Viaje de jubilado a la argentina 43

 Antes de que mi mujer abriera la puerta de la calle ya oímos a Javi, estaba llorando a voz en grito desde antes de llegar a casa.  Elena estaba abochornada, la gente, especialmente las mujeres, la miraban como si no tuviera compasión de él pero mi mujer ya sabía lo que le pasaba, Javi estaba hambriento y por el volumen de su llanto muy hambriento.  Corina nada más verlo lo sacó del cochecito, Elena estaba sofocada creyéndose responsable pero Corina la tranquilizó demostrándole que tenía la solución, abrió la blusa que llevaba y sacó como por arte de magia una teta hinchada, ya no le daba de mamar con  tanta asiduidad pero para una urgencia era lo ideal, el niño parecía que había visto el cielo y se lanzó al pezón con desespero, yo lo comprendía perfectamente, hubiera hecho lo mismo en su lugar y…  Elena se tranquilizó, estaba nerviosa por las miradas de reprobación que le habían dado en la calle y prefirió no dar explicaciones y seguir con el crío bramando hasta casa.
                                      La receta de Corina resultó ser radical, Javi se bebió teta y media, yo habría mendigado la otra media que quedaba pero me contuve, ella adivinó como siempre mi pensamiento y se encogió de hombros disculpándose a la vez que apretaba el pezón y me lanzaba un chorrito de leche.  Mi mujer, más tranquila se cambió de ropa y las dos se fueron con el niño a la habitación de Corina, Elena llevaba un paquete bien envuelto, parecía que había llegado por correo, no quise ser cotilla y no pregunté pero me intrigó, desde hacía unos días Corina y mi mujer estaban bastante compenetradas y las vi haciendo “escuchitas” y evitando hablar cuando yo me acercaba a ellas, no quise demostrar curiosidad pero por dentro me comía.
                                      A medio día vino Javier a comer, no solía hacerlo si no le pillaba cerca el trabajo pero este día tenía noticias, me pasó el brazo por los hombros y me dijo delante de todos.
Papá te tengo preparado un viaje que te va a encantar, es un sitio que no te imaginas, completamente diferente a todo lo que has visto, es un poco lejos si pero vale la pena, estaremos tres o cuatro días pero es ideal para ti, aunque… hace bastante frío, mucho más que aquí y si encima tenemos la mala suerte de que el viento venga del sur o del oeste… prepárate, es en la Patagonia y la ciudad se llama Bariloche, es un centro muy importante de turismo, con estaciones de sky porque está pegada a Los Andes, no sé si tendrás ropa adecuada porque allí, te vas a helar aunque creo que sabes guarecerte del frio bien, haces como los gatos, siempre buscas los sitios más “cálidos”                                      Corina me miró cuando Javier dijo lo de “cálidos”, a ella no se le escapaba nada y sabía a qué se refería pero mi mujer no estaba tan convencida, yo reconozco que soy muy iluso y enseguida veo lo más positivo pero Elena es más práctica y enseguida valoró la situación.
Un momento Pepe, me parece que no lo has pensado bien, yo se que a ti parece que la casa se te cae encima pero ese viaje es demasiado, está muy lejos y si hace frio tú no tienes ropa adecuada y comprarte adrede para cuatro días… más vale que si vas a algún sitio más cerca lo aproveches pero a la Patagonia…Precisamente ¡ahhh!  La Patagonia…                                      Para mí, la Patagonia era… siempre la había considerado como “el fin del mundo”, de hecho en España cuando querías definir un sitio muy lejos nombrábamos la Patagonia, miré a Corina pidiéndole apoyo pero la chica era sensata y me miró con pena queriendo desengañarme.  Elena tenía razón, era una temeridad ir a un sitio desconocido con un clima desapacible posiblemente, agaché la cabeza y me fui hundido a mi sillón frente a la ventana, Javier también reconoció que era demasiado expuesto y la cosa quedó en un proyecto fallido.
                                      Pasé la tarde mohíno, Javier había cogido la maleta y se había marchado a Bariloche  sólo, mi ilusión se había ido al traste y aunque reconocía que tenían razón en mi interior me fastidiaba reconocerlo, Elena y Corina trajeron al niño conmigo y entre las dos me dieron conversación para que se me pasara el “mosqueo”.
                                      Después de cenar me fui pronto a la cama, en la televisión no había nada que me gustara y al poco rato las mujeres cambiaron a Javi y se durmió, las oí trastear por la cocina hasta que noté que Concha me empujaba para que le hiciera lado en la cama.
                                      Mi mujer me conocía como si me hubiera parido, con los años que llevábamos  juntos sabía que estaba desengañado e intentó animarme.
¿Cómo estas Pepe, ya se te ha pasado el disgusto?Mmm, que pena… la Patagonia, me habría encantado ir…Habrías pasado frío, mucho frío, ¿te imaginas?  Y no me tendrías a mí para darte calor o ¿es que no te apetece que te de calor?Tú sabes que tu “calor” siempre me apetece.No sé, no sé… a lo mejor hoy tengo fiebre y tú no lo sabes…                                      Lo que sí tenía claro es que cuando Concha se ponía melosa ya sabía lo que quería y no era un polvo rápido ni una conversación con orgasmo incluido, quería hacer el amor de verdad, por eso cuando se puso de lado mirándome sentí en mi brazo la presión de sus tetas, mi polla empezó a reaccionar, le encantaba pasar la mano por debajo de la camiseta del pijama y hacer remolinos en el vello del pecho hasta pellizcarme los pezoncillos, era como preparar el terreno porque la siguiente etapa ya era mi polla pero esta vez quiso rizar el rizo y me empezó a besar en el cuello y en las orejas, se me acercaba a la boca pero al llegar a la comisura de mis labios se desviaba y se pasaba a otro lado, yo me quedaba con las ganas de morderle los labios y tragarme su lengua pero aquel jueguecito la ponía a mil, mis manos acudieron a sus tetas, ella no opuso resistencia y para mí fue una sorpresa, creí que iba a jugar al sí pero no, ya cantaba victoria cuando la pasé la mano por la cintura de camino a las nalgas, allí parecía que estaba la aduana y me frenó en seco, con dulzura pero con decisión desvió la mano hacia el coño.
                                      Para mí no fue nada traumático y con dos dedos separé los labios que se abrieron como flores pero en mi cabeza me rondaba algo, la forma en que había desviado mi mano del culo me intrigaba e insistí, ella me hizo la misma operación incluso abría las piernas para guiarme al coño, le di otro repaso al clítoris que sin duda agradeció pero al tercer intento de tocarle el culo volvió a esquivarme, yo ya estaba cavilando todo y me extrañaba recordé la conversación con Corina, le había insinuado que habían otras formas de hacer el sexo y deduje que se refería a meterle la polla por el culo pero eso no era novedad para nosotros aunque había sido en contadas ocasiones pues nos habíamos acomodado a nuestras plácidas conversación-follada, en temas sexuales no me fiaba mucho de Corina, era una mujer extraordinaria que me tenía siempre en vilo, mi mujer me atrapó la polla y comprobó que ya estaba a punto, no esperó a más.
Mmm, Pepe no me has defraudado, habría sido una pena que esta polla estuviera en Bariloche toda encogida por el frío pudiendo estar dentro de mi calentita.                                      Me conformé, no era caso decirle que a lo mejor se equivocaba pero era cierto, el coño de Elena era tan bueno como cualquier otro y el amor que me dedicaba muy superior, por eso cuando pasó una pierna sobre mi se lo agradecí cogiéndole las dos tetas y acompañándola hasta que se sentó entre mis piernas.
Mmm, que delicia, ya estamos todos…¿Cómo todos?Si todos, los tres.¿Los tres, qué tres?Tú, yo y el pequeño Pepito.¿A qué Pepito te refieres Elena?¡Ah!  Perdona que no os he presentado.                                      Mi mujer se dio la vuelta y se sentó sobre mi pero al revés y lo hizo acercando su culo a mi cara, con voz ceremoniosa me dijo.
Pepe, te presento a nuestro nuevo amigo… a Pepito.                                      Con la poca luz que daba la mesilla de noche vi que en el culo le brillaba un botón, perecía de plástico pero era demasiado brillante, estaba incrustado entre las dos nalgas y no se le notaba si estaba de pie o sentada, lo toqué primero con curiosidad y luego con un poco de miedo, tiré de él y se me escapaba de los dedos, afectivamente daba la impresión de un botón que se hacía más estrecho detrás de lo que se veía, volví a tirar de él y cedió hasta cierto punto en que se quedó estancado, seguí tirando con más fuerza y vi que el esfínter del culo de Concha salía y se dilataba, me extrañó y no lo dejé, continué tirando y poco a poco iba saliendo a la vez que dilataba el culo de Elena, llegó a un diámetro similar a mi polla hasta que en un plop salió de golpe, me quedé con él en la mano, era de acero inoxidable y tenía la forma parecida a un alfil de ajedrez, con una punta bastante delgada engordaba hasta hacerse estrecho otra vez y tener una base como una copa de vino seguramente para evitar que se colara en el recto, quedé encantado y perplejo, no acababa de adivinar el objetivo de aquello y menos que lo llevara puesto mi mujer pero ella parecía encantada con él y con la sorpresa que quería darme.
Mmm vaya sorpresa ¿así que este es Pepito?Sí, ¿te gusta? es una aditamento para tener mayores orgasmos, así tú por delante y Pepito por detrás me haréis feliz entre los dos, ¿qué te parece?Pues… no sé…  ¿Qué, con los orgasmos que te doy no tienes bastante?Hasta ahora sí pero me ha dicho un pajarito que con esto son todavía más fuertes y la verdad, más es más siempre.Joder Concha, me sorprendes y… puedo preguntar, ¿quién es el pajarito que te ha aconsejado esta “maravilla”?¡Qué poca imaginación tienes Pepe!, alguien que quiere que sea o mejor dicho seamos más felices aquí, ¿conoces a muchas personas así?¡Corina!  Seguro.Jajaja, ¡qué listo es mi Pepe!                                      A lo lejos empezó a escucharse un zumbido, me quedé callado y quieto con el “alfil” en la mano escuchando, Elena me comentó enseguida.
Debe ser alguien que se estará afeitando ahora.¿Ahora? De noche.O se estará lavando los dientes, a saber… 
                                      Tampoco era el momento de hacer elucubraciones y volví a presionar el aparato en el culo de mi mujer, ella hizo lo posible para que entrara fácil y lo consiguió, la oí respirar fuerte cuando se hacía grueso pero luego suspiró al notarlo adentro, se agachó sobre mi polla y con  la boca la puso otra vez a tono, se giró y sin pestañear se la metió en la vagina, yo noté el bulto duro pero suave del aparatito, recordé cuando le habíamos metido las dos polla mi hijo y yo a Guerta, aquello fue diferente pese a ser una polla era de mi hijo y había una disculpa, la notaba palpitar pero ahora era mi mujer que gemía al notarnos a los dos.  Mi capullo resbalaba contra el dildo y eso le producía un placer mayor, olvidé el tema y me centré en verle la cara a Elena que cerraba los ojos y se mordía el labio inferior, indudablemente estaba gozando con mi polla y nuestro Pepito nuevo, el orgasmo le sobrevino al momento estaba saltando sobre mi cuando le fulminó se agarró a mí y me abrazó.
No me sueltes Pepe, me estoy corriendo como nunca.¿Ah sí?  Debe ser por tu “amigo” Pepito.No digas boludeces Pepe, me corro porque tu polla me llega a la garganta y me llena como si tuviera una botella de coca cola dentro del coño.Joder Concha, que vocabulario se te ha desatado.Es que me gusta que me folles Pepe.Y a mí, pero, ¿qué hay de hacerte el amor y demás?Me encanta pero de vez en cuando me gusta que me folles como a una amante.Mi amante eres tú… ¿o no lo sabes?Claro que lo sé pero me gusta que me llenes de vez en cuando, me tratas muy bien, demasiado bien y el sexo es todo, dulzura, dolor, desesperación, entrega…Vaya con Elena, me has sorprendido pero me gusta.Y a mí que te guste pero sigue quiero que te corras tú también.Y… este… ¿Pepito no es reversible?¿Qué quieres decir?¿Que si no podemos cambiarnos de sitio?Pues… no viene en las instrucciones de uso pero creo que no será difícil.                                      Concha se levantó un poco y se puso al revés sobre mi apoyada con las manos en mis tobillos, levantó el culo y le saqué a Pepito, se lo metí en la vagina y dejé mi polla vertical a la entrada del culo de Concha, lo notó y con cuidado se lo fue metiendo en su ano dilatado.
Pepe sí… funciona igual, muévete.¡Muévete tú Concha, tú que nos notas a los dos!                                      Mi mujer saltaba con mi polla clavada y el dildo metido hasta dentro, el tope no era bastante para la dilatación de la vagina y se había colado también llegándole hasta el fondo, me corrí con todas la ganas y le llené el culo de leche, ella siguió saltando sobre mi desbocada, cuando se bajó se tocó el culo, mi leche iba saliendo espesa pero en su coño no estaba el dildo, buscó por la sábana y no lo encontró.
Pepe ¿has visto a Pepito?¿Yo? no, lo notaba dentro de ti pero cuando nos hemos corrido lo he perdido de vista.¡Mírame a ver si se me ha colado dentro! 
                                      Concha se puso cara a la lamparita de la mesilla, con las piernas abiertas sujetas por las rodillas, yo acerqué la lamparilla a su coño, estaba rojo de tanto meter y sacar y abrí con los dedos la vagina, el clítoris estaba hinchado y con los dedos lo acaricié.
Venga Pepe a lo que vamos, no me toques ahí que no respondo y con este trasto dentro del coño…                                      Miré y remiré hasta que lo vi brillar al fondo, intenté meter los dedos para atraparlo pero con lo lubricada que estaba se escurría y entraba más adentro.
Concha así no se puede, lo veo pero no me cabe la mano y si meto los dedos se hunde más, tendrás que ir al médico y decirle que te has follado a Pepito, jajaja.¡No te cachondees Pepe! y haz algo por favor. 
                                      Yo no sabía que inventar y el zumbido seguía oyéndose, pensaba y pensaba y todo lo que se me ocurría era poco efectivo, Concha estaba apurada hasta que se levantó y me cogió de la mano.
Ven Pepe, vamos a ver si cuatro ojos ven más que dos.                                       Me llevó a la habitación de Corina, tocó con los nudillo y sin esperar respuesta entró, en medio de la cama de matrimonio Corina desnuda con una pierna en cada lado estaba con un consolador doble, uno metido en el coño y otro más delgado en el culo, le brillaba de flujo y zumbaba a máxima potencia, la chica se sorprendió a ver a su suegra pero más aún al verla que me llevaba de la mano, no acertaba a apagar el consolador y lo sacó chorreando del coño y lo dejó vibrando sobre la cama.
¡Por Dios! ¿Qué pasa Elena, hay alguno enfermo, Javi está bien?Tranquila Corina y perdona la intromisión pero tenemos un problema, explícaselo tú Pepe, tú lo has visto. 
                                      A mi me daba la risa al ver la situación, mi mujer despatarrada por miedo a que se le quedara dentro eternamente y Corina también con las piernas abiertas con el coño mojado y rojo y para más detalle el consolador de mi nuera “caminando” sobre la sábana zumbando sin parar.
                                      Tuve que poner orden, primero cacé al “rebelde fugitivo” y le quité las pilas, no encontraba el interruptor, me mojé las manos de los jugos del coño de Corina, olían a gloria pero procuré no olerme las manos (por mi mujer), ya con el aparato silencioso y muerto llegó la cordura.  Le expliqué a Corina el “accidente” procuré darle todos los detalles aunque Concha me daba codazos para que me saltara los más escabrosos pero Corina estaba gozando como nadie, le dije que me había dado una agradable sorpresa y que se había corrido como una fiera.  Concha miraba al techo dando pataditas en el suelo impaciente y le conté que habíamos cambiado y se lo había puesto en el coño mientras yo se la metía en el culo, Corina me siguió la broma y me preguntó si llevándolo en el coño le había metido la polla también y lo había empujado y Concha salió en aclaración diciéndole que no, que sólo se había metido el dildo, la polla por el culo sola.
                                      Corina y yo apenas podíamos aguantar las carcajadas pero ella se sobrepuso y le dijo a Elena que se subiera a su cama y que se quedara en cuclillas cogiéndose con las manos en la cabecera, a mí que iba tan desnudo como ellas me dijo que como ya lo había visto me tumbara en la cama con la cabeza debajo del coño de Elena y que ella hiciera fuerza para que saliera como cuando me corría adentro y quería sacar mi leche.  Elena la seguía a pie juntillas y cara a la pared cogida a la cama hacia fuerza para que asomara, yo desde abajo la animaba y Corina detrás de ella me pasaba la mano por la polla poniéndomela como un toro.  Elena estaba cada vez mas apurada, el Pepito no tenía intención de hacer acto de presencia y estaba roja de tanto hacer esfuerzos, Corina a mi lado la animaba y yo alcancé el consolador callado y busqué el coño de Corina, no tardé en encontrarlo porque ella se puso a mi alcance enseguida, lo introduje por los dos sitios, el coño se tragó el grueso y el delgado entró en el culo, me apretó la polla y aceleró la mano, yo intentaba sacar con los dedos al Pepito pero era imposible.  Corina era rápida con la mano y no tardó en sacarme la leche que quedaba, se le escurría por los dedos y me dijo.
¡Correte un segundo Pepe, está visto que los hombres no son capaces de hacer dos cosas a la vez, dejame a mí!                                      Ocupó mi lugar y con la mano llena de mi semen metió tres dedos en el coño dilatado de Concha, yo seguía con el consolador dentro de Corina y ella también acusó mi “castigo” y se corrió pero entre espasmo y espasmo pudo pellizcar el aro de acero y con los tres dedos finos fue tirando de él hasta que apareció.
Ahora Pepe te hago el honor de que lo saques tú, para que no se diga de los hombres, ya esta Elena, ya se ve afuera.Gracias Corina, no sé que habría sido sin ti.                                      Ya no había más que tirar hacia abajo y sacarlo, como despedida Corina nos dijo.
Una cosa… eso es para lo que es, ya lo habéis visto y por favor Pepe… vuelve a poner las pilas donde estaban.                                      El aparato empezó a vibrar y nosotros salimos a nuestro cuarto, el dildo quedó en la mesita, debajo de la luz de la lamparita y brillaba como una joya.
                                      Cuando despertamos nos miramos por un momento y echamos a reír los dos a carcajadas, el susto de la noche ahora lo veíamos como un caso ridículo, recordamos la situación punto por punto, hasta que llegamos a la visita inesperada a Corina, los dos sentimos la intromisión en su intimidad, mi mujer más que yo y nada más levantarnos fuimos a buscarla, la encontramos en la cocina, acababa de hacer café y el olor era como un imán, nada más vernos nos reímos al recordar la noche.  Corina iba con camisón y una bata que aunque bastante transparente cubría casi todo su cuerpo, no hicieron falta excusas ni explicaciones ya estaba bastante claro lo sucedido y dimos gracias de que Javier no estuviera en casa, todo quedó en una anécdota aunque mi mujer guardó cuidadosamente el dildo después de lavarlo bien, me confesó que no se despedía de él, había cumplido con su objetivo, el fallo había sido nuestro.
                                      Desayunamos en el comedor y a media mañana sonó el teléfono.
Será Javier diciéndonos que ya está en Bariloche…                                      Lo cogí yo pero se lo pasé a Corina, lo más lógico era su marido pero cuando después de contestar toda risueña su cara empezó a cambiar de gesto Elena y yo nos miramos, el rostro de Corina iba cambiando por momentos y fruncía el ceño, nosotros ya estábamos que no nos atrevíamos a pensar que sucedía pero ya estábamos más que alarmados, cuando colgó Corina se sentó en la silla demudada, nosotros la rodeamos esperando lo peor y cuando pudo hablar viéndonos las caras nos tranquilizó un poco.
No pasa nada, no era Javier…                                      Respiramos más tranquilos pero la incógnita seguía y le preguntamos abiertamente.
¿Pero qué pasa, qué ha ocurrido?Mi tía Hortensia, es la hermana pequeña de mi madre, se ha caído y se ha roto la cadera, me ha llamado mi prima Ornella, está con ella desde hace quince días sin salir del hospital cuidándola, yo me crié con mi tía y mi prima porque mi madre… bueno ya os contaré porque la historia es muy larga pero la quiero como si fuera mi madre, tengo que ir a verla, parece que está bastante mal.No te preocupes Corina, nosotros nos quedamos con Javi y vas a verla tranquilamente.Es que vive en… Colonia.¿En Colonia?, eso está en Alemania y tiene una catedral fantástica.No, en Colonia del Sacramento, está en la otra orilla del Rio de la Plata pero ya es Uruguay.¡Ah!  Pero no pasa nada, ve igualmente el niño está bien y yo me puedo hacer cargo, vete los días que necesites.No, simplemente iría a verla y a ayudar a mi prima para que descanse un rato en casa y se despeje, volvería en el mismo día.Mejor aún y… ¿sabes lo que se me ocurre?  Que Pepe te puede acompañar para que no vayas sola por ahí y de paso le da el aire un poco porque lo veo triste por no haber acompañado a Javier, yo me ocupo del niño, tú si quieres me dejas biberones con tu leche y yo le iré alternando papillas dulces que ya es mayorcito y le gustan.¿De verdad vendrías a acompañarme?, me harías un favor, no está lejos iríamos con el alíscafo y en poco tiempo estaríamos allí.De maravilla, cuenta conmigo.                                      Concha preparó todo, trajo la bomba sacaleches y varios biberones, Corina se quitó la blusa y el sujetador que llevaba y se sentó en un sofá.
Toma marido, tú que sabes cómo va esto, ayuda a Corina a llenar los biberones para Javi que ella sola no podrá.                                      Ante mí las dos tetas hinchadas y llenas de leche de Corina, no sabía cuál de ellas elegir primero y al final probé la ventosa y se la puse sobre el pezón pero Corina me dijo que mejor lo haríamos si ella sujetaba el sacaleches contra el pezón y que yo amasara la teta para que saliera más deprisa, a mi me encantó la idea y a Corina también, con las dos manos apretaba la teta de todas la formas, por la ventosa de cristal se veía el pezón aspirado y echando chorritos de leche dispersos, estuve un rato con una y luego con la otra, llenamos cinco biberones y aún así tenía las tetas duras, Corina se limpió los pezones de leche con los dedos y me los dio a chupar, estaba deliciosa y de haber estado solos me habría lanzado sobre ellos en directo.
                                      Corina se fue a su habitación, yo fui a buscar mi teléfono, me había dado vergüenza pero la palabra de alíscafo me sonaba a chino y la busqué en internet, me tranquilicé al ver la explicación, yo en España no había oído esa palabra nunca, debía reconocer mi ignorancia porque parecía ser la palabra correcta, en mi país le llamábamos hidroala o más “inglesado” hidrofoil, los había visto navegar sobre todo entre las islas y era una maravilla, no era nada parecido al hovercraft que había cruzado el Canal de la Mancha en un viaje que hice con Concha a Inglaterra en mi coche, un sencillo Seat 127 que se portó como un hombre, aquel flotaba sobre el agua sin tocarla pero el alíscafo planeaba con las aletas y se elevaba sobre las olas a mucha velocidad, me informé y salían desde Puerto Madero y en una hora más o menos cruzaba el Rio de la Plata que según decían era de los más anchos del mundo.
                                      Elena me preparó la ropa que debía llevar, como siempre previsora una muda de ropa interior y dos camisas “por si acaso”, Corina por su cuenta había llamado a la estación marítima y había reservado los pasajes y con una bolsa con un poco de ropa, mi mujer me animó al salir de casa para que le ayudara en todo.
                                      El concepto de río que tenía yo se me fue al ver la inmensidad del Rio de la Plata, aunque las aguas no eran ni mucho menos del color que se supondría a un río, ya en Tigre puede observar el color pardo-rojizo de los sedimentos que arrastra, por un momento me vino a la memoria las cataratas de Iguazú, posiblemente ahora pasarían las aguas que nos escondieron a Herta y a mí en la Garganta del Diablo, follando sin freno detrás de la cascada.
                                      Corina había llamado a un remís, otra novedad para mí porque en España sólo habían taxis oficiales cuando salí, ahora es cuando había conflictos entre ellos y empresas que se hacían competencia, lo cierto es que al momento había un coche para nosotros en la puerta, yo me apunté el tanto de dar la dirección como si fuera el entendido, durante el trayecto hasta Puerto Madero veía a Corina con cara de preocupación, quise distraerla y saqué la conversación.
Corina, ¿no sabía que tenías una tía por parte de tu madre?Es cierto nunca les he hablado nada sobre mi familia, la verdad es que es un tema que no se comenta mucho entre nosotros.¡Ah! Perdona mi indiscreción.No pasa nada simplemente que la historia no es muy edificante aunque es muy simple, mi padre es, para que tú me entiendas el típico tópico argentino, el de las películas, si lo hubieras conocido te habrías imaginado a un Carlos Gardel pero más alto, vestía siempre impecable con su traje impoluto, su sombrero, su pelo engomado peinado hacia atrás, en fin un dandi, era marino mercante, capitán de un barco que recorría de norte a sur todo el Río de la Playa y afluentes, nunca navegó por el océano pero se conocía al dedillo todos los rincones de la ribera, no hace falta decirte que era un mujeriego empedernido, imagino que sabía donde dormían las chicas más lindas de Argentina, Uruguay y algún país más, de mi madre tampoco hace falta que te diga nada, era y es muy guapa y le gusta coger tanto o más que mi padre pero como lo conocía se marchaba temporadas con él en el barco y me dejaba a mí con mi tía que vivía con nosotros de soltera, mi tía se casó con un pobre hombre y enseguida se quedó preñada, mi madre ya lo estaba de unos meses antes y cuando fui un poco mayor mi madre me dejaba con mi tía, mi prima y yo somos casi de la misma edad y muy parecidas en todo, ya la verás, al poco tiempo el marido de mi tía la dejó, dicen las malas lenguas que mi prima no era de él, imagina de quien podía ser conociendo a mi padre, por eso mi madre no lo dejaba ni a sol ni a sombra, a mí la verdad me da igual las habladurías lo cierto es que Ornella es para mí más que una hermana, entonces no me importaron lo que decían y ahora con las pruebas de ADN lo podría averiguar pero me da lo mismo, nos queremos igual, no tenemos secretos entre nosotras y mi tía es mi segunda madre o… a veces la primera.Vaya historia Corina, para un buen guión de película, ya me caen bien tu tía y tu prima.Pues mejor te caerán cuando te las presente aunque en estas circunstancias…                                      En la estación marítima donde nos dejó el coche de alquiler me dio la impresión de que se había equivocado, parecía más la terminal de un aeropuerto que un muelle de barcos, el aeropuerto de mi ciudad no era ni mucho menos tan lujoso, había un hall con sillones comodísimos y ventanales por el que se veían los rascacielos de la ciudad, cafeterías y salones de espera, como íbamos con prisa no tuve tiempo de husmear por allí y pasamos directos por un túnel que nos llevaba al barco, por una pared decorada como unas conchas caía una cortina de agua que me recordaba Iguazú y por los ventanales triangulares del túnel podía ver todo el puerto.
                                      Casi no me di cuenta cuando pisé ya dentro del barco, estaba tan a ras del pasadizo que sólo noté el cambio de piso porque por dentro también estaba lleno de salones cafeterías y butacas mullidas, Corina me hizo seguirla y bajamos una cubierta y me llevó a proa, había un ventanal de dos pisos de altura y unas butacas desde donde podías ver el avance del alíscafo, nos sentamos en segunda fila y esperamos a la hora de salir, no tardaron nada en anunciar por megafonía que íbamos a zarpar, apenas se notaban los motores y el barco empezó a moverse por el puerto, entre canales salimos al gran río, en verdad parecía un mar y tan liso como una mancha de aceite, poco a poco los motores empezaron a acelerar y el navío a ganar velocidad, Corina me hizo ver que el agua se alejaba de nosotros por debajo, realmente ahora flotábamos sobre unas aletas y el casco no rozaba el agua, por lo rápido que pasaba el paisaje me hacía una idea de la velocidad que alcanzábamos, no iba demasiado pasaje y me levanté y miré por la borda, una nube de espuma dejábamos por detrás. Corina me señalo una mancha de vegetación en el río.
Mira Pepe, ¿ves aquellos árboles? es la Isla Martin García, si tienes tiempo puedes venir cualquier día, te traes a Elena y verás una maravilla de la naturaleza, tiene mucha historia y una cosa curiosa, la isla es de roca pero adelante el río ha hecho otra isla de sedimentos que curiosamente pertenece a Uruguay y más curioso es que con el tiempo se han unido y ahora hay una frontera en la misma isla y es de los dos países.Entonces ¿donde está la frontera de Argentina y Uruguay?Pues… aquí debajo de nosotros, estamos cruzando de país con el límite en medio del agua.Jajaja, que curioso, me gusta como explicas las cosas y… dime Corina ¿Cómo se te ocurrió lo del dildo para Elena?Jajaja, creí que no me lo ibas a preguntar nunca.No lo iba a hacer pero ya que estamos contando novedades…Como sabes hablamos de sexo en confianza y Elena me contó cosas pero quise que conociera más variantes y ya que estaba me metí en una página de internet y pedí el consolador que viste y el dildo para Elena y… alguna cosilla más que ya irás viendo.Por favor Corina cuéntamelo todo, porque ayer parecíamos un par de adolescentes.Jajaja, no me lo recuerdes, los dos desnudos, tú con la polla a media asta y Elena caminando con las piernas separadas, cuando me contaron lo que les había pasado casi me meo de risa.¿Casi?  ¡Si tenias el consolador llenándote el coño y el culo!Jajaja, esa es otra, me sorprendieron con las manos en la masa y con el nerviosismo no conseguía apagar el consolador.Jajaja, si no hubiese sido por mi se hubiera ido andando de la habitación, ¿pero por qué te lo compraste?Porque ya estoy harta de los pepinos y los calabacines, me lo compré del tamaño de tu polla para cuando no pudiera disfrutar de ti pero no te preocupes recuperaré el dinero con lo que ahorre en hortalizas, jajaja.¡Qué mujer!¡Mira, aquel es el faro de Colonia, ya estamos llegando¡                                      El alíscafo atracó con la maestría de alguien que lo ha hecho mil y una vez y desembarcamos en Uruguay, yo llevaba mi pasaporte y Corina su documentación, la estación marítima ya no era de la misma categoría de Puerto Madero pero no estaba mal, salimos al exterior y a mí me pareció que no habíamos salido de Argentina, el acento me parecía igual aunque Corina me dijo que se parecía pero ellos lo distinguían enseguida.
                                      Tomamos un taxi y le dimos la dirección del hospital, al oírnos hablar al conductor le chocó ver a una argentina con un español, ella tan bella, aunque no iba tan arreglada ni mucho menos que cuando fuimos a visitar a Ingrid pero no le hacía buena pareja, Corina para que dejara de mirarla por el retrovisor le dijo que era su tío que había venido a visitar a su hermana y así se calmó un poco, era un tipo simpático y hablador y nos dio de paso una vuelta por Colonia, me enseñó la plaza de toros, un frontón para jugar a pelota vasca y algún monumento histórico más, al fin nos dejó en el hospital, en la habitación de su tía sólo había una cama.  Corina abrió llamando con los nudillos y su prima salió a recibirnos, la primera impresión que me dio no fue muy favorable, la chica después de muchos días sin salir estaba bastante descuidada, ni el pelo ni la ropa le acompañaban pero aún así tenía una cara muy bonita, realmente se parecía mucho a Corina pero me callé, su madre Hortensia estaba en cama inmovilizada, bastante demacrada y Corina la abrazó con cuidado de no moverla por si le producía dolores,  la mujer se alegró infinito, la consideraba como a una hija y preguntó por todos, me presentó a mí y se alegró de conocerme, a su prima le dijo que yo era un hombre en que podía confiar, yo me sentí halagado y le quité importancia devolviéndole el piropo diciéndoles que eran igual de lindas las dos.
                                      La chica estaba relativamente contenta porque el médico le había anunciado que por fin iban a operar a su madre y le pondrían una prótesis por que dudaban que volviera a andar pero así podría hacer vida casi normal, Corina se alegró y se abrazó a Ornella, cuando ya estuvieron al corriente de todo Corina le dijo a su prima que le vendría bien ir a su casa y adecentarse un poco y cambiarse de ropa y descansar un rato, se ofreció a cuidar de su madre mientras, cuando Ornella iba a salir Corina me encargó que la acompañara para que no fuera sola.  
                                      Ornella ya estaba más esperanzada y se le notaba que le había cambiado el humor, me contó que en un tiempo vivieron juntas y que cuando encontró trabajo en Colonia su madre se había venido a vivir con ella pues su padre la había abandonado al quedarse embarazada, ella no se había casado y trabajaba en una naviera, su casa estaba cerca del hospital y cuando entró notamos la diferencia, la casa estaba en penumbra, fresca y bien amueblada, ya había notado al caminar al lado de Ornella que realmente necesitaba un baño urgente y ella también, me hizo pasar a un saloncito, la casa era pequeña pero para las dos sobraba, ella fue directamente al baño, yo me puse a hojear los libros que tenía en una estantería y sólo me di cuenta que me llamaba cuando vi la luz del baño por la puerta apenas entreabierta.  
                                      Me pedía que le ayudara, por un momento creí que también se había caído pero al entrar vi que estaba dentro de la bañera, sólo se le veía del mentón al pelo, una capa de espuma de sales de baño cubría todo la bañera, me pidió por favor si le podía masajear el cuello porque se había quedado rígida por una contractura, la chica apenas podía volverse hacia donde yo estaba y accedí, tenía el pelo bastante largo y me señaló donde estaban unas pinzas para el pelo que parecían peines, le subí el pelo por encima de la cabeza y con las pinzas se lo recogí en un moño, ella se incorporó un poco apenas hasta los hombros y me dejó su cuello.
                                      La nuca era blanca y se le notaban las vertebras, no estaba delgada pero era esbelta, no me atrevía a tocarla demasiado ya que apenas la conocía pero ella me animó y le puse las manos en el cuello y en los hombros, la chica suspiró y se relajó, iba inclinando la cabeza para facilitar el masaje, le dije que se inclinara un poco hacia adelante y lo hizo, el agua jabonosa me cerró la vista de la espalda pero mis manos bajaron hasta casi la cintura, estaba sentada dentro de la bañera y le dije que se recostara otra vez.  Ornella estaba relajada por completo con la cabeza ladeada y los brazos sobre el borde de la bañera, le masajeé los hombros y ella se iba subiendo para que llegara mejor, por el nivel de las burbujas iba apareciendo el abultamiento de los pechos de la chica, lo veía por el espejo que tenía delante de nosotros, procuré que en ningún momentos mis manos se distrajeran y tocaran fuera de su ruta pero Ornella se iba sentando y saliendo del nivel del agua, ya tenía fuera medio pecho, mis manos pasaban alrededor de ellos, por los costados y entre ellos sin tocarlos . 
                                      De pronto oí un ruido que no supe localizar pero, en el espejo vi como el nivel del agua iba bajando, ahora no era la chica la que se levantaba, era el agua que se escapaba, el agua bajaba con la espuma y de pronto aparecieron las areolas y luego los pezones de la chica, cuando ya tenía las tetas completamente afuera del agua me di cuenta de lo parecida que las tenía a Corina, ella no se inmutó al notar el frescor del aire endureciendo sus pezones, me miró sonriendo y ya me quitó el miedo a avanzar en el masaje, sin apenas demostrarlo mis manos fueron apretando y aplastando las tetas de la chica mientras suspiraba hasta llegar a los pezones, entonces gimió, ya el agua había bajado al estómago y seguía bajando, vi que en el dedo del pie tenía enganchada la cadena del tapón del desagüe de la bañera, comprendí que Ornella la había vaciado adrede. 
                                      Mis manos no dejaron de pasearse por la tetas de la chica, las había dejado sin espuma y brillaban de tersas, ya con apenas unos dedos de agua aparecieron los muslos y entre ellos el pubis de la chica, no estaba depilada y ni siquiera recortado el vello, no había tenido ocasión en el hospital pero a mi me era indiferente, le dije que se tumbara entera dentro de la bañera que la iba a enjuagar y con la ducha le limpié de jabón, extendí una toalla grande y la esperé para que se secara, se arropó con ella y me cogió de la mano y me llevó a su habitación sin calzarse siguiera, se quitó la toalla y subió a la cama invitándome a que subiera con ella, la invitación no incluía a mi ropa y me la quité.  
                                      Ornella no estaba para preámbulos y lo primero que hizo fue abrir las piernas y quedar en X, me recibió con ganas, estaba estresada de tantos días en tensión y preocupación y lo que más le apetecía era una follada intensa, no lo previne pero supuse que estaría lo suficientemente mojada para recibir mi polla, después me pareció que debía haber esperado para que sus flujos la hubiesen lubricado en vez del agua de la bañera pero mi polla entró igual, quizá un poco más áspera pero resistió los tres empujones que le di hasta notar mis huevos pegados a sus nalgas, Ornella cerró sus brazos detrás de mí en un intento de frenarme y atraerme a la vez, pudo más el gusto que le estaba dando que la molestia de mi gruesa polla abriendo camino en su vagina.
Cógeme Pepe, esa pija es lo que yo estaba necesitando, cógeme aunque grite y si me corro no pares, necesito sentirte dentro.                                      No sé mi motivación, inconscientemente debía ir caliente por el ordeñe que le había dado a Corina o quizá por lo suave que tenía la piel del cuello de Ornella pero estaba decidido a follar a la chica hasta que no pudiera más…
Continuará.
Agradezco sus valoraciones y comentarios.
Muchas gracias.

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