Un Examen Peculiar - Parte 1

Juan Barros tragó saliva nervioso, parado justo a la entrada de la Clínica. Había llegado la hora de su examen anual y ya se sentía intimidado. Cada año sucedía lo mismo, pero él no podía superar su vergüenza mas allá de que su Doctora, Amanda Pérez, y la Enfermera, Sonia Martinez, hicieran su examen físico casi siempre de la misma manera una y otra vez.
El hecho de que ambas fueran tan atractivas sólo empeoraba las cosas. La Dra. Pérez era alta, pelirroja, de unos treinta y pico, delgada pero con sorprendentemente grandes pechos que casi desafiaban la gravedad. Ella era muy agradable pero dejaba a sus pacientes con la sensación de que algo debían decir acerca de lo que sucedía en el Consultorio. Y su enfermera.... Por favor! Una rubiecita de veintipico con largas piernas y un trasero mortal. Mientras la Dra. Pérez era muy seria la Enfermera Martinez era coqueta e informal, pero al final siempre imponía su autoridad en el Consultorio.
Por supuesto, pensó Juan, él tampoco era exactamente desagradable. Recién cumplidos los treinta, con cabello y ojos oscuros, alto, delgado y si bien no era exactamente una estrella del porno, no tenía nada de qué avergonzarse en los vestuarios del gimnasio.
"Quizá este año sea diferente", se dijo a sí mismo como expresando un deseo, mientras abría la puerta de la Clínica y se dirigía al escritorio de la Recepcionista para anunciarse.
"Sí... A lo mejor esta vez no es tan malo, después de todo cómo podría resultar peor que el año pasado?" Se estremeció con el recuerdo de cómo habían invitado a una Residente a observar y participar en su revisación "ayudando" a colocarle un termómetro rectal en su lubricado trasero; éso ya hubiera sido suficientemente malo pero ella resultó ser una de sus vecinas. Parecía que él se la había cruzado más durante las semanas siguientes que en los cinco años anteriores y no importaba dónde ella parecía que siempre le dirigía la mirada a la entre pierna y desde allí la subía para mirarlo a los ojos con una gran sonrisa en su rostro. Pese a que él no podía probarlo estaba casi seguro que ella se quedaba abiertamente mirándole el trasero cada vez que él se retiraba. Además, por qué la Dra. Pérez siempre insistía en tomarle la temperatura rectal?
"No puede ser peor" pensó Juan "Pero va a ser malo..." sus oscuros pensamientos inspirados por las instrucciones de la Enfermera Martinez indicando: "Si querés podés dejarte puesta la camisa, pero te quiero desnudito de la cintura para abajo para poder revisarte como corresponde!"
Él se sentó en el borde de la camilla para quitarse los zapatos y las medias, y en seguida los pantalones y los calzoncillos. Permaneció desnudo por un buen rato antes de escuchar los golpes en la puerta; oh cuánto hubiera deseado poder ignorarlos, pero en realidad sólo podía decir una cosa.
- Adelante... - la palabra apenas había salido de su boca cuando la Enfermera entró en el Consultorio con su ambo celeste y su rubio cabello atado en una "cola de caballo" y cerró la puerta. Rápidamente ella le tomó los signos vitales, bueno... en realidad todos menos la temperatura.
- Bueno Juan - dijo ella con una leve sonrisa - Inclinate sobre la camilla... y separate las nalgas... vamos... ya sabés cómo es... Quiero ver ésa colita bien abierta!
Él dudó brevemente y luego hizo lo que le pedían. Ella lo observó satisfecha mientras se ponía un par de guantes de látex.
- Muy bien... así me gusta... - y sin más advertencia le deslizó el bien lubricado termómetro rectal dentro de su ahora expuesto ano.
Juan prácticamente podía sentir la mirada de la Enfermera observando sus genitales colgando mientras ella lentamente empezaba a girar el termómetro dentro de su ano; después de 4 ó 5 minutos que parecieron 4 ó 5 años ella retiró el termómetro y sin decir palabra le limpió el trasero de restos de lubricante. Él intentó evitarlo, pero se sacudió un poco.
- Bueno, bueno Juan! - le dijo la Enfermera con un leve tono seductor en la voz - Qué sensibles que estamos... si reaccionás así por una cosita de nada, no sé cómo te vas a mantener sobre la camilla cuando te revise la Doctora!
En ése presiso momento se escucharon golpes en la puerta.
- Ah, y hablando de la Doctora.... - abrió la puerta la Enfermera Martinez- Su paciente está listo para ser sometido a la revisación, Doctora.
La Dra. Amanda Pérez entró confiadamente al Consultorio, llevaba puesto un ambo celeste como el de la Enfermera, pero sobre el ambo llevaba un guardapolvos blanco totalmente desabotonado y con las mangas arremangadas hasta los codos, en las manos traía la historia clínica de Juan.
- Juan, qué bueno que es tenerte de nuevo nosotras! - dijo la Doctora haciendo un sutil pero definitivo acento en la palabra "tenerte".
- Quedate parado nomás... y poné las manos sobre la cabeza! - dijo la Dra. Pérez lavándose prolijamente las manos y dejando a Juan ahí parado incómodo mientras ella se calzaba un par de guantes de látex - Hoy vamos a hacer las cosas un poco distinto Juan pero vamos a empezar como siempre revisando la zona inguinal a ver si encontramos alguna hernia.
Dicho esto ella apoyó sus dedos en el área y lo hizo toser un par de veces.
Juan quedó sorprendido cuando la Doctora dio un paso atrás y en este punto se detuvo; en sus visitas anteriores ella había pasado mucho más tiempo examinándolo "allí abajo". Casi como si le estuviera leyendo la mente, la Dra. Martines señaló la camilla.
- Te dije que esta vez íbamos a hacer las cosas distinto... Para el resto del examen genital te quiero en lo que en la jerga médica llamamos "reclinación dorsal". Juan, acostate en la camilla. Enfermera, ponga al paciente en posición!

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