Julieta, la niña de Papá (Parte 2 +fotos)

Durante una semana Papá se escondió de mí. Lo sentía llegar más tarde de lo habitual. No cenaba, al menos no mientras yo lo viera. Tampoco pasaba tiempo en el estudio, pero nuevas botellas de whisky aparecían en el piso de su dormitorio todas las mañanas. Por la tarde, antes que llegara, solía hacerle la cama y limpiar el cuarto. Las botellas las llevaba al estudio donde las apilaba junto a las otras. Así guardaría una noción de cuanto tomaba. Era una manera de que quizá en algún momento recapacitara y lograra regresar a su vida normal, sin hábitos que lo maten lentamente. Pero no quería intervenir. Todos procesamos las pérdidas de diferentes formas, y ésta era la suya, más que cualquiera lo entendía.

Así pasaron dos semanas. Charlas de pasillo, cortas y de pura cortesía, con una tensa vergüenza que ninguno podía evitar demostrar. Él por haberme espiado, yo por no saber qué hacer para hacerlo sentir bien nuevamente. Era mi padre. Estábamos solos los dos ahora. Si yo no sabía como hacerlo sentir mejor, nadie lo haría por mí. Tenía que encontrar la forma de arreglar esta situación.

Lo espié durante tres días, anotando mentalmente los momentos en que llegaba y se iba. Apenas podía dormir de la euforia que me causaba espiarlo. La noche del tercer día me escondí en mi cuarto, pretendiendo dormir mientras estaba atenta a los ruidos que hacía al llegar. Sentí la puerta abrirse y cerrarse, las llaves al golpear el cuenco junto a la puerta, su abrigo contra el sofá, sus pasos por el corredor, pasando por mi cuarto hacia el suyo y desaparecer, camuflados en la alfombra de su dormitorio. Me moví despacito por la casa, con medias gruesas que suavizaban mis pasos hasta llegar a su dormitorio. Sentí la ducha desde el pasillo, la luz de las mesas de noche encendidas, y su sombra se proyectaba en el piso frente a mis ojos. Abrí un poco más la puerta del dormitorio para espiar hacia dentro al tiempo que él entornaba la puerta del baño en suite.


Julieta, la niña de Papá (Parte 2 +fotos)


No sabía que estaba buscando. Quizá alguna pista de algo más que lo haga sentir bien, algo más que el whisky. Sobre la cama había tirado toda su ropa. La botella de whisky nueva estaba en el piso, volcada, pero solo quedaba muy poco y no llegaba a volcarse. Los porta retratos con las fotos de Mamá estaban dados vuelta. Un cajón de la mesa de noche, el que siempre tenía cerrado con llave, estaba abierto y decidí espiar dentro. Estaba lleno de ropa interior, condones, y repleto de juguetes sexuales, vibradores y consoladores que seguramente usaba con Mamá. Por alguna razón, la euforia del espionaje se convirtió en una ráfaga eléctrica que nació en mi pecho y bajó hasta mi entrepierna. Ver esos juguetes y adivinar sus usos produjo una fascinación en mí insospechada. Sin pensarlo agarré un consolador de vidrio que estaba en el fondo y me lo escondí. Al hacerlo note una bombacha que me resultó familiar. Era mía. Bastante nueva. La inspeccioné y estaba usada, era evidente, y debajo habían dos más. Fue entonces que un sonido me sobresaltó y casi dejo caer el consolador. El sonido venía del baño. Al principio pensé que eran sollozos. ¿Mi padre llorando? Me asomé apenas para ver mejo y comprender la situación. Estaba en la ducha, el agua cayendo por su espalda ancha, sus gluteos apretados, los músculos de sus piernas marcados, tonificados. De espaldas a mí pude entender lo que hacía.


relato

Apenas había visto a un chico del liceo masturbarse en el baño para mostrarnos a las chicas como se hacía. Pero no había durado mucho antes que la directora entrara al baño y lo suspendieran enseguida. Papá estaba masturbándose y gemía fuerte bajo la ducha. Mi vista se nubló con el vapor del baño y un intenso placer comenzó a nacer en mí. Me encantaba el espectáculo que me mostraba sin saberlo. Solo quería que se diera vuelta un poco para verlo mejor. Y casi como si hubiera leído mis pensamientos, se acomodó para apoyarse contra la mampara. Tenía los ojos cerrados, la frente apoyada en su mano contra el vidrio. Gemía y suspiraba, su mano se movía más rápido. Su pene era enorme. La cabeza oscura, enrojecida, debía de medir unos seis centímetros de diámetro, y era tan largo que solo se movía en la mitad superior. El consolador que tenía parecía minúsculo en comparación. Quedé hipnotizada observándolo, escondida detrás de la puerta, mis dedos ya habían encontrado su camino hacia mi conchita, empapada por completo.

Imaginaba mis labios besando su pecho, su abdomen, su miembro duro golpeando mi lengua. Tenía tres dedos adentro y en la otra mano sujetaba el consolador que esperaba ansioso ser introducido. Mis dedos se movían cada vez más rápido. Ver la pija venosa y gruesa me estaba debilitando las piernas. Él seguía masturbándose, cada vez con más fuerza y velocidad. Desperté de mi ensueño cuando lo sentí gemir más fuerte. Estaba terminando, explotando, llenando de semen la mampara al tiempo que murmuraba algo. Al principio no entendí, pero lo siguió repitiendo. "Juli... te amo... te amo, Juli. Mi Julieta, mi amorcito.. mi niña"

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No me pude mover. Tenía mis dedos profundos dentro de mi cuerpo, y mi mente imaginaba como el semen caía despacio sobre mi cara y casi podía saborearlo mientras resbalaba entre mis labios. Pero tuve que despertarme y así como pude me escabullí fuera del cuarto, procurando el máximo silencio y una vez en el corredor. Corrí.


adolescente


Corrí a mi cuarto lo más silenciosa que pude. Sentía que no llegaría nunca. El camino se hizo eterno. No podía contener mi emoción, mi euforia, mi satisfacción de haber espiado a mi papito en su momento de mayor intimidad. Apenas cerré la puerta, despacio y lo más silenciosamente que pude, me eché en la cama y comencé a masturbarme torpemente mientras luchaba para sacarme la ropa. El consolador me gritaba silenciosamente para usarlo, probar como se sentiría entrando en mi cuerpito. No tardé en descubrirlo. Penetró suave y sin tranca alguna. Escurría tanto jugo que ya formaba un charco en las sábanas. Fue intenso, explosivo y tan rápido que me sorprendió. Ni intenté esta vez disimular mis gemidos y gritos. Si Papá escuchaba no me importaba. Ambos hacíamos lo mismo, y eso me excitaba cada vez más.


masturbandose


Ahora sabía que hacer para mi padre. Era el plan perfecto. Cuando mañana se vaya a trabajar, iría en busca de ropa de mi madre. Algo sexy, encantador, algo irresistible. Y así lo esparé...


Bueno, creo que acorté este relato porque me vinieron muchísimas ganas de tocarme. Hace diez minutos tuve que quitarme la bombacha porque estaba empapada, y me toqué un poco, pero ahora no puedo más. Pensaba darle un final hoy, pero quedará para la tercera parte. Espero que lo hayan disfrutado. Comenten, dejen muchos puntos, y si tienen alguna fantasía que quieran que incluya, comentenla o manden mensaje por privado. Los quiero mucho, amores. Besitos.

13 comentarios - Julieta, la niña de Papá (Parte 2 +fotos)

dandi34 +1
Me encantó tu relato, muchisimo morbo +10 para vos amor 😍
jpthejocker +1
Hermoso relato bebota!!! me calientan mucho. van puntos
eloycaba +1
uffffffffffffff sos divinaaaa, si queres pasate por mi post, te dejé bien merecidos puntines hermosa, que ganas de ser tu viejo.
horrotika +1
excelente!!! segui compartiendo, sos genial
koopa85 +1
va genial. que buena eres escribiendo. besos.
horac26 +1
Muy bueno el relato , espero ancioso el final , y como dijo otro por alli , dejame ser tu viejo bebota,,, jejejeje
Pd:pone fotos mas explicitas y alguna tuya también obvio
gazo95 +1
Que caliente se esta poniendo esto, el final sera lo mejor, estoy seguro....
Hombrellama +1
Me diste un calorr, me encanto quiero más... Te dejo los puntos besos hermosony súper caliente relato
fatalidad
qe rika hermosa mmmmm van + 10