Chica de ciudad. Capítulo 8

Chica de ciudad. Capítulo 8

Esta es la historia de Celeste, una pueblerina de 18 años que sueña con la típica vida de una chica de ciudad, llena de locuras, deseos y sobre todo mucho sexo desenfrenado. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

Capítulo 8: Chica de ciudad
   Si había algo que podía hacer que definitivamente Vanina y Laura me odiaran era cogerme a Facundo de la manera que lo hice esa última vez. Por suerte para mí no se enteraron en ese mismo instante. Esa noche no sospecharon nada y pasó un tiempo hasta que ellas descubrieron que él y yo habíamos tenido una última vez (última para ese entonces). Hasta que ese día llegó las cosas siguieron como si nada. Va… “Como si nada” es una forma de decir, porque en realidad pasaron cosas.
   Facundo volvía a hablarme como antes y se relacionaba conmigo con la idea de seguir manteniendo contacto, después de todo yo le había demostrado ser una muy buena amante y si quería pasarla bien tenía que ser bueno conmigo. Esto puso bastante celosa a Vanina, que a pesar de que le había cortado el rostro a él, ahora parecía desesperada por recuperarlo a tal punto que a veces se humillaba a ella misma con tal de llamar su atención. “Tenete algo de amor propio flaca” decía Guillermina cada vez que la veía arrastrarse tras de Facundo como una babosa.
   A Guille la habían eliminado casi definitivamente del grupo. No se juntaban más con ella, no le hablaban en la facultad, se habían armado nuevos grupos de estudio y trabajo y hasta se había creado un grupo de whatsapp paralelo que era el que más se usaba hasta que un día ella se dio cuenta y se fue del otro porque ya no le interesaba. Sin embargo Valentín y yo nos seguíamos juntando con ella, él no tanto como yo lo hacía los fines de semana o las noches de estudio. La veía desanimada, con ganas de abandonar todo, pero trataba de estar al lado suyo por más que me era muy difícil jugar a dos puntas.
   - ¿Por qué te seguís juntando con ellas? ¡Son unas estúpidas!- Me preguntaba ella sin entender y yo no podía darle una explicación lógica.
   Pero sin dudas mi grupo favorito era Maipi y Nicolás. Cuando nos juntábamos los tres no parábamos de conversar y divertirnos juntos. Ella había resultado ser muy simpática y divertida y él no paraba de decir pavadas y comentarios delirantes que nos hacían morir de la risa a las dos. Maipi insistía con que Nico estaba súper enamorado de mí, sin embargo él no había insinuado nada al respecto desde aquella noche en la que me encaró totalmente borracho. Por mí, mejor. No tenía ganas de lidiar con eso en ese momento.
   Quien había interrumpido en mi vida, sobre todo la facultativa, era Luciano el ayudante de cátedra que me había preguntado si todo estaba bien hacía unos días. En ese momento no me había dado cuenta y de hecho tampoco lo hice la clase siguiente, pero 15 días después cuando lo vi entrar por la puerta, me di cuenta que me encantaba. Era un chico alto, flaco, morocho de piel tostada, ojos grises y una sonrisa perfecta y por alguna mágica razón tenía muy buena onda conmigo. “Hola Cele” me saludaba con su voz potente y penetrante por los pasillos de la facultad y yo me derretía ahí mismo.

   Pero para la siguiente historia hay que avanzar unas semanas después de nuestra última, al sábado 17 de Octubre. En ese mes que fue desde mi última vez con Facundo hasta ese día las cosas se mantuvieron bastante estables, ninguna pelea grande, ninguna discusión y las relaciones podríamos decir que hicieron una pausa por un tiempo hasta que ese sábado volvieron a poner play. El problema fue que al estar todo parado por un mes, las cosas avanzaron muy rápido.
   Esa mañana Laura organizo un cumpleaños sorpresa para Lautaro (que cumplía al día siguiente), que incluía una reunión en su casa con algo de comida y bebida y después una salida al boliche. Obviamente coordinamos para ir sin ningún problema, pero unas dos o tres horas después me llegó un mensaje que me dejó helada. “Vanina se puso de novia con Facundo” decía el whatsapp de Guillermina y yo tuve que leerlo varias veces para comprobar que era verdad. “Qué? Cómo sabés?” le escribí enseguida sin poder creer. “Me contó Valentín. Dice que no quería contarte a vos, pero que se enteró hace un rato” escribió después y nuevamente tuve que volver a leerlo por segunda vez para creer lo que mis ojos veían.
   Enseguida le hablé a Valentín para que me contara todo lo que sabía, pero su información era sumamente pobre. “No sé mucho sobre el tema, dijo algo así nomás” me escribió después de contarme que la noche anterior ellos dos se había juntado y habían decidido empezar una relación. Pero… ¿Venían teniendo algo? ¿Estaban saliendo hacía ya un tiempo? ¿Cuándo cambió Facundo de parecer? Eran demasiadas preguntas que me comían el cerebro y necesitaba responderlas con urgencia. El problema era que en realidad no sabía si quería una respuesta, no sabía si quería saber que había pasado esa noche y porque las cosas habían cambiado tan de golpe.
   - ¡Felicitaciones chicos!- Gritó Laura apenas ellos contaron la “gran noticia”.
   Vanina parecía estar dispuesta a ser el centro de atención de la fiesta. Después de informarle a todos los presentes que ella y Facundo se habían puesto de novios la noche anterior, le dio un beso bien zarpado tomándolo de la cara y permitiendo que todos vean sus demostraciones de afecto. Personalmente, me daban ganas de vomitar. Valentín que estaba sentado en frente mío me miraba sin poder creer lo que acababa de pasar, por más que él sabía que algo así se avecinaba. Entonces tomé un vaso de cerveza y me lo tomé en cuestión de segundos y rápidamente me serví otro.
   Toda la noche fue así, beso va, beso viene y miles y miles de “anécdotas” sobre la noche en la que todo parecía haber sido color de rosas. “Me llevó a tomar algo, charlamos un rato y me dijo que me quería” contó Vanina en voz baja a Laura y a mí y mi sonrisa no podía ser más falsa. Del otro lado de la mesa Facundo hablaba con Lautaro, Valentín y otros amigos de la secundaria de ellos que no podían creer que el ganador del grupo ahora estaba de novio. Mi vaso necesitaba rellenarse cada uno pocos minutos para poder sobrevivir ese momento.
   Cuando llegamos al boliche pensé en alejarme lo más rápido posible, pero como fuimos temprano para poder conseguir algunas consumiciones, tuve que aguantarme otra vez más la historia de la “noche perfecta” que ahora Vanina le contaba a otro grupo de amigas de Lautaro que la escuchaban con atención. “Dame un vodka ya” le pedí al de la barra con una cara de odio terrible y me lo tomé casi al instante. Él parecía querer quitarle importancia al asunto, pero ella se empeñaba en hablar del tema y en demostrar lo mucho que se querían dándose besos y abrazos en frente de todos. Ya una hora más tarde el lugar se empezó a llenar y pude evitar a la parejita feliz.
   - ¿Qué haces acá boluda?- Me preguntó Valentín al verme en la otra punta del boliche sola y contra una pared.
   - No soporto más a la bella y la bestia.- Le dije en referencia a Facundo y Vanina y entonces me di cuenta que estaba completamente borracha.
   - Vení estúpida, vamos a bailar.- Me dijo él tratando de animarme un poco.
   Pero la cosa fue para peor. En realidad me puse de buen ánimo bastante rápido, después de comprar otros tragos y de bailar unas canciones. El problema fue que de a poco la noche se fue poniendo blanca y a medida que seguía avanzando hacia la barra me daba cuenta que estaba más en pedo y que algunas cosas dejaron de tener sentido. No recuerdo en qué momento fue, si fue antes o después de ver por última vez a Valentín, pero terminé bailando entre medio de dos chicos que se morían de la risa al verme en ese nivel de borrachera.
   Ellos parecían estar bastante alcoholizados, no como yo, pero cuando me metí a bailar entre ellos enseguida se sumaron y no les importó que una loca completamente en pedo los molestara. Cuando miré fijo a los ojos a uno, me di cuenta de que era bastante lindo y sin siquiera emitir una palabra me abalancé sobre él tirándole los brazos sobre los hombros y le comí la boca de un beso. Fueron unos segundos, pero el chico quedó completamente anonadado. Entonces me di vuelta y vi que el otro chico también estaba sorprendido y al ver que yo estaba con su amigo amagó a irse. Pero como también era lindo y yo estaba borracha y enojada lo agarré con la mano del cuello de la chomba y lo acerqué a mí para darle un beso a él también.
   - ¡Vos podrás tener a Facundo! ¡Pero yo tengo a ellos dos!- Grité a la nada misma abrazando a los dos chicos y ellos se rieron.- ¡Yo tengo a…!- Y miré rápido al chico que estaba a mi derecha que era el que había besado primero.- ¿Cómo te llamas?
   - Fermín.- Me respondió él.
   - ¿Y vos?- Le pregunté al otro que se reía más que el primero.
   - Emanuel.- Me dijo mirando a su amigo.
   - ¡Vos tenés a Facundo pero yo tengo a Fermín y a Emanuel!- Volví a gritar y dos chicas que estaban al lado nuestro se dieron vuelta.- ¡Y vamos a hacer un trío!
   Cuando dije esto tanto las chicas como ellos dos se empezaron a reír, sin embargo yo no los soltaba. Entonces una idea brillante se cruzó por mi cabeza: Facundo no me importaba y lo iba a demostrar teniendo un trío con Fermín y con Emanuel. Sí, era un plan infalible. Al fin y al cabo, toda chica de ciudad tiene que tener su trío con dos hombres para olvidarse de un pelotudo como lo era Facundo. Volví a besar a Fermín que sin dudas era el más lindo pero sin soltar a Emanuel que parecía todavía no entender que lo que acababa de decir iba a pasar de verdad. Cuando me di vuelta para besarlo a él, miró a su amigo y le hizo una seña como diciendo “Ya fue… Vamos” y los dos se dieron media vuelta y empezaron a caminar en dirección a la puerta sin que yo los soltara.
   Salimos del boliche y sin recordar cómo, me subí a un auto con Emanuel atrás y Fermín empezó a conducir. “¿A dónde vamos? ¿Quieren ir a mi casa?” les pregunté totalmente borracha sin tener en cuenta que estaba invitando a dos desconocidos a mi casa. Pero Fermín me dijo que íbamos a la suya y automáticamente me tiré encima de Emanuel que tenía una sonrisa imborrable de la cara. Cuando llegamos tuvieron que ayudarme a bajar y en varias ocasiones me pidieron que hiciera silencio sobre todo cuando entramos al palier de un edificio y después a un departamento pequeño pero vacío.
   Sin medir mucho mis movimientos empujé a Fermín contra un sillón y me senté encima de él y comencé a besarlo de forma muy zarpada, con mis manos a la altura del cuello y comiéndole la boca. Entonces escucho que Emanuel dice que él se va a ir para dejarnos solos y me doy vuelta y lo miro diciéndole que no, que se quede y lo agarro del brazo y lo acerco hacia mí para darle un beso. Él se aproximó al sillón y una vez que los tuve a los dos bien cerca los agarré de la cara y los puse uno al lado del otro. Ellos intentaban controlarme un poco, pero yo estaba totalmente sacada. Quería sexo. Quería que me cogieran entre los dos para demostrarle a Facundo lo poco que él me importaba.
   - No te vayas Ema.- Le dije con voz de trola y haciendo pucherito con los labios.- ¿No entendiste que quiero coger con los dos a la vez?
   Fue entonces cuando pareció que por fin habían entendido el mensaje. Emanuel se levantó y rápidamente se sacó la remera al mismo tiempo que Fermín volvía a besarme y a tomarme por la cintura. Rápidamente sentí la mano de su amigo que me acariciaba la espalda y bajaba hasta mi cola que se marcaba muy bien con el short que tenía puesto. Yo estaba mucho más exaltada que de costumbre, loca, desesperada por estar con ellos dos, quería que me dieran placer.
   Comenzamos a sacarnos la ropa de manera bastante brusca, parecía como si Fermín y Emanuel de golpe se habían convertido en dos bestias, entendiendo que era lo que estaba pasando. El primero seguía sentado en el sillón mientras que yo estaba encima de él besándolo y acariciándole el cuerpo. El segundo seguía de pie al lado mío y me tocaba la cola que yo levantaba para que él pudiera meter su mano. Entonces giré mi cuerpo sin levantarme y decidí de darle algo más de importancia a Emanuel que parecía ya cansado de tocarme. Rápidamente le desabroché el pantalón y se lo bajé hasta la altura de las rodillas y noté que debajo de su bóxer su pija se había puesto muy dura y también se lo llevé hasta las rodillas. Una verga cortita, de unos 14 centímetros, pero completamente firme se alzó ante mis ojos y la tomé con mi mano y me la metí en la boca.
   Comencé a chupársela con muchas ganas, me encantaba tenerla en mi boca y poder disfrutarla. Mientras tanto Fermín se entretenía con mis tetas, tocándolas con ganas y lamiéndome los pezones que ya se habían puesto muy duritos. Pero yo me concentraba en la pija de Emanuel, la saboreaba con mis labios y le pasaba la lengua de punta a punta. Jugaba con sus huevos que colgaban debajo de ella y lo besaba por toda la zona mientras que él miraba y se fascinaba con mi actitud de puta.
   Unos minutos después Fermín no se aguantó las ganas de que se la chupara a él y me pidió que me parara y cuando lo hice él se paró frente a mí y después de chuparme un ratito más las tetas me obligó a arrodillarme frente a él. Como hice con su amigo, le desabroché el pantalón y se lo bajé junto con el bóxer y me sorprendí al ver una pija de unos 18 centímetros bien dura y firme adelante mío. Se veía tan deliciosa, inclusive mucho más que la de su amigo, que no me pude contener y me la llevé a la boca al mismo instante. Mientras tanto Emanuel se terminaba de sacar la ropa a tan solo un metro de nosotros dos.
   Comencé por chuparle la verga a Fermín que estaba más que complacido con como lo hacía. “Sí, chupala. Así, dale” decía placenteramente y gozando de cómo mi boca iba y venía por el tronco de su pija que estaba completamente dura. Segundo después Emanuel se paró al lado mío y me obligó a tomarle la suya con la mano y comencé a pajearlo. Entonces la típica imagine de video porno en el que una chica tiene a dos hombres frente a ella se me hizo realidad y no tuve mejor idea que copiar lo que siempre había visto. Empecé a ir de una pija a la otra, chupándolas por unos segundos para después concentrarme en la otra y sin soltarlas en ningún momento. Me sentía tan puta ahí abajo que me fascinaba. Estaba completamente excitada.
   Pero si algo le faltaba a ese momento para terminar de calentarme, fue lo que hizo después Fermín. Me ordenó que me levantara y cuando lo hice entre los dos comenzaron a besarme y a tocarme todo el cuerpo. Terminaron de sacarme la ropa y una vez que estuve totalmente desnuda, me llevó de la mano hasta el asiento y me sentó en él mientras que se arrodillaba frente a mí. Besó por unos segundos mis piernas y acto seguido metió su cabeza entre ellas y comenzó a chuparme la concha. Emanuel se paró nuevamente al lado mío y acercó su pija a mi boca en señal de que quería que se la siguiera chupando, y eso fue lo que hice.
   Fermín fue pasando su lengua por mi conchita que ya estaba toda mojada. La situación que estaba viviendo era inédita para mí y me excitaba muchísimo. Nunca había tenido sexo con desconocidos y mucho menos en un trío, por lo que la idea de lo desconocido me estaba gustando muchísimo. Parecía como que las cosas se daban por si solas, Fermín moviendo su lengua bien rápido de lado a lado por encima de mí clítoris y Emanuel parado a un costado del sillón poniéndome la pija en la cara para que se la chupara. Estaba convencida que yo no era la primera chica con la que ellos hacían eso.
   Después vino el momento de cogerme y Fermín que había pasado los últimos minutos chupándome la concha fue el primero en hacerlo. De la nada sacó un preservativo que se lo puso mientras me daba los últimos besos sobre los muslos y cuando estuvo listo se agachó frente al sillón y me penetró de lleno sin darle importancia a mi grito de dolor por recibir su pija tan bruscamente. Pero enseguida el dolor se fue y se convirtió en placer cuando me empezó a coger. Apoyó sus manos sobre mi cintura y yo envolví su cuerpo con mis piernas que estaban en el aire y él comenzó a moverse hacia adelante y hacia atrás haciendo que su pija entrara y saliera de mi concha bien rápido. Por su parte Emanuel seguía parado al lado mío y se acercaba cada vez más a mi boca, pero me era muy difícil seguí chupándosela a él, tenía que gritar, tenía que gemir. Sentía la necesidad de hacerlo.
   - ¡Sí cogeme! ¡Cogeme bien duro!
   Las palabras salieron de mi boca sin poder controlarme y la reacción fue inmediata. Fermín empezó a mover su cuerpo tan rápidamente hacia adelante y hacia atrás que su pija salía a toda velocidad de mi cuerpo y me volvía loca. El placer que me provocaba la forma en la que me estaba cogiendo se hizo notar en más gritos y gemidos, así como nuevos pedidos de que me diera más fuerte y más duro. Mi boca solo se concentraba en lanzar estos gritos, pero con mi mano seguía sosteniendo la pija de Emanuel que quedó pintado por esos minutos en los que su amigo me volvía loca con su enorme verga.
   Después le tocó a él. Me levanté del sillón y me puse en cuatro apoyando mis manos en el respaldar mientras que Ema buscaba un preservativo y se lo ponía. Después se paró detrás de mí y tras meter su pija en mi conchita que ya estaba muy mojada y abierta, comenzó a cogerme. Al principio lo hacía de manera lenta, suave y hasta un poco sensual podríamos decir. Movía su cintura en forma de círculos al mismo tiempo que su cuerpo iba hacia adelante y hacia atrás y que sus manos pasaban por toda mi espalda dándome masajes. Fermín aprovechó la tranquilidad para pararse atrás del sillón (de frente a mi) y tras sacarse el preservativo levantó su cuerpo lo más que pudo para que yo volviera a chuparle la pija. Podía escuchar como ellos se reían y gozaban a la vez de estar cogiéndome a mí. Sabía que en ese momento se estaban mirando y que por sus mentes debía de pasar la idea de que yo era una trola bárbara y ese pensamiento me hizo sentir más placer.
   Emanuel de a poco me empezó a coger más rápido y mis gemidos no tardaron en aparecer. Sin embargo Fermín seguía insistiendo en que le chupara la pija y por más que yo me la sacaba de la boca él me la volvía a meter. Podía escuchar sus risas y la respiración agitada de Emanuel. Su cuerpo chocaba contra mi cola en un golpe seco y su verga se adentraba en lo más profundo de mi cuerpo. Mientras tanto su amigo seguía introduciendo su pija en mi boca y yo me ahogaba con ella a medida que emitía gemidos de placer e intentaba gritar.
   Fermín se terminó por alejar y le dijo a Emanuel que me dejara y después me ordenó a mí que me tirara en el piso boca arriba. Casi sin pensarlo y haciendo movimientos lentos me recosté en el piso y en ese momento me di cuenta de lo agitada que estaba. Fermín se arrodilló entre mis piernas y las abrió de par en par para volver a penetrarme y cogerme con sus manos sobre mis muslos. Emanuel se arrodilló al lado de mi cabeza y apoyó su pija contra mí. Mientras que yo sacaba la lengua y con la ayuda de mi mano me la metía en la boca, él manoseaba mis tetas y jugaba con mis pezones.
   Entonces Fermín comenzó a cogerme al palo casi de repente que me sorprendió tanto y me sacó gritos de los labios. Empecé a gritar como una loca, pidiéndole más y diciéndole lo mucho que me gustaba como me estaba cogiendo. Emanuel fascinado, comenzó a pajearse por encima de mi cara. Veía como su mano iba y venía bien rápido por el cuerpo de su verga que estaba totalmente roja, al mismo tiempo que su amigo me cogía completamente sacado. La leche no tardó en llegar.
   El primero en acabar fue Fermín, que de manera brusca sacó su pija de mi concha y se empezó a masturbar bien rápido sobre mis piernas hasta acabar. Su semen salió disparado por encima de mi cuerpo directo a mi panza y llegó hasta mis tetas, llenándome toda de blanco. Casi enseguida le tocó a Emanuel, que intentó apuntar hacia abajo y su lechita empezó a salir de su pija directo a mi cara, pero en su gran mayoría a mi pera y a mi cuello. Una vez que los dos estuvieron listos se siguieron pajeando por unos segundos mientras que yo respiraba agitadamente y me tocaba el cuerpo que tenía totalmente enlechado.
   Emanuel se levantó y fue directo a su pieza y no lo volví a ver. Fermín se quedó tirado en el piso por unos segundos hasta que yo me levanté y me llevó hasta el baño donde me bañé rápidamente para después cambiarme e irme. Lo saludé con un beso y le agradecí por la noche mientras empecé a caminar por la calle vacía con el sol asomando atrás mío. Había sido una experiencia increíble, algo que nunca me imaginé que iba a pasar de esa forma y en ese momento, pero algo sobre lo que estaba totalmente feliz que acabara de pasar. Me tomé un taxi y llegué hasta mi casa y me caí rendida en la cama. Mi cuerpo todavía temblaba y mi respiración estaba agitada. Si Facundo se enterara algún día de esa noche seguro se arrepentiría de haberse puesto de novio con Vanina.


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2 comentarios - Chica de ciudad. Capítulo 8

Beatuille +1
Mmmm! No está mal para quitarse las penas. Por aquí decimos que un clavo saca otro clavo, pero en este caso...dos mejor que uno, ja ja ja.

Mi verga...dura, durísima...como siempre, imaginándome uno de los protagonistas. En este caso, Fermin, más que nada porque mi pija mide igual que la suya, ja ja ja
HistoriasDe
Muchas gracias por comentar y como bien decis! Dos clavos son mejor que uno jajaja