Masaje protatico Lima

Era el verano del 2012 y unas hernias lumbares me llevaron por primera vez en mi vida a un quirófano. Posteriormente a la operación el doctor me recomendó que iniciara terapia física con urgencia para poder completar totalmente mi recuperación. Fue así como de pura casualidad me hicieron un masaje prostatico en Lima.

Consulte en la clínica donde me operaron y mi seguro no cubría totalmente la terapia que me solicitaron, tan solo me brindaban algunas sesiones en donde me pondrían compresas en frio y en caliente. Las primeras sesiones me atendió una chica bastante simpática y muy amable en el trato: siempre sonriente y hasta coqueta con los pacientes. Quién diría que esa misma flaquita me haría mi primer masaje prostatico en Lima.

Con el paso de las sesiones, fui ganando confianza con la muchacha que me atendía. Le explique el motivo que me llevo a las terapias y el inconveniente que tenia con mi seguro. Ella me comento que además de hacer terapias en la clínica, también trabaja en un centro de terapia física por el jirón de la unión y si gustaba podía ir a visitarla en las tardes para que me haga los masajes que me solicitaron. No imagine que allí conocería lo que es el masaje prostatico en Lima.

Esa misma tarde fui al Jirón de la Unión, llegue a la galería Vía Veneto y busque el local de mi terapista. En mi búsqueda note que varias de las tiendas que estaban en la parte final de la galería ofrecían servicios de masajes. Unas señoritas te abordan para ofrecerte el mejor masaje prostatico en Lima y te invitan a pasar para que pruebes sin compromiso su “servicio”. Una de las coquetas señoritas ya me estaba metiendo a su local cuando apareció mi terapista y me salvo de la situación.

Rocío, así se llama mi terapista, acababa de llegar cuando noto el acoso del que fui víctima. Abrió su local, se puso su chaqueta blanca y me llevo al ambiente posterior donde había una camilla para los masajes y un armario que permaneció cerrado. Antes de que empiece con la sesión, le lance la pregunta a quemarropa: “¿Tu también haces masaje prostatico en Lima?”.

Se puso roja pero luego de un respiro me dijo: “Tu no vienes por eso o sí?”

– No en principio, pero me gustaría probar. Podrías? – Le dije. Me sonrió con esa coquetería que le caracteriza y me dijo espérame un momento. Abrió el armario y saco un porta terno y salió del cuartito. Yo me acosté en la camilla esperándola. Después de unos minutos volvió. Había regresado más sensual que nunca, se puso un baby doll de diablita que me erecto desde que la vi. Se me acerco y se trepo encima de mí, me acaricio el rostro y el cuello y me susurro al oído: “prepárate para que recibas el mejor masaje prostatico en Lima”. Y verdad que si, esa fue quizá la mejor experiencia que tuve, tanto así que semanalmente visito a Rocio y hacemos sobre esa camilla masajes muy excitantes que no solo me liberan del stress sino que me relajan totalmente.

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