Chica de ciudad. Capítulo 9

Chica de ciudad. Capítulo 9

Esta es la historia de Celeste, una pueblerina de 18 años que sueña con la típica vida de una chica de ciudad, llena de locuras, deseos y sobre todo mucho sexo desenfrenado. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

Capítulo 9: Un cumpleaños diferente
   Mi cumpleaños llegó en un momento bastante raro de mi vida. Acababa de vivir una experiencia increíble teniendo mi primer trío con dos chicos totalmente desconocidos a los cuales no volví a ver en mi vida. Sin embargo la circunstancia por la que ese trío se dio era algo bastante complicado. Vanina, la que fue mi mejor amiga los primeros meses de la facultad y con quien me llevaba excelente, se había puesto de novia con Facundo, el chico con el que yo estuve “en algo” por los mismos meses en los que ella fue mi mayor fuente de confianza. Ahora la cosa estaba bastante desvirtuada y si a eso le sumamos los celos de Laura por creer que Guillermina le tenía ganas a Lautaro, su novio, todo perfilaba bastante negro.
   Sin embargo el día de mi cumpleaños era algo que venía esperando hacía tiempo y para colmo ese año caía viernes. Siempre era lo mismo, una reunión en casa a la tarde y una salida a algún boliche el fin de semana, pero ese año con ayuda de Maipi y Guillermina que organizaban todo, decidí cambiar los planes. “Vengan ustedes chicas y se quedan a dormir en casa” les dije a Belén y a Cintia, mis amigas del pueblo, así como le dije a Manuel y a Juan Pablo. Obviamente Gabriel no estaba invitado, desde que se puso de novio con Noelia decidí no tener más nada que ver con él y obvié invitarlo.
   El jueves anterior me junté con Maipi, Guillermina y Nicolás en casa con la idea de recibirlo a las 12 en punto. Organizamos una comida y después nos quedamos charlando hasta que Guille trajo una torta para que yo soplara la velita y así comenzar mis 19 años. Después nos quedamos hablando un rato más, planeando lo que íbamos a hacer el día siguiente y los regalos y sorpresas que iba a recibir. Sin embargo todo lo que pensamos y planeamos ese viernes, terminó siendo totalmente diferente.

   El día podríamos decir que comenzó mal, quedándome dormida y llegando unos 20 minutos tarde a la facultad. Por suerte ese día el profesor faltó y la clase la dio Luciano, el ayudante de cátedra hermoso del cual Guille y yo estábamos enamoradas. “Perdón, anoche me quedé despierta hasta tarde y hoy me quedé dormida” le dije apenas entré al salón y él me preguntó si me había quedado despierta hasta tarde porque estaba estudiando. “En realidad me quedé festejando mi cumpleaños con amigos” le respondí con una sonrisa mientras me sentaba.
   - ¡Feliz cumpleaños entonces!- Me dijo él sonriendo y yo me derretí en el instante.- ¡Tomá!- Agregó después y cuando miré vi en su mano un Bon o bon.
   - Gracias.- Le dije sonriendo y mientras me derretía aún más él me devolvió la sonrisa y dejé escapar una risita estúpida.
   - ¿Tanto te va a gustar tarada?- Me preguntó Guillermina riéndose y en voz baja le respondí que sí.
   Para ese entonces pensé que las cosas solo podían salir bien, después de todo Luciano acababa de regalarme un chocolate para mi cumpleaños. “Lo amo” pensaba yo mientras lo miraba escribir en el pizarrón. Pero todo tiene su ida y vuelta. Cuando Cintia, Belén, Manuel y Juan Pablo llegaron a Rosario me llevé la sorpresa de ver que Gabriel estaba con ellos. “¿Qué hace él acá?” le pregunté a Belén y a Cintia sin disimular un segundo que me molestaba su presencia. Ellas intentaron hacerme entrar en razón de que no había ningún problema en que Gabriel estuviese ahí y después de un tiempo, sobre todo cuando me dijeron que él y los chicos se iban a ir a dormir a lo de un amigo de ellos, terminé aceptando y los 6 fuimos a almorzar.
   A la tarde Guille y Maipi vinieron a casa y fuimos a comprar todo para la previa que se iba a hacer en mí mismo departamento. A eso de las 11 de la noche empezaron a llegar los chicos. La mezcla de gente se hacía notar. Guillermina, Maipi y Nicolás estaban en una esquina del comedor mientras que Vanina, Laura, Lautaro, Facundo y Valentín en la otra. En el medio se encontraban mis amigos de la secundaria y Gabriel que me miraba sonriente y hacía como si nada entre nosotros dos hubiese pasado. Era necesario empezar a tomar alcohol.

   Cuando llegamos al boliche todo se terminó de volver una locura. Vanina, que ya había tomado bastante en mi casa, comenzó a chapar con Facundo de una manera alevosa y bastante zarpada, metiéndole la mano adentro del pantalón y gritándole en la cara y en frente de todos que se lo quería coger ahí mismo. A su vez, cuando me alejé para ir al baño, noté que Gabriel se acercó a mí y sin decir muchas palabras intentó besarme en más de una oportunidad arrinconándome contra una pared. “¡¿Sos tarado?!” le grité yo y me liberé empujándolo pero sabiendo que si hubiese estado un poco más borracha no le oponía resistencia.
   Un rato más tarde Guillermina y Laura se empezaron a pelear de una manera bastante estúpida. Guille estaba bailando con Valentín al lado de Lautaro y al parecer esto a Lau no le gustó, por lo que la terminó empujando contra Valen que no entendía nada de lo que pasaba. Para colmo Belén y Cintia habían desaparecido con la simple idea de evitar a Maipi que de un día para el otro no se la aguantaban. “Chicas déjense se joder. Si es re copada Maipi” les dije yo pero ellas al parecer no querían saber nada con la idea de pasar una noche junto a ella.
   La frutilla del postre llegó cuando Vanina, completamente en pedo, empezó a vomitar en medio del boliche y en un acto de rapidez Vanina y Guillermina la sacaron a la calle lo más rápido posible. Obviamente a los patovicas esto no les gustó para nada y una vez que se había recuperado un poco, ya no las dejaban entrar. Guille, enojadísima, le empezó a echar la culpa a Vanina de que ella había arruinado su noche mientras que Laura la subía a un taxi y se la llevaba.
   Adentro del boliche, yo seguía sin poder creer todo lo que estaba pasando. Maipi y Valentín no paraban de traerme distintos tipos de tragos con la idea de poder calmar un poco mi estado alterado. Pero yo necesitaba otra cosa para calmarme. Fue entonces cuando lo fui a buscar a Facundo, lo alejé un poco de los chicos (para nada disimulado) y poniéndole los brazos sobre los hombros le dije que quería estar con él y lo besé. Él me devolvió el beso, pero solo por unos segundos ya que enseguida llegó Maipi que sin poder creer lo que estaba pasando, me alejó de Facundo y me llevó nuevamente a la ronda, dejándolo ahí parado solo y atónito.
   Entonces cuando llegué a la ronda lo vi a él y supe que era todo lo que estaba bien esa noche. Sabía que tendría que haberlo hecho tiempo antes, pero por alguna razón lo había estado evitando. Me acerqué a Nicolás que seguía parado a un costado de la ronda atrás de Manuel y Juan Pablo y apoyando mis manos en su rostro lo besé. Pero el beso fue distinto al que le había dado a Facundo, no era un beso fugaz y de calentura, ¡no! Este era un beso que demostraba cariño, afecto. Era un beso apasionado que me venía guardando desde hacía mucho tiempo.
   Comenzamos a chapar alejándonos cada vez más de la ronda y por más que Valentín intentó separarnos (después me enteré que lo hizo porque pensó que yo lo estaba haciendo de borracha), seguimos con nuestros labios juntos hasta que Maipi lo alejó y nos dejó tranquilos. Nos fuimos separando del grupo hasta apoyarnos contra una pared y por más que el mundo entero me daba vueltas en ese entonces, no me importaba nada porque estaba con la persona que de verdad quería estar. La noche empezó a acelerar y cuando para mi habían pasado solo unos minutos, nos enteramos que teníamos que irnos.
   Nos subimos al auto de Valentín con Nico, Maipi y las chicas de la secundaria y terminamos todos en casa para seguir tomando lo que había sobrado de la previa. Facundo y Lautaro se terminaron yendo al poco tiempo que Vanina y Laura mientras que Gabriel, Manuel y Juan Pablo salieron del boliche, se subieron al auto de Manu y se fueron directo a lo de su amigo. Mientras tanto en mi departamento, Belén y Maipi parecían haber arreglado sus problemas y hablaban muy tranquilas, Valentín y Cintia se histeriqueaban en el sillón hasta que él se animó y le dio un beso y Nicolás y yo fuimos directo a mi pieza. Nos acostamos en la cama y nos seguimos besando.
   El tiempo seguía avanzando y nosotros dos continuábamos tirados por encima de las sábanas con nuestros cuerpos entrelazados. Nuestros labios se tocaban mutuamente en besos suaves y muy apasionados. El calor de su cuerpo contagiaba el mío y a medida que el sol se iba asomando por la ventana la ropa se iba cayendo al piso. Nicolás pasó su dedo por míos labios y siguió bajando por todo mi cuerpo, acariciando mi pera, mi cuello, mi pecho y atravesando mis piernas. Suavemente se fue acomodando encima de mi cuerpo y comenzó a bajar siguiendo el mismo recorrido que su dedo pero ahora con su boca.
   Comenzó a chuparme la conchita de una manera muy delicada, pasando su lengua de arriba hacia abajo lentamente y haciéndome vibrar por completo. Recordé aquella primera vez que tuve con él y todo el juego previo que habíamos hecho y entendí que esa noche iba a ser igual. Nico me estaba tratando como a una reina, me tocaba delicadamente, me acariciaba la piel, me besaba de manera muy suave, me miraba con deseo y ahora me la chupaba tan simple pero a su vez tan excítateme que tuve que llevarme un dedo a la boca y mordérmelo para no empezar a gritar.
   Su cabeza subía y bajaba entre mis piernas y a medida que transcurrían los segundos lo hacía mucho más rápido. “Mmm sí” lancé sin poder contenerme y luego tapándome la boca por miedo a que los de afuera pudieran escuchar. Pero al instante me di cuenta que no me importaba lo que pudieran escuchar, Nicolás me estaba dando un hermoso regalo de cumpleaños y quería disfrutarlo a pleno. Entonces me saqué el dedo de la boca y llevé mi mano hasta la nuca de él y la entrelacé en su pelo y suavemente comencé a gemir de placer.
   Se levantó minutos después y volvió a posicionarse encima de mí y nos besamos de manera muy romántica una vez más. Le pedí que se acostara él ahora sobre la cama ya que quería devolverle el favor y él obedeció mientras se bajaba el pantalón y el bóxer. Una vez que estuvo desnudo me agaché entre sus piernas y me llevé su pija bien dura y firme a la boca. Al igual que él se la empecé a chupar muy suavemente, moviendo mi cabeza despacio hacía arriba y hacia abajo, tragándome cada centímetro de verga y rozándola con mi lengua a medida que lo hacía. Nicolás, que era de los que le gustaban dominar y hablar, junto sus manos en mi pelo y lo agarró con fuerza y empezó a acompañar cada uno de mis movimientos. Se la chupaba con ganas, con mucha pasión y disfrutaba de tenerla en mi boca.
   - Acostate hermosa.- Me dijo él y yo obedecí.
   Me acosté boca arriba en la cama y el volvió a ponerse encima de mi cuerpo. Abrí mis piernas y él se acomodó entre ellas y suavemente comenzó a meter su pija adentro de mi conchita. Estaba tan mojada que entró sin ningún inconveniente y una vez adentro, se empezó a mover muy despacio hacía adelante y hacia atrás cogiéndome lenta, pero muy excitantemente. Su cuerpo se movía de una manera extraña, sin embargo era muy efectivo ya que cada penetración que daba era más profunda que la anterior y me dejaba con la boca abierta a pesar de que no parábamos de besarnos.
   De a poquito comenzó a mostrar su verdadera cara del sexo. Nicolás me había demostrado en nuestra primera vez que era una persona muy dominante y que le gustaba manejar las situaciones durante el sexo (algo muy distinto a la vida real), pero hasta el momento venía en otra faceta. Pero le fue muy difícil contenerse cuando se empezó a excitar y de a poquito me iba cogiendo más fuerte, más rápido y de manera mucho más violenta. Cuando llegó a su punto máximo, mis gemidos ya no eran para nada disimulados y el rechinar de la cama se oía en toda la habitación.
   La cosa había pasado de algo sensual y romántico o algo bien zarpado, fuerte y agresivo. Nicolás me cogía muy rápido y muy duro, moviendo su cintura de manera acelerada metiendo y sacando su pija de mi conchita que pedía a gritos más y más. Mis uñas se calvaban en su espalda y eso le causaba una sonrisa algo diabólica que me excitaba más aún. Parecían dos escenas totalmente distintas y de hecho lo eran, sin embargo costaba creer que habían pasado en una misma noche.
   - Ponete en cuatro.- Me dijo de golpe y se levantó para darme espacio.
   Yo me di vuelta y me apoyé sobre mis rodillas y mis manos y enseguida sentí como la verga de Nicolás volvía a entrar en mi cuerpo y al mismo momento que sus manos se apoyaban en mi espalda, él empezó a moverse bien rápido otra vez. “¡Ay sí!” gritaba yo tratando de ahogar mis gemidos con una almohada. Él se movía de manera muy violenta y el ruido de su cintura chocando contra mi cola se podía oír en toda la habitación y de seguro en el comedor al lado. Sus manos me empujaban contra el colchón y yo hacía fuerza para elevarme y con cada golpe que Nico daba la penetración se hacía más y más profunda.
   Su mano derecha comenzó a escalar por mi espalda hasta llegar a mi cuello y lo tomó con fuerza. Entonces comenzó a levantar mi cuerpo con su mano mientras me seguía cogiendo, hasta que estuve en posición vertical como él. El placer iba aumentando. La mano que tenía en la parte de atrás de mi cuello la llevó hasta la parte delantera y la otra la cruzó por debajo de mis tetas y pegando su cuerpo al mío empezó a moverse de una manera muy corta pero fuerte. Su respiración se hacía sentir en mi cuello.
   Su pija me penetraba cada vez más y más y a medida que seguíamos cogiendo su mano hacía más fuerza sobre mi cuello. Giré mi cabeza y me encontré con su mirada por unos segundos y entonces nos comenzamos a besar. ¡Era muy apasionante coger con él de esa manera! El placer que me hacía sentir con su dominancia y su potencia era único y a medida que la mañana se hacía notar, el alcohol se iba disolviendo y me daba cuenta que la que disfrutaba era yo y no una simple borracha. Nicolás y yo de verdad conectábamos en el sexo. Y él sabía cómo hacerme venir toda.
   - ¡Ay sí! ¡Dale, cógeme!- Le dije en voz baja.
   Sentía que el orgasmo estaba a punto de llevar y quería que sea de esa manera. Me aferre fuerte a sus brazos que seguían reteniendo mi cuerpo y saqué cola para que su pija me penetrara con más facilidad. Nicolás comenzó a mover la cintura mucho más rápido y lo sentía llegar. Un orgasmo inmenso y hermoso que se expandía por todo mi cuerpo y era provocado por todo el placer acumulado durante esa noche. Grité de una manera única y cuando lo hice mi cuerpo se debilitó y se dejó caer en sus brazos que aún me sujetaban con fuerza.
   - ¿Te gustó Cele?- Me preguntó el al oído y besándome el cuello.
   - Me encantó.- Le respondí yo con una sonrisa de oreja a oreja.- Me fascina como me cogés.
   - Ponete en cuatro que te lleno toda de lechita.- Agregó después.
   Yo acepté sus órdenes totalmente complacida. Estaba tan feliz que no podía creer que todavía había más sexo para mí. Sin sacar su pija de mi cuerpo, me volví a agachar y Nicolás apoyó fuertemente sus manos sobre mi espalda una vez más y me empezó a coger bien rápido hasta que no se pudo contener y su semen salió disparado al interior de mi cuerpo y me llenó de leche.
   Nos terminamos acostando en la cama y a pesar del calor y de la transpiración de haber tenido mucho sexo, nos acostamos en cucharita y nos tapamos con la sábana. En mi rostro seguía dibujada una sonrisa de oreja a oreja que reflejaba lo bien que la acababa de pasar y los besos suaves y delicados que me daba Nicolás en el cuello aumentaban aún más esa sonrisa. De a poco nos fuimos quedando dormidos. El cansancio acumulado de un día a mil más la aventura sobre el colchón, nos había dejado a los dos agotados. Afuera se escuchaban nuevamente las voces de Belén y Maipi que seguían conversando muy animadas. En la pieza, estábamos nosotros, abrazados, satisfechos… Felices.


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1 comentario - Chica de ciudad. Capítulo 9

Beatuille +1
Me encanta como introduces las escenas de sexo, todas las peleas e historias que suceden. La escena que describes en este capítulo me ha gustado especialemente, porque así suelo coger yo. Empezar despacito, besos caricias por el cuerpo, comemerme de manera delicada y sin prisa su concha para acabar cogiendo de forma primitiva y animal.
Como siempre...mi verga ¡PARADA!
HistoriasDe
Gracias por comentar! Me alegra saber que te encantan mis historias!!
Beatuille
claro...como tú.