Elige tu propia aventura sexual 1.8

                                Tratar de abrir la puerta a la fuerza

   Empujé la puerta tan fuerte como pude y cuando estuve del otro lado me di cuenta que la había roto. Parte de la madera salió volando por los aires y cayó en el piso mientras que la cerradura se movió y el picaporte quedó descolgado. Valeria estaba parada en la otra esquina llorando y mirándome fijamente. “¡Andate!” me gritó de golpe y yo me acerqué con la idea de hablar con ella. Pero mi novia estaba tan enojada conmigo que no paraba de gritar. De golpe sus alaridos se convirtieron en un martirio para mi cerebro y no pude soportarlo, no podía aguantarla un minuto más.
   - ¡Ya me voy! ¡Enferma!- Le grité y salí de la pieza.
   Cerré la puerta del departamento de un golpe y me fui del edificio. Empecé a caminar sin ninguna dirección fija y sin idea de a dónde ir. No quería estar junto a ella, no podía aguantarla cuando se ponía a gritar de esa manera, ni siquiera aunque tuviera razón. Era verdad, yo la había engañado, yo había arruinado todo pero por alguna razón no me importaba en ese momento. Fue a partir de ahí que me di cuenta que mi relación con Valeria venía siendo una mentira, que yo la estaba engañando desde hacía mucho tiempo y que ella no era para mí. Estaba cometiendo un error en mudarme con ella y necesitaba irme de ahí cuanto antes. Era necesaria cambiar mi vida.
   Le mandé un mensaje a Florencia contándole que había cortado con mi novia y que solo quería coger con ella, algo que poco le importaba. Fui hasta su casa y me recibió semi desnuda, ya que tenía puesta la tanga negra que me había mostrado en la foto y una remera que le llegaba hasta la cintura. Pasé y le expliqué rápidamente que mi relación con Valeria estaba terminada y que por ende íbamos a poder coger mucho más sin ningún problema. Ella sonrió y me dio la espalda para irse caminando sensualmente hasta la pieza. ¡Ese culo era impresionante!
   La seguí cuando entré al cuarto ella estaba en la cama solo con la tanga puesta y pude ver sus hermosas tetas. Me desvestí lo más rápido que pude y me acerqué a ella pero antes de poder acostarme sobre su cuerpo ella se sentó en el colchón, tomó mi pija con su mano y se dedicó a hacerme una paja para ponérmela bien dura. El efecto fue casi instantáneo ya que mi verga creció enseguida y mis deseos de cogerme a Florencia se multiplicaron por mil. Ella lo notó y sin emitir un solo comentario se metió mi pija en la boca.
   Comenzó a chupármela como ella bien sabía hacerlo, de una manera muy sensual y caliente a la vez, provocando que se me estremeciera el cuerpo y que el placer creciera al máximo. Mientras me hacía una paja me la iba chupando, moviendo su cabeza hacia atrás y hacia adelante, lamiéndome con su lengua y recorriendo con sus labios cada milímetro de mi cuerpo. Me volvía loco la manera en la que su boquita se ponía brillosa y como su saliva iba cayendo en mi verga que se lubricaba para pomperla toda.
   Después me tocó a mí y supe enseguida que hacer. “Así que querés que te chupe el culito” le dije recordando el mensaje que me había mandado horas antes, ese mensaje que parecía tan lejano. Florencia se puso en cuatro contra el borde de la cama y yo me agaché en el piso. Le abrí bien grande los cachetes y empecé a besarle la piel para ir aproximándome suavecito a la tela que era tan finita que parecía imperceptible. Mi lengua fue lamiéndole el culito sin correr la tanga y esta se fue mojando con el correr del tiempo. Mis dedos empezaron a jugar con su conchita y cuando me di cuenta le estaba colando dos bien a fondo. Ella empezó a gemir. ¡Me volvían loco sus gemidos! Mi lengua no paraba de lamerle el culo que ya estaba todo húmedo.
   - ¡Cogeme papito!- Me dijo ella.
   Me paré y haciéndole a un lado la única prenda que le quedaba de ropa, le metí la pija tan a fondo de su concha que Flor pegó un gritó bien fuerte. La tomé de la cintura y me la empecé a coger tan duro y tan rápido que ella no pudo controlar los gemidos que fueron saliendo de su boca. Mis manos se aferraban como garras a su cuerpo al mismo tiempo que el mío iba hacia atrás y hacia adelante a toda velocidad. El ruido de nuestros cuerpos chocando me calentaba aun más por alguna razón. ¡Como me encantaba cogérmela en cuatro! ¡Era tan puta conmigo!
   La di vuelta y le saqué la tanga para poder abrirla de piernas y volver a cogérmela cuanto antes. Sus muslos se apoyaron en mi pecho y mi cuerpo empezó a brincar sobre el suyo a máxima velocidad. Florencia gritaba loca de placer y eso me ponía como loco. Mi pija entraba bien a fondo de su conchita que estaba totalmente lubricada y una ola de calor me invadía con cada movimiento que daba. La agarré de los tobillos y la abrí de piernas para poder ver su cara de putita satisfecha mientras ella se mordía los labios. “¡Me encanta lo puta que sos!” le dije.
   Nos fuimos recostando cada vez más sobre la cama hasta que yo quedé encima de ella y sus tetas pegadas a mi pecho. Volví a cogérmela bien duro, me encantaba hacerla gritar como loca cada vez que estaba con ella y Florencia lo sabía, por eso gritaba como perra. Ella me abrazó y clavó sus uñas en mi espalda y eso me puso aun más eufórico y mi cintura se movió aun más aceleradamente. “¡Me encantás puta!” le dije nuevamente y ella sonrió y me comió la boca de un beso.
   - Cojeme el orto.- Me pidió ella de golpe
   Nuevamente se volvió a poner en cuatro y yo me arrodillé atrás suyo para lamerle el culito por un rato. Era la primera vez que Florencia me pedía que le hiciera la cola pues las veces anteriores yo tenía que rogárselo, fue por eso que me volví tan loco. Le abrí el culito con unos dedos y un poco más de saliva y al cabo de unos minutos tenía mi pija adentro de esa cola impresionante. Me la iba a coger con todas mis fuerzas.
   Apoyé una vez más mis manos en su cintura y le di tan duro que pensé que le dolía. Flor empezó a gritar de una manera única, diferente a lo que eran sus gemidos de placer esto era algo distinto, algo que combinaba lujuria con dolor. Y ese morbo de estarla cogiendo de esa manera me puso aun más sádico y en vez de frenar seguí aumentando la dureza con la que le hacía el orto. Ella no se quejaba, pero me di cuenta que se agarraba bien fuerte de las sábanas y que de pronto empezó a morder la almohada para poder contener sus gritos.
   - ¿Te gusta puta?- Le pregunté.- ¿Te gusta cómo te rompo el orto?
   Ella apenas pudo contestarme un “sí” que quedó encubierto en más gritos de placer que eran provocados por mi pija. Sentía como su culo apretado me estaba excitando al máximo y no podía parar de cogerla. Le pegué un chirlo bien fuerte y resultado fue un grito aun más alto de parte de ella, pero no se quejó ni aun cuando le pegué el segundo sopapo. Tras unos cuantos más su culo terminó rojo y eso me voló la cabeza.
   Pude sacarla la pija de adentro de su cuerpo en el momento justo en el que empecé a acabar. La leche salió a lo loco volando por los aires y fue cayendo encima del cuerpo rendido de Florencia y sobre todo en su cola que se parecía a un tomate por el color. No contento con como había terminado, le pegué un par de latigazos con la pija y ella siguió gimiendo hasta que yo me detuve. Giró la cabeza y pude ver su cara de placer absoluto y supe en ese momento que Flor sin dudas iba a seguirme pidiendo que me la cogiera.
   Me levanté, tomé el celular y me encontré con un mensaje de Valeria bastante largo. En un principio me decía que yo era un hijo de puta, que yo le había arruinado la vida y que encima la había roto el corazón. Al final me pedía que no vaya al departamento hasta mañana así ella provechaba a sacar sus cosas y se iba para dejarme para siempre. Tiré el celular al piso y me acosté en la cama al lado de Florencia que seguía respirando agitadamente.
   - Andá a pegarte una duchita y cuando salgas me cogés vos a mí.- Le dije y ella sonrió.


                                                                FIN

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