Un verano caliente. Capítulo 19

Un verano caliente. Capítulo 19

Esta es la historia de Julián, un chico de 23 años que después de pasar el mejor verano de su vida nos cuenta las historias que vivió y nos mantiene calientes en este invierno frío. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 19: La sorpresa
“Qué haces?” fue el mensaje que me levantó el sábado al medio día. Miré a mi alrededor y Noelia dormía a mi derecha y Mariana a mi izquierda. Me levanté de la cama sin intentar despertarlas, pero las dos se desvelaron al ver que me movía. Llegué al escritorio y agarré el celular para ver un mensaje de Cecilia. Ahí recordé lo que había pasado la noche anterior, el cumpleaños de Santi, los besos de Noelia, el taxi juntos, las dos chicas desnudándose, tocándose, chupándomela, y por último las dos en cuatro mostrándome su culo en primer plano.
“Recién me levanto. Dejame que me despeje y hablamos. Dale?” Le respondí al ver que Noelia y Mariana se levantaban de la cama y se empezaban a cambiar. Una vez que estuvieron listas desayunamos algo rápido y se fueron cada una a su casa. Cuando cerré la puerta me quedé unos segundos parado, recapitulando lo que había pasado, todavía no lo podía creer.
Empezamos a hablar con Ceci por whatsapp y ella me contó que se había re embolado el día anterior en su casa y que tenía muchas ganas de salir esa noche con sus amigas. Me preguntó si quería ir al club esa tarde, pero le dije que no, que prefería quedarme en casa. Me preguntó si podía venir a casa y le dije que no tenía problema. Lo primero que se me cruzó por la cabeza fue tener sexo en la tarde, pero cuando me fui a bañar me di cuenta que mi pito me pedía un descanso, después de todo la noche anterior lo había hecho trabajar bastante.

Cecilia vino tipo 5 de la tarde. Preparé un licuado con unas galletitas y nos sentamos en el comedor a hablar al pedo mientras mirábamos la tele. Ceci era una chica muy agradable y alguien con quien se podía charlar. Me contó sobre sus amigas con las que iba a salir esa noche y como había quedado su relación con sus amigas después de la noche de la fiesta en mi casa. Nos besamos un rato después de hablar, pero no pasó a mayores.
- Me reservo para mañana.- Me dijo entre besos.- Si te portas bien te vuelvo a regalar la cola.- agregó después.
Y no tenía pensado portarme de otra manera, o eso creía. No pasaron ni 10 minutos de que Cecilia se fue que me llegó otro mensaje, pero no era de nadie que esperaba. No era ni de Noelia, ni de Mariana, ni de Celeste o incluso se me ocurrió pensar que podía ser Soledad (mi ex novia de la secundaria), no. Era de Martina y decía: “Me aburro”. Al principio pensé que se había equivocado y le dije que era yo al que le había mandado y ella me respondió “Ya sé. Te lo quería mandar a vos bobi”. Ahí empezamos a hablar.
Le pregunté qué hacía, que tenía pensado hacer, traté de darle conversación, pero ella me daba vueltas con que esa noche no hacía nada y estaba aburrida. A eso de las 9 de la noche, después de hablar casi una hora se me ocurrió preguntarle si quería venir a comer a casa, que podíamos hablar con Ema, Tati y alguien más y comer algo, a lo que ella respondió: “Dale! Pero yo sola. Quiero ser una invitada VIP jaja”. Enseguida me di cuenta lo que pasaba, Martina quería pija y para mi sorpresa, quería la mía.
Me sorprendió bastante, ya que pensé que la noche que habíamos estado en el trío con Cecilia había sido algo experimental para ella. Pero aparentemente no, aparentemente se había quedado con ganas. Acomodé un poco la casa y saqué unas hamburguesas para cocinar (casi no había comida en casa) y cuando llegó empecé a preparar las cosas. De cara dura le pregunté por qué me había mandado un mensaje a mí, en realidad quería que me confesara que quería sexo, pero ella me dijo que las chicas todas hacían cosas por separado y que sabía que yo tenía la casa sola y que se le ocurrió decirme. Después nos sentamos a comer y a pesar de algún que otro silencio seguimos hablando normal. Cuando terminamos sugirió ver una peli así que pasamos al living y trató de elegir alguna. Casi 20 minutos después de leer títulos puso una comedia romántica de esas pedorras que aparentemente a ella le gustaba. Pero no vimos ni los primeros 15 minutos de la película.
Al principio Martina se hacía la tímida. Le tiré la boca dos veces, pero me esquivaba. A la tercera que me corrió la cara y me calenté, la miré fijo y después de agarrarla de los cachetes le di un beso. Esta vez me lo aceptó y me devolvió el beso poniendo sus brazos en mis hombros. Marti besaba muy bien, con bastante lengua y con ganas. Pero solo nos besamos por unos minutos y ella se alejó.
- No para.- Me dijo corriéndose para un costado.
- ¿Qué pasa?- Le pregunto. Temía una idea de que podía pasar por su mente, pero prefería no saber.
- Es por Ceci.- Me dijo confirmando mis dudas.- Ella es mi amiga y no me parece bien hacer esto.
- Martina, acabamos de besarnos.- Le digo como diciendo “no jodás”.- Aparte es obvio que tenemos ganas. La pasamos muy bien la otra vez, no demos vueltas cuando los dos queremos lo mismo.
Me costó un rato convencerla y de hecho no vale la pena que les cuente todo el “sí” y el “no” que nos dijimos, pero al final le dije que Cecilia no se iba a enterar y mientras le tocaba las piernas y le acariciaba el pelo ella aceptó, pero que no podíamos decirle a nadie. Así volvimos a besarnos, ella un poco tensa todavía, pero besarnos en fin. Así que decidí ayudarla a relajarse.
Después de sacarle la remera y el corpiño fui bajando por su pecho dándole besos en todas partes. Así fui bajando bien despacito, pasando por su pancita divina, su cintura y cuando llegué al short se lo arranqué casi con furia revelando una tanguita muy diminuta de color verde clarito. La miré y ella me sonrió algo sonrojada y se la bajé hasta los tobillos. Le abrí las piernas y le empecé a chupar la concha.
En ese momento Martina se entregó completamente. Ya no oponía resistencia y de hecho parecía que todos los problemas a estar conmigo se habían ido. Yo le fui chupando primero los labios y después se los abrí con los dedos y le metí mi lengua bien a fondo. Escuchaba la respiración profunda de Marti con cada movimiento que hacía. De a poco fui probando con los dedos, pero me di cuenta que no hacía falta que fuera despacio porque ella estaba muy mojada. Levanté mi viste y pude ver la misma cara de placer que había visto hacía 15 días. No hacía falta seguir, Martina estaba lista.
Me paré, la acomodé contra el borde y me agaché para metérsela. Estaba listo para entrar cuando ella me empuja para atrás y me pide que me ponga un forro. Yo fui corriendo hasta mi pieza y busqué en el cajón y cuando volví ella seguía acostada, con los ojos cerrados y una mano adentro de su conchita. Se la corrí y después de ponerme el forro como si fuese flash me la empecé a coger.
Ella puso sus manos en mis hombros y a medida que iba entrando más a fondo las apretaba cada vez más fuerte. De a poco fui agarrando velocidad, hasta estar cogiéndomela como loco. Martina levantaba cada vez más sus piernas, dejando su conchita cada vez más expuesta y más fácil de penetrar. Sus caras de placer aumentaban a medida que me la iba cogiendo, tenía los ojos cerrados, los labios apretados y de vez en cuando hacía muecas que demostraban que le gustaba como me la estaba cogiendo.
Pero la pose era algo incómoda ya que yo tenía que estar arrodillado sobre el aire, por lo que le pedí que se pusiera en 4. Ella obediente, cumplió. Se dio vuelta y apoyó sus rodillas contra el borde del sillón y sus brazos sobre el respaldar, paró su colita (su hermosa y terriblemente excitante colita) y giró la cabeza para mirarme. Me tiró un beso que yo le devolví segundos después. Le pegué un buen chirlo en los cachetes y le apoyé mi verga en la concha. Empecé a empujar hasta que estuvo completamente adentro.
Martina parecía una puta como se movía para todos lados. A pesar de que la agarré de la cintura y de que me movía para adelante y para atrás, era ella la que llevaba la situación con sus movimientos, era ella la que mandaba en ese sillón. Lo que me demostró que su timidez de la noche con Cecilia se debía a que seguramente (y después lo iba a comprobar que era así) ese había sido su primer trío. Pero ese día estaba completamente suelta. Llevaba la cintura para adelante y para atrás cogiéndome a mí, que ya casi me había quedado quieto con las manos sobre sus caderas. Se volvió terriblemente loca. Empezó a moverse casi como epiléptica y sacudía la cabeza para adelante y para atrás, cuando empiezo a sentir como un liquido que sale de su concha pega en mis muslos y empieza a caer. Estaba acabando.
Enseguida se levantó se paró y me empujó sobre el sillón quedando yo sentado. Se acomodó con ambas piernas al lado y se sentó encima de mí que le sostenía la pija para que entrara sin problema. Me abrazó por el cuello y yo pasé sus manos para su espalda hacia la altura de su cintura. Volvió a moverse, todavía con ganas. Veía sus gestos en primer plano, sus caras de placer, su mirada clavada en mis ojos, su boca semi abierta exhalando cada vez más fuerte. Puse mis manos sobre su culo y se lo apreté con ganas, me volvía loco ese culo. Cuando lo hice ella cerró los ojos por un segundo y cuando los volvió a abrir me sonrió y retomó la velocidad.
Se movía como hacia adelante y hacia atrás como una sacada. Tiró su pecho hacia atrás, pero yo selo sostenía con mis manos aun en su culito. Ella me agarraba fuerte de la nuca para no caerse, pero no paraba de moverse. Volvió a acabar, esta vez una cantidad mucho mayor que antes. Cuando lo hizo me miró y me dijo algo con los labios que no entendí. Martina estaba en la plena. ¡Era multiorgásmica!
Me calentó tanto verla así, jadeando con la boca abierta, con el pelo revuelto, los ojos casi cerrados y transpirando de placer, que no se me ocurrió otra cosa que levantarla y llevarla contra la pared, repitiendo una de las poses que había aprendido ese verano gracias a Celeste. A Martina la tomé por sorpresa, pero tuvo tiempo a abrazerme con sus brazos y piernas antes de que la estampara contra una pared. La manoteé bien fuerte del culo y la empecé a subir y a bajar con ganas. Ahora era yo el que dominaba la situación.
Ella no fue capaz que contener los gemidos de placer. Me besaba para intentar apagar sus gritos, pero a mi me encantaba escucharla gritar, me motivaba cada vez más. Clavó sus uñas en mi espalda y cerró bien fuerte los ojos, se venía una tercera. ¡Y acabó! Nuevamente sentí como un chorro importante y caliente salía de su conchita, casi al mismo tiempo que yo empezaba a largar la leche. Llené el forro de semen a tal punto que cuando se la saqué parecía que iba a explotar.
Nos tiramos en el sillón los dos desnudos. Y nos pusimos a ver la película haciéndonos los que entendíamos que pasaba, pero no pudimos. Al rato nos cambiamos y después de unas palabras sin sentido ella se fue. Me hizo jurar que no iba a decir nada, yo le prometí que me iba a quedar callado. Después de ordenar un poco todo me voy a mi pieza para meterme en la cama cuando veo que tenía un mensaje. Otra vez una sorpresa: “Me encantó lo que hicimos, no veo la hora de repetirlo.”


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