Chica de ciudad. Capítulo 10

Chica de ciudad. Capítulo 10

Esta es la historia de Celeste, una pueblerina de 18 años que sueña con la típica vida de una chica de ciudad, llena de locuras, deseos y sobre todo mucho sexo desenfrenado. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

Capítulo 10: Cuando se cierra una puerta…
   Abrí los ojos lentamente. Estaba muy cansada y a pesar de que la cabeza me dolía por la cantidad de alcohol que había tomado, recordaba todos y cada uno de los momentos que habían pasado la noche anterior. La llegada de los chicos del pueblo con la sorpresa de Gabriel; el saludo de Luciano con el bon o bon incluido; los preparativos de la mano de Guille y Maipi; Vanina vomitando adentro del boliche; Facundo bailando de una manera muy sexy; Cintia y Valentín besándose en el sillón de mi casa… Todo seguía en mi mente de forma muy clara. Pero nada se veía tan claro como lo que vino después
   Nicolás y yo besándonos en la cama y desnudándonos para después pasar a tener el mejor sexo de nuestras vidas. Algo sumamente apasionado, intenso, que pasó de ser romántico a ser feroz. Algo lleno de besos, caricias, toqueteo y con mucha lengua. Una noche increíble que había terminado con los dos durmiendo en cucharita sobre mi cama. Fue entonces cuando recorrí su brazo con el mío, me di vuelta y lo vi ahí, con los ojos cerrados y la boca entre abierta, durmiendo como si fuese un bebé.
   Me levanté, me cambié y fui hasta el comedor donde los rastros de la noche anterior seguían. Maipi y Belén se habían acostado en los colchones que estaban en el piso mientras que Valentín y Cintia se habían quedado dormidos en el sillón abrazados el uno con el otro. Cuando pasé, él se despertó bruscamente y sin levantar a mi amiga me acompañó hasta la cocina donde los dos nos miramos y nos reímos en silencio sabiendo lo que habíamos hecho. Esa iba a ser la última sonrisa que compartiríamos en mucho tiempo.

   Las consecuencias de lo vivido esa noche llegaron al lunes siguiente. Guillermina no podía ni ver a Vanina y a Laura que por culpa de ellas la habían echado del boliche y me pusieron en una posición a mí de decidir si era amiga de una o de las otras. A su vez yo casi no podía ni ver a Vanina por las cosas que habían pasado con su novio en mi cumpleaños. Primero el hecho de que a él no le importara que ella estaba vomitando y que se quedara en el boliche. Segundo que se dejara arrinconar por mí y que no opusiera resistencia al beso que le di. Y por último me enteré que minutos más tarde de que él y yo nos besáramos, se estaba encarando a Belén en frente de todos los demás. Sin duda Facundo era un estúpido. El silencio duró poco y Vanina se enteró de todo enseguida.
   - ¡Sos una trola de mierda!- Me gritó a la salida de la facultad el jueves que por culpa de Lautaro se enteró que yo me había encarado a Facundo.- ¡Te quisiste comer a mi novio! ¡Sos una trola!- Estaba totalmente sacada y a pesar de que él la intentaba alejar de mí, ella estaba decidida a seguir gritándome.- Todo porque siempre me tuviste celos. Siempre te molestó que él y yo estuviésemos juntos. ¿Te pensás que él se va a quedar con vos? ¡Puta de mierda! ¡Mi novio es mío!
   Entonces me di vuelta y comencé a caminar mientras que ella seguía gritando “¡Mi novio es mío! ¡Puta!”, hasta que no lo soporté más. Me pare en seco y giré para volver a quedar frente a ella que al ver esto se quedó en silencio. Sabía que lo que estaba a punto de decir era para peor, pero la situación ya estaba completamente arruinada.
   - Tan tuyo se ve que no es, sino no me hubiese venido a buscar.- Y me di media vuelta y seguí caminando.
   Ojalá hubiese terminado todo ahí. Ojala hubiese sido solo una división de grupo. Pero antes de seguir caminando vi como Laura y Vanina se daban media vuelta y se iban y como Facundo, Lautaro y Valentín se iban con ellas. Verlo ahí parado y caminando al lado de ellos 4 con la mirada cabizbaja y sin decir nada me hizo sentir horrible. Valentín se alejaba de mí y supe en ese entonces que había elegido quedarse con ellas y no conmigo.

   Las cosas no mejoraron los días siguientes. A pesar de que ese fin de semana y sobre todo el lunes y el martes Nicolás y yo empezamos a crear lo que parecía ser una relación, todo se cortó cuando Vanina se enteró que yo había estado con Facundo. Primero que él se quedó callado y me dejó sola frente a una Vanina totalmente sacada y agresiva, pero para peor, al día siguiente él se mostró bastante frío conmigo y hasta parecía que me ignoraba.
   - ¿Qué te pasa?- Le pregunté a la salida de la facultad.
   - ¡Nada!- Me dijo él.
   - ¡Nicolás! ¿Qué mierda te pasa?- Volví a preguntarle ya algo enojada.
   - No quiero estar más con vos.- Confesó de golpe.- Yo te quiero, pero para vos yo soy uno más.
   - Nada que ver Nico…
   - ¡Sí!- Me cortó él de golpe.- Porque si de verdad me quisieras no estarías jugando con Facundo, o con el pibe ese de tu pueblo… Gabriel.- Estaba mal.- Yo te quiero de verdad Cele, pero necesito que estés conmigo solo si vos querés lo mismo.
   - Tenés razón.- Le dije resignada y noté en sus ojos una tristeza inmensa que me partió el corazón.- Yo me doy cuenta todo lo que me querés y es obvio que yo no te quiero igual. No puedo jugar con vos. Sos muy importante para mí como para perderte por ser una pelotuda.
   Él seguía callado, me miraba y en su rostro notaba algo que nunca antes había visto: Nicolás estaba desilusionado. Eso me destrozó.
   - Pero por más que lo nuestro sea imposible yo no te quiero perder.- Seguí diciéndole ya llorando.- Necesito que estés al lado mío porque vos me haces sentir bien.- Me seguía mirando fijo a los ojos. Por primera vez que hablábamos en serio Nicolás me miraba fijo a los ojos.- Por favor decime que no te voy a perder como lo hice con Vanina.
   - No Cele.- Me respondió él abrazándome.- No me vas a perder.- Agregó y mi llanto se volvió peor aún por más que ese abrazo fue la mejor caricia en días.

   Fin de clases fue lo peor. Vanina, Laura y los chicos no me hablaban ni a mí, ni a Guille. Me enteré que a pesar de todo Vanina decidió darle una segunda oportunidad a Facundo. “Estúpida” pensé yo. Maipi y Guille comenzaron a llevarse muy bien y entre las tres sobrevivimos un poco a Diciembre y todos los exámenes que se avecinaban. Nicolás me hablaba y se seguía juntando con nosotras, pero se notaba un poco distanciado y a veces nos esquivaba. Lo que más me dolía era la decisión de Valentín de alejarse por completo de mí y cuando lo veía pasar, notaba en sus expresiones la vergüenza de no poder saludarme por más que quería. El que se seguía haciendo el copado conmigo (siempre que su novia no estaba cerca) era Facundo, que me saludaba como si nada e intentaba hablarme por más que yo decidía ignorarlo. Necesitaba que el año terminara ya.
   El viernes 18 de Diciembre rendía la última materia y al día siguiente tenía pensado subirme a un colectivo que me llevara de vuelta al pueblo y así poder alejarme un poco de la ciudad. “¿No era que querías ser una típica chica de ciudad?” me preguntaba a mí misma tratando de hacer algo de catarsis y resignándome a entender que tenía demasiados sentimientos para ser así. Sin embargo ese viernes hizo algo que cambiara el destino del año y que todo terminara de una manera muy distinta a la que esperaba.
   - ¿Qué vas a hacer en el verano?- Me preguntó Luciano cuando le entregué la hoja del examen.
   - Supongo que volver a mi pueblo y relajarme un poco.- Le dije intentando evitar contarle la historia de mi vida y el por qué no quería quedarme más tiempo ahí.
   - Ahh no sos de Rosario. ¿Cuándo te volvés?
   - Mañana.- Le respondí yo.- Hoy es mi último examen.
   - Uhhh que lástima…- Dijo él.
   - ¿Lástima? ¿Por qué?- Le pregunté yo intrigada.
   - Quería invitarte a tomar algo este fin de semana.- Dijo él de pronto y mi mundo se cayó.- Pero de última quedará para después.
   - ¿No es que no podés salir con alumnas vos?- Le pregunté tratando de hacerme la superada.
   - Acabás de entregar el parcial. Ya no sos más una alumna.- Me dijo él sonriendo.
   - Puedo cambiar el pasaje para el domingo.- Le dije entonces.- ¿Me escribís y arreglamos?
   - Dale.- Concluyó él sonriendo.

   Luciano se abalanzó violentamente sobre mi cuerpo y los dos caímos juntos a la cama. Entre risas y besos nos seguimos besando muy fogosamente a medida que yo lo ayudaba a sacarse la camisa. Sus manos estaban como locas, se movían por todo mi cuerpo rozando mi piel y poniéndomela de gallina. Era increíble que hacía tan solo unas horas estuviéramos tomando unos tragos en un bar y ahora estábamos en mi departamento a punto de tener sexo. Él era tan sensual, tan seductor y sumamente caliente.
   Cuando le saqué la camisa comprobé que su cuerpo estaba tan bien trabajado y no pude evitar mojarme un poquito al pasar mi mano por sus abdominales. Su sonrisa divina, era aún más perfecta cuando la tenía frente a mis ojos y cuando me miraba fijo se iluminaba aún más. Todo lo que tenía Luciano me encantaba y estar con él tirados en la cama a pocos minutos de hacerlo me hacía completamente feliz. Sin dudas era el sueño de toda chica de ciudad acostarse con su ayudante de cátedra sexy.
   Nos seguimos besando y toqueteando mientras que la ropa se iba haciendo a un lado. Cuando me saqué el corpiño Luciano fue directo a mis tetas, besándolas y lamiéndolas como loco y manoseándolas con ganas. Se entretuvo un buen tiempo con ellas, primero en una, besándola y pasándole la lengua por encima del pezón para después ir a la otra y hacer lo mismo, mientras que sus manos no paraban de apretarlas. “Me encantas estas gomas que tenés” me confesó para luego volver a meterse una en la boca y después la otra.
   Entre besos (y sobre todo lengua) Nicolás siguió bajando por mi cuerpo. “Mmm que linda que sos Cele” me decía y mi cuerpo vibraba al escuchar su voz. Cuando llegó a mi pantalón se dedicó a darme cortos y ligeros besitos en la cintura y después con sus manos lo fue desabrochando. “¡Pero que linda tanguita!” dijo cuándo me bajó el pantalón y descubrió una diminuta bombachita de color negro que era tan finita que casi ni se notaba. Pasó su lengua varias veces por encima de ella y segundos después la hizo a un costado y comenzó a chupar.
   Luciano era todo un experto con su lengua, lamía como loco yendo de lado a lado y hacía presión sobre el clítoris al mismo momento. Me volvió loca en cuestión de segundos y tuve que clavar mis uñas en la cama para poder soportar tanto placer. “¿Así, te gusta?” me preguntó él y yo solo pude responder sí con lo poco que me quedaba de aire ya que no podía parar de gemir. Sus manos se aferraban a mis muslos y su boca seguía calvada entre mis piernas. Su lengua era mágica y logró mojarme toda en pocos minutos.
   - Que rica conchita que tenés, mi amor.- Me dijo él levantándose y volviendo a ponerse sobre mi cuerpo para después darme un beso bien húmedo.- ¿Querés probar mi poronga a ver si te gusta?- Me preguntó después.
   - Obvio que quiero probarla.- Le dije yo siguiéndole el juego.
   Luciano se levantó y se paró al lado de la cama y yo fui tras él. Nos abrazamos y nos besamos unos segundos más, mientras que sus manos iban directo a mi cola y yo apuntaba mis labios hacia su cuello. Comencé a recorrer todo su cuerpo con mi boca pasando por todos los lugares donde había un poco de Luciano por besar y noté que a cada beso que daba, me excitaba mucho más. Terminé arrodillada frente a su cuerpo y con las dos manos le bajé el cierre del pantalón. Tomé también su bóxer con la idea de sorprenderlo, pero cuando le bajé los dos juntos la que se sorprendió fui yo.
   Una enorme pija de unos casi 20 centímetros y bien gorda salió disparada hacia mi cara y mi sorpresa no pudo ser mayor. “¿Te gusta?” me preguntó él y yo aún sorprendida la tomé con mi mano y lentamente comencé a pajearlo mientras que le decía que sí. Luciano no podía ser más perfecto, era un chico atractivo, inteligente, interesante, entretenido, con un cuerpo hermoso y una sonrisa perfecta y para colmo tenía una verga enorme y bien grande. El año no podía terminar mejor.
   Comencé a chupársela con ganas, metiéndomela hasta donde podía en la boca y pasándole la lengua desde la base hasta la punta que se ponía cada vez más roja. A él le encantaba lo que estaba haciendo y se encargaba de hacérmelo saber con expresiones como: “Sí, chupala” o “Que lindo como la mamás”. Su pija era tan grande que podía tomarla con una mano y hacerle una paja al mismo tiempo que me metía gran parte de ella en la boca y aun así sobraba espacio para casi otra mano mía. Me moría por sentirla adentro y gozar con ella.
   - Levantate.- Me dijo Luciano pasados varios minutos y yo obedecí.
   Volvimos a besarnos al tiempo que él metía su mano entre mis piernas y seguía tocándome. Su pija chocaba contra uno de mis muslos. Entonces me dijo que me pusiera en cuatro contra el borde de la cama y nuevamente yo obedecí. Él apoyó la punta de su pija en mi conchita y comenzó a meterla lentamente y pude sentir como iba abriendo mis labios para hacerse lugar adentro de mi cuerpo y una sensación helada recorrió todo mi ser. Acto seguido la empezó a sacar y una vez que estuvo toda afuera la volvió a meter lenta y delicadamente. “Mmm que mojadita que tenés la concha, mi amor” me dijo él sacándola una vez más para luego meterla adentro mío por tercera vez.
   Luciano apoyó una de sus manos sobre mi espalda y la otra en mi cintura y suavemente me empezó a coger. Lo hacía despacio, lento y trataba de que su pija saliera en su totalidad antes de volverla a meter. Era la primera vez que había estado con alguien con un pito tan grueso y se sentía diferente. Sentía como los labios de mi conchita se abrían y como rozaban todo el tronco de esa verga gigante que me estaba penetrando y dando placer. De a poquito lo iba haciendo más rápido.
   Minutos más tarde Luciano me cogía con ganas. Sus manos se aferraban a mi cintura y su cuerpo iba hacia adelante y hacia atrás dándome a gran velocidad y haciendo que su pija entrara y saliera de mi cuerpo. “Mmm así ¿Te gusta?” decía mientras me lo hacía y yo le respondía que sí entre gemidos y gritos de placer. De vez en cuando una de sus manos se iba hasta mi colita y la agarraba con fuerza y me daba como una especie de chirlo que me sacaba un gritito agudo.
   Después yo me di vuelta, siempre contra el borde de la cama, y él me penetró de frente poniendo mis piernas sobre sus hombros. Era una pose sumamente profunda y podía sentir como la totalidad de su verga entraba en mi cuerpo y no pude contenerme. Cuando me empezó a coger yo comencé a gritar como loca. Llevé mis manos al borde de la cama y traté de liberar algo de tensión apretando bien fuerte las sábanas, pero el placer de sentir como me garchaba Luciano era incomparable y mis gritos eran imposibles de frenar. “Sí, que lindo” decía él y se motivaba a seguirme cogiendo. Parecía que mis alaridos lo motivaban más y más, llevándolo a cogerme aún más fuerte y eso me ponía aún más loca.
   De a poquito comenzó a abrir mis piernas y pude ver su rostro y su cuerpo. Su sonrisa divina se acentuaba debido al placer y sus pectorales, así como abdominales se marcaban en todo su cuerpo. Sus brazos con bíceps y tríceps altamente trabajados, sostenían mis piernas que se abrían cada vez más. Su cintura marcaba una V perfecta y al pasar mi mano por todo su cuerpo lo sentí venir. Un orgasmo increíble llegó en medio de la nada mientras que él me seguía cogiendo de esa manera y me hizo venir de una forma asombrosa.
   - ¡Qué lindo cómo acabaste!- Dijo el que pudo sentir como se mojaba su pija y su cintura.
   Pero en vez de relajarme eso me calentó más y me levanté como pude y me abalancé sobre su cuerpo completamente excitada. Terminé tirando a la cama a Luciano que se acomodó lo más rápido que pudo y antes de darse cuenta yo estaba sentándome sobre su cuerpo y comenzaba a cabalgar esa pija hermosa. “¡Mmm sí dale!” decía él con cara de alzado y con sus manos sobre mi cintura que se movía como loca por encima de él. Nicolás me miraba fijo a los ojos y yo me derretía sobre su cuerpo. Definitivamente me gustaba mucho ese chico y me calentaba de una manera increíble. Apoyé mis manos sobre su pecho y el subió las suyas hasta mis tetas y las apretó bien fuerte y a medida que me iba moviendo el placer aumentaba.
   Comencé a moverme bien rápido. Mi cintura iba hacia adelante y hacia atrás y podía sentir como la pija de Luciano se clavaba bien adentro de mi cuerpo volviéndome loca. Nuestras miradas se cruzaban en un as de fuego y el calor aumentaba dentro de la habitación. Sus manos seguían posadas sobre mis tetas y las apretaban aún más fuerte mientras que con sus dedos acariciaba mis pezones, algo que me calentaba muchísimo. No podía creer lo que estaba pasando, estaba a punto de acabar una segunda vez. Estaba muy excitada. Mis gemidos y mis gritos lo estaban advirtiendo, se venía un segundo orgasmo en cuestión de minutos. Era todo tan placentero.
   - ¡AY SI!- Grité al acabar por segunda vez y en esta ocasión mojé mucho más a mi amante.
   La sonrisa de Luciano era de oreja a oreja. Sabía que se sentía realizado habiéndome hecho acabar así, pero ahora quería devolverle yo el favor. Me levanté y rápidamente me coloqué entre sus piernas, tomé su pija con mi mano y comencé a pajearlo a gran velocidad. “¡Uh sí hermosa! ¡Haceme acabar!” me ordenó él y para calentarlo aún más me metí su verga en la boca. Estaba toda mojada de mi acabada y tenía un gustito muy salado. Comencé a mover mi cabeza bien rápido hacia arriba y hacia abajo al mismo tiempo que lo masturbaba con una de mis manos y con la otra le acariciaba los huevos. Sentía la leche subir.
   Luciano acabó todo adentro de mi boca, una cantidad de semen increíble salió de la cabeza de su pija y fue a parar directo a mi boca que la recibió toda. “A ver la lechita” me dijo él y como pude le abrí la boca y saqué la lengua para mostrársela y después de tragarla se la volví a mostrar. “¡Qué lindo!” dijo él que se desplomó sobre el colchón y se quedó respirando agitado. Yo me acosté al lado de él y apoyé mi cabeza en su hombro y sentí como su brazo me abrazaba. No dijimos nada por unos segundos, todo había sido tan perfecto que ninguno de los dos quería arruinarlo. Pero tan solo unos minutos después comenzamos a hablar como si nada y nos dimos cuenta enseguida que no había manera de arruinar el momento.
   Nos quedamos charlando unos minutos sobre distintas cosas, así como si nada, los dos tirados en la cama, completamente desnudos y abrazados, hasta que el sueño comenzó a llegar. De a poco nos fuimos quedando dormidos y cuando escuché su respiración profunda elevé la mirada y observé que Luciano descansaba pacíficamente en mi cama. Mi primer año de facultad había terminado y había sido una montaña rusa de emociones, con nuevas amistades, nuevos amantes, peleas y discusiones y hasta vivencias nuevas como mi primer trío. Ahora le llegaba el turno a las vacaciones, pero no veía la hora de que se pasaran rápido así podía volver a Rosario y seguir siendo una chica de ciudad.


CAPITULO 1

ANTERIOR

SEGUNDO AÑO. CAPITULO 1


OTRAS HISTORIAS:
UNA DIOSA. CAPÍTULO 1
NIÑA BONITA (FANTASÍA)
UNA CHICA CURIOSA. CAPÍTULO 1

1 comentario - Chica de ciudad. Capítulo 10

Beatuille
¡Qué díficiles son las relaciones humanas! ¡Amor, celos, traiciones! No hay blancos y negros, hay grises, matices y qué importantes son estos.
Una historia que no podía acabar más que como acabó...cogiendo con Luciano, el de la poronga más gorda de todas.
Como todos los otros capítulos mi verga se paró. Durísima y gordísima...no tanto como la del ayudante, pero casi. Je je je
¿Habrá segundo curso?