizonte mientras mis gritos se oían por encima del ruido de las olas rompiendo en la arena. Entonces él sacó su pija de adentro mío y sentí como todo su semen caía sobre mi cola golpeando con fuerza. Luego de eso usó su pija para esparcirlo sobre mis cachetes hasta que me los dejó cubiertos. Me di media vuelta y me arrodillé en frente sujo para darle un abrazo y volver a besarlo con ganas.
   Me limpié con un pañuelito que tenía en la cartera y nos vestimos a las apuradas para volver a su casa. El día comenzaba cuando me despedí de él en la puerta con un beso y me subí al taxi para volver a la casa donde estaba parando. Cuando llegué reinaba el silencio y subí despacio para no hacer ruido y recostarme en la cama. Mirando al techo me puse a pensar en lo que acababa de hacer y en lo genial que venía siendo ese verano, que sin dudas superaba por lejos al verano anterior.


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1 comentario - Vacaciones en la playa II. Capítulo 7

RorroCerda +1
Genial, como siempre!! 😘😘
HistoriasDe
Muchas gracias!!