Mis primas de la capital 28

Mi tío llegó por la noche y venía contento pero esperó a que hubiéramos terminado de cenar para sacar unas invitaciones que le había regalado uno de los fabricantes de calzado más famosos de Italia.
Ana lo supuso enseguida pero esperó a que leyera lo que había en el sobre para comprender la importancia del obsequio, era una invitación para dos personas con todos los gastos pagados para visitar la feria del calzado de Milán, era un fin de semana y además de una estancia Vip en el mejor hotel de la ciudad, también era para asistir a todas las recepciones y reuniones.
Mi tía desde ese momento se propuso comprar vestidos y complementos para la cita prevista, estaba muy ilusionada, era una ocasión ideal para acceder a las mejores colecciones que pocas zapaterías tendrían a su alcance.
Tanto mis primas como yo soñábamos con viajes así, nos imaginábamos todos los lujos y las atenciones en estos niveles.
Según pasaban los días mis tíos iban haciendo planes y preparando estrategias para comprar los modelos más de moda para sus tiendas.
Mientras tanto yo seguía con mi rutina, iba todos los días a la autoescuela, las clases teóricas las impartía la pareja de Rosana, Javier se esforzaba por además de explicar el código de circulación nos ponía como ejemplos situaciones reales en el tráfico diario, mi compañera Sole incluso se aplicaba más que yo, no fallaba ningún test de preguntas y resolvía cualquier situación hipotética que le presentaba el profesor.
Una mañana estábamos Rosana y yo preparados para salir con el coche y sólo esperábamos a que llegara Sole, pasaban diez minutos cuando aparcó una berlina negra al lado del Mini, no nos extrañó pero cuando vimos a la chica bajar nos sorprendió bastante pero no sólo eso sino que también bajó el conductor, cuando cogió del brazo a Sole ya nos alarmó, parecía que no la llevaba de muy buen agrado.
Cuando estuvo a nuestra altura el señor nos saludó, especialmente a Rosana, se presentó como el padre de la chica, claramente era una persona acostumbrada a mandar a gente y no estaba habituado a que le llevaran la contraria.
-       Buenos días, soy el padre de Soledad, vengo para ver cómo da las clases a mi hija, me extraña mucho que sean efectivas pero le he hecho la prueba de dejarle mi coche y me ha parecido muy raro que conduzca tan bien con tan pocas clases que ha recibido.
-       Hola señor… Soy Rosana, la profesora de Sole, le puedo asegurar que la habilidad de su hija es normal para una chica inteligente como ella, tiene unas ganas de aprender excepcionales y una facilidad para conducir que me sorprende a mí también.
-       Pues permítame que lo dude y me gustaría verlo con mis ojos, quisiera acompañarles en una clase.
-       Pues no es muy adecuado porque se podría poner nerviosa con su presencia y no demostrar lo que sabe o sufrir un golpe.
-       Pues insisto, le agradecería que me permita verlo en directo.
-       Solamente se lo permitiré si no interviene para nada en la clase, dentro del Mini su hija es la que manda, yo sólo estaré a su lado con el doble mando por si acaso.
-       De acuerdo, no diré nada pero quiero ver a Sole como se maneja al volante.
-       Muy bien, Sole ya has oído a tu padre, sólo te pido que lo ignores y te comportes cómo todos los días y tú Juan pasa detrás con el señor…
-       Ah! Perdón me llamo Daniel.
-       Muy bien señor Daniel, suba por favor.
A la vez que le abría la puerta al padre de la chica le echaba las llaves a Sole por encima del coche, la chica sonrió a Rosana y esperó a que todos estuviéramos dentro para subir ella, cuando se sentó lo primero que hizo fue acomodarse la falda, dudaba pero cuando se fijó que Rosaba se la había subido hasta enseñar un poco las bragas la imitó, ajustó el asiento y puso el motor en marcha, Daniel al ver a su hija con las piernas desnudas incluso enseñando las bragas se alteró y más cuando vio que Rosana también tenía los muslos al aire incluso separados, yo a su lado lo veía moverse impaciente preparado para protestar pero la mirada de Rosana lo mantuvo a raya.
Sole hizo una salida perfecta, cambiaba las marchas sin notar el balanceo y en un momento estuvimos mezclados entre el vertiginoso tráfico.
Daniel se pegó al respaldo de delante, no perdía detalle, Rosana de reojo lo miraba y se reía cuando la chica hacía alguna maniobra imposible para una novata y que resolvía con facilidad.
Cuando llegamos cerca del descampado donde solíamos cambiar de conductor la chica aparcó a dos centímetros de la acera a la primera maniobra.
Sole quedó callada esperando la sentencia de su padre, éste no salía de su asombro bajo la mirada curiosa de Rosana, por todo comentario bajó del coche y le dijo a la profesora si le podía acompañar.
Rosana se estiró la falda cuando cerró su puerta y se reunió con Daniel que la esperaba a cierta distancia del coche.
Sole me miró un poco asustada, yo intentaba tranquilizarla dándole argumentos que ni yo me creía pero cuando vimos que se alejaban bastante hablando entre ellos ya no sabíamos que pensar.
La pareja se alejó bastante hasta desaparecer de nuestra vista, decidimos bajar del coche y sentarnos en la hierba a esperar.
El tiempo pasaba y no volvían, la chica se ponía cada vez más nerviosa, suponía que su padre habría discutido con Rosana y no sabía las consecuencias que podría tener.
Cuando se puso a llorar yo no sabía que decirle ya, había agotado todos los argumentos y decidí consolarla, parece que fue buena idea pues cuando pasé un brazo sobre su hombro la chica se cobijó en mi pecho, se notaba muy agitada y le acaricié el pelo, me cogió la mano y la besó, fue un beso tierno que me hizo abrazarla más íntimamente, las lagrimas que le salían me hicieron secárselas con mis labios y la cercanía de nuestras bocas hizo que los besos fueran subiendo de tono hasta que nuestras lenguas se encontraron y se fundieran.
El nerviosismo se transformó en pasión, la tensión de tener a su padre respirando en la nuca, controlando todos sus movimientos explotó abrazándome y buscar consuelo en mis brazos.
Como prueba del consuelo que sentía puso mi mano sobre su pecho, el corazón le latía como un tambor.
-       Juan, acaríciame como lo hiciste el otro día, me hizo mucho bien.
-       Yo creí que estabas en shock por el masaje que te daba.
-       No lo creas, al principio me sorprendió que tus manos me causaran tanta relajación sobre los hombros pero cuando bajaron a las tetas una excitación inmensa me recorrió el cuerpo, pero al notar la mano de Rosana entre mis piernas perdí toda resistencia y me abandoné a las caricias que sentía.
-       Pues yo estaba sufriendo por si te sentías violenta conmigo.
-       Al revés, tus manos me ponían muy caliente y deseaba estar a solas contigo, pensaba que tus manos me acariciaban las tetas y la mano de Rosaba también era tuya, me corrí soñando con eso.
Mientras me contaba sus sensaciones con una mano se había abierto la camisa y la ahuecaba para que mirara a través del escote ofreciéndome las tetas duras que respiraban agitadamente, la otra mano la dejaba caer entre mis piernas esperando que fuera yo quien tomara la iniciativa, fue mi boca la que después de besar sus labios siguió por el cuello, las orejas y la nuca, el tacto de la piel erizada me animaba a seguir hasta que siguiendo a sus dedos que desabrochaba la camisa llegaba hasta el canalillo entre las dos tetas.
Un poco ocultos por el coche y el árbol donde estábamos cobijados se fue tumbando sobre el césped, las tetas ya estaban al alcance de mi boca pues el sujetador había cedido a los tirones de mis labios y las copas se habían aflojado dejando salir los pezones que las forzaban.
La falda no pudo resistir la presión de las piernas al abrirse y se escurrió hacia las caderas de Sole, por el hueco de las ingles salían los rizos que se resistían de contenerse cautivos, me concentre sobre sus tetas con la cara enterrada entre ellas chupaba la suave piel notando en mis orejas los dos pezones a la vez.
Sole con la cabeza echada hacia atrás se movía ofreciéndome las dos maravillas para que las atendiera igualmente pero necesitaba más y cogiéndome la mano la llevó entre los muslos, los estuve recorriendo desde las rodillas hasta las ingles a Sole le sabía a poco y ladeó las bragas para que pudiera subir un poco más, los rizos del vello púbico se enredaron en mi dedos y el calor húmedo que sentía me atrajo hacia sus labios ya mojados.
Sus caderas se movían procurando salir al encuentro de mi mano pero al rozar los labios con los dedos se quedó paralizada, fue unos segundos, los suficientes para encontrar el clítoris abultado, fue una explosión de placer, cerró las piernas atrapando mi mano y la suya buscó en mi bragueta, lo que buscaba lo encontró inmediatamente, mi polla desesperada por salir a la luz la recibió como si fuera la mano de un socorrista, se cobijó entre sus dedos y cuando tiró de ella se dejó llevar palpitando.
Sole estaba desatada, se dio la vuelta sobre sí misma y sin preocuparse por mi boca y sus tetas buscó con la suya la verga caliente que sujetaba en su mano, la puso entre sus labios con el prepucio cubierto todavía pero cuando empujo la cabeza la piel se quedó entre los dientes mientras el glande entraba limpiamente entre la lengua y el paladar.
A corta distancia de mi cara sus piernas abiertas con las bragas giradas y asomando un mechón de pelo rizado, Sole era una chica de pocas palabras pero se hacía entender, sólo levantó el culo de la hierba para indicarme que le sobraban las bragas, tiré de ellas hasta sacarlas por los pies, la chica al notarse libre de ataduras rodó sobre mí y se puso encima abriéndome los pantalones mientras pasaba una pierna sobre mi cabeza, la única visión que me quedó del paisaje fue su coño abierto ante mis ojos, la visón duró poco lo justo para verle desde el culo hasta el pubis, todo estaba húmedo y brillante pero cuando se dejó caer sobre mi cara se hizo negro la visión y sólo me quedó el sentido del gusto.
Su lengua aspiraba la polla y ella sola entraba, Sole estaba ávida de carne dura y procuraba que no quedara fuera nada haciendo arcadas iba poco a poco tragando más y más, al notar mi lengua titilando en el clítoris dejó de aspirar y se tragó lo que le faltaba de golpe, en su ansia de querer más buscó mis manos y las llevó a sus tetas que colgaban como frutas maduras.
La movilidad que me había dejado era casi nula, sólo podía mirar hacia su culo y un poco al lado entre sus muslos, por debajo del coche podía vigilar unos cuantos metros de calle.
Cuando notó en el paladar que mi polla no podía aguantar más se incorporó, aún tuve tiempo de lamerle la entrada de la vagina y se volvió a dejar caer para saborear mi lengua, también ella estaba al límite y se sentó sobre mi polla pero sin metérsela.
-       ¿Sabes una cosa? Me gustó mucho el detalle que tuviste el primer día.
-       ¿Qué detalle?
-       Que me pusiste tu polla al alcance de mi boca pero no me obligaste a comértela.
-       Quería que eligieras tú, y si te digo la verdad me encantó cuando la buscaste con la lengua y la lamiste antes de tragártela.
-       Y no me arrepiento, está deliciosa, ahora que la tengo entre los labios del coño sé que tengo que probarla.
-       Uf, creí que te contentarías en hacerme correr con tus labios solamente.
-       Es sólo para que el clítoris disfrute de ella, también tiene derecho, ¿no crees?
-       Toda tuya, sírvete lo que quieras.
Sole se levantó lo justo para que el capullo se encajara entre los labios menores, luego lo paseó por los labios hasta humedecerlo y cuando volvió a encarar la vagina se dejó caer dando un largo suspiro, se quedó un instante quieta apoyada en mis talones con el cuerpo arqueado hacia atrás, la falda se había quedado encajada en la cintura y la camisa despasada dejaba las tetas flotar al aire, bajo el pubis rizado los labios se abría lo justo para dejar salir el clítoris y cerrarse alrededor de mi polla.
Sole empezó a ronronear como el motor del coche, iba acelerando por momentos, mi polla entraba como un pistón entre sus ingles y ella botaba sobre mí.
-       Sole vigila tú que puedes, por entre los cristales.
Dando saltos sobre mí miraba al subir.
-       Tranquilo Juan, no veo a nadie, me pregunto de que estarán hablando estos dos.
-       No pienses en eso ahora y sigue con lo que haces, lo haces muy bien.
-       Mmm ¿seguro… no me engañas?
Lo decía con tono mimoso que me hacía poner la polla más dura si podía ser, por mucho que intentaba yo ponerme rígido para que saliera más polla ella se la clavaba igual.
Cuando las piernas se le cansaban Sole se dio la vuelta y abriendo una puerta del coche apoyó los codos en el asiento, la invitación era directa y me pegué a sus nalgas, el ruido de la verga al entrar y coger aire se mezclaba con el chapoteo del flujo que salía del coño.
-       Juan, acelera que creo que ya vienen, aún están lejos pero no pares por dios…
Me emplee a fondo, entre la ventanilla vi a los dos acercarse, lo extraño era que Daniel cogía del hombro a Rosana, me dio que pensar pero la tarea que tenía entre manos me gustaba más y seguí empujándola contra el asiento.
Sole alargó los brazos cuando el orgasmo la alcanzó, se cogió de la palanca de cambio y soportó como pudo las oleadas de placer que le llegaban por detrás, cuando pudo levantar la cabeza se volvió a mí con espanto.
-       Juan que ya están ahí mismo y tu sin correrte.
Me había confiado y con los ojos cerrados y las manos en la cintura de la chica sólo me preocupaba en no llenarla de leche, Sole se dio la vuelta y sin preámbulos se metió la polla mojada en la boca y cogiendo el tronco con una mano y los huevos con la otra me agitó la polla hasta que me sacó todo el semen que almacenaba.
Yo miraba como se acercaban, a unos 50 metros Daniel se separó de Rosana queriendo disimular, Sole siguió lamiéndome la polla y no vio nada.
Casi estaban ya a nuestro lado cuando pude guardarme la polla mientras Sole se vestía apresuradamente, nos apoyamos en el tronco del árbol y me entretuve tirando unas piedras a una lata de cerveza vacía a lo lejos.
La mirada de Daniel fue escrutadora pero pareció convencerle, todo estaba bien, Rosana nos movilizó.
-       Vale chicos que ya es tarde, ahora conducirá Juan, tú Sole siéntate detrás con tu padre.
Como todos los días hicimos lo mismo, arranqué lo mejor que pude, la sonrisa de Rosana me confirmó que lo había hecho bien, la miré, tenía una sonrisa especial y el pelo un poco alborotado, cuando separó un poco las piernas me fijé, no llevaba las bragas y el brillo de los pelos mojados de blanco lo aclararon todo y más cuando la profesora separó los labios para que los viera.
A mitad de camino Daniel no paraba de moverse, se notaba que estaba impaciente por algo y al final descargó.
-       Tengo que reconocer que el sistema que usas para enseñar a conducir me ha convencido y es más hemos estado… hablando, ¿lo puedo contar Rosana?
-       Si claro, son personas de entera confianza.
-       Pues… os voy a decir que soy gerente de una empresa de reparto de ventas on line y como tenemos muchos repartidores y la verdad hay muchos accidentes de tráfico les vamos a dar unos cursillos de especialización a todos para que sea más rentable la empresa.
-       Sí, pero ya te he dicho mis condiciones, les vas a subir el sueldo a todos los chicos.
-       Siiii vale, lo he prometido, lo haré.
-       Tu Sole vigílalo y me lo dices.
-       Prometido Rosana.
-       Hemos hecho un acuerdo y hasta lo hemos firmado, ¿verdad Rosana?
La profesora abrió otra vez las piernas dejando claro la tinta de la firma, el semen brillaba en las ingles.
Cuando aparcamos cerca de la oficina Daniel salió primero, después Rosana ayudó a abrir la puerta de Sole, no se le escapó que la chica se había puesto las bragas al revés con las prisas.
-       Enhorabuena Sole, has hecho una clase estupenda y veo que has tenido premio.
-       Mmm gracias Rosana, también me alegro por ti, parece que llevas una mañana bastante gratificante, jajaja.
Al decir esto le miraba la entrepierna con los muslos brillantes de humedad.
Las chicas se besaron al despedirse, al dirigirse hacia el coche de Daniel su padre ya no la llevaba como al llegar ahora le pasaba el brazo sobre el hombro cariñosamente.
-       Juan acompáñame a la oficina para darle la noticia a Javier.
-       Gracias Rosana pero creo que es más apropiado que se la des tú, seguro que le va a encantar y querrá celebrarlo “debidamente” jajaja.
-       Tienes razón aunque no te voy a negar que me gustaría celebrarlo contigo a la vez.
-       Mmm me lo estoy imaginando, sería fantástico pero ya llevas una buena ración esta mañana ¿no?
-       ¿Tanto se me nota?, la verdad es que sí, no tienes ni idea la mañana que llevo, al principio estaba atacada de los nervios, la amenaza de Daniel cuando quería ver la clase de su hija me hizo estar al borde de la histeria, menos mal que la chica lo hizo perfecto, luego cuando me dijo que quería hablar conmigo me temía lo peor, empezó recriminándome la forma de enseñar pero poco a poco tuvo que reconocer que su hija lo hacía muy bien, al final me dio las gracias pues según él Sole es muy retraída que no sale de casa y no se relaciona con nadie y que tenía sus dudas respecto a su sexualidad pero cuando vio que se subía las faldas como yo se fue tranquilizando.
-       Si llega la ocasión yo le tranquilizaré del todo, le podría contar lo tímida que es.
-       Jajaja, ya lo noté enseguida, estabais sofocados los dos.
-       Claro, se acababa de correr y a mí me había sacado toda la leche que almacenaba, ¿cómo acabó el paseo?, cuéntame.
-       Pues mejor de lo que pensaba, había una furgoneta abandonada detrás de un almacén cerrado, pasamos andando y hablando por su lado y me dio la idea de curiosear, estaba bastante conservada la abrí y me senté, se me quedó mirando sonriendo y le invité a subir, tenía polvo pero no hizo caso por mancharse, me propuso que le diera una clase particular y riendo hice como si la ponía en marcha y daba unos trompos, nos reíamos como críos y en una de las curvas me incliné sobre él y me cogió abrazándome, nos quedamos mirándonos y me besó, a partir de ahí se acabó la clase, sus manos se perdieron bajo de mi falda y las mías en su pantalón, tuve que parar cuando le saqué la verga, ¡Juan no te imaginas la polla que tiene Daniel!, me quedé alucinada, disimuladamente le puse el brazo para tomarle medida, del codo me llegaba a la mano, más de 23 cm. y gorda como la muñeca; Me cogió la cabeza y la acercó al capullo, yo estaba en shock y no me di cuenta hasta que abría la boca intentando tragármela pero no podía, Daniel insistía y no tuve más que forzar las mandíbulas hasta que cupo el capullo, más no pude, él se volvió y vio que en la parte de detrás habían cartones de embalajes vacios, me sacó a polla de la boca y pasamos detrás, las bragas no sé si me las quité yo o él pero desaparecieron, de hecho debo habérmelas dejado allí, después de tumbarse en el cartón me senté sobre él, tuve que mojarme el coño con saliva porque el glande estaba áspero y seco pero entró de todas formas, me cogí del techo de la furgoneta para no caerme pero Daniel me estiró de la cintura hacia abajo y me clavó la estaca en el coño, vi las estrellas un momento pero un calor me inundó y no pare de saltar sobre él hasta correrme, me amasaba las tetas desesperadamente, cuando me dijo que se iba a correr dentro, sólo me dio tiempo a salirme a mi pesar para que no lo hiciera aunque me llenó los labios hasta el ombligo, cuando se incorporó llevaba la chaqueta llena de polvo pero no le importó, entonces cuando nos sentamos para reponernos empezó a pensar y se le ocurrió lo de los cursos para sus empleados, lo vi tan entusiasmado que le obligué a prometer que subiría los sueldos a sus empleados porque me confesó que cobraban muy poco, como premio le di una mamada rápida mientras él me hacía un dedo en el clítoris, el resto ya lo sabes, volvimos paseando abrazados hasta que llegamos que me soltó.
-       Me alegro por ti y también por Javier, espero que el negocio ahora despegue, os lo habéis merecido, seguro que esto hará que se corra la voz y lleguen muchos más clientes.
-       Juan, ¿sabes una cosa? Me apetece mucho que me folles ahora, me caes muy bien y has sido quien me ha animado a seguir en esto, mi chico ya quería abandonar hace tiempo, te mereces una buena follada, te haría volar entre nubes.
-       Ya lo sé Rosana, a mí también me gustaría pero lo lógico es que lo hagas con tu chico, ya verás cómo se anima, le hace falta tu empuje, nada más.
Me despedí con mucho dolor de corazón viendo como Rosana entraba en la autoescuela y se abrazaba a Javier, me habría encantado llevarme a la chica a un lugar tranquilo y darle el placer que merecía, ella habría hecho lo mismo o más conmigo pero me acordé de las recomendaciones de mis tíos, debía pensar con la cabeza no con la polla.
Al llegar a casa mi tía acababa de llegar, venía de casa de Emi, las dos habían estado comprando ropa para el viaje de mis tíos y Emi había aprovechado para hacer unas compras para ellas, me lo contó con doble intención Ana, imaginé que sería algo que me gustaría a mí.
Mientras ponía la mesa mis primas ayudaban a su madre en la cocina, aprovechaban que estaba ocupada con los pucheros y cuando pasaban por mi lado me rozaban la polla con la mano mientras la otra se agachaba para que me fijara en las tetas que se asomaban por el escote de la camiseta, me decían entre dientes lo bien que lo íbamos a pasar cuando sus padres estuvieran de viaje, Maite la más lanzada me decía que íbamos a follar todo el fin de semana mientras que María se apretaba las tetas sacándolas casi del sujetador a la vez que se mordía el labio inferior.
Yo andaba empalmado y no me atrevía a entra a la cocina porque Ana siempre que nos cruzábamos lo primero que me miraba era a la polla y se daría cuenta enseguida y sólo me salvaría la presencia de sus hijas.
Mi tío tardaba y Ana nos dijo que empezáramos a comer mientras ella iba hacia el teléfono, no llegó a llamar, el aparato empezó a sonar, lo cogió y se envaró escuchando, nosotros nos alarmamos y corrimos a su lado, Ana solo decía monosílabos, cuando colgó nos dijo que Antonio estaba en el hospital, se había caído de la escalera en el almacén cogiendo unos zapatos y se había roto una pierna, le había acompañado Pepita la cajera y estaba con él, pero parecía que no era muy grave aunque lo iban a operar.
Lamenté no tener permiso de conducir ni coche pero llamé a un taxi y salimos volando, la comida se quedó intacta en la mesa.
Cuando llegamos a Urgencias en el hospital vimos a Pepita, estaba nerviosa y nos contó entre sollozos cómo se había caído, le salía sangre del muslo, lo sabía porque le había bajado los pantalones por si tenía herida, parecía que tenía el fémur roto y una herida casi en la ingle, mi tía le preguntó si más arriba no tenía nada y ella le confesó que le había bajado los calzoncillos y que todo estaba bien, cuando dijo bien los ojos le brillaban.
Esperamos impacientes a que saliera el cirujano para decirnos cómo había ido la operación, cuando lo hizo nos tranquilizó pues no tenía mayor importancia pero estaría un tiempo enyesado en la cama.
Maite fue la primera que cayó en la cuenta.
-       Pobre papá, con la ilusión que tenia para ir a Milán…
-       Oh! es verdad Milán, que desgracia precisamente ahora con lo contento que estaba, era una buena ocasión, en fin otra vez será.
María entre dientes dijo.
-       Lástima de fin de semana perdido…
Cuando subieron a la habitación de planta a Antonio ya estaba despejado de anestesia, aunque estaba un poco aturdido hablaba con naturalidad, después de tranquilizarnos nos contó cómo había sido el porrazo, estaba alcanzando unas cajas de zapatos y se las daba a Pepita, según él se volvió rápido porque se le caía una y perdió el equilibrio, yo no me creí la versión, más bien me imaginé que Pepita le pasaría la mano por la polla y quizá se la sacaría para comérsela y cuando se corrió se escurriría del escalón, el tiempo me daría la razón.
Antonio también pensó en Milán, se quedó con la mirada perdida, la ilusión de desvanecía, toda las reuniones con gente importante las recepciones, las compras exclusivas, todo se perdía pero… de pronto su mirada se iluminó.
-       Un momento… Ana no todo está perdido, tu puedes ir a Milán, aunque no vaya yo tú puedes hacer lo mismo que yo o más, de hecho eres quien elige los modelos, ¿porqué no vas tú?
-       ¿Tú estás bien de la cabeza, te has dado un golpe o qué? No puedo ir sola, lo sabes.
-       Pues te puede acompañar… Emi por ejemplo, te ayudaría mucho también.
-       Mmm… no es tan mala idea la verdad, entre las dos haríamos buenas compras…
-       Ves Ana no es tan mala idea, las niñas cuidarán de mí, aunque no necesito nada aquí, solo tengo una pierna rota.
-       Pero tengo una idea también mejor… ¿porqué no nos acompaña Juan?, entre los tres lo haríamos mejor, además iría aprendiendo y conocería a gente importante.
-       Déjame que lo piense… Sabes tienes razón, es muy buena idea, ¿Juan te apetece ir a Milán con Ana y Emi?
Me encontré entre la espada y la pared, mi tía me miraba de una forma que me hacía hervir la sangre era una mezcla de súplica y promesa de pasarlo bien, mis primas también me rogaban con la mirada que no fuera aunque sabían que tenían pocas posibilidades, a mi me apetecía mucho quedarme, era un fin de semana con dos chicas jóvenes con la casa a nuestra disposición, posiblemente ni nos vestiríamos en todo el tiempo, sería una locura de sexo y placer pero en Milán… era lo desconocido, un ambiente de lujo con dos mujeres fabulosas, envidiado por todos y correspondido por las dos a la vez, miré a mis primas con pena y resignación pero ellas me animaron muy a su pesar para que fuera con su madre, con los ojos húmedos me decían que debía ir con ellas aunque sabían que mi polla iba a estar muy ocupada, otra vez les tocaría a ellas dos.
Cuando acepté me quité un peso de encima, los ánimos de mis primas me liberaron aunque sabía que eran ficticios, mi tía levantó los brazos gritando de victoria, Antonio sonreía, él también sabía lo que me esperaba en Milán.
A partir de ese momento Ana se interesó por ver la ropa que tenía y buscarme lo que me podía faltar.
Cuando se lo dijo a Emi le encantó, primero le propuso ir solas pero al decirle que les acompañaría yo abrazo a Ana y la llenó de besos, a mí solo me dio uno pero me estrujó hasta casi ahogarme, era un anticipo sólo.
Continuará
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