Una chica curiosa. Capítulo 2

Una chica curiosa. Capítulo 2

Esta es la historia de Paula, una chica que a los 19 años la curiosidad la empieza a llevar por experiencias nuevas que cada vez resultan ser más intensas. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

Capítulo 2: Imágenes paganas
   Pasó solo una semana desde mi noche de curiosidad con Noemí y en ningún momento hablamos de lo que había sucedido. La verdad era que yo la estaba evitando de cualquier forma y a pesar de que ella se dio cuenta de lo que yo hacía, me excusaba atrás de un “estoy apurada” cada vez que se acercaba a mí por cualquier razón. Lo que había pasado esa noche había que guardarlo y olvidarlo todo. Yo era una chica buena, aplicada, querida por todos y deseada por muchos hombres a pesar de serle fiel a Lucio. No podía darme el lujo de pensar en estar con mujeres. Por lo menos esa era la forma en la que pensaba en aquel entonces.
   Exactamente una semana después de esa noche, decidí darle importancia a los mensajes que Noemí me había mandado a lo largo de todos esos días. “Perdón que no te respondí antes Noe, estaba medio a mil. Lo de aquella noche fue algo del momento, me dejé llevar por la situación. Pero ya está” le escribí convencida de mis palabras y de que ella iba a entender. Sin embargo su respuesta me puso a pensar una vez más: “En serio me vas a decir que fue algo del momento y nada más? Paula, podía escucharte gemir y disfrutar de lo que te estabamos haciendo. Está bien que no quieras hablar de eso ahora, pero en algún momento vas a tener que asumir que pasó” me escribió y mi mente volvió a pensar en el momento.
   Es que en realidad cada vez que me acordaba de esa noche, el principal recuerdo que se me venía a la mente era feliz. Su boca rozando la mía con un beso simple e inocente. Sus manos sobre mi espalda y luego recorriendo mi cuerpo. Sus labios por encima de mis pezones. Su lengua yendo de arriba a abajo sobre mi conchita mojada. Todo lo que pasó en esos minutos había sido excelente. Pero había sido placentero para mí porque me habían tocado y me habían practicado sexo oral. Después de todo yo estuve pensando en Lucio en un momento de la noche. “Pero cuando pensaba en él, pensaba en que nunca me había dado ese placer” me dije a mi misma. “¡Y obvio! Si nunca le pedí que lo hiciera de esa forma” dijo otra yo interior y la disputa en mi mente comenzó en ese instante. La conversación terminó cuando mi yo puritana desafió a mi yo curiosa a que le íbamos a pedir a Lucio que hiciera lo mismo que Noemí había hecho. “Vamos a ver que tanto te gusta…” dijo mi yo curiosa y la puritana se ofendió.

   - ¿Sabés que me gustaría?- Le comenté a Lucio cuando estábamos acostados en la cama esa noche después de ir a tomar algo a un bar.- Que me des mucho placer con tu boquita.- Le dije y me sentí una puta total. “Que puritana que sos” dijo mi yo curiosa que cada vez tomaba más protagonismo.
   - Me encantaría.- Dijo él y me besó los labios con pasión.
   Empezó bajando su boca por mi cuello y la diferencia se notó enseguida. Noemí había sido mucho más delicada, más suave, había logrado crear un momento de excitación pura tan solo con sus labios sobre mi cuello. Lucio en cambio era más brusco, más violento, más calentón y a pesar de que me gustaba mucho, en ese momento noté la diferencia y me di cuenta que lo que mi amiga me había hecho, me calentaba mucho más.
   Nos fuimos sacando la ropa hasta quedar totalmente desnudos. Lucio fue directo a mis tetas y las apretó bien fuerte con sus manos sacándome un gritito de sorpresa y empezó a chuparlas como loco. Parecía que la calentura había dejado lo romántico de lado y ahora estaba totalmente excitado. Pasaba su lengua de una a la otra y me lamía el pezón bien rápido de un lado al otro. Me gustaba mucho lo que estaba haciendo, no era la primera vez que estábamos juntos y ya lo había hecho así en más de una ocasión. Pero no podía dejar de pensar en cómo Noemí lo había hecho con esa suavidad y esa tranquilidad que tanto me había gustado.
   Lució siguió bajando su cabeza hasta quedar entre mis piernas y las levantó para ponerlas sobre sus hombros. “¿Querés que te la chupe mi amor?” me preguntó de repente y entonces me di cuenta de que el silencio de Noemí había generado un ambiente perfecto. “Sí” le respondí de manera simple pero cortante pues prefería que no dijera más nada. Pasó su lengua suavemente de abajo hacia arriba por encima de mi conchita y en ese momento un escalofrío se apoderó de mí.
   “Eso” pensé cuando lo hizo y después empezó a lamerme despacito. “Eso es lo que quiero” volví a pensar y sus labios comenzaron a jugar de manera muy suave por encima de los míos. Lucio estaba demostrando que también podía hacerlo de manera delicada y bien excitante como lo había hecho mi amiga. Sus lengua se movía despacio de un lado hacia al otro y a su vez de arriba hacia abajo, logrando que poco a poco me fuera mojando por completo. Veía como su cabeza ascendía y descendía desapareciendo entre mi cintura y mis piernas. ¡Su lengua era mágica!
   Me recosté sobre la cama para comenzar a disfrutar lo que él estaba haciendo y cerré los ojos relajándome en el placer. Pero una imagen pasó de manera rápida por mi cabeza: Noemí besándome. Abrí los ojos y la lengua de Lucio me hizo volver a la realidad. “Mmm así” le dije gimiendo y él, motivado, siguió chupándomela con ganas. Volví a cerrar los ojos y otra imagen pasó por mi mente: Noemí sobre mis tetas. Una vez más abrí los ojos y al recordar instantáneamente que era Lucio quien estaba entre mis piernas no pude hacer otra cosa que volver a gemir con ganas.
   Por tercera vez me recosté sobre la cama y cerré los ojos nuevamente. Automáticamente el recuerdo de mi amiga metida entre mis piernas besándome los muslos, apareció pero esa vez no volví a abrirlos, esa vez dejé que esa imagen se quedara ahí. Entonces Noemí comenzó a bajar por mis piernas hasta llegar a mi concha y cuando la empezó a chupar el placer se intensificó. Recordaba sus labios suaves por mi piel y su respiración agitada por encima de mi pubis. Me imaginaba su lengua pasando delicadamente por encima de mi clítoris y no pude evitar un gemido que denotaba placer puro. Su cabeza y su pelo entre mis piernas. Su boca calentándome a más no poder.
   - ¡Ay sí! - Grité y automáticamente me llevé las manos a la boca.
   - ¿Te gustó, mi amor?- Me preguntó Lucio que se levantó y subió hasta quedar acostado encima de mí.
   - ¡Me encantó!- Le dije y lo besé automáticamente.
   Lucio me recostó sobre la cama y se volvió a poner encima de mí. Abrí bien mis piernas y después de que nos tocáramos un poquito, pude sentir como su pija penetraba mi cuerpo. “¡Que placer!” pensó mi yo tradicionalista y enseguida recordó que mi yo curiosa debía estar llorando porque no tenía razón. Nos volvimos a besar con Lucio y cada vez él me cogía un poquito más rápido. Sus labios bajaron a mi cuello y sentía como me penetraba bien a fondo.
   - ¡Ay sí!- Gemí nuevamente sobre su oído y eso pareció motivarlo a darme bien duro.
   Sus manos me apretaban fuerte la cintura y su pelvis se movía bien rápido causando que su pija entrara y saliera de mi cuerpo. “¡Me encanta!” le dije una vez más al oído entre gemidos y Lucio me siguió cogiendo como loco. Entonces comencé a sentir un placer enorme que no había sentido la noche que estuve con Noemí, el placer de su pija entrando y saliendo de mi cuerpo a toda velocidad. Cada movimiento que él hacía lograba sacarme un gemido más fuerte que retumbaba por toda la habitación y que me volvía loca.
   Rápidamente me dijo que me diera vuelta y me puso en cuatro sobre el colchón. Él se arrodilló detrás de mí y segundos más tarde tenía otra vez su pija bien metida en mi conchita y sus manos bien aferradas a mi cuerpo. Me cogía igual de duro que antes y tuve que morder las sábanas para no gritar como loca. Era increíble el placer que él y su pija me estaban dando en ese momento. Me encantaba cuando me cogía así de duro y la pasaba muy bien.
   - ¿Dónde querés que te acabe?- Me preguntó tal como lo había hecho muchas veces.
   - Donde quieras.- Le dije yo tal como le decía cada vez que él me preguntaba.
   - ¿En la boquita?- Consultó él por más de que sabía la respuesta.
   - No.- Le dije mientras me seguía cogiendo.- Acabame en la cola.
   Lució continuó dándome con ganas hasta que ya no pudo más y sacó su pija de mi concha para acabar encima de mi cola, llenándomela de semen. Una enorme cantidad de leche salió de la punta de su pija y fue a parar encima de mi cuerpo que se seguía moviendo de manera acelerada. “Qué asco” pensó mi yo puritana, pero el placer que me había provocado esa noche de sexo lo justificaba todo.
   Él se recostó al lado mío y después de besarme me abrazó a la altura de la espalda. Nos quedamos callados unos instantes y después me preguntó cuándo me iba a animar a recibir su lechita en la boca. “No sé” le dije yo pero enseguida agregué que dentro de poco lo iba a hacer y así no insistió más.
   “¿Ves? ¿Ves que solo con una pija me pueden dar este placer?” le preguntó mi yo tradicionalista a mi yo curiosa. “Lo de esa noche ya fue” siguió con su argumento mientras que mi otra yo seguía callada. “Me encantan los hombres y nunca voy a pasarla igual de bien con una mujer” remató la yo puritana y tradicional, mientras observaba como Lucio agarraba su celular y empezaba a leer algunos mensajes. “Y sin embargo no parabas de imaginarte a Noemí cuando él te la chupaba” dijo de golpe mi yo curiosa.


CAPITULO 1

SIGUIENTE

OTRAS HISTORIAS:
VACACIONES EN LA PLAYA. CAPITULO 1
EL PROFESOR PARTICULAR (FANTASIA)
UNA DIOSA. CAPITULO 1

4 comentarios - Una chica curiosa. Capítulo 2

exiliado-40 +1
Ufffffffddf muy bueno,muy caliente,muy ratonero hermoso+4
HistoriasDe
Muchas gracias!!
amigolo +1
Muy buen relato. Van puntitos y besitos.
HistoriasDe
Muchas gracias por pasar!!
titcab +1
Me encanto van +10
HistoriasDe
Que bueno! Gracias
suaveplatense +1
Uff cuantas dudas. Muy buen relato
HistoriasDe
Jajaja me alegro que te haya gustado. Gracias por comentar