Una chica curiosa. Capítulo 1

Una chica curiosa. Capítulo 1

Esta es la historia de Paula, una chica que a los 19 años la curiosidad la empieza a llevar por experiencias nuevas que cada vez resultan ser más intensas. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

Capítulo 1: Experiencias nuevas
   Hoy en día me siento y miro hacia atrás y no puedo creer lo mucho que cambió mi vida. Esa chica tonta, inocente, simple y bastante ingenua ya no existe y en su lugar ahora hay una mujer mucho más inteligente, intuitiva, completa y que toma la iniciativa. Pero ¿cómo cambió tanto mi vida en solo un poco más de dos años? Podría decirse que la curiosidad fue lo que me llevó a cambiar tanto algunas decisiones y sobre todo a dejarme llevar.
   Me presento: Mi nombre es Paula y tengo 22 años, estudio kinesiología y trabajo en un local de ropa a la tarde. A decir verdad no hay mucho de mí que resalte, me considero una persona normal, con una vida como la de cualquiera. Sin embargo hace 3 años mi vida era bastante diferente a lo que es hoy en día, así que vamos a volver un poco atrás, cuando tenía 19 años, solo era una estudiante promedio de la facultad y salía con el que parecía ser un chico ideal.
   A Lucio lo conocí gracias a Juliana, una compañera de la secundaria, que me lo presentó ya que era un amigo de ella del barrio. Con el correr del tiempo Juliana y yo empezamos a llevarnos muy bien y nos juntábamos mucho con Lucio, Ornella y Ramiro, también amigos de ella. A mí me gustaba mucho Lucio, era obvio eso, después de todo ¿quién no se iba a imaginar algo con el chico divino, alto, de cuerpo excelente, pelo rubio y ojos claros? Pero como él era 2 años más grande que yo y cuando nos empezamos a juntar yo era una simple chica de 16, no pasó nada entre nosotros hasta que terminé la secundaria y por fin estuvimos juntos. Con el correr de las semanas nos seguimos viendo y empezamos a tener algo aunque sin título alguno.
   Entre estudios y complicaciones de horario, el grupo se fue desmoronando y a pesar de que Lucio y yo nos seguíamos viendo, el resto pasó a plano secundario y los compromisos terminaron haciendo que las juntadas y reuniones fueran muy de vez en cuando. Eso terminó recayendo en que él y yo ya no nos viéramos como antes, aunque nos la ingeniábamos para estar juntos algunos fines de semana. Sin embargo esta historia no empieza con una anécdota con Lucio, sino de una noche muy rara junto a mis compañeras de la facultad.
   En el grupo de chicas somos 5: Antonella, Noemí, Fabiana, Vanesa y yo. Con las primeras dos somos muy amigas, pasamos mucho tiempo juntos y casi que llegamos a ser inseparables. En ese año nos hicimos más amigas que nunca ya que las otras dos se pusieron de novias con Fernando y Andrés respectivamente, por lo que las juntadas y salidas se redujeron en muchas oportunidades a nosotras 3. Esa noche a mediados de Junio, con Anto y Noe decidimos salir a bailar y pasarla bien.
   - Está bien que Fabiana se juntaba con Fernando, pero Vane podría haber venido.- Dijo Antonella bastante ofendida con las chicas porque otra noche más nos habían dejado solas.
   Con Noemí nos miramos y decidimos no decir nada pues conocíamos a nuestras amigas y no queríamos entrar en conflicto. Nos gustaba salir a bailar, tomar algunos tragos y divertirnos entre nosotras. Era muy raro que en una noche dejásemos a nuestras amigas para irnos con algún chico ya que siempre decíamos que si salíamos entre amigas, teníamos que terminar la noche con amigas. Eso no significa que de vez en cuando algún chico lindo aparecía en escena y alguna de nosotras decidiera pasar un buen momento con él.
   Esa noche apareció Santiago, un chico muy lindo, de ojitos claros y sonrisa divina, que después de invitarme a bailar algunas canciones me dijo de tomar algo y me llevó hasta la barra para alejarme un poco de las chicas. Conversación va, palabras vienen y terminamos a los besos, un poco mimosos, contra una de las paredes del boliche. Pero como yo no estaba muy convencida de querer estar con él, ya que las imágenes de Lucio seguían apareciendo en mi mente, terminé volviendo con las chicas que indignadas me decían que tenía que haberme quedado con él.
   - ¡Boluda! Está re bueno el pibe.- Me dijo Antonella riendo apenas salimos del boliche.
   Nos tomamos un taxi entre las 3 y después de dejarla Anto en la casa, fuimos hacía lo de Noemí. Teniendo en cuenta que yo vivía muy lejos del lugar donde habíamos ido a bailar, me fui a dormir a la casa de ella algo que solía hacer en más de una noche. Llegamos a su casa y después de un vaso con agua y de pasar por el baño, nos acostamos ella en su cama y yo en la marinera. Entonces empezamos a hablar de chicos, en especial de Lucio y de Santiago.
   - Para mí que tenés que olvidarte de Lucio.- Me dijo en un momento Noe y por más que a mí no me gustó ese comentario dejé que me siguiera hablando.
   Según ella, Lucio me estaba usando. “Hace como 3 años que están en algo” me decía y después explicaba su opinión argumentando que si él de verdad me quisiera ya me hubiese propuesto algo más serio. “Vos necesitás estar con alguien más para date cuenta de lo que querés” insistió y entonces le dije que se callara porque ya no me gustaba lo que estaba diciendo. “No te enojes tonta” me dijo bajando de su cama, acostándose al lado de mí y dándome un abrazo.
   - ¿Y vos? ¿No estás en nada con ningún chico?- Le pregunté yo teniendo en cuenta que ya habíamos hablado mucho de mí.
   - No.- Me respondió ella cortante.
   - ¡Dale tarada! ¡Contame!- Le insistí yo.- Alguien tiene que haber…
   - Bueno sí.- Confesó ella.- Alguien hay. Pero no es nada importante, así que ya fue.
   Seguí preguntándole para que me contara de quien se trataba y sin embargo mi amiga se las arreglaba para no decirme nada de lo que le pasaba. ¿Quién era ese chico? ¿Por qué no quería contarme nada Noemí?
   - ¿Es lindo por lo menos? – Le pregunté de golpe.
   - Sí, sí. Es linda.- Me dijo ella y entonces la miré fijo.
   A pesar de que la habitación estaba a oscuras, algo de luz entraba por la ventana y nuestras miradas se cruzaron un segundo. “¿Linda?” le pregunté para ver si había escuchado bien. Ella reafirmó lo que yo acaba de escuchar dejándome en claro que a Noe le gustaba una chica. No podía creer lo que me estaba contando. Una sonrisa extraña se dibujó en mi rostro y no pude hacer otra cosa que preguntarle si era lesbiana o bisexual. “No sé” me respondió ella pero enseguida agregó que sentía cosas cuando veía a algunas chicas. “¿Y qué sentís?” seguí preguntándole y ella a pesar de que no sabía muy bien que decirme me contestaba como podía.
   - ¿Y qué se siente besar a otra chica?- Le pregunté después.
   - ¿Nunca lo hiciste?- Me consultó ella.
   - No.- Le respondí yo.
   Noe me miró fijo y despacio se fue acercando a mí. Sentí como su cuerpo se ponía en contacto con el mío y como su mano me abrazaba por la espalda. Su cara se acercaba cada vez más hacia mí y podía sentir su respiración lenta y cálida. Sus labios estaban a solo centímetros de los míos. Me besó. Fue algo raro y suave. Diferente. Cerré mis ojos y cuando me di cuenta estaba besando a mi mejor amiga.
   Entonces ella se alejó y volví a abrirlos sin poder creer lo que acababa de pasar. “¡Wow!” exclamé sin saber que decirle y ella me preguntó si me había gustado. “Fue… Distinto” le contesté yo sin saber muy bien que decirle y cuando ella me miró poco convencida le dije que sí, que me había gustado. Para mi sorpresa Noemí volvió a acercarse a mí y me besó una vez más, aunque en esa oportunidad, fui yo la que se alejó después de unos cortos segundos.
   - ¿Y alguna vez estuviste con una chica? Sexualmente hablando me refiero.- Le pregunté tras unos segundos de silencio incómodo.
   - Sí.- Me respondió ella.
   Era raro, Noe y yo éramos muy amigas y sin embargo nunca me había contado nada de eso. ¿Por qué? Era obvio que debía tener miedo de que las chicas y yo pensáramos mal de ella por eso. Por unos segundos sentí la sensación de decirle que podía confiar en mí para hablar de ello, aunque después me contuve ya que no quería presionarla. Pero en ese momento cayeron en mi muchos recuerdos de cuando hablábamos de chicos y ella siempre estaba cayada, o cuando criticábamos el atuendo de alguna chica, ella solía no emitir muchos comentarios.
   - ¿Y qué se siente?- Le pregunté una vez más.
   - ¿En serio querés saber?- Me consultó ella acercándose más hacia mí y apretando su mano en mi espalda.
   - Sí.- Le dije yo segura mirándola fijo a los ojos.
   Noemí volvió a besarme una vez más, pero en esa oportunidad lo hizo de manera más apasionada. Se sentía raro, distinto más que nada. Sus labios eran mucho más suaves que los de Santiago que había besado esa noche y la sensación de tocarlos era completamente diferente. Su mano de a poco comenzó a bajar por mi espalda hasta llegar a mi cintura y me provocó un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. Lentamente me fue levantando mi remera hasta sacármela y ahí sus labios comenzaron a bajar por mi cuerpo.
   Sus besos en mi cuello eran muy delicados, suaves y me gustaban mucho más que los besos que me daba Lucio cuando estábamos por tener sexo. Su mano sobre mi espalda me acariciaba lentamente, provocando que se me erizara la piel. Me fue acostando boca arriba y ella se colocó encima de mí, poniendo su cuerpo entre mis piernas. Su boca se seguía moviendo por encima de mío y a pesar de que no era a lo que estaba acostumbrada me gustaba. Una sonrisa se dibujó en mi rostro y me dejé llevar por mi amiga.
   Llegó hasta mis tetas y las tomó muy gentilmente, algo totalmente distinto a lo que solían hacer los chicos. Despacio, las empezó a besarlo, haciéndome sentir el calor de sus labios por encima de mis pechos. De a poquito se iba acercando a los pezones causando que la excitación de a poco apareciera en mi cuerpo. Suavemente les pasó la lengua y enseguida los puso bien duritos. Noté en ese momento como de mi boca se exhalaba un gemido casi silencioso, pero que llegó a los oídos de mi amiga haciéndole entender que disfrutaba lo que estábamos haciendo.
   Siguió bajando por mi panza con su boca, besándome por toda mi piel de manera simple pero muy estimulante. Llegó a mi cintura con sus labios y sentí un cosquilleo que se prolongó hasta mi nuca. Entonces lo que pensé que podía llegar a pasar, pasó. Noemí me bajó la bombacha y abrió mis piernas con suavidad para luego meter su cabeza entre ellas. Sus manos pasaron lentamente por mis muslos y sentía su respiración agitada en mi piel. Comenzó a darme besos casi imperceptibles y silenciosos por todas partes, los cuales me gustaba cada vez más. Me dejaba llevar por el momento.
   Despacito me besó en la conchita y mi primera reacción fue cerrar las piernas, pero no pude, ya que ella estaba en el medio y despacito me las fue abriendo de nuevo. El segundo beso ya fue mucho más placentero y al igual que antes, logró sacarme un gemido casi inaudible. El tercero vino acompañado de un movimiento suyo de lengua que provocó que me mojara de manera imprevista. Lentamente mi amiga empezó a chuparme la concha y me encontré cegada por el placer que eso me provocaba.
   Sentía su respiración agitada de su nariz sobre mi pubis, mientras que su lengua y sus labios mojaban mi conchita que se iba calentando segundo a segundo. Sus manos apoyadas suavemente sobre mis muslos iban abriendo mis piernas cada vez más, permitiéndole a ella moverse con más comodidad. No podía creer lo que estaba viviendo. Cerré los ojos y estiré los brazos tratando de disfrutar cada segundo que pasaba. Pero los nervios también estaban presentes y a pesar de que me gustaba lo que estaba viviendo me seguía preguntando si estaba bien.
   Entonces la lengua de Noemí subió hasta mi clítoris y una oleada de placer me hizo olvidar de lo que estaba pasando por mi cabeza. Me concentré en la satisfacción que me causaba la lengua de mi amiga moviéndose sobre mi clítoris y los gemidos que eso me probocaba. Nunca antes había sentido algo así, nunca me había mojado tanto con sexo oral, nunca me la habían chupado de esa manera. Ni siquiera Lucio que lo había hecho un par de veces me había logrado calentar muchísimo… ¡Lucio!
   - Pará Noe, pará.- Le dije suave entre gemidos y ella levantó la cabeza.- No da. No da.- Agregué al ver su mirada de desconcierto.
   Me levanté un poco para alejarme de ella y Noemí se arrodilló sobre el colchón, me miró un poco desilusionada pero enseguida le dije que yo no era lesbiana y que no quería que ella se confundiera. “Nada que ver Pau” me respondió ella excusándose pero yo había vuelto a la realidad y lo que estaba haciendo no estaba bien. Noe me pidió disculpas pero yo le dije que no era necesario, a su vez le pedí que por favor olvidáramos lo que había pasado. Pero ella no lo iba a olvidar.
   Nos acostamos nuevamente, cada una en su cama y a pesar de que ella intentó excusarse de que lo que había sucedido argumentando que no estaba mal, yo casi que no la escuchaba. Me había gustado, me había excitado. Sus besos, sus labios, su lengua, sus manos, todo me había calentado mucho. Pero a mí me gustaban los hombres. ¿Cómo es que había pasado? Todas esas preguntas que le había hecho sobre su vida sexual me habían llevado hasta ahí. Todo eso había pasado por que yo me estaba convirtiendo en una chica curiosa.


SIGUIENTE

OTRAS HISTORIAS:
VACACIONES EN LA PLAYA. CAPITULO 1
UNA DIOSA. CAPITULO 1
UN GANADOR. CAPITULO 1

7 comentarios - Una chica curiosa. Capítulo 1

makerov +1
excelente historia!!! así vendrán más!
HistoriasDe +1
Gracias! Esto es solo el comienzo
suaveplatense +1
Muy bueno. Suena muy prometedora esta daga
HistoriasDe
Gracias! Espero cumplir las expectativas!!
amigolo +1
Muy buen relato. Van puntitos.
HistoriasDe
Gracias por comentar y por los puntos!
exiliado-40 +1
Tu fin es matarme lo estás logrando vos me vas a matar no así no +4
HistoriasDe
No para nada! No quiero que nadie muera, solo que disfruten!
2018jus +1
A veces hay que tener la cabeza abierta y dejarse llevar. No está mal, si hace bien y nadie sale lastimado
HistoriasDe
Obvio!!
Gracias por pasarte