Elige tu propia aventura sexual 1.14

                                          Invitarla al bar

   - Vestite que vamos al bar con la gente del trabajo.- Le dije directamente.- Acá no tenemos nada para comer y aparte es un caos la casa.
   Ella sonrió y aceptó la invitación. Se vistió lo más rápido que pudo y en cuestión de minutos estábamos en el auto yendo al bar con las chicas. Le mandé un mensaje a Luciana diciéndole que estaba yendo con mi novia y para mi sorpresa ella me respondió diciendo que buenísimo porque tenía muchas ganas de conocerla. El problema que veía ahora era como iba a hacer para decirle a Valeria que en realidad eran solo mujeres las que estaban en el bar.
   Cuando llegamos ella se dio cuenta de eso y me preguntó si yo sabía que eran solo mujeres a lo que rápidamente me dijo que no. Pero mi novia se olvidó de eso enseguida cuando Luciana la agarró del brazo y la obligó a sentarse al lado suyo. “Quiero que me cuentes todo de tu novio” le dijo y las dos me miraron. Yo me acomodé en frente de ellas al lado de las otras chicas de la oficina y mientras hablábamos, veía como Luciana y mi novia no paraban de conversar. Cada tanto emitían algún comentario y estallaban de la risa. ¿De qué podían llegar a estar hablando?
   Nos fuimos después de algunas horas, tras haber comido algo y tomado una buena cantidad de cervezas. Valeria estaba bastante entonada, se ve que necesitaba salir y despejarse un poco. En el auto me contó que Luciana le cayó muy bien y que le parecía una chica sumamente interesante. Cuando le pregunté de que hablaron ella me dijo que de todo un poco y que en un momento se pusieron a hablar de sexo. El corazón se me aceleró.
   - En un momento me preguntó sobre nosotros dos y le dije que teníamos muy buen sexo.- Empezó diciendo Vale.- En otro momento me aclaró que ella era bisexual y que yo le parecía muy linda.
   Eso me puso muy caliente. Imaginarme a mi novia y a mi compañera de trabajo estando juntas era algo que no me había pasado y que sin dudas tenía muchas ganas de que sucediera. Era obvio que Valeria estaba bastante borracha de lo contrario nunca se hubiera animado a hablar de sexo con alguien más, pero mi cabeza no paraba de pensar en las cosas que podrían haber dicho. “De hecho hablar con ella me dejó algo hot” me confesó cuando entramos al ascensor del edificio.
   Se abalanzó sobre mí y me empezó a besar descontroladamente. Enseguida le devolví el beso y apoyé mis manos sobre su espalda. Cuando entramos al departamento fuimos directo a la pieza, la única habitación de la casa que estaba más o menos ordenada. Ella me empujó y yo caí sobre el colchón y mientras me acomodaba sobre este, Vale se sacó la remera y el corpiño. Esas tetitas preciosas, como me encantaban. Se subió a la cama y gateando llegó hasta donde yo estaba, se colocó encima de mí y me volvió a besar con su boca bien carnosa.
   Valeria estaba que echaba fuego. Se sentó sobre mi cintura y sin importar que todavía tuviéramos ropa puesta empezó a moverse en círculos. Noté como mi pija iba creciendo a medida que ella se seguía moviendo, mientras se llevaba las manos a la nuca y se revolvía el pelo con los ojos cerrados. La calentura que venía acumulando desde el medio día era demasiada y ella iba a sacármela toda cogiéndome como bien lo sabía hacer.
   Me fue desprendiendo la camisa hasta dejarla abierta y bajó con su boca a besarme el pecho, pero fue más su lengua que sus labios lo que pude sentir. Siguió bajando su cabeza hasta llegar a mi pantalón y me lo desabrochó en un instante. Sin darme tiempo a acomodarme, me sacó el pantalón y el bóxer de un tirón y tomó mi pija con su mano. Ya estaba bien dura, lista para la acción.
   Comenzó chupándomela lento, despacio con su lengua como si fuera un chupetín o un helado. Sin embargo enseguida se la metió de lleno en la boca y me hizo un pete increíble. Su boca era perfecta y la forma en la que me la chupaba siempre me volvía loco, como usaba sus labios y su lengua al mismo tiempo. Extendió su mano hasta llegar a la mía y me obligó a colocarla en su nuca. Yo le agarré el pelo con fuerza y acompañé sus movimientos hacia arriba y hacia abajo. ¡Me la ponía al palo!
   - ¿Querés que te monte?- Me preguntó escupiéndome la verga y agarrándola con su mano para seguir pajeandome mientras hablaba.
   - Sí mi amor.- Le respondí yo completamente caliente.- Haceme lo que quieras.
   Valeria se sacó lo poco que le quedaba de ropa en tan solo un segundo y se acomodó nuevamente sobre mi cuerpo. Su conchita buscó mi verga hasta que la encontró y solita fue entrando en su cuerpo. “¡Ay sí!” gimió ella, lo cual era raro porque no solía hablar mucho durante el sexo. Pero esa noche estaba algo borracha y caliente, un coctel explosivo que la ponía como loca. Levantó su cuerpo hasta quedar sentada otra vez encima de mi cintura y se empezó a mover como loca.
   Su cuerpo se balanceaba hacia adelante y hacia atrás y lo hacía bien rápido. Sus manos nuevamente fueron a parar a su nuca y las mías se posaron en su cintura y de a poco las fui subiendo hasta llegar a sus tetas. Le apreté los pezones y ella abrió la boca y exhaló varios suspiros que indicaban el placer que eso le daba. Su cuerpo iba cada vez más rápido y la cama temblaba con sus movimientos. Valeria cerró los ojos y se dedicó a gozar del momento.
   - ¡Sí! ¡Me encanta! ¡Ay sí!- Gemía a cada rato y mi cabeza estallaba por completo.
   Entonces se paró y me dijo que quería cogerme en todas las habitaciones de la casa y me agarró de la mano para llevarme rápido al living-comer. Me sentó sobre una de las sillas y ella abrió las piernas para sentarse encima de mí de frente a mi cuerpo. Sus tetitas quedaron a la altura de mi boca y no pude evitar lamerlas, me encantaba jugar con ellas mientras cogíamos y a ella también. Vale apoyó sus manos en el respaldar de la silla y tiró su cuerpo hacia atrás mientras que su cintura se movía frenéticamente. Era una penetración tan profunda que sus gemidos pronto se convirtieron en gritos.
   - ¡Sí! ¡SÍ! ¡Que los vecinos se enteren que vamos a coger todo el tiempo! ¡Sí!- Gritó y yo no pude contenerme.
   Mis manos fueron a parar a su cola la cual sujeté con fuerza y empecé a mover hacia arriba y abajo. Cuando me di cuenta era yo quien estaba haciendo que mi novia me cogiera a saltos. Ella seguía gritando, revoleando su cabeza en todas direcciones y aferrándose con fuerza al respaldar de la silla. Entonces sentí como su primer orgasmo llegó porque noté que mis piernas se mojaron al mismo tiempo que ella pegó un grito puro de placer.
   Valeria se volvió a levantar y me tomó de la mano otra vez para meterme en la cocina. Ahí no había sillas, ni lugar donde apoyarse, por lo que corrió las cosas que habían quedado encima de la mesada y parándose frente a esta se recostó encima y paró su cola. Yo me posé detrás de ella y se la metí tan a fondo que ella pegó un salto y su cabeza chocó contra la pared. Vale estiró sus manos hacia atrás y yo las sujeté con fuerza para empezar a cogérmela bien duro. Me movía tan rápido hacia atrás y hacia adelante que sus gritos no tardaron en llegar y cuando lo hicieron se pudieron escuchar por toda la casa.
   - ¡Sí! ¡Sí! ¡Cogeme! ¡Dale cógeme! ¡Sí! ¡Así bien duro!- Aullaba con cada golpe que yo daba.
   Tras su segundo orgasmo terminamos en el baño. Abrió bien rápido la ducha y sin esperar a que el agua se calentara entró y me obligó a mí a meterme con ella. Se arrodilló adelante mío y volvió a tomar mi pija con su mano para pajearme bien rápido. “¿Me vas a dar la lechita?” me preguntó y yo me puse como loco. Largué de golpe todo el semen que tenía acumulado después de varias horas de calentura. Toda su cara, su boca, su lengua, sus hombros y sus tetas se llenaron de mi leche y ella enseguida soltó mi pija para esparcirse mi regalo por todo el cuerpo mientras se relamía los labios.
   Nos bañamos, nos dimos unos cuantos beses y fuimos a acostarnos a la pieza. Ella me abrazó y me dijo que le había encantado el plan de esa noche y que tenía ganas de que cogiéramos todos los días en nuestra nueva casa. Sin dudas seguía algo borracha, porque enseguida se arrodilló sobre el colchón y en su rostro vi una sonrisa bien pícara que hacía tiempo que no notaba. “¿Qué pasa?” le pregunté y ella lanzó una risita tonta.
   - Podemos invitar un día a Luciana y tener un trío con ella.- Sugirió y mi cerebro terminó de estallar.


                                                                FIN

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