Será nuestro secreto. (Capítulo II)

DÍA 2.


Desperté alrededor de las 12pm. Me sentía húmedo y pegajoso, sin recordar lo que había pasado la noche anterior. En mi cabeza debatía si verdaderamente había sucedido o si sólo fue un extraño sueño húmedo. 

Él no estaba a mi lado cuando desperté, lo que me hizo pensar que, si había sucedido aquel acto en lugar de haber sido un sueño, él estaría molesto u ofendido conmigo por haber sido "tan gay". Es divertido pensar como durante la niñez nos asusta la idea de estar con una chica, y de adolescentes pensamos en el miedo de sentir atracción hacia alguien de tu mismo sexo.

Me la pasé pensando sobre eso durante unos 10 minutos cuando por fin apareció, masticando una tostada y una bandeja con chocolate caliente y galletas en su mano libre. Me saludó de repente, lo cual me alertó un poco mientras masticaba mis uñas, maquinando lo que podría o no suceder.

- ¿Cómo dormiste? - preguntó con una cálida voz, una que quizás me comenzaba a gustar demasiado.
- Bien, ¿y tú? - tartamudeé.
- De maravilla, ¿qué haremos hoy? - dijo mientras se sentaba a mi lado, ofreciéndome el desayuno.

Al instante me quedé helado, mi cabeza me hacía pensar de más si se refería a nuevas prácticas sexuales o si simplemente hablaba de nuestra rutina habitual. Lo miré por unos segundos que parecían minutos que inmediatamente se convertían en segundos. Él acercó la bandeja y la colocó suavemente en mi regazo, cuidando que nada cayera sobre el colchón. 

Empecé a engullir mi desayuno por los nervios. ¿En serio me ponía así de nervioso mi mejor amigo? ¿El muy hijo de puta estaba comenzando a gustarme? Dios... Puede ser. Quiero decir, no sería nada anormal a nuestra edad terminar siendo bisexuales... ¿Verdad?

Él me dio un suave golpe en la cabeza, seguramente se notaba que estaba en las nubes. Aclaré mi garganta y lo observé, con migajas de pan tostado con mermelada en mis mejillas. Asentí y sonreí con la boca llena, no podía hablar. Él suspiró y acercó su mano a mi boca. Mi cuerpo no respondía. Me limpió las migajas de una manera tan dulce que era criminal. ¿Me estaba seduciendo? No lo dudo... Pero yo debería hacer lo mismo en algún momento, demostrarle quien sería el pasivo si nos gustamos el uno al otro. Tragué mi comida y le agradecí con una voz tímida. "¡Idiota!" Dije dentro de mi cabeza.

Comenzamos a hablar tranquilamente, cómo siempre lo hemos hecho. Empezamos a reir y hacer chistes el uno al otro. Pero no tocamos el tema de la noche anterior. La tarde comenzó a pasar como si nada. No quemamos las pizzas y teníamos todas las provisiones que necesitabamos. Hicimos un mini torneo en un juego de luchas, el cual gané con mucha dificultad.

Pretendíamos salir a dar una vuelta, pero el clima conspiró contra nosotros ese día.

Ese maldito y... Hermoso día.

Entre series, charlas y juegos se nos hicieron las 6pm. Afuera parecía estar anocheciendo y yo decidí que era momento de tomar una ducha.

- Apesto. - le dije, soltando una risa.
- Lo sé, esperaba que lo notaras tu solo. - bromeó, su risa cada vez me sonaba más encantadora.
Quizás un baño caliente me ayudaría a aclarar mi mente sobre todo este asunto que, al menos a mi, me comía la cabeza.

Me encaminé hacia el baño con una de las tantas mudas de ropa que había llevado para esa semana y un toallón mientras el se quedó en la sala viendo televisión. Ya en el baño me quité mi ropa, algo acartonada por lo que aún discutía en mi mente si había sido sólo un sueño húmedo o no. La dejé a un costado y encendí la ducha.

Siempre me he tomado mi tiempo en bañarme, primero disfruto por unos minutos el chorro de agua sobre mi piel y luego comienzo a asearme. Estaba ya lavandome el cabello cuando escuché una suave corriente de aire entrar en el baño. La puerta se había abierto. 

Estaba preparado para una broma, del tipo tirar de la cadena para que la temperatura del agua se desestabilizara, o un susto de muerte con un grito espantoso... Pero no estaba tan preparado para lo que sucedió, e iba a comenzar a suceder posterior a ese día.

Sentí el cálido abrazo de su cuerpo desnudo contra mi espalda. Sentí su miembro duro contra mis nalgas y sus manos buscando el mío. "¡¿Me va a coger?!" Pensé para mi mismo. No podía permitirlo, no por el momento al menos. Si ya estaba a estas instancias, no sería el pasivo y menos contra mi voluntad.

Giré mi cuerpo rápidamente hacia él, agarrándolo por SU trasero para cuidar que no se cayera. Nuestros miembros se rozaron entre si, y su tacto ya me había excitado tanto como lo estaba él. No dijimos nada, sólo nos observamos por un momento. Su cara... Se veía tan lindo, delicado, sonrojado y jadeando mientras miraba al suelo con tímidez. 

Quise besarlo, pero su mano me interrumpió. Comenzó a acariciar ambos penes con una sola mano, observando con atención mis reacciones. Me mordí el labio inferior, no quería gemir. No aún. No recuerdo exacamente lo que quise decir, mi mente estaba muy nublada como para recordar algo además del placer y gusto que me daba tenerlo allí. De todas maneras, sea lo que fuese, él me interrumpió.

- Quiero... Probarlo todo... - susurró con tímidez mientras me miraba a los ojos, lentamente arrodillándose frente a mi. 

No podía moverme, no quería moverme tampoco. Mis manos, que estaban en su trasero, quedaron estáticas mientras el descendía para quedar cara a cara con mi pulsante pene. Lo acaricié suavemente sin mover un dedo gracias a ese movimiento. 

Solo pude moverme cuando sentí la primera cálida, húmeda y tímida lamida de su lengua sobre todo el largo de mi miembro. Me apoyé en la pared con ambas manos. El agua de la ducha caía torrencialmente sobre nosotros mientras él ya estaba metiéndosela a la boca. Lo hacía con lentitud, cuidando mucho sus movimientos para no morderme o disgustarme.

Mientras me la chupaba el había comenzado a masturbarse, lentamente, tal y como se lo había hecho yo la noche anterior. Sentía sus labios y lengua deslizarse con suavidad sobre mi miembro entero, cuidando tímidamente de no atragantarse. No es que yo la tuviera muy grande, pero era claramente la primera vez que se metía un pene a la boca. Lo hacía exquisitamente, me derretía del placer, gemía suavemente mientras lo observaba. Y él me miraba a mi, con una pequeña curva en la comisura de sus labios que parecía una sonrisa.

Continuaba succionando de mi pene mientras se masturbaba algo más fuerte. Él se quería correr junto conmigo, lo noté sin problemas. Me retorcía de placer estando de pie, olvidándolo todo salvo una cosa: Es así como quiero estar, todo el tiempo que pueda. Quiero probar todo de él, con él y nadie más. 

- Ya voy... A correrme... - tartamudeé como pude entre gemidos y suspiros, esperando no sorprenderlo o obligarlo a tragar si no quería. 

No me esperaba para nada que con su mano libre comenzara a masturbarme mientras abría su boca y sacaba la lengua con lujúria, cerrando los ojos, esperando que mi corrida cayera donde fuese. No aguanté más, solté sobre su cara y dentro de su boca una buena cantidad de semen. Pude observar como él también se corría mientras continuaba masajendo mi pene lentamente de arriba a abajo mientras seguía escupiendo leche caliente.

El agua continuaba cayendo sobre nosotros mientras jadeabamos. Miré hacia abajo, seguía sonrojado y sorprendido. Una mirada enamorada reinaba en sus ojos. Luego de un jadeo más suave, susurré.

- Quiero probarlo todo yo también... Contigo...

4 comentarios - Será nuestro secreto. (Capítulo II)

floppy__ +1
Excelente!!!! Lo contas muy bien, con mucho sentimiento, con mucha dulzura! Te felicito!!! + 10!!!!