La casa de las brujas. Capítulo 4

La casa de las brujas. Capítulo 4

Esta es la historia de 5 amigas que se van de viaje a la costa con el objetivo de pasarla bien y de disfrutar su último verano antes de empezar la facultad. Obviamente los romances, los misterios y la seducción van a ser protagonistas de sus vacaciones. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…

Capítulo 4: Antes de que salga el sol (Luciana)
   Cuando Hernán me comentó que él también iba a viajar a Villa Gesell ese verano con los chicos del curso no pude contener mi felicidad a tal punto que terminamos teniendo una noche súper caliente de puro sexo. Pensar en la idea de estar los dos en la misma ciudad sin la constante persecución de mis padres me calentó a tal punto que le terminé diciendo que me lo iba a coger todas las noches. Él debía de pensar lo mismo porque después de nuestra primera ronda, teníamos suficiente energía para una segunda.
   Me puse de novia con Hernán a principios del año pasado, después de iniciar nuestro último año de secundaria. Él es mi primer y único hombre y a pesar de que yo sé que él estuvo con otras mujeres, sé que nunca va a encontrar una amante como yo. Tardamos mucho en tener nuestra primera vez, de hecho fui yo la que lo hizo esperar tanto tiempo, pero una vez que arrancamos no pudimos parar. Hernán no es solo un novio tierno y romántico, es también un excelente amante, apasionado y muy fogoso.
   Le advertí a las chicas de antemano que iba a aprovechar esas vacaciones para coger mucho con él, al fin y al cabo en mi casa nunca se podía y en la casa de él solo podíamos cuando su familia dormía. Es por eso que lo hacíamos bastante poco para nuestro gusto y solíamos pagar noches en un motel o cuando uno de sus amigos nos prestaba el departamento. Jimena, Tamara, Danisa y Victoria enseguida me dijeron que no había ningún problema en que yo lo hiciera todo el tiempo, pero solo me pidieron que él no se quedara a dormir en la casa que habíamos alquilado.
   La primera noche ninguno de los dos nos pudimos contener. En medio del boliche decidimos irnos a la casa donde él y sus amigos estaban alojándose y tuvimos una doble sesión de sexo bien caliente que nos dejó agotados. Cuando estábamos con la idea de empezar de nuevo, llegaron Manuel y Nacho a la casa y yo me tuve que ir.
   La segunda noche le dije de aprovechar que las chicas estaban muy enfiestadas en el boliche para ir a nuestra casa. Para sorpresa de los dos, Jimena y Santiago llegaron cuando estábamos en plena acción y Hernán tuvo que salir corriendo a cerrar la puerta para que no nos vieran. A pesar de eso pudimos escuchar sus gritos y gemidos durante varios minutos y terminamos en una especie de competencia de placer.
   La tercera noche se convirtió en tarde cuando en medio de la playa, a las siete de la tarde él me dije que le encantaba como la malla que tenía puesta me marcaba la cola y eso fue suficiente para que nos fuéramos hasta su pieza para hacer un rapidito mientras que los chicos pensaban que habíamos ido a caminar. Esa noche, como ya estábamos satisfechos decidimos quedarnos en el boliche con los demás.
   El cuarto día fue bastante tranquilo, parecía como que los dos estábamos cansados por lo que luego de recibir los dieciocho de Viky, nos quedamos en la casa de él, viendo una película y acurrucados en el sillón. Al final terminamos cogiendo, pero de manera más romántica y sencilla.
   Fue por eso que la quinta noche nos encontró a los dos súper calientes y con ganas de mucho sexo. El problema fue que cuando llegamos a la casa nuestra descubrimos que Danisa estaba cogiendo con Gastón en la habitación de ella y Jimena dormía en la otra pieza. Estábamos tan calientes que no nos importó irnos hasta la casa de él, pero era demasiado tarde pues ya eran casi las seis de la mañana y todas las habitaciones estaban ocupadas. Hernán me tentó con la idea de coger en el living, pero yo ya estaba cansada y tenía demasiado sueño como para dejarme llevar por esa idea y terminamos yéndonos a dormir.

   - ¿Querés que vayamos a coger a casa, mi amor?- Me preguntó él el sexto día a la tarde mientras caminábamos nuevamente solos por la playa.
   Pero yo no quería tener un rapidito con él, quería coger por un largo tiempo, hacer muchas cosas, besarlo por todo el cuerpo y que acabáramos los dos hasta no dar más de placer. Fue por eso que le dije que mejor aprovecháramos esa noche para volvernos temprano a la casa donde él paraba y ver si teníamos unas horas para nosotros solos.

   La idea le encantó, pero en sí no se pudo concretar. Tamara desapareció al igual que en más de una noche seguramente con un chico con el que se estaba viendo. Victoria se encargó de pedir el departamento y al parecer ninguna más podía ir porque tenía pensado coger en el sillón que estaba en medio del comedor. Pero eso a nosotros no nos importaba porque íbamos a ir a la casa de Hernán. El problema fue que cuando llegamos Ezequiel estaba tan en pedo que empezó a vomitar por todos lados y Juan Pablo y Emanuel se quedaron a ayudarlo.
   Conseguí hacer que Hernán zafara de la situación y al final terminamos a eso de las cuatro de la mañana caminando los dos por la playa. “Mañana cuando todos vayan a la playa, venís a casa y estamos toda la tarde solos” me propuso él. Yo miré alrededor y comprobé que no había nadie cerca de nosotros. La calle principal emanaba una luz algo tenue pero que no llegaba a iluminar por donde nosotros caminábamos. El ruido de las olas era casi perfecto.
   Lo paré en seco y lo besé muy apasionadamente abrazándolo por encima de los hombros y pegándolo contra mi cuerpo. Él debió de pensar que era simplemente un beso, el cual me devolvió de manera más romántica y posando sus manos en mi espalda. Lo que Hernán no sabía es que yo había tomado la decisión de cogérmelo ahí en la playa, en medio de la arena y a metros del agua, sin importar si alguien nos veía. Quería coger con él y punto.
   - Acostate.- Le dije agachándome y acostándome sobre la arena.- No, encima mío.- Le dije con una sonrisa al ver que él intentaba sentarse a mi derecha.
   Entonces comprendió mis intenciones y se posó entre mis piernas sobre mi cuerpo y volvimos a besarnos apasionadamente. Ahora él me seguía el juego, usando mucho su lengua como a mí me gustaba y entrelazando sus brazos por sobre mi cuello. Su cintura se pegó a la mía y pude sentir como debajo de su pantalón se le empezaba a parar la pija, la cual no veía la hora de llevarme a la boca.
   Le ordené que se arrodillara encima de mi cuerpo y cuando lo hizo le empecé a bajar el pantalón. Yo seguía recostada con él sobre mi pecho y cuando tomé su verga noté que esta ya estaba al palo. Comencé a pajearlo mirándolo a los ojos y pude ver su sonrisa cómplice. “¿Querés que cojamos acá?” me preguntó y yo le respondí que sí agitando la cabeza varias veces hacia arriba y hacia abajo. Él entonces se resignó a mi deseo y acercó más su cuerpo a mi cabeza metiendo su pija en mi boca.
   Se la empecé a chupar como yo bien sabía hacerlo, metiéndomela hasta el fondo de mi garganta y atragantándome con ella. Me encantaba sentirla toda entre mis labios, que se mojara con mi saliva y que me dejara sin respiración por varios segundos. Y sabía que a él también le fascinaba. Hernán cerró sus ojos y disfrutó de como yo lo masturbaba y se la chupaba entre la arena. De fondo se escuchaba el ruido de las olas chocando contra la playa y de vez en cuando el de algún auto pasar. Yo solo podía pensar en él y en cómo me lo iba a coger.
   Una vez que la tuvo bien dura y toda lubricada con mi saliva le tocó a él darme placer con su boquita. Para no llenarnos tanto de arena yo me paré y él se agachó entre mis piernas y mirando hacia arriba me la empezó a chupar. Era la primera vez que lo hacía en esa pose, pero el hecho de tenerlo ahí abajo, casi sin poder verle la cara y sentir como su lengua se esforzaba para llegar bien arriba, me calentó mucho más que cualquier otra vez. Tenía la vista del océano y de los primeros rayos de luz que se asomaban por el horizonte de fondo y al hombre que amaba lamiéndome la conchita con todas sus ganas.
   Ninguno de los dos nos pudimos aguantar, ya estábamos completamente desnudos y demasiado calientes para seguir resistiéndonos. Lo empujé contra la arena y antes de que pudiera moverse me senté encima suyo haciendo que su verga bien dura entrara toda en mi húmeda concha.
   Lo empecé a coger de una manera tan violenta que enseguida sentí como mi cuerpo empezaba a temblar como si estuviese a punto de tener un orgasmo. Parecía que hacía semanas que no cogíamos y con suerte habían pasado más de un día. Pero yo estaba tan caliente, tenía tantas ganas de hacerlo mío, que no me pude aguantar. Mis gritos empezaron a salir de mis labios a tal punto de que las olas y el ruido de los autos ya no se escuchaban. Sentía la pija de mi novio bien adentro de mi cuerpo y me encantaba.
   - ¡Voy a acabar! ¡Voy a acabar!- Le grité sin poderme contener.
   Para sorpresa de ambos el primer orgasmo llegó en cuestión de pocos minutos. No era la primera vez que eso pasaba pero cuando sucedía solo significaba una cosa: noche multi orgásmica. A él le fascinaba cuando me pasaba y yo lo disfrutaba tanto que no podía parar. Luego de gozar por unos segundos mi primer acabada, volví a cabalgarlo bien fuerte en busca de la segunda.
   Hernán me acariciaba todo el cuerpo, llevando sus manos desde mis piernas hasta mis hombros pasando por mi cintura, mi cola, mis brazos y mis tetitas. El calor de sus dedos me encantaba tanto, me fascinaba, me prendía por completo y me volvía loca de placer. Yo movía mi cintura descontroladamente hacia adelante y hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo, saltando sobre el cuerpo de mi novio y gozando cada momento que los dos pasábamos juntos.
   Abrí los ojos luego de unos segundos y observé como el sol comenzaba a salir al final del horizonte. Era todo tan placentero que yo no podía parar de moverme. Sus ojos se clavaban en mi cuerpo y seguían el curso de sus manos que acariciaban toda mi piel. Yo me movía como loca, saltando sobre el cuerpo de mi novio y gozando de su pija bien dura adentro de mi cuerpo. Entonces sentí como el calor se volvía a apoderar de mi cuerpo y supe que se venía un segundo orgasmo. No pude parar. Estaba tan loca de placer.
   - ¡Ay sí!- Grité luego de acabar una segunda vez y después me desplomé sobre su cuerpo.
   Hernán esperó unos segundos y después me pidió que me ponga en cuatro sobre la arena. Él se arrodilló detrás de mí y me la metió tan deprisa y me empezó a coger tan rápido que sentí que el tercer orgasmo no iba a tardar en llegar. Mi novio me sujetó fuertemente de la cintura, agarrándome con firmeza con sus manos y me cogió tan duro que su cuerpo golpeaba contra el mío a gran velocidad. Mis gritos seguían oyéndose por encima del ruido de las olas y los autos que pasaban ya eran más recurrentes y de vez en cuando se podía oír las voces de algunas personas. Pero a nosotros no nos importaba, la estábamos pasando tan bien, estábamos cogiendo tan lindo que solo queríamos más y más placer.
   El tercer orgasmo llegó casi enseguida y mi grito fue mucho más fuerte que los anteriores y me dejó casi tirada en la arena, con mi cola levantada y Hernán sujetándome fuertemente de la cintura. “¿Me dejás llenarte la cola de leche?” me preguntó y yo rendida le dije que sí, que podía hacer lo que quería. Él se recostó encima de mí y no tardó en volver a mover su cintura hacia arriba y hacia abajo, cogiéndome un poco más lento pero de manera muy intensa. Sujetó mis manos y las tiró para atrás, haciéndome prisionera de él y su rostro quedó casi pegado al mío y pude sentir su agitada respiración.
   Estaba a punto de acabar, lo sabía, conocía a mi novio y lo más hermoso de todo era que yo también estaba a punto de tener mi cuarto orgasmo de la noche. Hernán se empezó a mover aún más rápido y enseguida mis gemidos de placer se hicieron sentir una última vez. De golpe observé que a lo lejos había un grupo de chicos que caminaba hacia nosotros. ¡Nos iban a ver! Pero a ninguno de los dos nos importó y él me siguió cogiendo cada vez más fuerte, cada vez más rápido.
   Al mismo tiempo que pegué un grito inmenso de placer él sacó su pija de mi cuerpo y acabó sobre mi cola llenándola de leche. Nos quedamos los dos inmóviles, respirando aceleradamente y con el corazón agitado. El grupo de chicos y chicas pasó por delante nuestro y nos vio disimuladamente, como queriendo evitar contacto. Nosotros nos reímos y una vez que siguieron de largo nos relajamos, nos limpiamos como pudimos y nos cambiamos para volver caminando hasta la casa donde él estaba parando con los chicos y poder pegarnos una ducha fresca y así irnos a dormir.


CAPITULO 1

ANTERIOR

SIGUIENTE


OTRAS HISTORIAS:
ELIGE TU PROPIA AVENTURA SEXUAL 1: VIERNES POR LA NOCHE
UNA CHICA CURIOSA. CAPÍTULO 1
UN GANADOR. CAPÍTULO 1

0 comentarios - La casa de las brujas. Capítulo 4