Una chica curiosa. Capítulo 15

Una chica curiosa. Capítulo 15

Esta es la historia de Paula, una chica que a los 19 años la curiosidad la empieza a llevar por experiencias nuevas que cada vez resultan ser más intensas. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

Capítulo 15: La chica de Poringa!
   - Hola. ¿Vos sos Julieta?- Le pregunté y su sonrisa cómplice me indicó de que ella era la persona que había estado buscando.
   Se trataba de una chica alta, flaca, con excelentes curvas, unas tetas pequeñas pero divinas y una cola preciosa que se hacía notar por debajo del pantalón. Sus labios eran hermosos, bien rosas y carnosos, sus ojos verdes hacían juego con su remera y su pelo medio rubio y medio marrón le daba un toque único. Su sonrisa se intensificó al decirme que “sí” y noté como un escalofrío recorría todo mi cuerpo al notar su mano pasando con suavidad sobre mi hombro.

   Todo empezó un sábado a principios de Octubre. Estaba comprando algunas cosas para casa en el mini mercado de la esquina cuando apareció Lucila. Habíamos mejorado mucho nuestra relación después del trío con Nicolás, pero a pesar de que había sido una de las noches más excitantes de mi vida, decidí no repetirla por el momento y sobre todo no envolverme nuevamente con ellos de manera sexual. Pero no podía dejar de pensar y de imaginarme distintas escenas de nuestro encuentro, reviviéndolas casi a flor de piel y sintiendo parte del placer que había sentido esa noche.
   Lucila, me saludó como si nada y nos pusimos a hablar de mi facultad, ya que le había contado hacía unos días que estaba muy concentrada en unos trabajos prácticos. “Nico me tiene un poco abandonada” me dijo de la nada tras unos segundos de silencio. “Trabaja mucho y ya casi ni me atiende como corresponde” agregó mientras caminábamos hacia la caja. Sabía a dónde iba a parar con ese comentario y a pesar de que quería que me lo preguntara, una parte de mi sabía que le iba a decir que no.
   - ¿Hoy que hacés?- Preguntó de golpe y enseguida volvió a preguntar.- ¿No querés venir a casa, tomamos unos mates y charlamos un rato?
   Pero yo sabía hacia donde apuntaba en realidad y le dije que por el momento prefería no hacerlo. Sin embargo cuando salimos del mini y fuimos al edificio, Lucila insistió en vernos y que quería que nos juntemos un ratito para divertirnos. “Podemos hacer algunas locuritas” agregó cuando el ascensor llegó a la planta baja y yo intrigada le pregunté a que se refería.
   - Podemos sacarnos algunas fotitos y mandárselas a Nico para que se vuelva loco en el trabajo.- Dijo convencida y con un tono excitante.- ¡O mejor! Podemos sacarnos fotos y subirlas a Poringa para que todos las vean y comenten.
   Conocía la página, había entrado hacia un tiempo cuando nos enteramos con las chicas de la secundaria que una conocida nuestra era “poringuera” con tan solo 18 años, pero no frecuentaba la misma. Me sorprendió la soltura con la que Lucila me confesó que subía fotos a internet para que los demás la vieran, pero después caí en la cuenta de que si eso la excitaba, no iba a tener problema en decirlo. “Probá. Buscanos como LuliYNico y fijate si ves algo que te guste” terminó diciendo después de que rechazara su oferta. Esa misma noche me conecté a la página.
   “LuliYNico” tenían más de 50 post subidos, la gran mayoría de fotos de sus encuentros, en los que predominaban fotos de Lucila. ¡Era increíble! Hacía años que lo venían haciendo y habían probado de todo. Los primeros posts eran más bien clásicos, fotos de ella sola y después algunos teniendo sexo. Pero con el tiempo iban agregando cosas, como por ejemplo vestimentas, juguetes, consignas y aceptaban ofertas de algunos comentarios de hacer varios tríos. El primero que aparecía en un post de ellos era un tal Marcelo, un chico de Buenos Aires que aparentemente era amigo de Nicolás de cuando él trabajó ahí. Después había un segundo post de un trío con otro chico, bastante joven y al final había un video en el que se veía como le hacían una doble penetración a Lucila. Por último aparecía un tercer trío, esta vez con una chica, una tal Florencia de Córdoba que según contaban en la introducción, ellos la habían conocido por la página y habían viajado exclusivamente para estar con ella. ¡Mis ojos no daban crédito a lo que estaban viendo!
   Algunos comentarios me llamaban la atención, pero el que más me captó fue el de “RubiaAdicta” en ese post del trío que decía “Muy excitante! La próxima quiero uno conmigo. Besos”. Me animé a hacer clic en su nombre y entrar a su perfil. Era una chica alta, flaca, con el pelo amarillo claro bien largo, una cola divina y unas tetitas chiquitas pero preciosas. También tenía varios post subidos y en todos se mostraba ella sola divirtiéndose con sus manos, su ropa y en otras ocasiones con juguetes. Tenía comentarios de todo tipo, de hombres y de mujeres y ella respondía todos y cada uno de ellos. Enseguida me di cuenta de que era bisexual ya que en sus respuestas dejaba bien en claro que le gustaría acostarse con personas de ambos sexos y que se calentaba viendo sus post.

   Al día siguiente volví a entrar a la página y seguí indagando un poco más sobre la vida de Lucila y Nicolás. En uno de sus post volví a ver un comentario de “RubiaAdicta” y no me pude contener las ganas de entrar a su perfil. Había subido un post hacía tan solo unos segundos el cual contaba con varias fotos de ella tirada en la cama con distintos modelos de lencería erótica. El por lo terminaba tocándose con mucho entusiasmo la concha, en unas cuatro o cinco fotos que me calentaron por completo. Al otro día, volví a meterme a la página, pero en esa oportunidad fui directo al perfil de “RubiaAdicta”.
   Se empezó a volver casi una costumbre de mis noches, antes de irme a dormir me metía por unos segundos en Poringa y miraba algunas fotos o videos de esta chica que no conocía pero que lograba excitarme muchísimo. “Anímense” le contestaba a una pareja que le decía que le encantaban sus posts pero que tenían miedo de subir ellos material propio. Los post de esta chica se volvían más intensos y más calientes a medida de iba soltándose y sumando seguidores. Agregaba frases, imágenes, disfraces, y dedicadas a fanáticos que al parecer la seguían desde hacía mucho tiempo.
   Una semana después de que me enterara de esto, decidí hacerme un perfil. No tenía pensado subir imágenes, pero simplemente me lo hice pues me di cuenta que algunos post requerían de ello para verlos. “ChicaCuriosa” decidí que sea el nombre que me iba a identificar en mi vida anónima de Poringa, ya que el nombre correspondía a cómo me sentía en ese momento. Entre al perfil que siempre entraba y que se estaba convirtiendo en mi favorito y descubrí un nuevo post hacía tan solo unos segundos. “Genial” pensé.
   Las imágenes de la rubia adicta se habían vuelto mejores con el tiempo. Comenzaba con una foto de ella tirada en una cama, con las piernas semi abiertas, con poca ropa y muy provocativa. Continuaba con fotos de sus manos recorriendo todo su cuerpo y aparecían de golpe algunas tomas en blanco y negro. El post concluía con una foto de ella sentada en una silla frente a la cámara y con la imagen llegando hasta sus labios que se despedían con un beso. Todo extremadamente caliente. “Muy linda. Me gustó mucho” me animé a comentarle teniendo en cuenta que hasta el momento nadie más lo había hecho. Minutos más tarde, cuando pasé por otro perfil, descubrí que tenía un mensaje de ella.
   “Hola, gracias por pasar y comentar. Me llama mucho la atención tu nombre. Por qué sos curiosa?” me preguntaba. Dude unos segundos en responderle ya que no sabía que podía estar detrás del otro teclado. Pero cuál sería el problema, después de todo estaba ahí con la idea de disfrutar. “Gracias a vos por subir esas fotos tan lindas. Sos divina. Yo soy curiosa en cuanto al sexo, me gusta probar cosas nuevas y disfrutar” le respondí haciéndome un poco la atrevida. Entonces empezamos a hablar.
   Se llamaba Julieta, tenía 22 años (2 más que yo) y estudiaba arquitectura. Me contó que le gustaban tanto los hombres como las mujeres, pero que últimamente estaba teniendo más aventuras con algunas chicas, sobre todo con dos que había conocido en Poringa y que eran realmente excelentes a la hora del sexo. La curiosidad me mató y le pregunté qué era lo que más le excitaba de estar con una mujer. “Me encanta abrirlas de piernas y chuparles mucho la conchita. Me gusta ver la cara de placer que ponen” me contestó y sin pensarlo me metí una mano adentro de la bombacha y comencé a tocarme.
   Al pasar los días, seguimos hablando con Julieta. Era muy calentona pues apenas nos saludábamos ya me preguntaba cosas sobre mi vida íntima, como que me gustaba hace en el sexor, que me gustaba que me hagan, como la había pasado estando con mujeres y que disfruté más de mi noche con Noemí. Yo me dejaba llevar por la calentura y le contaba todo y ella me revelaba todas sus intimidades en un chat que se volvía más caliente a medida que pasaban los días. “Te dejo mi celu por si me querés mandar algo algún día que no esté conectada” me dijo ese viernes a la noche y después escribió su número. Yo le dije que no creía que la iba a contactar por ese medio, pero que lo tenía en cuenta. A pesar de eso, lo guardé enseguida.

   Al día siguiente nos juntamos con las chicas de la facu. La idea era salir a bailar y despejarnos un poco de tantos trabajos y apuntes que teníamos por leer. Nos reunimos en lo de Antonella con Noemí y Vanesa (que ahora estaba soltera pues se había peleado con Andrés) y después de una buena previa con tragos y música, terminamos en un boliche bailando como locas y tomando un poco más. No sé que me llevó a hacerlo, pero cerca de las 4 de la mañana, con algunos tragos encima, me senté en uno de los sillones, tomé el celular y decidí escribirle a Julieta. “Hola. Cómo va?” le envié sin saber que escribirle.
   La última conexión de ella era hacía una hora, por lo que me dio un poco de esperanza a que me contestara. Sin embargo el mensaje siguió ahí, sin ser visto por lo que me pareció una eternidad. Casi 10 minutos después veo que su estado cambió a “en línea”, leyó mi mensaje y comenzó a escribir. “Quién sos?” me preguntó y entonces me di cuenta que no le había aclarado mi nombre. “Soy Paula, la chica curiosa de P” le contesté sintiéndome algo estúpida de tener que explicarle eso. “Hola Pau! Todo bien? Acá divirtiéndome en un boliche con mis amigas. Vos? Solita?” me preguntó y se me dibujó una sonrisa en el rostro.
   No sé muy bien por qué lo hice, pero me atreví a decirle que estaba sola y aburrida en el boliche y que se me ocurrió escribirle a ella. “Dónde estas?” me preguntó después y cuando le respondí diciéndole el nombre del lugar ella enseguida lanzó una carcajadas y me dijo que estaba en el mismo lugar. Una sensación extraña recorrió todo mi cuerpo y enseguida me paré del sillón de donde estaba sentada y comencé a mirar en todas direcciones. “Te espero en la puerta del baño de mujeres. Te parece?” me escribió. Leí ese mensaje y comencé a caminar a toda velocidad.
   - Hola. ¿Vos sos Julieta?- Le pregunté y su sonrisa cómplice me indicó de que era ella.
   - ¡Hola Pau!- Me saludó emocionada y apoyó su mano sobre mi hombro para después abrazarme y darme un beso en el cachete.
   Comenzó a hablarme con total normalidad, como si fuésemos amigas desde hacía años y sin darse cuenta de lo nerviosa que yo estaba en ese momento. “Tenés el pelo más oscuro” le dije yo al ver que en ese momento lo tenía un poco negro. “Es mi color original” me dijo riéndose y agregó que hacía unos meses se había teñido toda de rubio pero que como no le terminó de gustar, se lo volvió a cambiar. “Acompañame al baño, porfis” me dijo y me tomó de la mano sin dejarme pensarlo ni un segundo.
   Se metió en uno de los cubículos y cerró la puerta después de que yo pasara. “Que linda que sos” me dijo acercándose a mí y me sorprendió con un beso que no pude esquivar. Automáticamente corrí la cara haciendo que nuestros labios se separaran y ella me preguntó qué pasaba. “Nada” le respondí y sus ojos verdes me cautivaron nuevamente dejándome inmóvil. “Es que nunca hice esto” le dije mirando alrededor y apreciando el ambiente. Ella me preguntó si no había estado ya con otras mujeres y yo le dije que sí, pero que no muchas veces y que había sido en otras circunstancias. Julieta pareció entender a lo que me refería ya que abrió la puerta, me tomó de la mano y encaró hacia la salida del boliche.
   - ¿Vamos a casa?- Me preguntó segundos antes de salir, pero nuevamente no me dio tiempo a pensar. Me dejé llevar por ella que paró un taxi, se subió y me llamó con la mano.

   - ¡Que linda que sos Pau! Más de lo que me imaginaba.- Me dijo en el ascensor del edificio en el que vivía, corriéndome el pelo de la cara y besándome apasionadamente.
   Me costaba creer hasta donde había llegado, estaba con una completa desconocida a punto de entrar a su casa para tener sexo y la idea me calentaba muchísimo. Julieta era hermosa, tenía una sonrisa preciosa y perfecta y un cuerpo divino el cual rozaba con el mío. Me tocaba muy delicadamente con sus manos y me besaba con sus labios de una forma en la que nunca antes me habían besado. Sentía la respiración cálida salir de su nariz y eso me provocaba un cosquilleo que iba desde mis pies hasta mi cabeza.
   Entramos a su departamento y me llevó directamente a su pieza. Tiró los zapatos a un costado y la cartera encima y se pegó nuevamente a mi cuerpo para besarme de manera apasionada una vez más. “Me encantan tus labios” me animé a decirle y ella aumentó su sonrisa provocando que yo me sonrojara. Era perfecta y yo me estaba dando cuenta. Definitivamente me gustaban las mujeres, pero ella me volvía loca.
   Nos fuimos recostando sobre la cama hasta que ella quedó encima de mí. Los besos se hacían cada vez más intensos y sus manos recorrían todo mi cuerpo de manera muy especial. Nos fuimos sacando la ropa y la piel empezó a jugar un papel más importante, con nuestros pechos tocándose y acariciándose mutuamente. Julieta bajó hasta mis tetas y las lamió despacio, humedeciéndome los pezones y logrando sacarme unos leves gemidos de placer. Nunca antes me habían besado así, de manera tan intenta y tan pura. Su boca era divina, hermosa y sus labios bien carnosos y perfecto. Siguió recorriendo mi cuerpo hasta mi cintura y cuando me sacó el pantalón supe lo que iba a hacer.
   “Me encanta abrirlas de piernas y chuparles mucho la conchita” me había confesado hacía algunas semanas cuando le pregunté qué es lo que más le gustaba del sexo con otra mujer. “Me gusta ver la cara de placer que ponen” me había dicho después y segundos más tarde entendí a lo que se refería. Su lengua recorría mi concha de manera muy excitante y sus labios me mojaban aun más de lo que ya estaba. Veía su cara subir y bajar entre mis piernas y su mirada desaparecía por segundos para volver a aparecer y penetrar en mis ojos. Era increíble el placer que me estaba provocando y no me podía contener. Me dejé llevar por la excitación y comencé a gemir y a suspirar de forma muy intensa a medida que su lengua recorría mi concha. Sentía que me mojaba toda y era gracias a ella.
   Julieta se levantó y volvió a colocarse sobre mi cuerpo. Su boca fue a mi cuello y empezó a besarme muy fogosamente mientras que mis manos recorrían su espalda y sus brazos. Sentía su respiración en mi oído y eso me gustaba muchísimo, definitivamente ella sabía crear un ambiente muy caliente. Despacito se fue corriendo hacia un costado, sin dejar de estar sobre mi cuerpo, y metió una mano entre mis piernas. Comenzó a tocar mis muslos mientras seguía besándome el cuello y los hombros. Me costaba creer que hacía tan solo unas horas estaba divirtiéndome con mis amigas en plena pista de baile y que en ese momento estaba suspirando por otra mujer.
   Entonces posó sus dedos sobre mi conchita y se dejó llevar. Empezó tocando mi clítoris y de a poquito iba bajando sus dedos recorriéndome por completo. Yo estaba muy mojada, nunca antes lo había estado de esa manera. Su mano iba por mi entrepierna de arriba hacia abajo y su boca se concentraba en mi cuello y en mis hombros. Podía sentir su respiración y su cuerpo rozando con el mío a medida que nos movíamos. Yo le acariciaba la espalda y una de sus tetas que había quedado al descubierto, mientras ella seguía concentrada sobre mi conchita. Sus dedos empezaron a meterse en mi cuerpo y no pude contenerme. Abrí bien grande la boca, pensado que iba a ahogar un gemido, cuando de golpe.
   - ¡Ay sí!- Dejé escapar entre mis gritos de placer y Julieta levantó la cabeza para mirarme con una sonrisa.
   Nos besamos con ganas y todo se volvió más salvaje. Dos de sus dedos entraron en mi concha al mismo tiempo que nuestras lenguas se encontraron. Mi mano que había quedado debajo de su cuerpo se abrió lugar hasta su entrepierna y ella me dejó lugar para jugar. Nuestras bocas se seguían besando de manera muy apasionada y nuestros cuerpos se rozaban y se acariciaban a medida que la temperatura subía. Ella comenzó a gemir cuando llegué a rozar su conchita con la yema de mis dedos.
   Nos seguimos divirtiendo y pasando un momento excelente que se extendió por varios minutos. Luego, Julieta decidió volver a bajar por mi cuerpo para darme un poquito más de placer oral, pero esta vez combinado con el toque mágico de sus dedos. Después me atreví yo a darle algo de satisfacción con mi lengua y ella me lo agradeció con un beso muy apasionado. Nos tocamos, nos besamos, nos acariciamos y disfrutamos juntas hasta que un buen rato después quedamos rendidas en la cama de tanto placer.
   Ella me miró fijo a los ojos y pude notar una mirada intensa en su rostro. Me preguntó que tal la había pasado y le dije que me había encantado. La claridad del día comenzaba a notarse entre las tablas de la persiana y sin embargo ninguna de las dos quería que la noche terminara. Volvimos a mirarnos y nuestros labios se encontraron una vez más en un beso totalmente mojado. Esa vez, fui yo la que me tiré encima de su cuerpo.


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3 comentarios - Una chica curiosa. Capítulo 15

exiliado-40 +1
excelente y caliente como siempre, viste una cosa poringa en realidad o ficción es una adicción jajajjaajajaj +5
HistoriasDe
Muchas gracias por comentar!!