que puta que soy

Polvos con mi sobrino 



Confieso que ir a la habitación y encontrarlo desnudo con semejante tronco, más grande aún que el de mi esposo, disipó todas mis vergüenzas y temores y mi concha empezó a latir con fuerza. Parecía que iba a saltarme del cuerpo y hacía que me mojara.

Sentí deseos de completar nuestro acto con una escena de lujuria. Sus ojos así me lo pedían. Juntó el pulgar y el índice y los ubicó en la base de su pene y empezó a moverlo, sacudiéndolo, exhibiéndome su roja cabeza que había alcanzado el tamaño de mi puño cerrado. Menudo garrote para comer...
Pensé en lo hermoso que sería sentirlo frotarse dentro de mi concha, y lentamente dejé caer al suelo mi escasa pollera y mi remera. Estaba embelesado mirando mi culo solo con una magra tanga. Giré hasta ponerme de frente y me acarició mis tetas. Estábamos muy calientes los dos.
Mis pezones estaban parados y mis labios vaginales se asomaban a los costados de la estrecha tanga. Me quedé quieta, de pie junto a la cama sin saber lo que vendría. Me amasó las tetas suavemente y comenzó a chuparlas. Con un solo movimiento me desprendí de mi única prenda interior que cayó al piso.
Me frotaba y chupaba las tetas mientras otra mano me acariciaba las nalgas, metía sus dedos en mi agujero trasero, yo separaba las piernas y le dejaba que entrara ahí. Luego me arrodillé en la cama y me puse a chupárselo como loca, lamiendo sus bolas, y después a pajearlo como desesperada de ver semejante cosa que se culearía hasta mi alma. Lo pajeaba con mis dos manos de grande que lo tenía.
Me volví a poner de pie y de espaldas abriendo mi cola con ambas manos y mostrándole mi virginal y sedoso culo. Inmediatamente lo tuve detrás de mí besándome el agujero, la tan deseada entrada de mi culo.
Nunca en mi vida me habían culeado realmente y estaba ansiosa por probarlo. Me puse en cuatro patas sobre la alfombra dirigiendo mi agujero a su rostro, lo besó una y mil veces, me lo mordía, me agrandaba la entrada con su lengua. Ahhhhhhh
Él comprendió lo que esperaba en ese momento, respondiendo a mi deseo apoyó su cabeza rosada sobre mi esfínter húmedo que latía de placer, pedía dame, dame, dámelo todo!
Fue entrando muy despacio, me lo metió todo y sentís sus bolas frotando mis nalgas y sus gritos...
-Qué placer diosa! Que hermoso que es culearte! Que caliente que está adentro.... Ahhhh
Me dolía un poco pero al mismo tiempo sentía placer, un placer masoquista que se arrogaba darle mi carne para que gozara como un animal. Era una sensación que jamás había sentido, de total sumisión al macho. Me estaba culeando, se culeaba a su tía, dándome como loco, entrando y saliendo su pene apenas cabía en ese orificio. Cada vez que lo sacaba, arrancaba hacia fuera mi esfínter dándome placer y dolor al mismo tiempo.
Luego sentí cómo estallaba dentro y me inundaba la cavidad de caliente leche, y yo gemí, sí gemí como una puta desgraciada al acecho de su potro salvaje. Ahhhhhh – dije- rómpemelo todo, no pares hasta que me haga toda encima.
Tras su largo orgasmo lo sacó dejando mi culo chorreando leche sobre la alfombra. Yo estaba excitada como nunca, pasé la lengua por la alfombra saboreando su semen y lo miré con ojos de animal. Finalmente le arrebaté el miembro y me lo metí en la boca, hizo intentos de sacarlo porque le había quedado muy sensible tras el orgasmo, pero me lo metí en mi boca y empezó a retorcerse y a gemir de nuevo, mamé sacándolo de mi boca y produciendo un ruido de chupadas descomunal. Lo hice unas treinta veces.... hasta que su leche saltó de nuevo hacia mis labios.
La tragué toda, la paladeé como un manjar... la leche caliente de mi macho
Luego nos duchamos juntos, y en la ducha me chupó la concha, y yo le metí deditos en el hermoso culo que tiene y le dije: Qué ganas de cojerte con mi lengua y mis dedos querido sobrino.
Como respuesta me besó y metió su lengua hasta el fondo de mi boca.
Cuando salí del baño fui a la mesita de luz por los papeles, no fuera que me los olvidara por segunda vez, ya no tendría qué explicación dar a mi marido. Cuando me despedí me volví hacia atrás a verlo, sus ojos brillaban, creo que se estaba enamorando, y no sé yo... sino lo estaba ya...
Desde ese día me encamo tres veces a la semana con mi sobrino. Me visita toda vez que puede cuando mi marido no está. Estoy embarazada y no sé si el padre es mi marido o mi joven y adorado amante que me sigue cojiendo. Nunca dejaré de amar su miembro y sus arremetidas, aún me siga ardiendo el culo.... más aún ahora, pues el hecho de estar embarazada le despierta muchas más ganas... ya me está pídiendo que la primera leche de mis tetas sea para su boca.... que puta que soy.-
autor: que puta que soy.

14 comentarios - que puta que soy

Neo_Kf +1
Muuuyy bueno!!!... q buen momento!!!
Eli12837 +1
Me calentaste puta me gustó mucho el relato
bypass31 +1
Estaría bueno si sonará un poco real
ffll22
como me calento el relota bien trolita nena
juanybarro
Muy lindo tu relato, me dejó caliente
horrotika
caliente a mas no poder!! felicitaciones tia por su rol educativo y formador de su sobrino, disfrute
KaskasF
Si así sos te dedico una ya mismo