Un verano caliente. Capítulo 10

Un verano caliente. Capítulo 10

Esta es la historia de Julián, un chico de 23 años que después de pasar el mejor verano de su vida nos cuenta las historias que vivió y nos mantiene calientes en este invierno frío. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 10: Tres son multitud
Las repercusiones de mi noche de sexo con Cecilia llegaron antes de lo que me imaginaba. Apenas llegué a mi casa esa noche a las 6 de la mañana, veo que tenía un whatsapp de Noelia que decía: “Cualquiera lo que hiciste”, que no hiso más que darme un ataque de risa. Había conseguido mi objetivo, acostarme con la culona, con Ceci. Pero el problema es que yo no quería que Noe se entere y se enteró. Al día siguiente, 31 de Diciembre, cuando fuimos al club para pasar un rato con los amigos, las tetonas nos evitaron toda la tarde. Noe, Mariana, Luciana y Estefanía no nos dieron no bola a los pibes. Pero nosotros ni nos preocupamos y nos fuimos con las culonas.
Era obvio que Cecilia estaba un poco avergonzada de lo que había hecho porque le costó hablarme y cuando le deseé un feliz año antes de irme, me alejó la cara cuando mi intención era darle un beso en el cachete. Sin embargo, después me mandó un mensaje diciendo: “Perdón, me da vergüenza. Feliz año. Te quiero y me gustás mucho”. Al principio me pareció algo de nenes de 15 ó 16 años, pero después me di cuenta que para Ceci era algo difícil ello, ya que (como yo me iba a enterar después) ella estaba atrás mío hacia años.

Así empezó el 2016, un año que se iba a venir cargado de sexo, demasiado sexo. Esta vez, vinieron los parientes a Rosario y salimos con mis primos y algunos amigos. Esa noche no pasó nada. Me reencontré con algunos compañeros de la secundaria que habían salido de joda, con algunos de la facultad y obviamente con los chicos del club. Cecilia y yo terminamos a los besos apasionados en una esquina del boliche, pero como ni ella ni yo teníamos la casa vacía, no pudimos hacer nada más. Pero no íbamos a tener que esperar.
Durante el año, las culonas solían ser 4: Ceci, Paula, Flor y Tatiana. Pero todos los veranos hacía ya 3 o 4 años, se les sumaba Martina, que era un año más joven que ellas pero como era de Febrero iba a la escuela con Tatiana y Paula. Por lo que durante el verano las 4 fantásticas, incluían un nuevo miembro. Martina, era igual de linda que Cecilia, pero no eran para nada parecidas: era más petiza, de 1 metro 60 como mucho, flaquita sin nada de tetas, morocha de ojos bien oscuros, con una carita muy dulce cuando la veías. Lo mejor que tenía era el culo. Redondo, parado, que le subía y le bajaba con una perfección increíble cada vez que caminaba o corría. ¡Tre-men-do! Y a pesar de que nos llevábamos 4 años, siempre tuve unas cagas de cogérmela increíbles.

Como dije, el 31 a la noche o madrugada del 1ro como quieran llamarlo, me comí a Ceci en el boliche. El viernes 1ro fuimos al club con los pibes a la tarde y para nuestra sorpresa, Cecilia y las culonas estaban organizando otra joda, esta vez algo más privado. Invitaron a algunos chicos de rugby, en especial a Federico (el que había estado con Paula en año nuevo), a algunas chicas de hockey y vóley y a varios de distintos grupos de futbol. Esa noche nos encontramos con Ema, Santi, Valen y Fer en la casa de este último y después partimos para la casa de Florencia, donde se hacía la joda.
El ambiente era bastante parecido al de la fiesta de fin de año, pero con mucha menos gente y más liviano de alcohol. Los del grupo de rugby solían tirársela de vivos y habían llevado cantidades enormes, que al final de la noche iban a sobrar. Sin embargo la sensualidad y la sexualidad no se tardaron en aparecer. Florencia terminó contra una pared apretándose a Valentín como venían haciéndolo hacía rato. Paula, para sorpresa de todos, terminó comiéndose a otro loco del grupo de amigos de Federico, por lo que en los próximos días esa relación se iba a terminar. Ema y Tati fueron los primeros en desaparecer, seguramente a una de las habitaciones.
No trataba de esquivar a Cecilia, de hecho tenía muchas ganas de volver a estar con ella, pero no encontraba un buen momento y no me parecía agarrarla así de la nada para llevármela. Pero a ella eso no le pareció mal ya que se me acercó y después de un “¿todo bien?” insulso me empezó a comer la boca.
Esta vez estaba mucho menos borracha que la tora vez, por lo que sus besos eran más suaves y tiernos. Usaba mucho la lengua, pero no lo hacía para chuparme toda la cara como lo había hecho hacía dos noches. A pesar de eso los besos marcaban una sola cosa, ganas de hacer algo.
- ¿Buscamos una pieza?- Me dijo al odio después de un rato.
- Dale.- Le dije yo.
Esta vez fui yo el que la agarré de la mano y la fui llevando por la casa, pero apenas entramos al living algo nos paró. Martina estaba completamente ida, borracha como Ceci la otra noche. Iba caminando por el pasillo de la casa chocándose las paredes hasta que se cruzó con nosotros y nos empezó a hablar. Le contó con mucho enojo que un tal Gastón (ni idea quien era), la había dejado plantada y que ella venía reprogramando su noche con él hacía como 2 semanas y que todavía seguía sin coger y otras cosas que me costaba entender. Decidí dejarlas solas por un momento y me fui afuera otra vez. Las chicas no tardaron en salir y Cecilia me dijo que se iba a quedar un rato con Martina y juntas se fueron a buscar algo para tomar.

La noche fue pasando, y mis posibilidades de tener sexo se iban reduciendo. A pesar de que muchos estaban en las piezas o en cualquier otra parte de la casa haciendo cosas, había una buena cantidad de gente afuera bailando y tomando. Me fui con Santi y con Fer y nos pusimos a tomar, veía pasar a Ceci y a Marti que cada vez estaban más en pedo. La joda seguía como si nada, pero parecía que mi calentura iba aumentando cada vez que las miraba.
- ¿No me la prestas un ratito?- Le digo a Martina riéndome algo entonado en referencia a Cecilia. Las dos se habían sentado en unas sillas, pero seguían con el vaso lleno.
- No.- Me contestó riéndose.- Ya la tuviste la otra noche.
- No seas mala.- Le digo.- Le va a gustar lo que le voy a hacer.- Cecilia nos miraba y se reía.
- ¿Y qué le vas a hacer?- Me preguntó Martina riéndose más aun.
- Queda entre nosotros dos.- Le contesto tocándole la pierna a Ceci.
- No vale. ¡Yo también quiero!- Dice Martina en tono de queja.- Todas mis amigas van a tener sexo y yo como una pelotuda acá…
- Y vení con nosotros.- Le dijo Cecilia que se había dignado a hablar. ¿Había escuchado bien yo?
- ¿Qué?- Le digo mirándola algo atónito.
- Que venga con nosotros.- Me repitió. Esta vez, ella me tocó a mi la pierna.- ¿Vos tenés algún problema?- Me preguntó después.
Estaba bastante sorprendido por la propuesta, pero era obvio que no me iba a negar. Había tenido un trío ya hacía unos años cuando estaba de novio con Soledad, una noche ella decidió regalarme un “pase libre” para poder acostarme con cualquier chica (después me enteré que había sido porque ella tenía planeado hacerlo con alguien más) y en vez de hacer eso, decidí proponerle a una chica random en el boliche un trío. Tardé casi 3 semanas en conseguir una mina que me gustara y que estuviese de acuerdo, pero cuando lo hice fue genial, más que nada porque ambas se coparon entre ellas y se besaban y se tocaban como amigas de toda la vida. Por eso no dudé cuando le dije:
- Ningún problema Ceci. Marti, vení conmigo que te voy a ir mostrando que le hice el otro día a tu amiga.
Para disimular un poco la abracé en vez de agarrarla de la mano y fuimos entrando. La casa era un quilombo de gente pero el primer piso (donde estaban las habitaciones) estaba completamente vacío. Intentamos abrir la puerta de la pieza de Flor y estaba cerrada, supusimos que con ella y el rugbier adentro. Pasamos a la siguiente puerta, que era la pieza de la hermana, pero al abrir vimos como una chica de vóley se paraba de la cama y se tapaba con las sábanas dejando a un pibe de futbol acostado con la pija como un mástil. La tercer puerta era el baño, no sé porque la abrí ya que sabía que no íbamos a hacer nada ahí, pero lo que había adentro me sorprendió: Emanuel estaba parado bien de frente a la puerta, completamente desnudo y delante de él, arrodillada en el piso, estaba Tatiana que tenía la verga de mi amigo en la boca.
- ¡Cerrá, la concha de tu madre!- Me gritó como un loco.
Cuando lo hice, me miré con Martina y los dos nos empezamos a reír. Fuimos hasta el final del pasillo, sabiendo que la única pieza que quedaba era la de los padres de Flor, y para nuestra sorpresa estaba vacía. Cerramos la puerta al ver que Cecilia todavía no había subido y nos tiramos en la cama. Ella se acostó encima de mí y me empezó a besar con ganas.
Se notaba que era una niña de 18 y que todavía le faltaba mucho por aprender, ya que los besos que daba eran muy suaves y muy secos para una previa de sexo. Yo le metía algo de lengua mientras que con las manos le apretujaba el culo, pero ella no parecía muy suelta. Capaz que era la timidez. De a poquito le fui sacando la ropa, primero la remera y después corpiño (las tetas eran muy chiquitas). Cuando me siento para sacarme la remera ella se para y se termina de desvestir. Se sacó el short y después una bombachita muy minúscula negra que tenía puesta. El culo quedó en primer plano y no pude denotar como mi verga me pedía que se la meta por ahí.
Se volvió acostar encima de mí, esta vez los dos completamente desnudos y retomamos los besos. Para darle un poco de calentura a la cosa le fui metiendo lengua por el cuello y la nuca, ella me respiraba muy profundo en el odio. Mis manos volvían a manotearle el orto perfecto que tenía, se lo apretaba bien fuerte y ella largaba un silencioso “Mmm” cada vez que lo hacía.
- ¿Me la vas a chupar?- Le digo después de un rato sin ver que ella se dedicara a bajar.
- Es que nunca chupé.- Me terminó de confesar después de amagar dos veces.
- Acostate vos.- Le digo tratando de levantarme.- Te voy a motivar un ratito.
Así que la hice acostarse a ella y me dediqué a chupársela un rato. Marti era una cosa hermosa, tenía todo completamente depilado y una conchita divina como pocas vi en mi vida. Enseguida le metí la lengua y le empecé a chupar como loco. Con la mano le corría los labios para el costado y le lengüeteaba el clítoris de arriba a abajo. Ella movía la cintura en señal de placer y de vez en cuando emitía algún gemido que intentaba tapar cerrando la boca. Pero no pudo contener los movimientos epilépticos cuando le metí un dedito en la concha y se lo empecé a mover para todos lados.
- ¡Ay Julián!- Me dijo con una vos de satisfacción que me volvió loco. Me encanta cuando las minas me hablan para hacerme saber que la están pasando bien.
De la nada se abrió la puerta y los dos nos quedamos paralizados. Yo levanté la cabeza que estaba escondida entre sus piernas pero me costó distinguir quién era la persona que estaba entrando desde el pasillo. ¡Era Cecilia! Diciendo algunas palabras que en este momento no recuerdo, cerró la puerta y despacito se fue acercando hacia nosotros. Yo seguía casi inmóvil, estaba muy emocionado de poder tenerla ahí a ella, de poder tenerlas a las dos.
- Seguí.- Me dijo Martina entre suspiros y me agarró de la cabeza y me la sumergió en su concha.
A pesar de eso, pude ver un poco lo que pasaba a mi alrededor. No fue tan excitante como la otra vez con Soledad y la chica del boliche, ya que Ceci, una vez desnuda, simplemente se acostó al lado de Marti y se empezó a tocar mientras me miraba como se la chupaba.
- Ahora ustedes.- Les digo parándome en el piso.
Cecilia se arrodilló enseguida adelante mío y como la otra noche, primero se metió la verga en la boca hasta el fondo y después la empezó a chupar como una puta profesional. Martina siguió acostada en la cama un rato mientras se tocaba las tetas con una mano y la concha con la otra, hasta que le hice una señal para que se acerque con la cabeza. Enseguida se arrodilló adelante mío y cuando lo hizo, su amiga le puso mi verga en la cara como pasándole una posta. Marti, era mucho más tímida. Se metió la verga en la boca sin siquiera agarrarla y empezó a mover su cabeza de adelante para atrás. Ceci se paró y se dedicó a darme besos por todo el cuerpo mientras me acariciaba la espalda. El pete no era tan placentero, pero la situación fue una de las mejores que viví en mi vida.
Después de un ratito, Ceci largó la verga y se paró también. Logré que las dos se dieran un par de besitos y mientras les pedí que se acomodaran fui a buscar un forro y me lo puse. Cecilia que tenía más cancha enseguida se puso en cuatro en la cama, Martina se acostó al lado suyo, pero medio de costado, por lo cual decidí ir al culo de Ceci. Apoyé mi verga contra la concha que estaba muy mojada y sin dar muchas vueltas se la metí.
Pegó un grito de placer que su amiga se sobresaltó un poco. Después se acomodó y la agarré de la cintura para empezar a cogérmela con ganas. Ella gemía poco y nada, pero la cara de excitación que debía tener le fascinaba a Martina que enseguida se paró y se puso atrás mío para manosearme. Yo giré mi cabeza hacia un costado y nos besamos con muchas ganas. Mientras tanto penetraba a Cecilia como loco, de vez en cuando pegándole un chirlo en la cola.
Martina terminó parada al lado mío y después de una buena cantidad de besos le pedí que pusiera una pierna arriba de la cama. Cuando lo hizo su conchita quedó completamente expuesta y sin dudarlo saqué una mano de la cintura de Ceci y le empecé a colar los dedos. Al principio uno, enseguida dos. Ella puso sus dos manos sobre la mía y empezó a hacer un movimiento en círculo, mientras yo tenía mis dos deditos adentro suyo.
Le dije que se acostara boca arriba al lado de Cecilia y cuando lo hizo, automáticamente me corrí y empecé a cogérmela a ella. Ceci enseguida se acostó al lado de Martina y la empezó a acariciar. Yo la agarré de las piernas y le metía la verga hasta el fondo, cogiéndomela con muchas ganas. Martu ponía una cara de trola satisfecha terrible. Se agarraba el pelo y se apretaba las tetas mientras se mordía los labios con los ojos cerrados. Al lado de ella, Cecilia le acariciaba la panza mientras también se tocaba. Qué bien que la estaba pasando.
Después de un rato, me dijeron que me acueste. Cecilia que le encantaba cabalgar, se sentó encima de mí y apoyando sus manos sobre me pija se empezó a mover. Martina se acostó al dalo mío y me empezó a besar con ganas. No podía creer el momento que estaba disfrutando. Le pedí a Marti que toque un poco a su amiga, pero solo se animó a manosearle algo las tetas para después volver a besarme. Yo le apretaba el orto con ganas y a ella le encantaba, tanto que terminó poniéndose en cuatro, con el culo a centímetros de mi cara. No tardé ni dos segundos en meterle dos dedos adentro de la conchita y enseguida se los estaba sacando y metiendo a más no poder.
Martina no tardó en acabar. Un chorro caliente de flujo le salió de la conchita y fue a parar a las sábanas. Me calentó tanto eso, que le dije a Cecilia que se parar y cuando lo hizo me arrodillé en la cama y me empecé a pajear. Les dije a las dos que se acostaran abajo, pero solo Martina se llegó a posicionar cuando una cantidad enorme de semen me empezó a salir de la verga. La gran mayoría fue a parar a la cama, pero un poco terminó en la cara de Marti. Cuando acabé, Ceci me agarró la pija con la mano y se quedó besándome hasta que ya no la tenía dura.
Martina se limpió un poco, se cambió y enseguida bajó a la fiesta. Con Cecilia nos quedamos un rato besándonos, y cuando estuvimos listos decidimos volver a la joda. Nos cruzamos poco en la fiesta, de hecho parecía que nos evitábamos. Pero los tres sabíamos que nos había encantado y que en algún momento íbamos a tener que repetirlo.


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