Elige tu propia aventura sexual 1.16

                                          Ir a buscar a Luciana

   - Ahí vengo.- Le dije y me alejé.- Voy a buscar a Luciana.
   Ella me sonrió y se dio media vuelta para apoyar el vaso en la mesa y seguirme. Cuando llegué a la puerta del baño vi que Belén estaba atrás mío y los dos nos encontramos con que el baño estaba vacío. La miré sin entender y ella señaló la pieza con la mirada. Entonces abrí la puerta le la pieza que estaba parcialmente cerrada y pudimos ver la imagen de Luciana recostada sobre la cama completamente dormida. La música seguía sonando bien fuerte y mi compañera de trabajo no había aguantado la borrachera y se había rendido ante el sueño. Giré para hablar con Belén a ver qué opinaba.
   - Yo todavía no tengo sueño.- Me dijo agarrándome la pija por encima del pantalón.- Y te la quiero comer toda.
   Giré la cabeza para observar a Luciana y noté que tenía la boca entreabierta, estaba desmayada del sueño. Al parecer el trío que podía llegar a ocurrir no iba a pasar, pero eso no me había sacado las ganas de cogerme a Belén, mucho menos después de lo que me había dicho hacía unos segundos. Cuando giré nuevamente, me encontré con que ella estaba arrodillada en el piso y bajándome el cierre del pantalón. El morbo de pensar en que me iba a chupar la pija ahí mismo me volvió loco. La tenía completamente al palo y no podía aguantármelo.
   Belén empezó a chuparme la pija y era una diosa. Lo hacía moviendo la cabeza hacia adelante y hacia atrás, comiéndosela toda con esos labios divinos y mirándome fijo a los ojos. “¡Que delicia!” le dije y ella sonrió para después seguir chupándomela como loca. Yo giré una vez más la cabeza para observar a Luciana pero ella seguía en la misma posición de antes, intacta, sin tener la más mínima idea de que una de sus mejor amigas me estaba haciendo un pete ahí nomás. Belén mientras tanto seguía mamando sin importarle eso.
   Mientras ella seguía arrodillada en frente mío haciéndome gozar con su boca y sus labios, yo empecé a sacarme la ropa y la fui tirando hacia un costado. Ella seguía chupándome la pija como loca, pasándole la lengua desde la base hasta la cabeza, haciéndome una paja y mirándome con sus ojos de gata. Yo cada dos por tres controlaba que mi compañera de trabajo siguiera dormida a pesar de que era obvio que no iba a moverse. Entonces se me ocurrió algo muy macabro que me puso aun más caliente de lo que ya estaba en ese momento.
   Le dije a Belén que se levantara y mientras nos íbamos sacando lo que nos quedaba de ropa le dije al oído que quería cogérmela ahí mismo, en frente de su amiga. Ella se sorprendió e intentó persuadirme para que volviéramos al living y lo hiciéramos en el sillón, pero yo me puse firme. Le dije que no y comencé a besarle el cuello y a manosearle la cola. Belén no puso ninguna resistencia y se dejó llevar por la calentura que ella también tenía y enseguida me devolvió los besos y me calvó sus manos en la espalda.
   Le pedí que se acostara en la punta de la cama, a los pies de Luciana y que abriera las piernas para que pudiera chuparle la conchita. Ella dudó, pero cuando le insistí lo hizo y se acomodó como pudo quedando a centímetros de los pies de su amiga. Entonces abrió sus hermosas piernas para mí y yo me agaché frente a ella. Tenía una conchita hermosa, totalmente depilada y rosita. Me moría de ganas de comérmela toda y de que tuviera que aguantarse los gemidos de placer para no despertar a la chica que dormía al lado nuestro.
   Al principio le pasé la mano por encima, tocándola suavemente y comprobando que ya estaba algo mojadita. Mientras tanto le fui besando los muslos y la cintura, bien despacio y asegurándome de humedecerme los labios cada vez que lo hacía. Enseguida quedé entre sus piernas y no pude contenerme de pasarle la lengua por encima de la concha. Ella tembló. Volví a hacerlo y Belén volvió a temblar. La tercera vez ya me quedé y comencé a lamérsela con ganas. Con las manos le abría los labios y con la boca le comía la conchita hermosa, pasándole la lengua hacia arriba y hacia abajo y llenándola de saliva. Subí hasta llegar a su clítoris y cuando se lo empecé a chupar ella tuvo que morderse los labios para no empezar a gemir de placer que sentía. Intenté observar como estaba Luciana pero su pierna me lo impedía y entonces seguí chupándole la concha con más ganas.
   Cuando Belén dejó escapar un gemido casi inaudito por culpa de la música, supe que no me aguantaba más la calentura y que me la quería coger con todas mis ganas. Me paré de prepo y tomándola de las piernas la arrastré aun más al borde de la cama. Yo me paré en frente de ella y le metí la pija en la conchita para empezar a cogérmela. El principio fue difícil aguantarse las ganas de taladrársela como loco, aparte su mirada de trola me volvía loco. Pero después logré controlarme y en vez de hacerlo rápido, empecé a hacérselo bien profundo y me di cuenta de que ella lo disfrutaba tanto como yo.
   La imagen desde mi punto de vista era increíble. A los pies de la cama se encontraba Belén, completamente desnuda, con una mano estirada para agarrarse del borde y con la otra apretándose las tetas. Se mordía los labios para contenerse los gritos y me miraba fijo a los ojos con una expresión única de deseo. Un poco más arriba estaba Luciana que se encontraba recostada sobre la cama profundamente dormida con la ropa que había llevado puesta todo el día. Pude comprobar que uno de los botones de la camisa se le había desatado y que se le veía el corpiño, ese corpiño precioso que había podido ver hacía unas horas.
   Eso me volvió loco y no me pude aguantar las ganas de cogerme a su amiga con todas mis fuerzas. Tomé a Belén de las piernas y me empecé a mover hacia atrás y hacia adelante mucho más rápido, cogiéndomela con ganas. Ella tuvo que llevarse la mano a la boca para no gritar y se mordió los dedos. Pero verla así me calentaba aun más, me volvía aun más loco y me daban más ganas de hacerla gritar. Entonces estiré el brazo y le agarré el suyo y con fuerza se lo saqué de la boca. Ella enseguida entendió mis intenciones y se llevó la otra mano a la boca, con la que se agarraba de la cama. Pero si yo estaba ahí, cogiéndomela en frente de Luciana, no cambiaba nada que me arriesgara un poco más.
   Le dije que se parara y fuimos a buscar la pared que estaba contra la cabecera de la cama. Ella se colocó de espaldas y apoyó las dos manos contra la pared. “Quiero que dejes las manos ahí, ¿me escuchaste? Y si querés gritar, gritá” le dije al oído casi en un susurro, como para no despertar a Luciana, algo bastante irónico. Yo me paré detrás de ella y cuando le metí nuevamente la pija en la conchita, la tomé bien fuerte de la cintura y comencé a cogérmela con muchas más ganas que antes.
   Me movía como loco hacia adelante y hacia atrás, cogiéndome a Belén de una manera bien fuerte, llenándole la conchita con mi pija y agarrándola de la cintura por encima de la cola. Ella se sujetaba firmemente de la pared mientras levantaba su colita y giraba su cabeza hacia el costado para observarme. Tenía la boca bien cerrada y nuevamente parecía morderse los labios como para no gritar. Yo la observaba a ella y giraba la cabeza hacia Luciana que se encontraba a medio metro de nosotros y que si abría los ojos nos iba a ver cogiendo al lado suyo. El escote de ella ahora se notaba mucho más y se veían las tetas hermosas que tenía. Me hubiese encantado llenárselas de leche.
   Fue entonces cuando Belén no pudo aguantarse más y abrió la boca para empezar a gemir. Yo le solté la cintura con una de sus manos y la llevé a su cara y la agarré por debajo de la boca para girarla hacia un costado y escuchar como gemía. Lo hacía bien bajito, se estaba conteniendo y la música que sonaba bien fuerte no ayudaba, pero aun así podía oír sus leves suspiros de placer cada vez que mi cuerpo golpeaba bien fuerte contra su cola.
   Estaba a punto de acabar y por una milésima de segundo se me cruzó por la cabeza la idea de llenarle el escote de leche a Luciana, pero después me di cuenta que no era una buena idea. En su lugar le ordené a Belén que se arrodillara en frente mío y ella abrió bien grande la boca para recibir toda mi descarga adentro suyo. Sus ojos de gata se volvieron a clavar en los míos que iban desde los suyos a las tetas de mi compañera de trabajo. Una vez que acabé ella se tragó todo mi semen y se paró para salir lo más rápido que pudo de la pieza.
   Yo tranquilo agarré la ropa, le di una última mirada a Luciana y en especial a sus tetas y salí de la pieza cerrando suavemente la puerta. Belén estaba recostada en el sillón, completamente desnuda y disfrutando nuevamente de su trago. Nos vestimos y seguimos hablando un rato hasta que minutos después decidí irme para volver a mi casa con mi novia. Sin embargo antes de salir ella me dijo que aun teníamos algo pendiente, que todavía teníamos que hacer el trío con la otra chica.


                                                                FIN

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